viernes, 10 de febrero de 2012

LA FUERTA TERAPÉUTICA DE LA CELEBRACIÓN DE LOS SACRAMENTOS EN LA ENFERMEDAD

 

LA FUERZA TERAPÉUTICA DE LA CELEBRACIÓN DE LOS SACRAMENTOS EN LA ENFERMEDAD”

Por el Padre Elías Salueña, psicólogo                                        2-Febrero-2012

<<…El encuentro y las palabras que el  Señor dirige:

<< Levántate, vete; tu fe te ha salvado>> (Lc 17,19), muestran la importancia de la Fe para quienes, agobiados por el sufrimiento y la enfermedad, se acercan al Señor. En el encuentro con él, quien cree, no está nunca solo… La curación física, expresión de la salvación más profunda, revela así la importancia que el hombre, en su integridad de alma y cuerpo, tiene para el Señor.

Cada sacramento, expresa, actúa la proximidad de Dios mismo, el cual, de manera gratuita, nos toca por medio de realidades materiales que él toma a su servicio y convierte en instrumentos del encuentro entre nosotros y Él mismo.

La unidad entre creación y redención se hace visible (…)>>

                           (BENEDICTO XVI / XX JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO)

Jesús no se siente ajeno al dolor, a la enfermedad y a la muerte, al contrario:
-         siente compasión, y se identifica con los enfermos: “Estuve enfermo y me visitasteis” (Mt 25,36)
-         y hace suyas sus miserias: “El tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades” (Mt 8,17; Is 53,4).

Su actitud no está movida sólo por un sentimiento de pena y compasión, sino por un compromiso serio:

“El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”
 Lc 4,18-19

¡Así es! ¡Jesucristo visita y sana a los enfermos y los ama en su enfermedad!

Pero, cuidado, no ha venido para darnos un remedio mágico contra todos los males, una medicina eficaz al mismo nivel que los mejores medicamentos.
-         Jesús cura cuando le ofrecemos “nuestro espacio” y entra en nuestra vida.
-         Sólo viviendo en comunión con Él:
  • la enfermedad deja de polarizar y determinar nuestra historia.
  • Y encontramos paz, nos encontramos a nosotros mismos

En los Sacramentos se restaura nuestra verdadera identidad. En clave pascual, acogemos confiados (y fascinados) su amor.


Aproximación ANTROPOLÓGICA a la enfermedad


1.- LA ENFERMEDAD. CONTEXTO SOCIO-CULTURAL ACTUAL

Enfermedad y muerte hacen pensar, a muchos, fracaso y derrota.

El pensamiento cristiano asume la enfermedad y la muerte como aspectos integrantes de la condición humana:

-         Desde una comprensión “creacional” que comparta en su entraña la “finitud” considera la enfermedad como constituyente de la existencia humana.
-         Por ello no se trata de una circunstancia humana accidental y esporádica…
  • Sino de algo profundamente existencial.
  • Que confronta a la persona con su fragilidad y limitación haciéndoles reconocer también en su finitud, su identidad real.

2. – LA ENFERMEDAD: FACTOR PLURIDIMENSIONAL

Decimos que hay enfermedad cuando se produce un cambio significativo/profundo, que origina en la vida psíquica-física y espiritual del afectado, cambios que conllevan a una perturbación de su actividad normal y de su relación habitual con los demás y con Dios.

Así en la ancianidad se van desarrollando, a su vez, diversos deterioros que van comprometiendo la armonía y unidad del organismo como la calidad de su relación.

Cuando empleamos la palabra enfermedad.
-         nos referimos normalmente a dolores físicos o corporales,
-         pero sabemos que hay otros sufrimientos que podemos calificar:
  • de psíquicos: afectivos /deseos, emociones/ y mentales/imágenes, recuerdos/
  • y espirituales, sentido de la vida…

Jesús se hizo en todo como nosotros, menos en el pecado, para sanarnos:
-         a todo el hombre en su totalidad 8salvación integral);
  • en su espíritu, en su corazón, su mente, memoria y afectividad, en su cuerpo,
  • en sus relaciones con Dios, consigo mismo y con los demás.
-         a todos los hombres (dimensión comunitaria, histórica, social de la salvación)


Aproximación TEOLOGAL al CREYENTE


La “DONUM VERITATIS” sitúa la Teología en el gran horizonte de la cuestión de conocer la verdad y la verdadera libertad del hombre.

Y afirma que la FE responde a las preguntas primarias del hombre acerca de sus orígenes y de su destino.

Concierne a un problema de fondo que E. Kant indicó como punto central de la filosofía:
  • ¿Qué puedo conocer yo?
  • ¿Qué debo hacer?
  • ¡Qué puedo esperar?
  • ¿Qué es el hombre?

En Cristo, al inicio de nuestra experiencia de Fe encontramos:

“En el principio era el Logos”.

Esta Revelación (Don del Amor de Dios) informa nuestra Fe que LA RAZÓN ETERNA,


Cristo Jesús, es:
  • el inicio y
  • fundamento de todas las cosas.

-         Se trata de una VERDAD donada que no procede de la razón humana sino de la Palabra de Dios que eglógica y razonable.

-         VERDAD DIVINA que quiere iluminar y acompañar nuestra razón y vida humanas:

*  La Teología es una reflexión sobre aquello que Dios nos ha dicho.
* Sin este convencimiento0 la Teología
  • el hundimiento en el escepticismo
  • y el determinismo de la existencia en irracionalismo y racionalismo

1.- LA VIDA DE LA GRACIA “LIBERA LA VIDA” EN EL CREYENTE –ENFERMO

-         El enfermo toca la finitud y la fragilidad en su vida. Dos posibles opciones:
  1. Vencer la innata repugnancia aceptando el dolor, poniendo la confianza en Dios.
  2. O vivirse en rebeldía hacia Dios. Rechazándolo o sintiéndose rechazado por Él.

-         La Palabra de Dios, delante a esta disyuntiva, nos abre a un horizonte de libertad extraordinario:
  • La palabra “vida” no evoca sólo la dimensión corporal y temporal de la existencia.
  • A la luz de la Fe, la vida en su sentido pleno es la vida en Cristo y para Dios. “Para mí”, la vida es Cristo y la muerte (=corporal) es una ganancia” (Flp 1,21) dice San Pablo, y explica su pensamiento expresado:
  • yo vivo, pero no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mi” (Gal 2,20)
  • Y es para el creyente, vida en plenitud consiste en la unión entre el hombre y Dios, resultado de la Gracia (Vida de Dios) que es contraria al pecado, cuya consecuencia es la muerte (cfr. Gn 3,19, Rom 5,12-21).

Al respecto dice el Catecismo de la Iglesia Católica:
La Gracia de Cristo es el don gratuito que Dios nos hace de su vida infundida por el espíritu Santo en nuestra alma para sanarla del pecado y santificarla: es la gracia santificante. Recibida en el Bautismo”. (Cf. Jn 4,14-17, 38-39)

La acción de la gracia está en hacernos más Hijos de Dios, más imagen del Dios vivo, por lo tanto la gracia de Dios que se nos comunica
  • por los Sacramentos,
  • la oración,
  • su Palabra en la Iglesia.

No suple nuestra naturaleza, pero sí la restaura, sí la va sanando en la medida en que vamos creciendo en el conocimiento de Cristo, hasta irnos transformando en él por la acción de su Espíritu.
LA GRACIA NO SUPLE LA NATURALEZA HUMANA,
PERO SI LA RESTAURA, LA SANA.



2.      EN LOS SACRAMENTOS. ES CRISTO QUIEN ACTÚA

En el Sacramento Dios viene a nuestro encuentro a través de los gestos y palabras de la Comunidad Eclesial. Es que Dios quiere comunicarnos su propia vida.

Por ello cuando proponemos al enfermo la celebración de un Sacramento estamos lejos de realizar.
  • un Rito (acción a la que se atribuye un poder particular para volver propicia a la Divinidad)
  • Ni un Acto Mágico (gesto para apoderarse de la fuerza de Dios)
  • Ni un cumplir un Formulario (trámites que hay que realizar para ganarse el cielo)

No tratamos de presentarnos como “vendedores de seguridades”.
-         No queremos aportarle “unos signos de la acción de Dios”,
-         Sino que nos proponemos conducirlo al Dios que se comunica en esos signos:
  • El sacramento no es “ una cosa que se da…” sino “un encuentro que se establece” entre Dios y la persona del enfermo.
  • El sacramento es palabra de Cristo creadora y eficaz.
  • El sacramento restaura la persona del enfermo en sus desconexiones respecto a lo más genuino de sí mismo,
-         En su ser Hijo de dios y
-         En su ser hermano reconciliado.

3.      – LOS SACRAMENTOS: VÍAS DE ACCESO AL PROYECTO DE DIOS

La confianza que lleva a la paz es fruto de la Gracia de Dios, cuyo canal ordinario en la vida cristiana, ye en la enfermedad, son los sacramentos.
-         El que sufre necesita, por supuesto, atención médica o psicológica…
-         Pero también acompañamiento espiritual para que su dolencia pueda ser integrada y transformada.

Dios ofrece la salvación a la persona en su realidad humana concreta, considerando todas las exigencias que experimenta y las dificultades que sufre.
-         Los Sacramentos de la Iniciación Cristiana,
      “ EL Bautismo, la Confirmación y la eucaristía”  vienen a ser el inicio, la   
      madurez y el alimento de la vida nueva. Son como la “re-creación” del hombre    
      (Ef 4,24; Gál 6,159,
  • el don de la adopción divina
  • y de la participación en la naturaleza de Dios(2P 1,4, Jn6,53-57)

-         Los sacramentos de la Reconciliación y la Unción de los Enfermos se denominan “sacramentos de curación” (CIC.1.420ss.)
-         La Reconciliación es la clave de nuestras relaciones con Dios, con el prójimo y con noctros mismos. Y Dios nos ha perdonado el primero…, ello nos faculta para poder perdonar/nos nosotros también.
  • Para una verdadera y radical sanación interior o física es indispensable el perdón auténtico y verdadero.
  • Alguno ha definido el perdón “la columna vertebral de toda auténtica curación”.
No es cuestión jurídica o moralista que libera de una culpa…


Sino la fuerza del AMOR GRATUITO que destruye el poder del pecado en la persona y en el mundo con todas las raíces que comparta de enfermedades y secuelas interiores de la persona y de la comunidad .

La Eucaristía, celebración de la Pascua, libera  a su vez del pecado: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, anuncia el sacerdote antes de la administración  del Sacramento.
Su aspecto terapéutico está implícito en Vaticano II:
“La eucaristía nutre para la vida eterna, edifica la Iglesia, la une y alimenta en la caridad y es signo de esperanza…”

-         La Doctrina de la Iglesia señala como fruto de la Unción de los enfermos
  • una profunda “purificación” del alma de quien recibe este  sacramento.
  • Otro de sus efectos “ la reconciliación” si no se puede obtener por el Sacramento de la Penitencia.
  • Pero sus efectos saludables quedan reflejados en el diálogo:

Por esta santa Unción y por su infinita misericordia, te auxilie el Señor con la gracia del Espíritu Santo (R/Amén)”.
“Para que, libre ya de tus pecados, te salve por su bondad y alivie tus sufrimientos. (R/Amén)”.

Aunque en la celebración y recepción de los sacramentos:
  • No se busca conseguir una simple “curación mundana”, los sacramentos están finalizados a la vida eterna.
  • Ni se trata de conseguir los propios objetivos…, sino de renovar la entrega de la propia vida al proyecto de amor de Dios.

La finalidad fundamental de los sacramentos es la salvación ofrecida por Cristo, que no es meramente “espiritual”.


Aproximación PASTORAL al enfermo


En este mundo secularizado la enfermedad puede ser motivo y momento oportuno de una nueva relación con Dios:

-         La persona del enfermo puede llegar a tener una experiencia nueva e irrepetible de Dios, por su cercanía e incondicionalidad.
-         Que se sienta motivada a recomponer su escala de valores: dinero, éxito,,,, para que dios venga a ocupar el puesto que hace tiempo se le había negado.

1.      EN UN ENTORNO y UN CONTEXTO, humanos y espirituales, ESPECÍFICOS

Pero son frecuentes las ocasiones en que se crea un ambiente refractario y frío, incluso en personas creyentes, a todo tipo de propuesta sacramental:
-         Incluso, en ocasiones esta marginación es “bipolar”. Por una parte no apetece a los sacerdotes ni a los agentes pastorales proponerlo, ni les gusta a los fieles recibirlo. Confianza exasperada en los medios sanitarios, negación de la realidad, reflejo temor. “extrema-unción”.




La Comunidad Eclesial está llamada:
  • a acoger al enfermo de manera incondicional en su propia realidad con la “compasión” que continúa la Pasión de Cristo.
  • Y a saber proponer el sacramento, con una preparación y celebración oportunas que permitan manifestar su eficacia salvadora.

Es determinante discernir el contexto personal, familiar y ambiental.
La enfermedad se vive hoy en situaciones muy diversas.
Ya no es la familia su hábitat ordinario sino los centros residenciales y hospitalarios, públicos o privados, y ello comporta.
  • que el enfermos se sienta “desplazado”
  • se impone un progresivo ambiente “aséptico” en el terreno de las creencias
  • y se considera la enfermedad como una desgracia, un mal y un castigo del que hay que huir a toda costa. El enfermo es una “carga”.

2.      CONSTRUYENDO UN ENCUENTRO “HUMANO” Y PERSONALIZANTE

La recepción fructuosa del sacramento tiene lugar cuando el enfermo participa en la celebración, de acuerdo con su edad, formación y sensibilidad espiritual.

La pastoral ha de tener en cuenta cuál es su situación concreta,
-         El sufrimiento abre al mundo interior de los sentidos…
  • Liberar lo positivo que refleja la personalidad del enfermo le ayudará a reencontrarse con más esperanza y energía para superar las dificultades.
  • Acoger con respeto la expresión de los propios límites o defectos, podría motivar un verdadero deseo de transformación.

-         “ La autenticidad evoca autenticidad”
  • La Nueva Evangelización reclama “ hondura y parresía”. Lo esencia del otro puede despertarse por lo esencial de quien lo acompaña.
  • Seguimos a Jesús, en la fidelidad al Padre, siendo testigos y portadores de su amor a la persona concreta que Él nos propone.

-         Acompañando la vivencia de la fe, la caridad y la esperanza en el seno mismo de las dificultades suscitadas por la patología.
  • Sin distorsionarse con máscaras. Los mecanismos de defensa son muy sutiles.
  • Llegar a una aceptación realista del otro, tal y como es en su momento actual, caminando con él, sin tratar de “resolver” sus problemas con “palabras” y soluciones simplistas”.

Jesús fue sanador.
Jesús curaba con su mirada, con su palabra, con su acogida cordial.
Jesús curaba infundiendo ánimo, devolviendo la confianza,
Trasmitiendo paz, restaurando la autoestima.
Curar al enfermo y amar a dios, no son cosas distintas.
Porque ¿qué otra cosa es Dios de Jesús
Sino la infinita compasión con todos los seres heridos? (José Arregi)