domingo, 21 de agosto de 2011

EL PAPA BENEDICTO XVI CON LOS DISCAPACITADOS

VISITA A LA FUNDACIÓN INSTITUTO SAN JOSÉ
DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
Sábado 20 de agosto de 2011
  
Señor Cardenal Arzobispo de Madrid,
Queridos hermanos en el Episcopado,
Queridos sacerdotes y religiosos de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios,
Distinguidas Autoridades,
Queridos jóvenes, familiares y voluntarios aquí presentes
Gracias de corazón por el amable saludo y la cordial acogida que me habéis dispensado.
Esta noche, antes de la vigilia de oración con los jóvenes de todo el mundo que han venido a Madrid para participar en esta Jornada Mundial de la Juventud, tenemos ocasión de pasar algunos momentos juntos y así poder manifestaros la cercanía y el aprecio del Papa por cada uno de vosotros, por vuestras familias y por todas las personas que os acompañan y cuidan en esta Fundación del Instituto San José.
La juventud, lo hemos recordado otras veces, es la edad en la que la vida se desvela a la persona con toda la riqueza y plenitud de sus potencialidades, impulsando la búsqueda de metas más altas que den sentido a la misma. Por eso, cuando el dolor aparece en el horizonte de una vida joven, quedamos desconcertados y quizá nos preguntemos: ¿Puede seguir siendo grande la vida cuando irrumpe en ella el sufrimiento? A este respecto, en mi encíclica sobre la esperanza cristiana, decía: “La grandeza de la humanidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre (…). Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también interiormente, es una sociedad cruel e inhumana” (Spe salvi, 38). Estas palabras reflejan una larga tradición de humanidad que brota del ofrecimiento que Cristo hace de sí mismo en la Cruz por nosotros y por nuestra redención. Jesús y, siguiendo sus huellas, su Madre Dolorosa y los santos son los testigos que nos enseñan a vivir el drama del sufrimiento para nuestro bien y la salvación del mundo.
Estos testigos nos hablan, ante todo, de la dignidad de cada vida humana, creada a imagen de Dios. Ninguna aflicción es capaz de borrar esta impronta divina grabada en lo más profundo del hombre. Y no solo: desde que el Hijo de Dios quiso abrazar libremente el dolor y la muerte, la imagen de Dios se nos ofrece también en el rostro de quien padece. Esta especial predilección del Señor por el que sufre nos lleva a mirar al otro con ojos limpios, para darle, además de las cosas externas que precisa, la mirada de amor que necesita. Pero esto únicamente es posible realizarlo como fruto de un encuentro personal con Cristo. De ello sois muy conscientes vosotros, religiosos, familiares, profesionales de la salud y voluntarios que vivís y trabajáis cotidianamente con estos jóvenes. Vuestra vida y dedicación proclaman la grandeza a la que está llamado el hombre: compadecerse y acompañar por amor a quien sufre, como ha hecho Dios mismo. Y en vuestra hermosa labor resuenan también las palabras evangélicas: “Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt 25, 40).
Por otro lado, vosotros sois también testigos del bien inmenso que constituye la vida de estos jóvenes para quien está a su lado y para la humanidad entera. De manera misteriosa pero muy real, su presencia suscita en nuestros corazones, frecuentemente endurecidos, una ternura que nos abre a la salvación. Ciertamente, la vida de estos jóvenes cambia el corazón de los hombres y, por ello, estamos agradecidos al Señor por haberlos conocido.
Queridos amigos, nuestra sociedad, en la que demasiado a menudo se pone en duda la dignidad inestimable de la vida, de cada vida, os necesita: vosotros contribuís decididamente a edificar la civilización del amor. Más aún, sois protagonistas de esta civilización. Y como hijos de la Iglesia ofrecéis al Señor vuestras vidas, con sus penas y sus alegrías, colaborando con Él y entrando “a formar parte de algún modo del tesoro de compasión que necesita el género humano” (Spe salvi, 40).
Con afecto entrañable, y por intercesión de San José, de San Juan de Dios y de San Benito Menni, os encomiendo de todo corazón a Dios nuestro Señor: que Él sea vuestra fuerza y vuestro premio. De su amor sea signo la Bendición Apostólica que os imparto a vosotros y a todos vuestros familiares y amigos. Muchas gracias.

JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD MADRID 2011

domingo, 7 de agosto de 2011

XXXVI JORNADAS NACIONALES

DELEGADOS DE PASTORAL DE LA SALUD
 EL PODER CURATIVO DE LA FE
"Levántate, vete; tu fe te ha salvado" (Lc 17,19)
Madrid, 19-22 de Septiembre de 2011

PRESENTACIÓN
El tema de la Jornada Mundial del Enfermo de 2012 "La gracia especial de los sacramentos de sanación", con el lema que acompaña "Levántate y vete; tu fe  te ha salvado" (Lc 17,19), es el referente para estas Jornadas de delegados y para la Campaña del Enfermo 2012. En campañas anteriores hemos profundizado en los sacramentos, descubriendo que la fe nos lleva a la celebración que fortalece la vida y la transforma.

El anhelo de obtener la curación de las enfermedades es tan antiguo como la aspiración a la existencia y a la salud. En los grandes acontecimientos de la experiencia la fe aparece con todo su realismo: "Dios no me ha dado la gracia de creer", decía un ateo ante la proximidad de la muerte. En el don de la fe se abre el ser humano a la fuerza curativa y salvadora que poviene de Dios y actua en el interior de la persona.

Parece evidente que el hombre de hoy busca apasionadamente la salud, pero quizás de lo que está necesitando es de salvación. Con el enunciado "el poder curativo de la fe", emprendemos un nuevo cvurso, un camino vivido con el coraje y con la pasión de quien tiene la cereteza de preguntar ya desde ahora aquello que constituirá la felicidad para siempre: el amor de Dios Trino.

PRETENDEMOS
1. Reflexionar sobre la necesidad de sanación-salvación del hombre de hoy y sobre los caminos a través de los que se busca.
2. Escuchar el poder curativo-salvífico de la fe en la enfermedad.
3. Cultivar la dimensión saludable de la fe y de los sacramentos en la vida.
4. Celebrar el poder curativo de la fe y de los sacramentos en la enfermedad.

PONENCIAS
NECESIDAD Y BÚSQUEDA DE SANACIÓN EN NUESTRO MUNDO ACTUAL
Raúl Berzosa Martínez.

CON OTRA MIRADA: LA NECESIDAD Y LA BÚSQUEDA DE SANACIÓN EN EL CINE
Peio Sánches Rodríguez.

EL MINISTERIO SANADOR DE JESÚS
Marta López Alonso.

LOS SANTUARIOS COMO ESPACIOS DE CURACIÓN
Jesús Enrío Parellada

RESTAURAR LA CONFIANZA EN EL ENFERMO, GUÍA PRÁCTICA
Fidel Delgado Mateo

LA IGLESIA , HOGAR DE SALUD
Francisco Álvarez   Rodriguez

EL PODER CURATIVO DEL PERDÓN  Y DE LA RECONCILIACIÓN
María Dolores López Guzmán.

COMUNICACIÓN DE TESTIMONIOS Y EXPERIENCIAS
* El paso por la enfermedad como oportunidad de sanación.
Enfermo
* El encuentro con los enfermos me ha sanado.
Equipos Parroquiales
* La fuerza terapeútica de la celebración de los sacramentos en la enfermedad.
Servicios Religiosos
* La asistencia y cuidado a los enfermos como ocasión de sanación personal.
Profesional.