lunes, 29 de abril de 2019

PASCUA DEL ENFERMO: El voluntariado

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Texto de la Sagrada Escritura
“En esto se levantó un maestro de la ley y le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?». Él le dijo: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?». Él respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza y con toda tu mente. Y a tu prójimo como a ti mismo». Él le dijo: «Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida». Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?». Respondió Jesús diciendo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”. ¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?». Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Jesús le dijo: «Anda y haz tú lo mismo»” (Lc 10, 25-37).

Reflexión
El voluntariado es una realidad cada vez más importante en la actualidad. Surgen formas de voluntariado diferentes para dar respuesta a las diversas necesidades de personas que requieren de nuestra ayuda. “Esta labor tan difundida es una escuela de vida para los jóvenes, que educa a la solidaridad y a estar disponibles para dar no sólo algo, sino a sí mismos. De este modo, frente a la anticultura de la muerte, que se manifiesta por ejemplo en la droga, se contrapone el amor, que no se busca a sí mismo, sino que, precisamente en la disponibilidad a perderse a sí mismo (cf. Lc 17, 33 y par.) en favor del otro, se manifiesta como cultura de la vida” (Benedicto XVI, Encíclica “Deus
caritas est”, 30).

Ser voluntario es una forma de ser, de estar en el mundo, de vivir. El voluntario no sólo se preocupa de sus necesidades, sino que también se interesa de las necesidades de los otros y se hace responsable de las soluciones. Se trata de personas comprometidas con el bien común, con hacer presente aquí y ahora, que el Reino de los cielos está en medio de nosotros, que se saben enviadas por Cristo: “Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis” (Mt 10, 7-8) Esas son las manifestaciones de la presencia del Reino entre nosotros: “los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan sanos y los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se anuncia el Evangelio” (Mt 11, 2-5). Estos son los signos de la presencia del Reino de Cristo entre nosotros. La caridad de Cristo nos hace solidarios. Juan Pablo II define a la solidaridad como “la determinación firme y permanente de empeñarse por el bien detodos y de cada uno, porque todos somos verdaderamente responsables de todos” (Encíclica “Solicitudo rei socialis”, 38). Hemos de convencernos de que cuando ofrecemos parte de lo que somos o tenemos en favor de los otros seres humanos, los primeros beneficiarios somos nosotros mismos. Nuestra vida sólo se convierte en vida plena y cumplida, si somos capaces de compartirla. Es importante caer en la cuenta de que el voluntario no es el sustituto de los profesionales que deben atender a los enfermos. No van a hacer gratuitamente el trabajo que correspondes al personal sanitario, ya sea personal médico, de enfermería o auxiliares.

El voluntario ha de reunir unas aptitudes, características, actitudes, motivaciones y valores básicos que le permitan realizar su cometido, las tareas que se le encomienden con la suficiencia necesaria que requieren las personas con que va a trabajar y la importancia de los problemas que deberá afrontar. Es posible, seguramente, que ningún voluntario o ningún aspirante a serlo reúna bien desarrolladas todas las cualidades, aptitudes, etc., que vamos a señalar, pero debe contar, al menos, con los elementos fundamentales que, en el proceso de formación y en el trabajo concreto, irá desarrollando. Para realizar la labor del voluntariado, no sólo en Pastoral de la Salud, sino en cualquier otro campo del voluntariado, no basta la buena voluntad, el deseo de “aprovechar” un tiempo que me sobra, buscar una personal satisfacción afectiva, buscar, en el fondo, ser acompañados, etc. Hay motivaciones que debemos revisar en las personas que se ofrecen para una labor de voluntariado y ver el modo de rectificarlas. De lo contrario, se puede hacer más mal que bien.

Entre las aptitudes requeridas podemos destacar algunas generales y otras que serán más específicas en función de la labor a realizar. No es lo mismo dirigir un grupo de oración por los enfermos que acompañar a la familia y prepararlos para el duelo, por ejemplo.Entre las aptitudes generales podríamos destacar las siguientes: condiciones físicas, morales y psicológicas sanas que le permitan dedicar sus mejores esfuerzos al servicio voluntario; disponibilidad de tiempo para acompañarlo a las labores del voluntariado; formación humana básica que le permita desenvolverse apropiadamente en su medio social y cultural; disposición para formarse en el servicio del voluntariado, en los diferentes niveles.

En cuanto a las actitudes cabría destacar aquellas que tienen que ver con la disposición general de la persona para el servicio: amor, respeto y aceptación del otro sin discriminación; discreción sobre los asuntos que tenga conocimiento durante el servicio; acogida abierta y diálogo sincero; amabilidad sin ser paternalista ni crear dependencia; no hacer del servicio un asunto personal, ni aceptar regalos o privilegios; sentido de la justicia y de la común igualdad como seres humanos; preferencia por los más débiles y necesitados.

Este conjunto básico de aptitudes y actitudes puede ser enriquecido por otras que, de acuerdo con la clase de servicio que preste la organización del voluntariado, se hagan necesarias. Por ejemplo: paciencia y perseverancia para el trabajo con personas que tienen limitaciones físicas o mentales. Los conocimientos y habilidades estarán, igualmente, en relación con el medio en el cual ha de moverse y con el trabajo concreto que ha de realizar.

Cuestionario 
¿Somos verdaderos voluntarios? ¿Qué debemos hacer para mejorar?
Indica los cuatro objetivos que entiendes son los más importantes en la acción voluntaria.
¿Qué tareas, a tu entender, debe potenciar tu grupo? ¿Qué tal estáis cumpliendo las funciones que debe realizar todo grupo de voluntarios?
¿Qué te dice el pasaje evangélico?
¿Qué aptitudes, actitudes descubrís en el Buen Samaritano ¿Contaba con  los conocimientos y habilidades para realizar la acción que llevó a cabo?
¿En qué fallo o fallamos nosotros?
MISIÓN DIOCESANA

PASCUA DEL ENFERMO: “El voluntariado en la Pastoral de la Salud. Identidad y misión”

“El voluntariado en la Pastoral de la Salud. Identidad y misión”
“Gratis lo habéis recibido, da gratis” (Mt 10, 8)
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Los voluntarios de Pastoral de la Salud hacéis visible el amor de Dios por los enfermos. En este sentido sois una parte esencial de la caridad de Cristo que la Iglesia está llamada a realizar. Por tanto, tened la certeza de estar cada uno en el “corazón” de la Iglesia.

Espero que este material os sirva de ayuda y estímulo a los miles de voluntarios que cada día os entregáis a la preciosa tarea de cuidar a quienes sufren las consecuencias de la enfermedad: los enfermos y quienes les cuida Como nos recuerda el Papa Francisco en su Mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo de este año, “el cuidado de los enfermos requiere profesionalidad y ternura, expresiones de gratuidad, inmediatas y sencillas como la caricia, a través de las cuales se consigue que la otra persona se sienta querida”. La caridad supone una verdadera promoción de lo humano, porque pone en marcha iniciativas que ayudan a que la persona humana pueda desarrollarse como tal y a vivir en unas condiciones de vida más acordes con su dignidad.

Es importante que en esa entrega de cada uno por los enfermos podáis hacer las cosas adecuadamente. Por ello es necesario que os forméis bien, que adquiráis las habilidades y los recursos necesarios, sin olvidar, como nos recordaba el Papa Benedicto XVI en la Encíclica “Deus caritas est”, 31, que la primera necesidad de los enfermos es la atención cordial, la humanidad y, por consiguiente, hay una prioridad de la “formación del corazón”.

Acompañar y cuidar a todos los enfermos sin distinción de credo, cultura, razas o ideologías. Y hacerlo a la persona en su integridad, en todas sus dimensiones y en todas sus necesidades. No es posible ocuparnos de la atención religiosa y desentendernos de las necesidades espirituales como la necesidad de escucha, compañía, consuelo, … No es una u otra. Ambas. No hay ninguna persona que no sea objeto de la caridad de Cristo, que es la que nos mueve a nosotros, por tanto, nadie queda excluido de nuestros cuidados.

La enfermedad supone siempre, particularmente la grave una crisis y nos plantea interrogantes vitales que surgen desde lo más íntimo del corazón que sufre. Se hace, entonces, necesario estar preparados para aporta esperanza; pero no una esperanza cualquiera, sino una esperanza “fiable, gracias a la cual podemos afrontar nuestro presente: el presente, aunque sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino” (Benedicto XVI. Encíclicas “Spes Salvi, 1). La esperanza que nos trae Cristo. “Pero nosotros, según su promesa, esperamos unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habite la justicia” (2 Pe 3, 13) “Y oí una gran voz desde el trono que decía: «He aquí la morada de Dios entre los hombres, y morará entre ellos, y ellos serán su pueblo, y el “Dios con ellos” será su Dios». Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto ni dolor, porque lo primero ha desaparecido. Y dijo el que está sentado en el trono: «Mira, hago nuevas todas las cosas»” (Ap 21, 3-5)

La ciencia cristiana del sufrimiento, indicada explícitamente por el Concilio como la única verdad capaz de responder al misterio del sufrimiento y de dar a quien está enfermo un alivio sin engaño: No está en nuestro poder el conceder la salud corporal, ni tampoco la disminución de los dolores físicos (…) Pero tenemos una cosa más profunda y más preciosa que ofreceros. Cristo no suprimió el sufrimiento y tampoco ha querido desvelarnos enteramente su misterio: Él lo tomó sobre sí, y eso es bastante para que nosotros comprendamos todo su valor (cf. Concilio Vaticano II, Mensaje a los pobres, a los enfermos y a todos los que sufren, 8 de diciembre de 1965)”.

Muchas gracias por vuestra misión con mi afecto y mi bendición.
+ Francesc Pardo Artigas
Obispo de Girona y responsable del departamento de Pastoral de la Salud


2- 5 DE MAYO: JORNADAS DE PRESENTACIÓN CENTRO DE ESCUCHA



martes, 23 de abril de 2019

2-5 DE MAYO: JORNADAS DE PRESENTACIÓN CENTRO DE ESCUCHA




CENTRO DE ESCUCHA



En este tiempo pascual os anunciamos una buena noticia. Desde la Diócesis vamos a impulsar un nuevo proyecto social, insertado dentro del COF (Centro de Orientación Familiar), para atender a las personas que viven en soledad, depresión, proceso de duelo o cualquier tipo de sufrimiento, con la puesta en marcha del Centro de Escucha. Para comenzar a dar los primeros pasos de su instauración hemos organizado unas Jornadas que tendrán lugar del 2 al 5 de mayo, dirigidas a profesionales y estudiantes del área sociosanitaria, trabajadores sociales y a todos aquellos que estén interesados en formarse para acompañar a personas en situación de dificultad en su propio entorno, en el centro de escucha o en un grupo de duelo, etc.
 

MISIÓN DIOCESANA






Presentación de la Unidad Móvil de Intervención
en Crisis y Duelo (UMI)


La Unidad Móvil se concibe como una extensión del Centro de Escucha. Se trata de un servicio gratuito y externo del Centro. Por medio de la unidad el Centro de Escucha se acerca adonde se está produciendo una situación de crisis para ofrecer el servicio de la escucha activa, la relación de ayuda, el counselling y la atención especializada en un Centro móvil acondicionado para dicha atención.
El servicio se presta en un vehículo adaptado y personalizado que constituye, por un lado, un modo de intervención psicosocial directa para situaciones de crisis producidas por el hombre o por la naturaleza y para personas en duelo y otras problemáticas, con vocación de hacerse presente allá donde se está dando la necesidad.
La Unidad Móvil, tanto en tránsito como estacionada, hace presente el mensaje de disponibilidad, acogida y profesionalidad que tiene el Centro:
  • Consta de dos espacios de intervención en los que se puede acoger simultáneamente a varias personas. Se ha acondicionado el espacio para poder atender un grupo de seis personas y otro de cinco o un par de intervenciones individuales al tiempo.
  • El toldo exterior permite habilitar un espacio para la información sobre la intervención o para lo que sea preciso.
  • Los espacios de almacenamiento del interior permiten alojar libros sobre la intervención y otros así como materiales de apoyo.
  • El vehículo consta de cuatro plazas de cama para cuando sea preciso que el equipo pernocte en casos de desplazamiento fuera de la Comunidad de Madrid. Del mismo modo, una cocina sencilla y nevera para poder organizar la alimentación del equipo cuando sea preciso.
    Destinatarios

  • Personas en crisis provocadas por un trauma.
  • Personas en duelo que viven en ámbitos poco accesibles o con dificultades de movilidad o derivados desde otros Centros de Escucha o que no conocen los recursos existentes.
  • Instituciones con necesidades de atención: funerarias, tanatorios, cementerios, anatómico forense, policía, SAMUR, SAMUR social, servicios de Trabajo Social, parroquias, colegios, universidades.
  • Instituciones susceptibles de acoger campañas de sensibilización.
    Actividades y servicios:

  • Atención individual o grupal a duelos complejos, traumáticos dentro de la Unidad Móvil en un entorno privado y adecuado.
  • Atención individual o grupal a personas con crisis traumáticas y postraumáticas por desastres naturales o por obra del hombre, víctimas de violencia o accidentes.
  • Atención espiritual a personas en situaciones de crisis que así lo requieran.
  • Campañas de sensibilización sobre la escucha, estrategias de abordaje o acompañamiento en crisis, relación de ayuda, el counselling y otras a petición de instituciones sociales que lo requieran o en coordinación con ellas.
  • Campañas e intervención en lugares donde se esté impartiendo una conferencia sobre el duelo.
  • Campañas en campus universitario en los momentos oportunos.
  • Presencia en Jornadas organizadas por los diversos Centros de intervención o por los Centros de Escucha que lo requieran.


viernes, 19 de abril de 2019

Vía crucis 2019: La Pasión, según un capellán de paliativos

                 



II estación: Jesús carga con la cruz
Jesús oye la condena y presiente con su ciencia humana los sufrimientos que le vendrían horas después. Ya lo sabía por su ciencia divina, pero no evitó los dolores de su cuerpo escarnecido y sangrante que tanto se diferenciaban de los de los dos ladrones que le van a acompañar. Y superó los golpes de aquellos en número e intensidad, pues tanto tenía que redimir por los pecados de los hombres… Y esos hombres hoy somos nosotros. Y por amor a nosotros carga con la cruz que será su trono salvador

En estos tiempos hay personas que prefieren morir en poco tiempo de un infarto de miocardio, de un aneurisma cerebral, etc. Algo rápido. Algo para no dar guerra a los familiares. Es decir, morirse muerto, para no percibir que se va a morir y no morirse poco a poco. Un proceso de semanas o meses los supera. Jesús no eligió el modo, el lugar, ni la duración de su Pasión.

Roberto tenía cáncer y nos dio también ejemplo de perseverancia en la espera. A los pocos días de ingresar empeoró notablemente y, todavía consciente, quiso recibir los sacramentos. Se le prescribió la medicación adecuada para que no tuviera ningún sufrimiento ni molestias en el momento final. Contra todo pronóstico, mejoró, y a los pocos días salió de esa situación. Esta circunstancia se repitió varias veces. Ya era conocido entre el personal que le cuidaba como «el siete vidas». Su conducta fue ejemplar. Decía: «Hoy estoy bien y a lo mejor empeoro a los pocos días. Estoy en tus manos, Señor. Cuando Tú quieras me iré contigo… Hágase tu voluntad y no la mía».

La familia estuvo tranquila en todo momento y le acompañaron a pesar del cansancio y la incertidumbre. Unos meses después del fallecimiento vinieron a vernos para recordar aquellos días. En sus rostros había paz y agradecimiento a Dios por la actitud con la que Roberto había llevado la cruz.



III estación: Cae Jesús por primera vez
Volvemos a contemplar a Jesús con sus limitaciones físicas. Físicamente no puede con el peso de la cruz. Y la calle es empinada e irregular. Jesús, sin querer pero aceptando su debilidad, cae al suelo. Y no acude a los ángeles sino que poco a poco reanuda la subida. Le empuja el amor a ti y a mí, y a los santos y a los pecadores, y a los que no le conocen, y a los que le niegan, y a los que le combaten…

Cuando iba a entrar en la habitación me dijeron que Carlos era ateo y que la familia no quería que pasara el sacerdote. Evidentemente, así lo hicimos, ya que es básico el respeto a la libertad de los pacientes y sus familias.

Carlos empeoró rápidamente y me ofrecí nuevamente. En este caso me dijeron que sí, y explicaron el motivo de sus dudas. Solo los bautizados pueden recibir la Unción y no estaba claro que Carlos lo estuviera, ya que su partida de Bautismo había desaparecido. Aprovechando un periodo de consciencia, pidió ser bautizado (bajo condición) y recibió la Unción.

¡Señor, tú aplicas los méritos de tu Pasión cuando, donde y como quieres! Con este caso nos lo has demostrado. Cuando se acerca la muerte, donde está uno acompañado, y en la forma sacramental que tú eliges: en este caso Bautismo y Unción de enfermos.



IV estación: Jesús encuentra a María, su Santísima Madre
La Virgen María no fue condenada en el juicio contra Jesús. A ella, que había tenido una vida sencilla entre los habitantes de Nazaret, no había nada de qué acusarla. La Virgen tuvo entrega permanente y exclusiva a los más próximos cumpliendo con sencillez el precepto del amor. Y en consecuencia con su trayectoria de madre quiere estar en los momentos más duros cerca de su Hijo.

Ángela, de 85 años, ingresó por insuficiencia de órgano. Era viuda, convivía con Alfredo, uno de sus tres hijos. Como este era soltero, cantante y bailarín, ella le acompañaba en sus giras por España y el extranjero. Le preparaba las maletas, le hacía ropa para sus actuaciones, le corregía en sus interpretaciones, le aplaudía como nadie, incluso cantaba y bailaba con él en su casa ensayando las nuevas actuaciones. En fin, eran casi pareja artística. Y se hacían fotos con otros cantantes famosos que ella mostraba con orgullo de madre. Así vivieron felices muchos años.

Pero Ángela enfermó y ocupó una bonita y soleada habitación de la segunda planta de nuestro hospital que era su delicia. Su hijo decidió suspender temporalmente el trabajo artístico y dedicarse a cuidar a su madre hasta el final. Iba todos los días y le daba de comer, y le hacía peinados diferentes para que estuviera «presentable». Y la acompañaba a las tertulias musicales de los viernes, y le hacía la vida más llevadera mientras iba perdiendo facultades.

Ángela murió el día 1 de enero, santa María Madre de Dios. Había recibido los sacramentos y había cantado y bailado con su hijo en la fiesta de los viernes, una actividad que semanalmente se hace en Laguna para los enfermos y sus familias. Su hijo le compuso una canción entrañable. Me viene a la memoria y te traslado este pensamiento de san Josemaría en el punto 509 de Camino para que lo medites: «¡María, Maestra del sacrificio escondido y silencioso! Vedla, casi siempre oculta, colaborar con el Hijo: sabe y calla».



V estación: Simón ayuda a llevar la cruz de Jesús
En el inmenso gentío que acompaña a Jesús hacia el Calvario habría todo tipo de personas. No solo los interesados en la muerte de Jesús sino también curiosos y algunos transeúntes dirigiéndose a sus tareas. Algunos no se conocerían entre sí, pero algún otro sería más cercano a los soldados que acompañan a Jesús, por su oficio o dotes personales. El caso es que, en un momento de cansancio y abatimiento de Jesús, aparece en escena Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo. Podía ser un comerciante o un visitante esporádico de la ciudad. El caso es que alguno de los soldados obliga a Simón a llevar la cruz de Jesús. La Providencia de Dios le hace que esté allí para ayudar. Pudo resistirse por no ser asunto suyo. Tal vez hubo que insistirle. U obligarle por la fuerza. El caso es que se inclinó a coger la cruz, sustituir a Jesús y aliviarle durante un tramo del vía crucis. El mérito de nuestras obras está en terminarlas aunque las hayamos empezado tarde.

En habitaciones contiguas estaban ingresados dos enfermos con patologías similares. Se daban en ellos episodios de alerta alternados con inconsciencia. Las esposas comentaban en la puerta de la habitación las incidencias a lo largo de la jornada y llegaron a tener cierta amistad. A Pruden, esposa de Agustín, le pareció que a su marido se le debía dar la Unción de los enfermos pues ya estaba decayendo. Carmen, esposa de Francisco, también quería, pero tenía miedo de que su marido se asustase.

Una mañana Pruden le dijo a Carmen que, «como Agustín estaba en situación de últimas horas», iba a pasar el capellán. A lo que aquella respondió: «Pues a mi marido me da miedo de que se la den, porque yo no practico, él muy poco, y pienso que se va a asustar si ve al cura». Pepita, para ayudarla, le dice: «Pues como se la va a dar a mi esposo, si quieres pasa y estás tú presente también, y verás cómo es y que no da miedo». Y pasó, y vio, y oyó, y cambió. Me pidió que pasara también a su habitación. Le di la Unción en presencia de su esposa. Ambos pacientes fallecieron a los pocos días, ayudados de sus esposas en lo que era lo definitivo para su vida. En estos dos casos, la vida eterna.



VI estación: Una piadosa mujer enjuga el rostro de Jesús
La tradición llama Verónica a esta mujer. Mucho tuvo que arriesgar para acercarse de modo suficiente y aproximar con suma delicadeza un paño al rostro de Jesús. Y Jesús, que no se dejó ganar en generosidad, dejó impreso su rostro, que presentaba golpes en los pómulos y en la frente, los ojos hinchados… Y sangre que cae hasta la barbilla ¡Qué recuerdo para ella durante toda su vida y qué regalo para nosotros, que podemos apreciar el rostro de quien nos redimió!

En todos los hospitales hay muchas verónicas. Verónicas cuyos nombres no conocemos porque han entrado hace pocos días, o porque son de otro turno. Son esas enfermeras y auxiliares, médicos, celadores, voluntarios y personal de limpieza, que gastan su vida día a día haciendo la vida agradable y dando confort al enfermo. Y es un enfermo que, como Cristo, va a morir en breve en una cama que, para él, representa una cruz blanca y limpia. Se la cambian las veces que haga falta, se ventila la habitación y se adapta la luz a las necesidades del enfermo. Y se le sonríe y se quita importancia cuando hay que curar una herida que duele o escuece cuando se usa el bisturí o se aplica alcohol. Y también se le da la comida o la merienda, y se le ajusta el aire acondicionado y se le ayuda a pasar al sillón para que pueda ver la calle o salir a la terraza, al pasillo o a la cafetería… ¡Qué difícil acompañar en el sufrimiento!

Y ellas lo harán ofreciéndolo al Señor, mirando al crucifijo de la habitación o a la imagen de la Virgen en la cabecera de la cama. Cuando terminan su tarea, oirán en el fondo de su corazón: «Cuantas veces lo hicisteis con uno de estos mis hermanos menores, conmigo lo hicisteis».



VII estación: Cae Jesús por segunda vez
A los soldados que conducen al Señor no les extrañaría que Jesús cayera otra vez. Jesús era fuerte pero las fuerzas le flaqueaban y el cuerpo se rendía. Sin embargo, quería continuar para hablarnos a nosotros de perseverancia en la lucha contra nuestros defectos. Cae pero se levanta. Se para, pero avanza después. Dice san Agustín: «Quienes aman caminan, pues hacia Dios no se corre con pasos, sino con el afecto. Nuestro Camino busca Él mismo a los caminantes. Pero hay tres casos de hombres que detesta: el que se para definitivamente, el que da marcha atrás y el que se sale del camino. Otra cosa es que, mientras somos caminantes, unos vayan más lentos y otros más veloces; unos y otros sin embargo caminan. Los que se detienen han de ser estimulados, a los que dan marcha atrás hay que hacerlos volver y a los que se salen del camino hay que llevarlos de nuevo a él; los lentos han de ser motivados y los veloces imitados».

Ángel había ganado mucho dinero en la construcción, nunca le había faltado de nada y de repente, cuando ya tenía pensada su jubilación, le dieron la fatal noticia. Y se hundió espiritualmente. Con dos hijas y un hijo que vivía fuera, se encontró en Laguna, muy solo y muy enfadado por lo que le sucedía. Desde su llegada se ganó fama de antipático por su agrio carácter y pocos querían entrar en su habitación. Al capellán le escuchaba un poco más. De salvación y de oraciones, poquito…

Nuestro director general se encontró con Ángel por el pasillo. Entró y se presentó. Vio que a Ángel le cambiaba la cara, como diciendo: «Por fin alguien de mi nivel». Aprovechando su apertura, iniciaron una conversación sobre su enfermedad, su familia, sus aficiones, sus creencias… De tal manera que, a la media hora, Ángel estaba totalmente relajado. Había empezado a levantarse interiormente.

Al día siguiente, el director general le compró un lienzo y le pidió a su esposa unas pinturas (ella pinta) para regalar a Ángel. Las pinturas y el lienzo estuvieron tirados varios días. Mientras, subía diariamente a ver a Andrés. Hablaban de los hijos, del sufrimiento, de la fe, de los amigos… Y su carácter fue mejorando. Su situación empeoró, quiso seguir siendo visitado, y como se llevaba bien con el capellán recibió los sacramentos y murió en paz.

En la atención religiosa no cabe la limitación del esfuerzo pastoral. Ángel avanzó espiritualmente por seguir esforzándonos en ayudarle en su camino. ¡Cuánta razón tenía san Agustín!



VIII estación: Jesús consuela a las hijas de Jerusalén
En aquella comitiva que acompaña al Señor hay muchas mujeres que, con sus gestos y sus llantos, recuerdan su pasado y le piden perdón. Alguna vez la culpa de nuestras ofensas no ha sido totalmente clara: hemos tenido debilidades o la ceguera de los vicios nos ha impedido ver el apacible rostro de Cristo. Si volvemos a mirar a Cristo en la oración y en la penitencia, Él nos acogerá con la mirada cariñosa y los brazos abiertos.

Fernando tenía unos 75 años e ingresó con insuficiencia pulmonar. Sencillo, afable y sonriente, con un entorno familiar muy atento. Tras varias visitas, le invité a rezar el padrenuestro. Me dijo que no sabía rezar y, ante mi extrañeza, me explicó que había nacido en un cortijo extremeño distante varios kilómetros del pueblo más cercano. Sus padres atendían las labores del campo y del ganado y él fue poco al colegio. Aprendió lo elemental e hizo la Primera Comunión, pero no frecuentó el pueblo ni la iglesia. Y pasaron los años sin instrucción ni práctica religiosa. Más tarde, se dedicó al montaje de torres de redes de alta tensión en Extremadura y Castilla-León. Y estando por los montes no iba a los pueblos a Misa.

Fernando se casó por la Iglesia pero siguió sin practicar. Las oraciones se le fueron olvidando poco a poco. Y al fin ingresa en el hospital. Le propuse que rezáramos juntos repitiendo él mis palabras. Así comenzamos. Al llevar unas 20 o 25 palabras pronunciadas, dice con sencillez: «Padre, pare, pare usted, que esto es muy largo. ¿No podríamos rezar solo medio padrenuestro». Por supuesto que le hice caso. Paramos y acordamos seguir en otro momento. Y así, al cabo de medios padrenuestros y medias avemarías, consiguió recordar estas oraciones. Le hice una fotocopia con los textos completos y fue poco a poco recitándolos cada día mejor.

Volvió este hombre sencillo a mirar al Señor y Él le recibió con los sacramentos. Murió recuperado en su trato con Dios y no a medias, sino por completo.




IX estación: Jesús cae por tercera vez
El sufrimiento en el hombre tiene un límite a veces insospechado. Es verdad que las ayudas técnicas, profesionales y humanas permiten hoy aliviarlo. Pero Cristo, hace 2.000 años, lleva tanto peso físico y moral que nada ni nadie le puede evitar que caiga al suelo y se rinda al dolor, acaso unos minutos. Los soldados tienen que conducirle al Gólgota y le obligan a levantarse… Parece como si viera más cerca que en la realidad el lugar en el que va a ser crucificado. Como si quisiera estar ya cerca del buen ladrón para perdonarle.

Nosotros estamos faltos de paciencia en nuestras adversidades y además no vemos a nadie en nuestro horizonte. El yo lo llena todo. Lo mío es lo más importante. Luchar interiormente, mejorar, no es lo nuestro.

Francisca ingresó inconsciente. Los hijos no querían que pasara el capellán. A pesar de ello, cada día intercambiaban unas palabras amables, aunque sin hablar de asistencia religiosa. La enferma se agravó. Tras unos días mejoró y nuevamente volvió a empeorar. Y otra vez la mejora y el tercer empeoramiento, ya el definitivo: quedaban pocos minutos de vida. Hablé con la familia y les dije que estaría por allí cerca, por si cambiaban de opinión acerca de los sacramentos. Me puse a rezar el rosario en el pasillo y a los pocos minutos oigo que me llama el esposo. Acudo rápidamente y me dice tembloroso: «Don José, mi esposa se está muriendo y ahora no están mis hijos en la habitación… Ella si quería los sacramentos y yo también. Perdónelos pero mis hijos estaban obcecados. Dele la Unción, por favor». Así lo hice y abandoné la habitación, no sin darle un abrazo.

Francisca falleció a los pocos minutos. Me recordó la tercera caída que ahora meditamos.                    






X estación: Despojan a Jesús de sus vestiduras
Jesús sabe que va a morir pronto y este despojo de ropa no le afecta en sus dolores. Hasta parece que el ser desprovisto de sus vestiduras le alivia. Su cuerpo queda visible a todos y con su desnudez manifiesta la razón de su vida: hacer la voluntad de su Padre. No tiene miedo al modo, aunque le cueste el morir.

Por Cuidados Paliativos han pasado enfermos que no han muerto desnudos sino bien vestidos pero que han desnudado su alma. Es el caso de Antonio. Tenía a Pilar, una mujer encantadora, tres hijos y tres nietos y dos pulmones comidos por el cáncer. Transcribo algunas de las frases que recogió el periodista Pedro Simón en la entrevista que publicó en El Mundo el 27 de noviembre de 2014. «Noto el deterioro de un día para otro, de la mañana a la tarde… Supongo que me sedarán. Les dije que lo único que me preocupaba erar morir con sensación de asfixia. Me han dicho que no sentiré nada. O sea que estoy tranquilo».

«Es muy sencillo. De alguna manera te rindes. No se siente miedo. Ni angustia. La muerte es lo más natural de la vida. Hay que irse sin traumas. No quiero dramatizaciones entre los míos. Sino que recuerden los positivo».

«¿Cómo es posible que esté muriéndome y disfrute tanto de esta luz y de estos árboles? ¿Por qué tiene que estar uno muriéndose para disfrutar de esto?». «He cumplido un ciclo. Estoy a punto de empezar otro. Y voy muy sereno». «Me gustaría que me recordaran como una buena persona, leal, que puso empeño en dar… No quiero dramatizaciones. Ausencia es una palabra muy relativa. Yo andaré por ahí».

Y así acaba la entrevista: «Espero que tu testimonio, Antonio, les sirva de algo, como tú querías, a los que saben que no hay vuelta atrás».

A Jesús le despojaron de las vestiduras de su cuerpo y nos redimió. Antonio se despojó de las ataduras de su alma y nos ayudó a entender la Redención. Gracias, Antonio, por hablar. Gracias, Pedro, por recoger sus palabras.



XI estación: Jesús es clavado en la cruz
Había muchas formas de castigar todavía más el cuerpo de Jesús y de asegurarse su fijación al madero. Bastaba haberle atado y no se habría movido. Pero los soldados deciden taladrar sus manos y sus pies. Sin anestesia, hacen agujeros con clavos y martillo. Y el cuerpo queda fijo, inamovible, solidario con la madera. Y se vislumbran en su rostro gestos de intercesión por los hombres; de ofrecimiento de su vida por los pecadores. Su sacerdocio ya es una realidad. Los sacerdotes continuarán impersonando a Cristo en la Misa y en los sacramentos a pesar de sus pecados y debilidades.

Mercedes era gitana de pura cepa. Casada con Paco y con dos hijos. Era evangélica, y su suegro, Alfonso, pastor ya con años de experiencia. Pero no eran gitanos de cualquier sitio, eran de Carabanchel. ¡Menudos gitanos! Y hablaban como gitanos, y reían como gitanos, y pensaban como gitanos y tenían el mejor corazón gitano. Eran, como dicen ellos, buena gente.

Mercedes tenía destrozada la pelvis y dolores frecuentes que descendieron con los tratamientos paliativos. Y Mercedes rezaba a su forma. Había quitado el crucifijo de la pared. Cuando le pregunté dónde estaba, me respondió: «Ja, padre, no se apreocupe usté, que no lo hamos vendío, que lo tiene mi Paco en el armario guardaíto pa que no se lo lleve nadie». Y le invité a rezar el padrenuestro. Le pareció bien el texto y me pidió una copia en hoja grande que al día siguiente tenía pegada en la pared enfrente de su cama. Lo estuvimos rezando casi todos los días.

Cuando Mercedes tenía molestias le ponían la medicación que necesitaba. Mientras hacía efecto, durante esos minutos, le pregunté por quién o por qué quería ofrecer esos dolores al Señor. En un instante me respondió con afecto: «¡Ay, padre!: pa que haigáis más curas, que habéis pocos». Y me reí por la ocurrencia. Le expliqué lo que era la Misa y le aseguré que rezaría por ella. Mercedes mejoró y le dimos el alta. Su suegro quedó tan amigo nuestro que de vez en cuando nos visita y nos ayuda en nuestras relaciones con otros grupos de gitanos.
Mercedes se llevó aprendido «el padrenuestro de los payos». Volvió un tiempo después y falleció con sus creencias. El Sumo y Eterno sacerdote la tendrá en su seno. Seguro.



XII estación: Muerte de Jesús en la cruz
Jesús es un cúmulo de sufrimientos por los hematomas, desgarrones, pinchazos de la corona de espinas, tensión en todo el cuerpo, náuseas y tan largo etcétera. Y esto lo sufre por nosotros, con gesto y postura de sacerdote. Los brazos en alto junto al madero, inmóviles y suplicantes. Y allí están a su lado los dos ladrones. Dios el justo, entre un ladrón malo que reta al Señor a que baje de la cruz para reírse de Él. Y un ladrón bueno que lo defiende, tal vez porque conoció a Jesús, pero la vida le había llevado a robar, a pecar contra la Ley. No robarás. Pero robó. Lo reconocía y le habla con sinceridad y pide perdón a Jesús: «Señor, acuérdate de mí cuando estés en tu reino». –«En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso». Perdón de última hora. Para Dios, que no hay tiempo, es válido este momento.

Ernesto sufría esclerosis lateral. Ya era mayor, viudo y con familia no muy extensa. Incluso con algunos había perdido la relación. Pero por su trabajo sí le visitaban compañeros y amigos. Aunque era católico había sido crítico con la Iglesia y hacía años que había dejado la práctica religiosa.

Charlaba con él y me escuchaba con atención. Evitaba resaltar errores o defectos de la Iglesia pero no estaba decidido a recibir los sacramentos, a pesar de ser consciente de su final. Pedí –como tantas veces– oraciones a otros enfermos, y seguí acompañándole. Por allí pasaban voluntarios, con los que hablaba con naturalidad. También los trabajadores sociales le prestaron algún servicio.

Llegó la situación de empeoramiento y le dije que había mucha gente rezando por él. Me dijo que estaba pensando confesarse. Le tuve que ayudar a recordar su pasado. Como el buen ladrón, reconoció «fallos en su vida». Pidió perdón y rezamos juntos. Y acordamos que otro día le daría la Unción y la Comunión. Al día siguiente se encontraba peor y la recibió. Su boca seca impedía tomar la Comunión, así que rezamos una Comunión espiritual. Todavía pudo rezar un avemaría. Falleció tranquilo, acompañado de su hijo y de algunos amigos.

Señor, ¿es verdad que no quieres que el pecador muera sino que se salve? Tú perdonas más de 70 veces siete. A nosotros nos la has puesto fácil: solo esta pequeña cantidad. Sin embargo tu perdón es infinito en el número y las ocasiones. ¡Gracias Dios mío por tu paciencia!



XIII estación: Desclavan a Jesús y lo entregan a su madre
Gran dolor el de una madre viendo morir su hijo. A la Virgen le ocurrió lo mismo. Había recibido la vocación de ser madre del hijo de Dios y así permaneció toda su vida. Pero gozando con el cuidado de Jesús también recibió las palabras de Simeón: «Una espada atravesará tu alma para que se descubran los pensamientos de muchos corazones». Como si Simeón previera el futuro estas palabras indicaban que él ha tenido al niño Jesús vivo en sus manos y que la Virgen lo tendrá también en sus manos, pero ya muerto.

Un día Félix se cayó en el Metro. Le llevaron al hospital y le diagnosticaron una enfermedad incurable. Llevaba mucho tiempo distanciado de su familia. Había sido un aventurero: viajante, camionero y al margen de todo. Al final de su vida no tenía un lugar concreto al que poder llamar hogar. Cuidados Paliativos se convirtió en su casa, y  el equipo que le atendíamos, en su segunda familia.

«Cuando llegué aquí, pensaba que cada uno iba a lo suyo. Descubrir a personas que te escuchan, que se preocupan desinteresadamente por ti, cuando yo ya no tengo nada material que dar, me ha abierto los ojos. Las cosas no son como yo creía», aseguraba. Se sabía los resultados de su equipo, el Atlético de Madrid, y siempre pedía a la Virgen de la Almudena que ganara cada partido. Ella no siempre se lo concedía…

Con la ayuda generosa de los voluntarios y la colaboración desinteresada de los jugadores del Atleti, Félix pudo cumplir uno de los grandes deseos que había tenido durante toda su vida: conocer personalmente a los miembros del equipo y asistir a uno de los entrenamientos. El capitán del equipo le regaló una camiseta y Félix siempre la exhibió como un tesoro. Al final de sus días, el otro equipo, el de Laguna, y su familia, estuvieron junto a él, cogiéndole de la mano. Félix pudo morir en paz con sus ilusiones cumplidas y reconciliado con su familia.

Como buen aficionado, Félix sufría mucho cuando perdía su equipo, pero quedamos convencidos de que quien ganó el partido más importante de su vida fue él mismo. Solito, jugada a jugada, junto a la Virgen que intercedió por él.



XIV estación: Dan sepultura al cuerpo de Jesús
Jesús ha muerto y ha de ser sepultado. Su cuerpo merece conservarse adecuadamente. Todos quieren que la memoria de su vida entre ellos permanezca el mayor tiempo posible. Jesús ha dejado de sufrir pero resucitará pronto. Ahora los hospitales son lugar privilegiado para evangelizar, o sea, para volver a escuchar al Dios que enseña a los hombres a ser buenos consigo mismo y también con los demás. Por eso, en palabras del Papa emérito Benedicto XVI, «la Iglesia se manifiesta allí vehículo de la presencia de Dios y se convierte al mismo tiempo en instrumento de una verdadera humanización del hombre y del mundo. Solo teniendo bien claro que en el centro de la actividad médica y asistencial está el bienestar del hombre en su condición más frágil e indefensa, del hombre en busca de sentido ante el misterio insondable del dolor, se puede concebir el hospital como lugar en el que la relación de curación no es oficio, sino una misión; donde la caridad del buen samaritano es la primera cátedra». Y nuestro hospital es sensible a esta dimensión de ayuda y colaboración con el paciente y la familia.

Anita, sudamericana, era funcionaria de la Unión Europea y vivía en Madrid. Su esposo, Abdel, y sus dos hijas residían en Marruecos, y por motivos laborales llevaban unos años sin convivir. Anita ingresó en Cuidados Paliativos aquejada de un cáncer en fase terminal. Su esposo no sabía nada, pues Anita no se comunicaba con él hacía un par de años; la zona en la que él vivía era de difícil comunicación.

La mujer empeoró y manifestó su deseo de que vinieran su marido y las niñas, lo cual nos presentaba un difícil problema. Para intentar resolverlo se puso a trabajar todo el equipo: médicos, enfermeras, trabajadores sociales, voluntarios… Se contactó con la Embajada de Marruecos y se localizó a Abdel. Para adelantarle noticias se consiguió establecer contacto audiovisual por Skype y se le informó de la situación de su esposa. Al día siguiente mantuvo conversación con ella por este mismo medio. La alegría de Anita fue desbordante.

Llegó con las hijas al día siguiente. Estuvieron con ella dos días más, rodeándola de cariño. Y Anita falleció. Abdel acusó el duelo profundamente… Como ella era católica, quiso que se celebrara un funeral en la capilla del hospital, al que él y sus hijas –que son musulmanes– asistirían con respeto. Y se celebró el funeral en la capilla llena de profesionales que habíamos tratado a la familia. Al final, hubo unas palabras de agradecimiento de Abdel en su lengua, el árabe. Y abrazos y pésames en español que él agradecía profundamente. Y se le dio sepultura cristiana al cuerpo de Anita.



Texto: José Ruiz Orta (Linares, Jaén, 1939): Miembro de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, el autor de este vía crucis es el capellán coordinador del Servicio Religioso del Hospital Centro de Cuidados Laguna de Madrid, atendido por tres sacerdotes e integrado en la Dirección de Psicología, Trabajo Social y Espiritualidad del hospital, que cada año atiende a más de 1.000 pacientes, además de a sus familias. En Cuidados Paliativos, Laguna cuenta con un hospital especializado en enfermedades avanzadas. También atiende a personas mayores o con alzhéimer a través de su Residencia de Enfermedades Neurodegenerativas, de la Residencia de Rehabilitación y Respiro Familiar y de la Unidad de Ortogeriatría. En régimen ambulatorio, Laguna cuenta además con un Centro de Día Geriátrico de Enfermedades Neurodegenerativas, además de la única Unidad de Día de Cuidados Paliativos Pediátricos de España. Todo ello se completa con un servicio de atención a domicilio en Cuidados Paliativos, Neurología y Geriatría.
Ilustraciones: Nati Cañada (Oliete, Teruel, 1942). Tras haber inmortalizado a decenas de jefes de Estado y de Gobierno de España y diversos países de América Latina, incluidos los reyes Felipe y Letizia, Nati Cañada, probablemente la retratista española de mayor prestigio en la actualidad, se lanzó a pintar la pasión y muerte del Rey de Reyes. El vía crucis que, por gentileza de su autora, ilustra estas páginas está expuesto en la capilla del Arzobispado de Madrid.
Publicación:Alfa y Omega