viernes, 28 de septiembre de 2012

I ENCUENTRO INTERDIOCESANO DE PASTORAL DE LA SALUD

I  ENCUENTRO INTERDIOCESANO DE PASTORAL DE LA SALUD
ARAGÓN/LA RIOJA
"EL BUEN SAMARITANO"
"hacer el bien al que sufre y hacer el bien con el propio sufrimento"

Las Delegaciones y Secretariados de Pastoral de la Salud de las diócesis de Aragón y La Rioja, conscientes de la necesidad de trabajar unidas en la animación de la acción de la Iglesia en el mundo de la salud, hemos organizado el          I Encuentro Interdiocesanoo de Pastoral de la Salud.

Deseamos que sea un espacio en el que los asistentes podamos:
v     Conocernos y ayudarnos.
v     Reflexionar sobre “El Buen Samaritano, icono de la ayuda al que sufre”, tema de la Campaña del Enfermo 2013
v     Compartir nuestras experiencias.
v     Iniciar las actividades de la Campaña del Enfermo 2013.
v     Orar juntos y celebrar la labor de los “buenos samaritanos” de hoy
v     Pasar un día agradable, que nos anime a seguir trabajando unidos y coordinados en la pastoral de la salud.  Y nos ayude a hacer presente al Señor a nuestros hermanos heridos en su cuerpo y en su espíritu

DESTINATARIOS
Los que trabajan con los enfermos en las parroquias, en las residencias, en los hospitales, en los centros sanitarios, en las casas.
                                                                 HORARIO

07:00 Salida desde la estación de autobuses de Logroño con destino a Zaragoza (llegada a las 09:00)  (Empresa Jiménez)

                        Autobuses Urbanos de Zaragoza
 Línea 51 : Estación Delicias hasta Paseo Pamplona nº1          
  Línea 43: Plaza Aragón  hasta la Basílica del Pilar .
                    
Vehículos particulares: Parking  en Plaza de La Seoemérito
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10:30 Oración
10:45 Hacerse prójimo del que sufre. Mons. José Luis Redrado, Secretario del Consejo Pontificio de la Pastoral de la Salud.

  Mons- José Luis Redrado
11:45 Descanso     
12:15 Buenos samaritanos de hoy. Panel de experiencias .
13.15 Presentación de la Campaña del Enfermo 2013
14:00 Eucaristía, presidida por Mons. Redrado en la Capilla de la Basílica del Pilar.
15:15 Comida  (opción: menú del día,  por cuenta propia)
16,30 Tiempo libre para visitar la Ciudad
19:00 Regreso a Logroño desde la Estación Delicias de Zaragoza (llegada a Logroño a  las 21:30)
D. Rafael Gil Vicuña
(Dir. del Secretariado)

Móvil: 607 41 65 29
Inscripción:
Para participar en el Encuentro, comunicarlo  antes del 15 de octubre, al Secretariado Diocesano de Pastoral de la Salud , a fin de que pueda organizar el viaje. (Nombre y Apellidos -  Parroquia  - Centro -  Teléfono - @)
 

miércoles, 12 de septiembre de 2012

XXXVII JORNADAS NACIONALES / PASTORAL DE LA SALUD

PastoralSalud

  • Organiza: Departamento de Pastoral de la Salud
  • Lugar de celebración: Madrid
  • Fecha: 17 - 19 de septiembre de 2012
Un año más la Jornada Mundial del Enfermo nos ofrece el tema de la Campaña del próximo año y de las Jornadas de Delegados de Pastoral de la Salud: "El Buen Samaritano": "Hacer el bien al que sufre y hacer el bien con el propio sufrimiento, y el lema "Anda y haz tú lo mismo" (Lc 10,37).
Preguntado Jesús por el principal mandamiento -amar a Dios y al prójimo- al letrado le entran dudas sobre quien es el prójimo. Jesús se aprovecha para dejar claro que solo amando a Dios y al prójimo se tiene vida eterna y prójimo es todo hombre que me necesita.
El camino que desde Jerusalén desciendía a Jericó, es el camino que atraviesa todo nuestro mundo, y en el se encuentran los innumerables rostros del dolor y sufrimiento..., todas las víctimas de la violencia de nuestro tiempo y de nuestros días.
Es una parábola vigorosa, porque nos habla de la fuerza del amor, que trasciende todo credo y cultura, pero es personal, porque describe con profunda sencillez, el germinar de una relación humana y, a la vez, pastoral porque está llena de ese misterio que supone la atención y asistencia al prójimo, y práctica porque nos desafía a superar las barreras culturales y comentarios para ir también nosotros y hacer lo mismo. 
PRETENDEMOS
1. Reflexionar sobre la Parábola del Buen Samaritano, icono de acompañamiento, y descubrir los "buenos samaritanos de hoy".
2. Cultivar la dimensión samaritana en la Pastoral de la Salud y celebrar la presencia de tantos buenos samaritanos como hoy dan esperanza al sufrimiento, tan intenso y tan varioado en nuestro mundo.
3. Convivir desde la fe y la vida para hacer de la existencia un cauce de evangelización..
PONENTES
- Cuentos, parábolas y acompañamiento desde los personajes. Ana G. Castellan
- Hacerse prójimo con el que sufre. José Luis Rodrado Marchites
- Jesús, Buen  Samariatano. Marta López Alonso
- La Parábola del Buen Samariatano; sus palabras, sus verbos... Antonia Monzón Corta
- Hacer el Bien al que sufre y hacer el bien con su propio sufrimiento en San Juan de ávila
- La Diaconía de la Caridad como motor de la Misión. José Cristo Rey García Paredes
- Samaritano, tutor de crecimiento en el sufrimiento. José Carlos Bermejo Higuera
   

miércoles, 5 de septiembre de 2012

LA RELIGIÓN - LA ESPIRITUALIDAD / SALUD MENTAL

HUMANIZAR
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¿La Religión o/y la espiritualidad son positivas para nuestra salud mental?
 
Alejandro Rocamora
Médico psiquiatra
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Religión y espiritualidad

    José Antonio tiene 40 años. Es director de una empresa de informática. Está casado y tiene dos hijos. No tienen problemas laborales, ni económicos y su situación familiar es satisfactoria. No obstante, se “siente vacío”, nos dice.”Nada me satisface. Mi vida es pura rutina. Muchas veces me pregunto: ¿para qué vivir?, ¡para que ganar dinero?, ¿para qué trabajar’.

    De joven era muy religioso y practicante. Participaba activamente en un grupo de la parroquia. Poco a poco se fue distanciando de la práctica religiosa. Actualmente está “aburrido de la vida” y ha comenzado a consumir alcohol como forma de paliar su malestar. Con cierta frecuencia piensa en la muerte como solución a sus problemas.

    Este es un ejemplo de la evolución de la vivencia religiosa en muchas personas. Es innegable que todos necesitamos de un punto de referencia que nos supere. `Puede llamarse solidaridad, fraternidad, ideal, ciencia o Dios. El hombre no se agota en sí mismo sino que cobra sentido precisamente cuando se abre al otro. El egocentrismo es empobrecedor; la apertura al “no-yo” es enriquecedora para el proceso psicológico del ser humano.

    Es más, el hombre es un ser inacabado que necesita de los “otros” para configurar su propio yo. Nadie puede conocerse a sí mismo, sin reconocer al otro. El vínculo Yo-No-yo no es algo añadido al ser humano sino que constituye la propia esencia del ser. Sin el “tú” no existiría el “yo”, ni tampoco el “nosotros”.

Diferencias

    La espiritualidad es la manera como cada persona da respuesta a las preguntas sobre la vida, el sentido de la muerte, el significado de los otros, el cómo relacionarse con los demás, entre otras cuestiones. Es decir, la espiritualidad es la forma como cada uno de nosotros se sitúa en el mundo y en relación con la trascendencia. Por esto podemos afirmar que la espiritualidad es personal e intransferible y está relacionada con los valores por los que discurre nuestra existencia: solidaridad, libertad, responsabilidad, autotrascendencia, etc. Es, pues, la dimensión más noble de la persona.

    La Religiosidad, por el contrario, es el conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, propuestas por  una institución organizada. La Aproximación hacia la divinidad se consigue a través de los ritos y acatamientos de unas normas y principios. Podemos distinguir ente religión madura en la que la persona es de mente abierta y manifiesta coherencia entre sus creencias y su forma de vida, pero esto no excluye la tolerancia hacia el otro diferente y la flexibilidad en el discurrir de cada día. Sin embargo, la religión inmadura todo el énfasis lo pone en las prácticas religiosas, los rituales y fortalecimiento del grupo social y dejando al Dios todopoderoso la solución de los problemas. Podemos, pues, ser espirituales pero no religiosos.
    Con su maestría habitual lo resume Bermejo (2009) en uno de sus numerosos escritos: la religiosidad es sentido, trascendencia, valores y misterio; la religión es creencias, pertenencia a un grupo, celebraciones, ritos y códigos morales.

    Podemos señalar con Pargamet (1997) tres estilos de afrontamiento religioso: estilo autodirigido, estilo evitativo y estilo colaborativo. En el primero las personas confían más en sí mismas que en Dios para resolver los problemas. Las personas narcisistas serían proclives a este tipo de religiosidad. El estilo evitativo implica el total abandono en manos de Dios, renunciando a tomar las medidas que, por ejemplo, la medicina nos posibilita. Estaría representado por las personalidades neuróticas fóbicas. Y el último estilo, el más sano, en el que se establece una dinámica compartida entre lo que nos ofrece la ciencia y la creencia en un Dios. Es decir, en el proceso de afrontamiento de cualquier situación conflictiva se ponen los medios humanos a su alcance, sin olvidar recurrir a la protección divina.

Religión/espiritualidad y salud mental

    De 131 estudios publicados se han encontrado que en 93 de ellos se confirmaba la asociación positiva entre religiosidad o espiritualidad y salud mental, en 34 no se encontraba ninguna relación y en 4 se encontró que la religiosidad se asociaba con más depresión (Koenig, 2009). Existen más estudios que apoyan la influencia positiva de la religiosidad/espiritualidad en el ser humano que lo contrario. Concretamente podemos afirmar que la experiencia religiosidad/espiritualidad favorece positivamente en los cuadros depresivos, de ansiedad, suicidio, abuso de sustancias, duelos, en incluso en la psicosis.

    Entre las razones que los eruditos aportan para defender esta relación positiva señalamos las siguientes:

  • Esta correlación puede favorecer el desarrollo integral de la persona, facilitando la introspección, el sentido positivo de la vida y proporcionar herramientas para el afrontamiento de los conflictos cotidianos.
  • Fortalece las redes sociales y familiares protegiendo el individuo del aislamiento social y proporcionando sentido de pertenencia y autoestima sobre todo en los momentos difíciles.

    No obstante, desde algunas posiciones psicológicas, como el psicoanálisis, se ha relacionado al religiosidad /espiritualidad con una influencia negativa para el individuo en su desarrollo personal. El propio Freud planteaba la religiosidad como producto de un pensamiento infantil y regresivo  y la religión como “una neurosis obsesiva universal”. Al parecer Freud parte de un concepto de religión muy arcaico, que sería producto de mentalidades muy primitivas o enfermas, y que por lo tanto las creencias religiosas serían absurdas o delirantes y propias de personas inmaduras e infantiles. En este sentido, si es verdad que la religiosidad puede perjudicar a la salud mental de la persona, desde la defensa a ultranza de la represión de los instintos y comportamientos dogmáticos y rígidos.

    En cuanto la influencia en la salud física, se ha comprobado que la espiritualidad reduce los niveles de norepinefrina y cortisol y consecuentemente disminuye la sensación de estrés y los problemas de salud asociados. También, al parecer, la actividad inmunológica, las neoplasias y enfermedades cardiovasculares pueden resultar favorecidas por las vivencias religiosa/espirituales.

Espiritualidad y psicoterapia

    Partiendo de la idea de que la religión/religiosidad no es necesariamente patógena para la persona, sino que puede ser fuente de salud mental y bienestar, en EE.UU. se incluyen en la formación de los médicos residentes de psiquiatría temas relacionados con la influencia que la experiencia religiosa  en el desarrollo psicológico de cada persona.

    Existen dos autores como grandes defensores de la espiritualidad como complemento de la psicoterapia: Viktor Frankl con la logoterapia y C.G. Jung con su modelo de psicología analítica. Para ambos la espiritualidad es un ingrediente fundamental en el desarrollo del individuo.

    En general, toda acción terapéutica  debe trascender el síntoma, pero es quizás en estas situaciones (crisis existenciales y crisis vitales. Muerte, enfermedad, etc. cuando es imprescindible no quedarse pillado por la angustia del otro. Así, cuando nos encontramos con una persona que afirma no tener futuro, no debemos entrar “al trapo” de su problema sino que deberemos posibilitar que encuentre sentido a su presente o a su propia capacidad para encontrarlo. Es posible, pues, que para ayudarle a recuperar su futuro debamos insistir en sus posibilidades presentes. A veces, ocultas y que el propio sujeto puede desconocer.

    Un pequeño relato puede ejemplarizar esta cuestión: Había una vez un escultor que tenía una academia donde acudían niños de todas las edades a contemplar como trabajaba la piedra. Un día el alcalde del pueblo le encargó una estatua de un caballo para la plaza del pueblo. Los niños atónitos contemplaron la gran masa de piedra de granito que era llevada hasta el taller, donde el artista comenzó a modelar la piedra. Uno de los niños más pequeños se ausentó durante un tiempo del pueblo y cuando nuevamente llega al taller se sorprendió al ver la estatua del caballo y le preguntó al escultor:”¿Cómo sabías que dentro de la piedra había un caballo?” Pero la auténtica realidad es que el caballo estaba en la cabeza del artista, no de la piedra, y que gracias a eso la estatua del caballo pudo estar presente en la plaza del pueblo.

    Moraleja. Ante los problemas existenciales y conflictos cotidianos tenemos que abrir el foco de atención o bien iluminar toda la estancia para comprender mejor el problema.

sábado, 1 de septiembre de 2012

FE Y SANACIÓN DESDE LA PERSPECTIVA SANITARIA


HUMANIZAR
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FE Y SANACIÓN DESDE LA PERSPECTIVA SANITARIA
Francisco Javier Rivas Flores
Médico y bioeticista

    De alguna manera este equilibrio personal es la propuesta de Jesús en su Evangelio y en su vida. Las curaciones parten, más que de unos aspectos biológicos, de las condiciones de la persona: solo cuando se recompone la persona desde su interior se produce la curación. La fe manifestada por la persona y la búsqueda del encuentro personal son las claves que procuran esa sanación.

    En los dos últimos siglos, cuando la medicina adquiere un carácter más científico, objetivable y mensurable, y por tanto mas positivista, se dejan de lado estos aspectos de la persona, a pesar de los intentos de Freud y otros de integrar la biología personal en el análisis que debe llevar  al diagnóstico y tratamiento de la enfermedad. Esto ha condicionado una situación en la que no siempre el paciente se cura de su enfermedad a pesar de los esfuerzos denodado s de los médicos y por parte de los enfermos y sus familias se recurre a otras ”medicinas”. El fenómeno se ha ido extendiendo claramente, lo que desconcierta a los sanitarios, que no saben como actuar ante estas situaciones.

Vivencia religiosa y ciencia

    La fe para muchas personas constituye el elemento central de sus sistema de valores, aunque queda en la esfera más privada de la vida ( no olvidemos que la Ley de Protección de Datos considera esta información especialmente sensible y merecedora de la mayor protección). Pero para bastantes médicos la fe es algo tangencial a su práctica científica de la medicina, con lo que difícilmente puede cumplir con las expectativas de sus pacientes, que necesitan hablar con sus médicos sobre las decisiones significativas en su atención sanitaria en un lenguaje que incluya esta dimensión. Curiosamente, una encuesta realizada a 1.100 mé3dicos en EEUU revelaba que más de un 75% de los médicos creían que los milagros existen ( si bien es cierto que se hizo a médicos con convicciones religiosas, lo que desvela que estos médicos podrían establecer un diálogo con sus pacientes con profundos componentes religiosos.
    Haciendo un análisis de las publicaciones científicas se observa que, en aquellas de mayor difusión, hay varios artículos que intentan analizar este fenómeno y valoran aquellos factores de tipo religioso que pueden estar influyendo tanto en la génesis como en la evolución de la enfermedad..

    Así, en una revisión de la Fundación Cochrane ( cuya misión es disponer de las mejores evidencias-pruebas que avalen actuaciones sanitarias) se analizan diferentes intervenciones espirituales y religiosas en relación con el bienestar en adultos en la fase final de la enfermedad. En este metanálisis se revisan 14 bases de datos, incluyendo a más de 1100 pacientes y se analizan en concreto las actuaciones de los capellanes o consejeros espirituales. Aunque las conclusiones no son significativas, dados algunos déficit en la calidad de su elaboración, puede aportar alguna pista sobre este tema. De manera que los datos apuntan acerca de los pacientes que recibieron apoyo religioso,
tuvieron una mejor situación emocional y cumplimentaron en mayor número los documentos de instrucciones previas. Sin embargo, no hay diferencia en la intensidad de los síntomas o en que presenten una mayor supervivencia. Por ello parece desprenderse que las personas de fe no se diferencian de manera significativa en los aspectos objetivos de la enfermedad, pero si mejoran en su vivencia e interpretación de la enfermedad y su sentido en la vida de la persona.


La fe y el binomio salud enfermedad desde la perspectiva creyente

    En otro magnífico trabajo del delegado de Pastoral de la Salud de Tui-Vigo publicado en Vida Nueva a propósito de la Pascua del enfermo de este año 2012, se hace un repaso al sentido de la fe como una experiencia que salva y cura, dado que el tema de esta Pascua del enfermo ha sido el “poder curativo de la fe”


     En este trabajo se pone de manifiesto la importancia que presenta, para que las personas puedan madurar, el tener algo que le dé unidad, dirección y motivación a sus vidas. Estas cualidades pueden ser aportadas en las personas de fe a través de la vivencia que personalizan con Dios (para la no creyentes puede haber otra manera). Apunta a que las cualidades de la fe deben ser potenciadoras de la persona, por lo que vivencias de la fe que no sean portadoras de valores como la libertad, la iniciativa, el amor at todas las criaturas o el sentimiento de estar vinculado a la realidad son vivencias insanas de la fe.
    Reforzando esta idea, trae a colación las palabras de Carl Jung, que expresa que nadie se cura de verdad si no llega a recuperar una actitud religiosa ante la vida.

    Para el creyente la salud no viene de fuera sino de dentro, la curación viene del compromiso personal para curarnos, manifestado en la responsabilidad personal y un estilo de vida saludable. De alguna manera viene a indicar que dentro de cada persona habita un médico que nos debe impeler a un cambio que nos propicie a una vida más saludable.

    Este mismo autor destaca que la fe inspirada en el Evangelio influye de manera indirecta en el debilitamiento de los factores de riesgo de enfermedad. Así, las prácticas de la Cuaresma, que implican una moderación en varios órdenes de la vida y que supone un momento de reflexión sobre la propia vida y cómo vivimos, puede ser una práctica que mejore la salud psicosomática.

    Por otro lado, en el análisis de Maslow de las necesidades personales que deben ser cubiertas para que las personas sean felices y que estratifica en cinco puntos, es fácil descubrir que todas estas necesidades se ven cubiertas en una fe viva.

    La fe puede dar una orientación positiva a la vida, proporciona esperanza y estimula una actitud introspectiva y de profundización en el interior de uno mismo.

    La misma dimensión comunitaria de la fe tiene un efecto beneficioso sobre la salud de las personas. Así el compartir vida y celebraciones lleva al encuentro personal y a

compartir diversos aspectos de su vida con otros.


Búsqueda de sanación desde otras opciones

    En la búsqueda de sanación muchas personas recurren a las opciones que se ofrecen desde otras opciones diferentes a  la fe sanante y creadora que se ha expresado a aquí. La proliferación de sanadores, chamanes o personas con supuestos poderes sobrenaturales lleva a muchos enfermos a ponerse en sus manos en la creencia de que su acción les va a devolver la salud. En algunos casos estas prácticas pueden ser eficaces porque suponen un proceso de catarsis interior, de conversión, de cambio personal que le lleva a recuperar hábitos y modos de vida sanos, pero desgraciadamente hay muchos aprovechados de la situación de vulnerabilidad del enfermo que le perjudican más que le ayudan. Es muy difícil reconocer los auténticos sanadores de los elementos tóxicos que contaminan más la vida de las personas que buscan su curación. Hay individuos que se aprovechan de la indigencia de los enfermos, proponen medios alternativos que les sumen cada vez más en el pozo de la enfermedad.

    Los auténticos sanadores, habitualmente personas de fe, procuran entrar en el interior de la persona para que sea consciente de cuál es su estado y su necesidad para desde ahí ir reconstruyendo su persona. En muchas ocasiones son personas que encarnan el don de curación previsto por Jesús en su predicación y en su vida, encarnan a ese grupo de discípulos a los que el Maestro mandó a los pueblos y aldeas de Galilea para que predicaran la buena noticia y curaran a los enfermos.

A modo de reflexión final

Probablemente todos los cristianos tenemos la obligación de ser portadores de este mensaje de sanación transmitiendo una fe creativa a la imagen de Jesús. Supone una obligación moral. Y los sanitarios cristianos con un mayor convencimiento debemos encamarlo de una manera decidida y firme. En nuestra vida y en nuestra relación con los enfermos nos asaltará la duda y la incertidumbre sobre este don y está claro que no vamos a curar a todos los pacientes con los que nos encontremos, porque la inmortalidad no está entre las características del ser humano, pero no podemos negar una presencia sanante, realizadora de la persona, compartiendo con el corazón y la inteligencia/conociemiento el sufrimiento de la persona para ser portadores de esperanza. Transmitir esperanza de que pondremos nuestro empeño en cubrir las necesidades expresadas por Maslow y, sobre todo, esperanza en el acompañamiento  durante el proceso de enfermedad.