martes, 31 de enero de 2023

Materiales para la Campaña del Enfermo 2023

 

La Iglesia celebra el 11 de febrero, festividad de Nuestra Señora de Lourdes, la Jornada Mundial del Enfermo. La Iglesia en España inicia este día la Campaña del Enfermo, que concluirá con la Pascua del Enfermo, el VI Domingo de Pascua, este año será el 14 de mayo«Déjate cautivar por su rostro desgastado» es el lema para esta Campaña que pone el foco en el cuidado de los mayores.

Materiales para la Campaña

El departamento de Pastoral de la Salud ha preparado una serie de materiales para esta Jornada en los que explican las líneas fundamentales de la Campañaofrecen unos temas para la formación y para reflexionar sobre el cuidado de los mayores y un subsidio litúrgico para las celebraciones eucarísticas del día. Además de un cartel y una estampa.

Tened la certeza de estar cada uno en el “corazón” de la Iglesia

El obispo responsable de la Pastoral de la Salud, Mons. Vicente Ribas Prats, dedica las primeras líneas de la presentación de los materiales a saludar y agradecer la misión pastoral de los que «cuidáis a quienes padecen por la enfermedad y las limitaciones que los años nos van imponiendo». Una misión pastoral que «siempre actualiza la caridad de Cristo que tuvo en los que sufren a sus preferidos. Tened la certeza de estar cada uno en el <corazón> de la Iglesia».

En esta Campaña del enfermo, explica, «se nos pone en primer plano a nuestros mayores». Se nos propone «dejarnos cautivar por su rostro” y acoger la invitación del papa Francisco de «volver a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño” (Evangelii gaudium 288).

«Conviene más que nunca -afirma- comenzar una reflexión cuidadosa, clarividente y honesta sobre cómo la sociedad contemporánea debería “acercarse” a la población de edad avanzada (Academia Pontificia para la Vida, La vejez: nuestro futuro…). Y puntualiza, «No se necesitan estrategias, sino relaciones humanas».

Formarse para el cuidado

Los materiales de formación que ha editado el departamento de Pastoral de la Salud están orientados a ayudar a los que trabajan en esta Pastoral y a las comunidades parroquiales que llevan a cabo la labor de visitar y acompañar «a quienes viven en el otoño de la vida, dejándonos cautivar por su mirada».

Se proponen distintos temas relacionados con el cuidado a los mayores y el acompañamiento a los que acompañan, tanto familiares como profesionales. Además, de unas propuestas concretas en la pastoral del mayor.

También se pueden encontrar entre los materiales de la campaña cinco criterios para la reflexión: Promover una actitud de estima hacia los mayores, la familia es el ámbito adecuado para el cuidado de los mayores, integrarlos en la misión evangelizadora de la Iglesia, cuidar la espiritualidad de los mayores, y una pastoral transversal e intergeneracional.

lunes, 30 de enero de 2023

JORNADAS DE PASTORAL DE LA SALUD Y JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO 2023

 



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Déjate cautivar por su rostro

“No me rechaces ahora en la vejez;

me van faltando las fuerzas no me abandones” (Sal 71,9).

2 de Febrero:

 

Presentación de la Campaña del Enfermo 2023

y

Catequesis sobre la vejez (Papa Francisco)

–         Por D. Rafael Gil Vicuña, Director del Secretariado Diocesano de Pastoral de la Salud

 

9 de Febrero:

 

“El Enfermo Anciano”

 

Por D. Guillermo Treviño Fernández

Capellán del Hospital Provincial de La Rioja

 

9, 10 y 11 de Febrero

19:30 Santa Misa y Triduo a la Virgen de Lourdes

 Parroquia de Santiago El Real de Logroño.

 

11 de Febrero:

 

XXXI JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO

Hospitalidad de Ntra. Sra. de Lourdes de La Rioja

 

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO

  «Cuida de él»

 La compasión como ejercicio sinodal de sanación.

 

18:45 Procesión de Antorchas, desde la Plaza de la Iglesia de San Bartolomé (Rezo del Santo Rosario por los enfermos).

19:30 Eucaristía, en la Parroquia de Santiago El Real de Logroño, presidida por nuestro obispo D. Santos Montoya Torres.

(Cena de Hermandad de la Hospitalidad de Lourdes de La Rioja)

 

16 de Febrero:

(Video-Forum)

 

“La ancianidad riqueza de frutos y bendiciones”

 Orientaciones para la Pastoral de las personas mayores.

 

con la participación de Cáritas Rioja, Pastoral Familiar, Hospitalidad de Lourdes y Pastoral de la Salud.

                                                        -----------------

Lugar de las charlas  : Salón de las  Oficinas Diocesanas , Logroño   /  Hora: 17:30

 

TEMAS DE FORMACIÓN: DÉJATE CAUTIVAR POR SU ROSTRO "NO ME RECHACES AHORA EN LA VEJEZ; ME HAN FALTADO LAS FUERZAS NO ME ABANDONES" (Sal 71,9)

 


1. EL MAYOR EN LA PASTORAL DE LA SALUD.


2. ACERCAMIENTO A LA REALIDAD DEL MAYOR.


3. RETOS DE LAS PERSONAS MAYORES.


4. EL VALOR DE LA VEJEZ.


5. ACOMPAÑAR AL MAYOR DESDE Y PARA LA PASTORAL.


6. ACOMPAÑAR A LOS QUE ACOMPAÑAN: LOS CUIDADORES FAMILIARES


7. ACOMPAÑAR A LOS QUE ACOMPAÑAN. LOS CUIDADORES PROFESIONALES.

8. ACOMPAÑAR EN LA FE EL MUNDO DEL MAYOR.


9. ACOMPAÑAR EN LA FE EL MUNDO DEL MAYOR.


10..PROPUESTAS CONCRETAS EN LA PASTORAL DEL MAYOR

PROPUESTAS CONCRETAS EN LA PASTORAL DEL MAYOR



1.- Texto bíblico.

“Había un hombre del grupo de los fariseos llamado Nicodemo, jefe judío. Este fue a ver a Jesús de noche y le dijo: “Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él”. Jesús le contestó: “En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios”. Nicodemo le pregunta: ¿Cómo puede nacer un hombre siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer?”. Jesús le contestó: “En verdad, en verdad te digo: el que no nazca del agua y del espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es de la carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes que te haya dicho: “Tenéis que nacer de nuevo”; el viento sopla dónde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde vienen y adónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu”. Nicodemo le preguntó: “¿Cómo puede suceder eso?” Le contestó Jesús: ¿Tú eres maestro en Israel y no lo entiendes? En verdad, en verdad te digo: hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero no recibís nuestro testimonio. Si os hablo de las cosas terrenas y no me creéis, ¿cómo creeréis si os hablo de las cosas celestiales?”

(Jn 3, 1-12).


2.-Reflexión pastoral.

La persona en situación de fragilidad y vulnerabilidad es motivo de preocupación y solicitud en la acción salutífera de la Iglesia. Las pérdidas, limitaciones, vulnerabilidad, que presenta la etapa de la ancianidad no solo en su aspecto físico, sino que repercuten en su integridad y en su entorno familiar y social. Para aliviar el dolor se necesitan fármacos y analgésicos, para aliviar les necesidades más profundas es necesario encontrar respuestas sobre el sentido y la trascendencia de la vida humana.

La Iglesia siempre ha estado junto a los ancianos y los enfermos ayudándoles a recorrer esta última etapa de su ciclo vital, ofreciéndoles la ayuda material y espiritual, compañía y consuelo. Nuestro trabajo como agentes de pastoral de la salud debe ser el de acompañar a las personas mayores y ayudarles a recorrer su camino del envejecimiento de buena manera, iluminado por  el bálsamo de la palabra de la Buena Nueva y la cercanía de Jesús, el Buen Samaritano, en el proceso natural del envejecimiento, pero también cuando pierden la salud física, surgiendo entonces una situación difícil de gestionar para el anciano y su entorno más cercano, su familia, requiriendo la ayuda solicita de la sociedad, de las instituciones y de la Iglesia.

En el documento “La ancianidad: riqueza de frutos y bendiciones.” que ha servido como eje vertebrador de este itinerario reflexivo, entresacamos las siguientes palabras que corroboran este acompañamiento pastoral: “La iglesia debe empeñarse en la tarea de dar más valor a las personas mayores a través de nuevos instrumentos que ayuden a escucharlas, a educar para asumir dicha etapa de la vida, entendiéndola como una nueva oportunidad, aunque todo esto traiga una respuesta revolucionaria, tanto social como pastoral. […] La Iglesia tiene un compromiso serio y profundo en la organización de una pastoral adecuada para las personas mayores que genere esperanza, vida y capacidad oblativa; una pastoral evangelizadora que ahonde en los cimientos de la fe para poder vivir y anunciar la Buena Noticia con plenitud esta etapa existencial; una pastoral impregnada de calor humano en la cercanía del mayor, en la escucha, acogida y comprensión, desde una dimensión humana y sobrenatural.” (Subcomisión Familia y Defensa de la vida de la CEE, “La ancianidad: riqueza de frutos y bendiciones.”; 2022; pg. 26-27).

La sociedad actual y en especial el mundo de la salud, ha experimentado numerosos y profundos cambios que nos invitan no a tirar la toalla, sino a estar en una actitud de escucha y de búsqueda para actuar pastoralmente con eficacia y realismo. La vida es un acometer nuevos horizontes, retos e ilusiones, superando lo caduco y buscar la novedad en positivo. El horizonte humano nunca debe dar marcha atrás. Sin horizontes nuevos no cabe nueva vida: “El viejo camina hacia adelante, el viejo camina hacia el destino, hacia el cielo de Dios. El viejo camina con su sabiduría vivida durante la vida. La vejez, pues, es un tiempo especial para librar el futuro de la ilusión tecnocrática de una supervivencia biológica y robótica, pero sobre todo porque abre a la ternura del vientre creador y generador de Dios. Aquí yo quisiera subrayar esta palabra: la ternura de los ancianos… Esta ternura abre la puerta a entender la ternura de Dios. No olvidemos que el Espíritu de Dios es cercanía, compasión y ternura. Dios es así, sabe acariciar. Y la vejez nos ayuda a entender esta dimensión de Dios que es la ternura. La vejez es el tiempo especial para disolver el futuro de la ilusión tecnocrática, es el tiempo de la ternura de Dios que crea, crea un camino para todos nosotros. Que el Espíritu nos conceda la reapertura de esta misión espiritual —y cultural—de la vejez, que nos reconcilia con el nacimiento de lo alto.” (Francisco Papa, “Nicodemo. ¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? (Jn 3,4)”, en “La edad anciana, una bendición para la sociedad. Catequesis del Papa acerca de la vejez.”; 2022, pg. 67-68). 

Motivados tanto por dicha aportación del Papa Francisco, y del documento de la Conferencia Episcopal Española, la realidad del acompañamiento pastoral, con las diversas propuestas que surjan ha de abrir un nuevo horizonte tanto en el momento vital que se encuentra la persona mayor como aquellos que han de hacer junto a ellos el camino, los familiares, los profesionales de la salud, los agentes de pastoral y los voluntarios

El término “horizonte” sugiere meta, futuro, camino, etapas, proyecto. También las personas somos horizonte: desde nuestras ilusiones se puede divisar mundos nuevos y atractivos. Desde el nuevo arte del acompañamiento pastoral podemos adentrarnos en el corazón del misterio, desde la fe y la esperanza podemos llegar a la persona mayor que está en situación de debilidad y vulnerabilidad. Al percibir las necesidades, posibilidades e ideales de las personas mayores es necesario promover unas propuestas que hagan posible una pastoral de y para los ancianos:

 

 Pastoral de presencia: 

El primer paso será la disponibilidad para estar con el anciano, hablar con él, conocerlo, y sobre todo amarlo. Lo más importante es saber escuchar, para ayudarle a profundizar en su vida, en sus problemas y en sus posibilidades. Así le podremos acompañar, alentarle, compartir los momentos buenos y malos.

  • Pastoral de conocimiento y comprensión:

El anciano desea ser comprendido y acogido tal como es. Del conocimiento se ha de pasar a la aceptación: dialogar con él, sin enjuiciarlo, sin calificarlo, amarlo tal cual es, como condición necesaria para logar su aceptación y su confianza y para reafirmarle su propia dignidad. No debe olvidarse que la persona humana, desde el nacimiento hasta su ocaso, es don de Dios, imagen y semejanza suya; por tanto se ha de esforzarse para que cada momento de su existencia sea vivido con dignidad y plenitud.

  • Pastoral activa y creativa:

La pastoral de acompañamiento del anciano está llamada a rescatar el protagonismo de las personas mayores, a darles nuevas posibilidades de desarrollo que hagan de la vejez un tiempo de realización y de plenitud.

Es deber de la Iglesia, y de la Pastoral de la Salud de manera concreta, hacer que los ancianos adquieran la conciencia de la tarea que tienen, también ellos de transmitir el Evangelio, junto a todos aquellos que comparten un gesto, una palabra de amor, como bálsamo del consuelo, ante la sociedad, pero de manera especial a sus coetáneos, pues conocen mejor que nadie los problemas y la sensibilidad de esta fase de la vida: “En nuestra vejez, queridos amigos, y me dirijo a los “viejos” y “viejitas”, en nuestra vejez se agudiza la importancia de tantos “detalles” de los que se compone la vida: una caricia, una sonrisa, un gesto, un trabajo apreciado, una sorpresa inesperada, una alegría hospitalaria, un vínculo fiel. Lo esencial de la vida, lo que más apreciamos al acercarnos a la despedida, se nos hace definitivamente claro. Pues bien, esta sabiduría de la vejez es el lugar de nuestra gestación, que ilumina la vida de los niños, los jóvenes, los adultos y de toda la comunidad. Los “viejos” debemos ser esto para los demás: luz para los demás. Toda nuestra vida es como una semilla que tendrá que ser enterrada para que nazca su flor y su fruto.” (Francisco Papa, “Los dolores de parto de la creación. La historia de la criatura como misterio de gestación.”, en “La edad anciana, una bendición para la sociedad. Catequesis del Papa acerca de la vejez.”; 2022, pg. 92-93). 

 

Que estas pinceladas no sean simplemente un momento puntual, en la tarea del acompañamiento de la persona mayor desde su fragilidad, sino que nos den ideas y sugerencias para esta labor y el vivir del día a día. Debe ser primordial acompañarles y ayudarles en sus necesidades específicas, y debe darnos aliento y fuerza para trabajar en esta línea desde la Pastoral de la Salud.


3.- Cuestiones para reflexionar.

a)      Reflexionar sobre las acciones pastorales que realizáis desde la Pastoral de la Salud con las personas mayores. ¿Creéis que estas acciones ayudan a crear un clima de comunicación, de apertura y de alegría que favorezcan el desarrollo de la fe y de evangelización?

 

b)      ¿Cómo crees que podría mejorar el acompañamiento a las personas mayores desde la Pastoral de la salud? Buscar acciones a nivel general, pero también a nivel de cada delegación y desde las parroquias.



4.- Para orar.

Señor,

Ayúdanos a descubrir las necesidades de los demás,

Ayúdanos a hacer más de lo que podemos, porque

hacer lo que podemos es hoy demasiado poco.

Enséñanos de una vez a ser más razonables para

hacer el bien a los que necesitan de nosotros.

Amén. (R. Follereau).

ACOMPAÑAR EN LA FE EL MUNDO DEL MAYOR.

 


1.- Texto bíblico.

“¿Está sufriendo uno de vosotros? Rece. ¿Está contento? Cante. ¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia que recen por él y lo unjan con el óleo en el nombre del Señor. La oración hecha con fe salvará al enfermo y el Señor lo restablecerá; y si hubiera cometido algún pecado, le será perdonado. Por tanto, confesaos mutuamente los pecados y rezad unos por otros para que os curéis: mucho puede la oración insistente del justo.”

(Sant 5,13-16).


2.-Reflexión pastoral.

Al acercarnos al final de este itinerario reflexivo sobre el acompañamiento pastoral de la persona mayor, creo que es oportuno dirigir nuestra reflexión al cuidado pastoral del anciano en el tramo final de su vida, y de manera especial cuando siente en su cuerpo y en su espíritu la debilidad y las pérdidas que esta etapa vital conlleva. Pero a su vez se ve fortalecida con una espiritualidad que le ayude a afrontar la fragilidad y vulnerabilidad propias de esta etapa y de su preparación para la realidad de la muerte que le es cercana: Cuando parece que todo se ha terminado y que las degradaciones y pérdidas de la vejez lo abarcan todo, todavía es posible una tercera etapa que podemos calificar como la de la vida espiritual, que significa el desarrollo de la vida interior. El anciano acaba comprendiendo que el mundo que le rodea ya no es su mundo y que su propio cuerpo se está derrumbando visiblemente. Ya no es posible identificar su propio “Yo” con todo aquello que está desapareciendo y es necesario dirigirlo hacia el sentido de aquella parte espiritual y escondida que todos llevamos dentro, que nos conecta con el espíritu divino y nos da una esperanza de vida eterna.” (Broggi Moisés. “Sobre el declive físico y el consuelo espiritual de los ancianos.”. Rev. Bioética&Debat, 2008; Vol. 14 (53):17-19), o en expresión del Papa Francisco: “El seguimiento de Jesús, seguir a Jesús en la vida y en la muerte, en la salud y en la enfermedad, en la vida cuando es próspera con muchos éxitos y también en la vida difícil con tantos momentos duros de caída. […] El honor de nuestra fidelidad al amor jurado, la fidelidad al seguimiento de la fe que hemos creído, incluso en las condiciones que nos acercan a la despedida de la vida, son nuestro título de admiración para las generaciones venideras y de reconocimiento agradecido por parte del Señor. Aprender a despedirse: esta es la sabiduría de los ancianos. Pero despedirse bien, con la sonrisa; aprender a despedirse en sociedad, a despedirse con los otros. La vida del anciano es una despedida, lenta, lenta, pero una despedida alegre: he vivido la vida, he conservado mi fe. Esto es hermoso, cuando un anciano puede decir esto: “He vivido la vida, esta es mi familia; he vivido la vida, he sido un pecador, pero también he hecho el bien”. Y esta paz que viene, esta es la despedida del anciano.” (Francisco Papa, “Pedro y Juan”, en “La edad anciana, una bendición para la sociedad. Catequesis del Papa acerca de la vejez.”; 2022, pg. 77-78).    

El principal cuidado pastoral que puede darse a las personas mayores en su etapa del proceso vital, y de manera especial en su situación de fragilidad y enfermedad, es el cuidado que se les dé en vida.  Dicho cuidado se antoja bastante difícil, pero no es así si nos situamos desde el ámbito de la fe, y en esta realidad nos hemos de esforzar la Pastoral de la Salud para encontrar el mejor camino para brindar a las personas mayores enfermas el máximo cuidado.

La realidad de fragilidad y vulnerabilidad, de manera especial, cuando las fuerzas humanas ya de por si son escasas, provocando situaciones duras de la propia vida y de aquellos que acompañan esta situación, incluso una auténtica prueba de la fe: El hombre al enfermar gravemente, necesita de una especial gracia de Dios, para que, dominado por la angustia no desfallezca su ánimo, y, sometido a la prueba, no se debilite su fe.” (Ritual de la Unción y de la Pastoral de los enfermos; nº 5.  19874ª edición).

Al hablar del cuidado y acompañamiento pastoral a las personas mayores en su fragilidad y vulnerabilidad, es lógico que se piense en los sacramentos de la fragilidad, la oración y en el acompañamiento al final de la vida.

 

  • Sacramentos de la fragilidad.

 

Los cuidados espirituales cristianos realizan la conversión de la enfermedad y la muerte en fuente de vida. A través de ellos se fortalece la vida tanto física como espiritual de las personas angustiadas por la realidad de la fragilidad y la enfermedad. La ayuda espiritual que fortalece al anciano en situación de enfermedad se realiza especialmente a través de los sacramentos de la penitencia, la unción de los enfermos y la Eucaristía recibida como Viático: “Este proceso de acompañamiento incluye, si la persona es creyente, los sacramentos que, fundamentalmente – en esta pastoral- son el perdón, la eucaristía y la unción de los enfermos: son soporte y ayuda para acoger la realidad, reconciliarse y celebrar la presencia del Señor junto a nosotros, que da sentido y la fortaleza a nuestros pasos y a nuestro espíritu, para afrontar la enfermedad, la soledad, la vejez y las pérdidas diversas que rodean a estas situaciones.” (Subcomisión Familia y Defensa de la vida de la CEE, “La ancianidad: riqueza de frutos y bendiciones.”; 2022; pg. 50):

  • Penitencia: Su celebración constituye, para muchos ancianos, una oportunidad profundamente salvífica y terapéutica. Les ayuda a integrar el pasado, a verlo con otros ojos, a confiarlo a la misericordia de Dios, a reconciliarse con la muerte y abrirse a la esperanza. (Ritual de la Unción y de la Pastoral de los enfermos;  nº 61. 19874ª edición).
  • Eucaristía: Es el gran signo del encuentro de Dios con los hombres y de los hombres entre sí. Para el anciano enfermo, representa el encuentro con su comunidad, la comunión con sus hermanos y fortaleza para la debilidad, y anticipo del banquete final.

La Iglesia reserva la Eucaristía en forma de Viático para los moribundos. Este sacramento que ayuda a superar la muerte e introduce en la Resurrección y la Vida. El Viático es alimento para el viaje en el consuelo, en alivio y en fuerza. (cfr: Ibídem, nº 63, y 77-80).

Unción enfermos: Es el sacramento específico para el tiempo de la enfermedad; expresión del amor de Dios que, viene al encuentro de la fragilidad humana, y de la solidaridad de la comunidad. Es signo de vida y no de muerte. Ayuda al anciano enfermo a vivir cristianamente la última etapa de la vida, dándole fuerzas para sobrellevar la enfermedad y la vulnerabilidad, ayudándole a aceptar confiadamente la muerte. (cfr: Ibídem, nº 65-69).

 

El enfermo anciano necesita orar. La oración, es el encuentro con Dios en la fe, es el diálogo con Dios en las diferentes situaciones de la vida. En la visita al enfermo anciano hay que invitarle a orar y acompañarle en la oración: La enfermedad es un momento propicio para orar. En el corazón de la persona enferma y en sus seres queridos brota, casi de forma espontánea, la oración, la plegaria en sus formas diversas.” (“La asistencia religiosa en el hospital.”, nº 63”. Comisión Episcopal de Pastoral; 1987; pg. 31).

 

§  Acompañar el final de vida.

También es lógico que al hablar de cuidado pastoral de las personas mayores tanto en situación de enfermedad, como en situación de fragilidad hay que hacer referencia al acompañamiento al final de vida y de los cuidados paliativos valorando ante todo su dignidad de persona: La dignidad de cada ser humano es inherente, intrínseca, inviolable e independiente de las condiciones que lo rodean. Aunque el dolor, el sufrimiento y la enfermedad son realidades que nos hacen sentir impotentes, la respuesta no se encuentra en descartar la vida de una persona enferma, porque cuando ya no es posible curar a la persona de su enfermedad es obligatorio éticamente acompañarla en los momentos finales de su vida en este mundo. Para ello se debe disponer de unos buenos cuidados paliativos integrales, de los que forman parte también una pastoral de acompañamiento que dé esperanza y aliento a las personas en el camino final de su vida, atendiendo a sus necesidades espirituales, más allá de lo estrictamente religioso.” (Subcomisión Familia y Defensa de la vida de la CEE, “La ancianidad: riqueza de frutos y bendiciones.”; 2022; pg. 29-30).

 

De hecho, el acompañamiento paliativo no es una serie de terapias que curen al enfermo, pero mitigan su dolor, de tal manera que el enfermo sufra menos, y lo que es más importante, que pueda vivir de la mejor manera el momento más importante de su existencia, la muerte. Con dicho acompañamiento el anciano enfermo y vulnerable se prepara para este gran paso: También nosotros, en el seguimiento de Jesús, recorremos el camino de la vida como aprendices, experimentando dificultades y fatigas. En este camino se nos invita, con la gracia de Dios, a salir de nosotros mismos y a ir más allá, hasta llegar a la meta definitiva, que es el encuentro con Cristo. La ancianidad es el tiempo propicio para dar testimonio de la espera anhelante de este encuentro definitivo.” (Francisco Papa, “Voy a prepararos un lugar” (Jn 14,2): La vejez, tiempo proyectado hacia el cumplimiento.”, en “La edad anciana, una bendición para la sociedad. Catequesis del Papa acerca de la vejez.”; 2022, pg.80).


3.- Cuestiones para reflexionar.

a)      ¿Por qué necesita el anciano enfermo cristiano de los sacramentos de la fragilidad y de la oración? ¿Qué sugerencias parecen primordiales a la hora de su preparación y celebración?

 

b)      Se suele hablar de lo tremendo de la soledad ante la muerte, porque nadie puede suplir a nadie y todos tenemos individualmente que morir. ¿Cómo podemos ayudar a la persona mayor a prepararse al encuentro definitivo con el Padre?



4.- Para orar. 

Pienso en ti, hermana muerte.

Te he aceptado hace tiempo como meta final de mi destino, como parte esencial de mi bautismo,

como misterio doloroso de esta carne gozosa y triste, esperanzado polvo.

Acepte mi destino en este mundo efímero y doliente, a veces olvidando que era solo posada en el camino.

Cariño le tomé. Dios hizo hermoso

este planeta azul, bella la vida.

Por eso rezo:

Hermana muerte, ven despacio,

en la hora apropiada de tu reloj de gracia.

Ponme en camino

Hacia donde hace tiempo ya me aguardan abiertos los brazos del Padre. Amén.


 

LA PASTORAL DE LA SALUD EN EL CAMINO DE LAS PERSONAS MAYORES.

 


1.- Texto bíblico.

“Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura.

Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:

“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido.

Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista;

a poner en libertad los oprimidos;

a proclamar el año de gracia del Señor.

Y enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él.

Y el comenzó a decirles: “Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír”.

Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras que salían de su boca.

Y decían: “¿No es este el hijo de José?”

Pero Jesús les dijo: “Sin duda me diréis aquel refrán: “Médico, cúrate a ti mismo”, haz también aquí, en tu pueblo, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún.”.

(Lc 4, 16-23).   


2.-Reflexión pastoral.

En el camino del acompañamiento a la persona mayor, una de las cuestiones más acuciante que se nos plantea es cómo y de qué manera podemos hacer dicha misión, observando la realidad que nos envuelve. Una mirada al estilo de Jesús, una mirada de fe para un cuidado más adecuado de las personas mayores, tanto sanas como las enfermas, un acompañamiento en una fe más madura: “En este horizonte, las diócesis, las parroquias y todas las comunidades eclesiales están también invitadas a reflexionar más atentamente sobre el gran mundo de los ancianos. En los últimos decenios los pontífices han intervenido varias veces para solicitar el sentido de la responsabilidad y una atención pastoral de los ancianos.” (Pontifica Academia para la Vida. “La vejez: nuestro futuro. Las condiciones de los ancianos después de la pandemia.”; Roma 2021; pg. 22).

 

Es evidente que no podemos hablar de ancianos enfermos en forma generalizada; de hecho existen y se encuentran ancianos: a) en condiciones de enfermedad de lo más diversificada (crónicas, invalidantes física o mentalmente, temporales…); y b) en condiciones familiares, sociales, culturales y religiosas muy diferentes.

 

Por tanto el acompañamiento pastoral a las personas mayores en todas estas dimensiones deben ser pensadas y actuadas teniendo presente estas diferentes situaciones concretas: “La evangelización debe apuntar al crecimiento espiritual de cada edad, ya que la llamada a la santidad es para todos, incluyendo los abuelos: No todas las personas ancianas han encontrado ya a Cristo, y aunque se haya producido el encuentro, es indispensable ayudarles a redescubrir el sentido de su propio bautismo, en una etapa especial de su vida […]: para redescubrir el asombro ante el misterio del amor de Dios y la eternidad; […] para descubrir su relación con el Dios del amor misericordioso; para pedir a los ancianos que forman parte de nuestras comunidades que sean actores de la nueva evangelización para transmitir ellos mismos el Evangelio.” (Gambino Gabriella. “Conclusiones. Hacia una pastoral de las personas mayores.”, en “La riqueza de los años.”; Roma 2020; pg. 193).

 

Tampoco hay que olvidar que cada anciano tanto en sus limitaciones y pérdidas naturales como en su situación de enfermedad o dependencia vive su condición de modo muy personal y puede tener una experiencia de fe más o menos desarrollada e incluso inexistente, la cual implica que deben ser atendidos en sus necesidades espirituales, por todos aquellos que les acompañan: “Los ancianos con sus exigencias espirituales, tendrán que ser tenidos en cuenta también por los distintos sectores de la pastoral especializada: desde la pastoral familiar- que no puede descuidar su relación con la familia no sólo en el ámbito de los servicios sino en la vida religiosa- hasta la pastoral social sin olvidar la pastoral de los agentes sanitarios.”(Pontificium Consilum Pro Laicis. “La dignidad del anciano y su misión en la Iglesia y en el mundo.”; Ciudad del Vaticano 1998; pg.23).

 

Lo dicho hasta ahora nos lleva, cada vez más a la necesidad de tomar conciencia de cómo hay que saber acompañar pastoralmente a los ancianos. Esto supone conocer de modo concreto y específico su propia realidad y reflexionar sobre cómo debemos caminar junto a ellos. Si se desea ser Buena Noticia para los ancianos y servirles en la globalidad de su ser, con el fin de brindarles vida en calidad y salud-salvación es preciso detectar qué piden los ancianos para ser atendidos de manera integral, qué factores está influyendo en ellos y qué necesidades presentan; para desde tal conocimiento hacerles sujetos de su propio acompañamiento.

 

Las personas mayores aspiran a vivir sus años de vejez en su propia casa, con su familia, en sus parroquias, en residencias u otros entornos donde puedan morar en su última etapa. Se trata de la aspiración personal más elemental, la más sagrada y la más digna de respeto, la cual es que su vida cursada a lo largo de los años comprendiendo su entrega total y absoluta a los suyos cuando pudieron hacerlo, y el poder disfrutar de la entrega de los suyos y de la comunidad cuando apenas tienen nada que entregar: “Toda la sociedad debe apresurarse a atender a sus ancianos -¡son el tesoro!- cada vez más numerosos, y a menudo también más abandonados. Cuando oímos hablar de ancianos que son despojados de su autonomía, de su seguridad, incluso de su hogar, entendemos que la ambivalencia de la sociedad actual en relación con la edad anciana no es un problema de emergencias puntuales, sino un rasgo de esa cultura del descarte que envenena el mundo en el que vivimos.”(Francisco Papa, “No me abandones cuando decae mi vigor” (Sal 71,9).”, en “La edad anciana, una bendición para la sociedad. Catequesis del Papa acerca de la vejez.”; 2022, pg. 60), o también: “Es precisamente la comunidad cristiana que debe cuidar de los ancianos: parientes y amigos, pero la comunidad. La visita a los ancianos debe ser hecha por muchos, juntos y con frecuencia.” (Francisco Papa, “El servicio gozoso de la fe que se aprende en la gratitud (Mc 1, 29-31).”, en “La edad anciana, una bendición para la sociedad. Catequesis del Papa acerca de la vejez”; 2022, pg. 70).

 

Asimismo, hay que tener presentes la diversidad de los “lugares” en los que se encuentra el anciano enfermo: en casa con familiares o en casa solo, en una estructura de acogida, en un hospital o en un lugar de larga permanencia:

 

  • en su hogar: La persona mayor debe, idealmente, permanecer en su propio domicilio, donde ha vivido toda su vida. Espera de su familia aquello que necesita en cuanto a aspectos básicos pueda proporcionarle. Necesita sentirse amado, ser valorado en lo que es y en lo que fue. Necesita ser aceptado tal y como es. Espera de su familia que ponga todos los medios materiales e inmateriales posibles para que el mayor no viva percibiendo las sensaciones de soledad, abandono y aislamiento que para muchos de ellos tienen consecuencias fatales; y sobre todo esperan el amor, el cuidado, la compañía y la solidaridad de toda la familia: “Debemos hacer de todo, sostenerla y animarla, ofreciendo mejor apoyo social y cultural a aquellos que son sensibles a esta decisiva forma de “civilización del amor”. Y sobre todo esto, me permito aconsejar a los padres: por favor acercad a los hijos, a los niños, a los hijos jóvenes a los ancianos, acercarles siempre. Y cuando el anciano esté enfermo, un poco fuera de sí, acercarles siempre: que sepan que esta es nuestra carne, que esto es lo que ha hecho que nosotros estemos aquí ahora. Por favor, no alejar a los ancianos. Y si no hay otra posibilidad que enviarlos a una residencia, por favor, id a visitarlos, y llevad a los niños a verlos: son el honor de nuestra civilización, los ancianos que han abierto las puertas. Y muchas veces, los hijos se olvidan de esto.” (Francisco Papa, “Honra a tu padre y a tu madre”: el amor por la vida vivida.”, en “La edad anciana, una bendición para la sociedad. Catequesis del Papa acerca de la vejez.”; 2022, pg.33).
  • parroquia: La acción parroquial respecto a las personas mayores debe tener un doble mirada convergente en el mismo Jesús, que pasó curando y evangelizando a quienes le necesitaran (Mt 9,35). La primera es cuando la persona mayor vive en la situación de sus limitaciones y dependencias propias de la edad, acercándose como el propio Jesús a los más vulnerables. La segunda va dirigida a los que están ingresados en socio-sanitarios o residencias.

La parroquia continúa la obra de Jesús y, como él y sus primeros discípulos, se inclina ante la humanidad vulnerable y dolorida para levantarla y hacerla caminar en nombre de Jesús, el Señor: “Se debe mentalizar a las parroquias a acompañar al anciano conociendo bien la realidad de la ancianidad; ayudarles a vivir su ancianidad teniendo en cuenta sus necesidades; alentarles a la esperanza, profundizar en la fe y agradecer a Dios por la ancianidad alcanzada; promover un voluntariado específico para dar una respuesta a esas necesidades de estos ancianos de forma integral.” (de la Parra María Teresa. “El anciano en la comunidad parroquial. Respuestas y desafíos” Rev. Labor Hospitalaria 1997 (243) Vol. XXIX), o también: “Que las parroquias se hagan presentes en los centros socio-sanitarios subraya esa vinculación cercana, tan necesaria, que posibilita que la comunidad cristiana viva el cuidado y el acompañamiento de las personas mayores. También es importante suscitar la participación de un voluntariado pastoral que visite y acompañe a los residentes fuera de los momentos celebrativos, invirtiendo un precioso tiempo en escucharles y acompañarles en su vida y en soledad.” (Subcomisión Familia y Defensa de la vida de la CEE, “La ancianidad: riqueza de frutos y bendiciones.”; 2022; pg. 44.).

  • Residencia/socio-sanitario: Cuando el apoyo y los recursos familiares fallan o los servicios domiciliarios resultan insuficientes para el mantenimiento de unas condiciones dignas, la alternativa residencial se impone, donde podrán ser atendidos en sus necesidades básicas y convivir con personas de su edad, que se encuentren en condiciones parecidas: “El ideal sigue siendo la permanencia del anciano en la familia, con la garantía de eficaces ayudas sociales para las crecientes necesidades que conlleva la edad o la enfermedad. Sin embargo, hay situaciones en que las mismas circunstancias aconsejan o imponen el ingreso en “residencias de ancianos”, para que el anciano pueda gozar de la compañía de otras personas y recibir una asistencia específica. Dichas instituciones son, por tanto, loables y la experiencia dice que pueden dar un precioso servicio, en la medida en que se inspiran en criterios no sólo de eficacia organizativa, sino también de una atención afectuosa. Todo es más fácil, en este sentido, si se establece una relación con cada uno de los residentes por parte de los familiares, amigos y comunidades parroquiales, que los ayude a sentirse personas amadas y todavía útiles para la sociedad.”, (Juan Pablo II San. “Carta a los ancianos”; 1999; pg. 41-42), o también lo que nos recuerda el Papa Francisco en sus catequesis sobre la ancianidad: “También en las familias- y esto es grave, pero sucede también en las familias- suceden tales crueldades. Los ancianos descartados, abandonados en las residencias, sin que los hijos vayan a visitarles o si van, van pocas veces al año. El anciano puesto en el rincón de la existencia. Y esto sucede: sucede hoy, sucede en las familias, sucede siempre. Debemos reflexionar sobre esto”. (Francisco Papa, “No me abandones cuando decae mi vigor” (Sal 71,9)”, en “La edad anciana, una bendición para la sociedad. Catequesis del Papa acerca de la vejez.”; 2022, pg. 59-60)

Tratemos de que nunca falte a la persona mayor, la seguridad, la medicina y el acompañamiento eclesial y pastoral, porque desde la perspectiva cristiana, la vejez no es la decadencia de la vida, sino su cumplimiento. La síntesis de lo que se ha aprendido y vivido, de lo que se ha sufrido y soportado.



3.- Cuestiones para reflexionar.

 

a)      La Pastoral de la salud ¿Cómo puede ser instrumento de evangelización en el mundo de las personas mayores, tanto de los sanos como de los enfermos en sus casas, en la parroquia, o en los centros asistenciales?

 

b)      ¿Qué propuestas a nivel humano, social y religioso parecen más urgentes a realizar en dichos escenarios?


4.- Para orar.

Señor, gracias por mi comunidad.

Me siento unido a ella.

Gracias por sus servicios.

Gracias porque cuenta conmigo.

y hace que me sienta útil y querido.

Haz, Señor, que cada comunidad

conozca a sus enfermos y ancianos

como tú les conoces.

Haz que les ame como tú les amas.

Les escuche como tú les escuchas.

Que les ofrezca tu palabra y tu perdón.

Cura, Señor, a mi comunidad

y haz que sea fuente de salud para todos.

Amén. (Anónimo).