miércoles, 27 de noviembre de 2024

PEREGRINOS DE ESPERANZA. PISTAS PARA ACOMPAÑAR EN EL SUFRIMIENTO

 Servir al enfermo con realismo y abiertos a la esperanza

Encuentro Interdiocesano

 Aragón / La Rioja


La lucha cristiana contra la enfermedad y el sufrimiento  debe compaginar la realidad del Reinado de Dios (en adelante RD) con la esperanza. El Nuevo Testamento nos pide que hagamos presente aquí y ahora el Reinado de Dios, pero nos advierte también que, mientras peregrinamos en este mundo, la salvación nunca podrá ser plena; por eso los cristianos podemos y debemos ser, a la vez, promotores del RD y esperanzados, no solo sin contradicción sino viviendo la mutua implicación entre ambos aspectos ya que, en la Iglesia de la historia, se vive entre el "ya sí" de la llegada del Reino de Dios y el "todavía no" de su realización plena.

Sin embargo, nos podemos preguntar: ¿el cristiano debe buscar aquí y ahora el RD o ser esperanzado?, ¿son estos aspectos distintos?, ¿se oponen o se complementan?

Si entendemos por hacer realidad el RD aquellos ideales de dicha y felicidad que asientan en el corazón de los seres humanas pese a las dificultades, el mal y el sufrimiento; y si, cuando nos referimos a la esperanza cristiana, estamos aludiendo a la actitud creyente que hace al hombre vivir confiado en la obtención de los bienes definitivos ultraterrenos que Dios tiene preparados para los que aman, parece que ambos aspectos si no se oponen sí se refieren a aspectos distintos: la primera, a la planificación efectuada por el ser humano con vistas al mejoramiento del mundo, y la segunda, a la expectación de una plenitud sin concurso humano y proveniente de Dios.

Sin embargo, se descubre que hay una relación mutua entre realidad secular y esperanza religiosa. Aunque la esperanza como virtud teologal nos une y orienta a Dios, ésta se vive en las condiciones que hacen posible tal vivencia. Así, si consideramos hacer realidad el RD, como crítica de toda situación injusta y proyecto transformador del presente - según los valores del Reino - que se abre al futuro, ésta, se convertirá en la mediación antropológica de la esperanza´.

Vemos todavía más claro el vínculo entre ambas si ponemos de manifiesto la función de la realidad en que vivimos cuando recuerda a la esperanza  la necesidad de maniobrar en el más acá, la fuerza del más allá, de Dios, impulsándola a que se comprometa en aliviar el dolor de la persona que sufre; y la esperanza se torna fundamental con respecto a la realidad, cuando le recuerda la necesidad de ir siempre más allá de toda meta lograda y la fortalece y hace que se mantenga en sus intentos o logro en medio de las condiciones de un mundo que muchas veces es frustrante.

No solo hay contradicción, pues, entre ambos conceptos, sino mutua implicación. Es más, desde la reflexión teológica, entendemos que la esperanza cristiana incorpora plenamente la realidad a su ser, ya que es el mismo Espíritu el que alienta el deseo presente de un mundo mejor y el futuro de la planificación de todo en el Dios de Jesucristo .


Aunque para el cristiano es claro que la esperanza es metahistórica y se basa esta experiencia: "en sabernos amados y esperados por Dios" y en que "Cristo ha ido delante de nosotros preparándonos una estancia en la casa del Padre", es también manifiesto para el creyente , que la esperanza es histórica ya que en el presente vivimos ya anticipadamente lo que esperamos, y lo que esperamos nos hace trabajar en el presente para hacer que este se vaya pareciendo a lo que esperamos.

La esperanza no es evasión, se asienta en la correlación del futuro con la realidad presente. La esperanza y el presente histórico se fecundan mutuamente. Aquella ofrece al presente un horizonte de futuro que le lleva a superar su tendencia a instalarse en lo fáctico, y el presente libra a la esperanza del peligro de deshistorizante.

La esperanza atrae al futuro dentro del presente, de modo que este "ya" no es el puro "todavía no", sino que es un presente marcado por la realidad futura. Y así, las realidades futuras repercuten en las presentes y viceversa.

Por eso, la esperanza tiene capacidad transformadora, propone alternativas, se compromete en la construcción del RD, y es consecuente activa y no pasiva.

Hace que los creyentes se pongan "manos a la obra" con la confianza puesta en Dios, tratando de instaurar la vida nueva de Dios - que se ha manifestado por medio de Cristo - gracias a la fuerza del Espíritu Santo que infunde  en ellos.

Siendo conscientes de que el deseo que nos mueve a los cristiano a anticipar lo que esperamos, no debe decaer por la fuerza de que el Reino es puro don inalcanzable por la sola fuerza del deseo. Es más, la esperanza nos impulsa a trabajar como si la construcción  del Reino dependiera únicamente de nosotros, sabiendo que no es así.

La esperanza aparece o se hace presente cuando colaboramos con nuestro esfuerzo para que el enfermo tenga una atención más humana y mejor, cuando cuidamos y acompañamos a los pacientes. Un actuar que es, por tanto y, sobre todo, compasión ante el sufrimiento ajeno, y cuyo lugar privilegiado en el que debe aflorar, es en el mundo de la enfermedad y el dolor, donde la intervención de los profesionales de la salud, los familiares y amigos, se torna en innumerables ocasiones impotente ante las diversas situaciones y el fracaso aparece muchas veces.

Pues bien, es en este ámbito en el que se prueba la autenticidad de nuestra esperanza, ya que aquí o bien se purifica o fenece.

Pero, peses a las dificultades y fracasos, en la atención a los enfermos y dolientes, debemos trabajar los cristianos con esperanza, porque sabemos que trabajamos con Dios, por Dios y para el Reino de Dios, y, sobre todo, porque tenemos la confianza de que Dios mismo dará el último y definitivo remate,  a la obra que ha dejado en nuestras manos, al final de los tiempos. "Dios es la única fuerza, en el fondo, de la esperanza en medio del dolor y el sufrimiento".

Una Iglesia que quiera ser fiel a lo que Jesús quería y hacer presente su mismo estilo de vida, debería estar formada por hombres y mujeres henchidos de esperanza. Una esperanza que es capaz de esperar en Dios, incluso  cuando hay razones para pensar humanamente que no hay esperanza.

Los cristianos tenemos motivos especiales para la esperanza, sabiendo que desde la Encarnación del Verbo, Dios comparte nuestra vida y ha convertido nuestra historia en historia de salvación, pero sobre todo, esta esperanza se basará en la resurrección de Jesús, porque desde este acontecimiento, el cristiano sabe que a Jesús Dios le dio la razón, y el que vive una vida como la de Aquel, tiene una Vida en la que no puede morir jamás, y que nos espera a todos una Existencia donde el padecimiento se restaurara para los que sufren a causa de su enfermedad en este mundo.

La puerta principal ,
entrada a un hospital

En tanto llega ese momento para todos, la acción de los Agentes de Pastoral de la Salud y de todos los cristianos, debe ser lo que predicó Jesús en el sermón de la Montaña. "Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados"( Mt 5,5), que tal como explicábamos antes pertenece más a la Esperanza cristiana que al RD aquí.

Ahora bien, esa Esperanza fecunda el presente actual mediante las obras de misericordia haciéndose operativas en nuestra existencia.

Primera corporal: " Visitar y cuidar a los enfermos".

Quinta espiritual: "Consolar al triste"

Que, cumpliéndolas, hace que esa Esperanza intrahistórica, se vuelva plena y real en nuestro encuentro con Cristo, el día de la Parusía: "Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino (...) porque estuve enfermo y me visitasteis...Cuidasteis, acompañasteis...(Cf. Mt 25,36).

Si hablamos de visitar, cuidar, consolar, eso solo se puede hacer desde la cercanía, desde el acompañamiento.

La primera cuestión que suscita este acompañar al enfermo es qué actitudes debe llevar incorporadas el agente de nuestra pastoral de la salud:

Despertar: existe el dolor y debemos  ser sensibles ante el mismo, pero no tener lo que se denomina "piel fina ante el dolor"", es decir, que todo nos afecte o lo haga de tal manera que nos impida acompañar. Saber diferenciar entre el dolor real y el impostado que busca compensaciones afectivas.

Descalzarse: entramos en terreno sagrado, despojarnos de prejuicios y frases hechas, cautela para no agrandar el dolor.

Desmovilizarse: nos movemos por ideologías, causas justas, razones razonables, nos debemos despojar de juicios rápidos, etiquetas, no curiosear, "no meter el dedo en la llaga".

Desinstalarse: de uno mismo instalándose en el enfermo, pero no en la enfermedad, ni en la herida. El dolor distorsiona, pone unas "gafas que fijan el foco en el egoísmo, en el miedo", el cuidador debe saberlo y no instalarse en esa distorsión de sí mismo.

Descentrarnos: poner al enfermo en el centro, cuando lo acompañamos no cargarlo con nuestras inquietudes y sufrimientos; como suele decirse "salir llorando de casa".

Desgastarse: vaciarse, agotarse, uno no se acostumbra nunca al sufrimiento, por eso debemos saber cuidarnos para acompañar eficaz y  eficientemente: cambio de actividad, de ambiente, descanso y oración.

Despedirse: estos procesos tienen siempre un principio y un final. No debemos instalarnos en la dependencia absoluta, nosotros no debemos ser imprescindibles, eso más que actitud de servicio lo es de autocomplacencia. Nadie somos imprescindibles, no es buena una interdependencia absoluta, ni para el enfermo ni para el acompañante.

A continuación, voy a dar unas pistas para acompañar cristianamente en el sufrimiento:

Escuchar más que hablar: el que sufre quiere ser escuchado; hay que dejar que se desahogue, que exprese su dolor. Escuchar, a veces es incómodo, duele, pero es necesario. El enfermo no busca necesariamente respuestas a sus inquietudes, busca ser comprendido.

Con-padecer-se más que compadecer: entender al enfermo, compartir su dolor, sentirlo nuestro sin hundirnos. Lo interiorizamos para acompañarlo mejor.

Convertirse en bálsamo que posibilite y potencie la curación: animamos, infundimos energía, una energía no impostada. Lo positivo lo ponemos blanco sobre negro, pero no al falso optimismo y sí a la esperanza.

Cuidar para ejercitar la paciencia y hacer nuestro el ritmo de Dios: la prisa es mala compañera, incompatible con el buen cuidado. Debemos ejercitar la paciencia y respetar los ritmos propios del enfermo, de la enfermedad, del propio acompañante y de los procesos de curación , recuperación y sanación. El sufriente se encuentra mal y se manifiesta su malestar y en ocasiones su mal humor, ante esto, paciencia.

Acariciar para recuperar el amor: ¡ojo hoy en día al contacto! ¡ojo al empastamiento! Trasmitir confianza y cariño mediante los gestos, los detalles, miradas, risas, debemos saber que el enfermo capta cualquier detalle y lo interpreta. La queja será un mecanismo indispensable para desahogarse, pero hay que saber encauzarla.


  Armando Cester Martínez

Doctor en Medicina y Cirugía.

Doctor en Teología Fundamental.


jueves, 21 de noviembre de 2024

IX Encuentro Interdiocesano de Pastoral de la Salud de Aragón - La Rioja

 



El próximo 23 de noviembre, en horario de 10:00 a 13:30, tendrá lugar el encuentro Interdiocesano Aragón – La Rioja de Pastoral de la Salud con el título ‘Peregrinos de la Esperanza, pistas para acompañar al sufrimiento’. Este encuentro dirigido a voluntarios, agentes de la pastoral, trabajadores de residencias y demás, personas interesadas, tendrá lugar en el salón de actos de la Casa de la Iglesia en Plaza de la Seo número 6. Para hablar de esta realidad, Rocío Álvarez entrevistó a su responsable, el sacerdote Wilson Ascensio Callejas, en el Espejo de la Iglesia en Aragón de COPE.

domingo, 10 de noviembre de 2024

AMAR EVANGELIZANDO, EVANGELIZAR SANANDO. PASTORAL DEL DUELO

 


El sufrimiento intenso, ocasionado por muchas posibles causas, externas o internas, y sobre todo por la muerte del ser querido (especialmente de hijos, niños o jóvenes, por homicidio, suicidio u otras violencias, y en circunstancias como las vividas en la pandemia del Covid 19), es una vivencia altamente transversal en cada persona, pues repercute en todas y cada una de sus dimensiones (corporal, emocional, mental, social, valórica y espiritual): el cuerpo se resiente, el corazón se desgarra, el apego se aferra, la mente se ofusca, la soledad acampa, los vínculos se reducen, el valor para afrontar la vida se achica, parece emerger la insensibilidad altruista y la fe puede entrar en invierno.

 Sí, la persona toda puede quedar afectada por la pena, esa invasión, conmoción, amenaza, desorientación que nos pone en reacción. Aparecen como espectros el insomnio, el miedo, las broncas, las culpas, las ansiedades, las angustias y mil dudas y preguntas. También el tiempo se desquicia, el motor de la voluntad se apaga, los proyectos se desvanecen, el alma queda desolada. La vida pierde color y sabor.

Ha muerto el ser querido, uno solo, y el universo parece un desierto. 

El sufrimiento es una flecha rápida para entrar y lenta para salir y cicatrizar. Tiene intensidad, ¡y cómo araña por dentro!, se prolonga en el tiempo, echa raíces, pasa factura en todas las dimensiones personales. Mete el dedo en la llaga de las zonas más oscuras de la existencia humana. Afecta a todos sin excepción, por el fallecimiento de los seres queridos y por el de la propia muerte; en todas las edades de la vida, incluyendo a niños, jóvenes, adultos y viejos; a nivel familiar, donde tiene especial incidencia por los vínculos afectivos; a nivel social y red de tejidos relacionales. 

Todo sufrimiento tiene que ser “duelado” hasta cicatrizar. Si sufrimiento es lo que una herida, provocada por cualquier causa “trabaja” con un doliente, ¡y bien que machaca por dentro y por fuera!, elaboración de duelo es lo que el “dueliente” trabaja consigo mismo cuando sufre. Por tanto, toda aflicción necesita su tratamiento de duelo, un arduo proceso, utilizando todos los recursos internos, comunitarios y de la gracia para aceptar, resistir, resilienciar, sanar y sacar provecho de la herida misma, como auténticos sanadores heridos.

 PASTORAL DEL DUELO: DESAFÍO HUMANO Y EVANGELIZADOR

 La Iglesia, madre y maestra, sacramento de salud-salvación, posada de hospitalidad y consuelo en el Espíritu, debe ver en los dolientes, heridos por la muerte de seres queridos, destinatarios privilegiados de su especial solicitud, especialmente en padecimientos que desgarran el corazón, desconciertan la mente y llevan a muchos a verdaderas crisis de “periferia existencial”. 

La persona herida necesita ternura, escucha, presencia, compañía, donación de tiempo, calor, luz, empatía, orientación, amor, fe, esperanza, a Dios, en un acompañamiento cualificado y metódico, tarea de la pastoral del duelo, ejercida por buenos samaritanos, eficazmente compasivos y expertos en el arte de ayudar en tiempos de hondo pesar. 

La pastoral del duelo es todo un desafío evangelizador, urgencia y riqueza para la Iglesia; expresión de la compasión y esperanza con rostro del Resucitado; apostolado de misericordia y consolación incardinado en el corazón mismo de las bienaventuranzas del Reino proclamado por Jesús. Es una gran ocasión, un ministerio que no puede defraudar a los fieles, pues su ausencia los dejaría abandonados en el desierto de mayor abatimiento de su vida. Es una óptima catequesis y evangelización del misterio pleno de Cristo; educadora de la existencia humana, de la muerte y de la vida eterna, en unos momentos desafiantes por la tabuización de la muerte, la desritualización, la secularización y la pérdida de la práctica religiosa y visión transcendente. 

La pastoral de duelo es un caminoéxodo, un proceso de “respuestas largas”, que necesita superar resistencias internas, y contar con mucha paciencia, competencia profesional, pedagogía y habilidades relacionales; y con mucho y sano conocimiento teológico y bíblico. 

Es ésta una pastoral que tiene un campo expedito propio, natural y esperado a nivel parroquial y diocesano. Y todavía más: es reclamada por los fieles y está llena de potencialidades ad intra y ad extra del mundo eclesial, sin olvidar su presencia en los nuevos púlpitos, como es el “mundo digital”. 

El Papa Francisco nos exhorta: «La Iglesia está llamada a curar aún más estas heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con la solidaridad y la debida atención» (Misericordiae vultus 15).

 PASTORAL DEL DUELO: UN PROYECTO ORGÁNICO DE IGLESIA 

La pastoral del duelo expresa el amor del Padre y transmite la consolación del Espíritu Santo. Jesús, con su praxis, docencia y vivencia personal, elaborando su propia muerte, es el artesano de la pastoral del duelo, su exemplum y sacramentum.

 El Señor visitó a una familia en su casa, donde había muerto la hija de doce años; a una viuda con su único hijo joven muerto, camino al cementerio; a dos amigas, con su hermano recién enterrado; y coadyuvó a un proceso de duelo con dos discípulos muy heridos, camino a Emaús.

 La presencia y acción, el anuncio y testimonio de la pastoral del duelo se iluminan con la pasión, trabajo de duelo, muerte y resurrección del Señor Jesús, barco, faro y puerto de esta pastoral. 

Cuidar, sanar, sanear y salvar al doliente/sufriente es misión de toda la Iglesia, sacramento de salud-salvación: comunidad, comunicación y comunión. La experiencia del sufrimiento/duelo es transversal a la vida de todos y cada uno de los fieles, a toda la Iglesia y a todas sus pastorales: de la salud, catequética, exequias, litúrgica, homilética...

Esta pastoral se ejerce antes, durante y después de la muerte, teniendo carácter informativo y formativo; preventivo, asistencial y rehabilitador; catequético y evangelizador.

 Con carta de ciudadanía parroquial y diocesana, se realiza esta pastoral organizadamente, en equipo, a través de competentes y empáticos agentes pastorales. Ha de estar en la currícula de los estudios sacerdotales y en la de los agentes pastorales. 

Es un ministerio “de salida”, “hospital de campaña”, insertado en la koinonía, diaconía, kerigma y liturgia de la Iglesia, enriquecido por la guía y testimonio de tantos modelos de elaboración positiva de duelo. Educa en el sentido de la vida, del sufrimiento, de la felicidad, de la esperanza, de la muerte y de la vida eterna.

 Camino de la pastoral del duelo: del sufrimiento a la aceptación, a la sanación, al crecimiento, a la madurez, a vivir como resucitados, a la santidad.

 CON PRESENCIAS PASTORALES ANTIGUAS Y NUEVA

Ya sabemos que la pastoral del duelo para acompañar a cicatrizar una herida desde todas y cada una de las dimensiones de la persona, con los auxilios humanos y divinos, se realiza antes de la muerte, (con un trabajo de duelo psicoeducado en las realidades de la vida, amor y muerte, hecho con tiempo, y con un trabajo de duelo anticipado, cuando ya se prevé la muerte inminente), durante la agonía y fallecimiento, y después de la muerte, en el velatorio y exequias; y posteriormente, cuando el aguijón de la pena se hace sentir con fuerza. 

Junto a los recursos tradicionales de celebración y acompañamiento pastoral, hoy se ve necesario nuevas presencias y acciones. Entre ellas, potenciar el valor consolador, sanante y evangelizador del aporte comunitario de nuestra fe, esperanza y caridad.

 Conversatorios y conferencias en Medios de Comunicación disponibles, y celebraciones comunitarias más frecuentes, para todas las edades, bien preparadas, con un lenguaje y mensaje oportunos, son un buen recurso pastoral

. El ministerio de escucha parroquial en duelo, tanto individualizado como comunitario, llevado a cabo por sacerdotes, diáconos y agentes pastorales compasivos y capacitados, y los Grupos Parroquiales de Mutua Ayuda en Duelo, para sufrimientos de gran intensidad y prolongación, son iniciativas hoy en día imprescindibles. 

El Grupo Parroquial de Mutua Ayuda en Duelo “RESURRECCIÓN” ya viene funcionando en parroquias de varios países desde 1993, dando resultados óptimos. Cuenta con una Guía de Coordinadores, rica experiencia por su trayectoria, abundante bibliografía y capacitación permanente de los coordinadores con un perfil humano, técnico, espiritual y pastoral definido, que han pasado por la experiencia  del sufrimiento y lo han elaborado, capacitados en las artes de liderazgo de grupos y de relación de ayuda multidimensional.

 Padre Mateo Bautista. Religioso Camilo


domingo, 20 de octubre de 2024

LA ACOGIDA DE PERSONAS CON DISCAPACIDAD

 

GUIA PARA LAS PARROQUIAS

Y ENTIDADES DE IGLESIA

 28 - 29 abril 2025

Jubileo de las Personas con discapacidad

Cada uno de nosotros somos amados por Dios tal como somos, y ésta es nuestra dignidad. Podemos incluso  decir  que  Dios  tiene  predilección  por  los débiles  y  pequeños,  por  aquéllos  a  los  que  Jesús mostró un especial cariño en sus años de vida pública. Ellos están más cerca de su Corazón.

Toda la Iglesia y “la catequesis, en particular, está llamada  a  descubrir  y  experimentar  formas  coherentes para que cada persona con sus dones, sus limitaciones  y  sus  discapacidades,  incluso  graves, pueda encontrar a Jesús en su camino y abandonarse a Él con Fe. Ningún límite físico o psíquico puede ser un  impedimento  para  ese  encuentro,  porque  el rostro de Cristo brilla en lo íntimo de cada persona.”

  (Discurso del Papa Francisco, 21-X-2017)


Para conseguir la inclusión de las capacidades diversas conviene valorar las atenciones pastorales específicas para las diversas discapacidades.

Intuitivamente,  las  disposiciones  para  integrar  en nuestras comunidades a una persona sorda no son las mismas  que  para  una  persona  con  dificultades visuales o con discapacidad intelectual o física.

Es  preciso  conocer  estas  necesidades  diferentes  disponer los medios para que puedan sentirse parte importante de nuestra familia eclesial, colaborando en sus actividades, integrándose en la catequesis y en la formación,  y  participando  de  las  celebraciones litúrgicas, de los sacramentos...

Las  diversas  discapacidades  se  pueden  agrupar  en cinco grandes ámbitos:

- La psíquica o intelectual, que supone alguna dificultad en la comprensión y expresión...

La física o de movilidad, con necesidad de silla de ruedas o con dificultades para desplazarse...

La visual o ceguera

La auditiva o sordera

- La auditiva y visual o sordo-ceguera

  www.pastoraldelsord.org/es/

¿QUÉ PODEMOS OFRECER?

Para todas las personas con discapacidad:

Ø Acoger fraternalmente y ofrecer información de entidades de Iglesia especializadas en las distintas necesidades específicas.

Ø Integrarlos en alguna realidad o grupo y que ellos promuevan su atención específica.

Ø Incorporar voluntarios/monitores preparados para atender a niños y jóvenes con discapacidad.

Ø Coordinarse con otras parroquias y/o entidades

de Iglesia para conseguir materiales y personas

que den formación, catequesis...

Discapacidad psíquica o intelectual:

Ø Atender a ellos y a sus familias, integrándolos

con normalidad en las actividades, procurando que sean aceptados con sus peculiaridades.

Ø Ofrecer espacios adecuados para ellos. 

Discapacidad física o de movilidad:

Ø Facilitar el acceso y la movilidad al templo y locales, mediante rampas, barandillas, ascensores, pasillos anchos...

Ø Ofrecer espacios libres más anchos en las primeras filas de templos y otros espacios. 

Discapacidad visual o ceguera:

Ø Acompañarles en sus desplazamientos y ubicarles en los espacios del entorno...

Ø Procurar medios técnicos útiles para ellos: disponer de material escrito en letras grandes,

proyectado en pantalla y/o en Braille, material acústico... Pueden ser lectores con texto Braille.

Discapacidad auditiva o sordera*:

Ø Reservar los primeros bancos para que puedan

ver de cerca y bien al que habla, para facilitar la

 lectura labial, o poder ver bien al intérprete de

Lengua de Signos.

Ø Buscar voluntarios y catequistas que conozcan o

quieran aprender la Lengua de Signos.

Discapacidad auditiva y visual o sordo-ceguera*:

Además de lo propuesto para la sordera y la ceguera, conviene ofrecer los medios de comunicación más adecuados a sus restos auditivos o visuales, con la posible comunicación a través de medios táctiles..

 


PROGRAMACIÓN DE PASTORAL DE LA SALUD 2024/25

 PASTORAL DE LA SALUD 

El Secretariado Diocesano de Pastoral de la Salud tiene como misión fundamental manifestar el amor y la presencia de Cristo y de la Iglesia junto a los que sufren la enfermedad, sus familiares y las personas que los cuidan y atienden. Para ello su tarea pastoral abarca varios campos: parroquias, servicios de asistencia religiosa en centros hospitalarios y residenciales, profesionales cristianos y religiosos/as socio-sanitarios.

 

Sus objetivos son:

 

-       Ser instrumento para impulsar, animar y coordinar la Pastoral de la Salud en la Diócesis.

-       Anunciar la alegría del Evangelio a los enfermos y ancianos. (Evangelii Gaudium).

-       Velar porque los enfermos cristianos y sus familiares dispongan de los servicios eclesiales que pudieran necesitar. La alegría del amor que se vive en la familia es también el jubileo de la Iglesia. (Amoris Laetitia).

-       Potenciar la dimensión sanadora de la fe cristiana en la vida de fe personal y comunitaria.

-       Coordinar a las personas y entidades que, en nombre de la Iglesia están presentes en el mundo sanitario: voluntarios, capellanes, profesionales sanitarios cristianos, asociaciones, etc.

-       Proporcionar la formación que soliciten a todas estas personas y entidades para realizar una acción pastoral de calidad.

-       Promover dentro de todos los campos de la Pastoral de la Diócesis (Infancia y Juventud, Catequesis, Liturgia, Pastoral de la Tercera Edad, Pastoral Penitenciaria, etc.) la sensibilidad y el compromiso para que el enfermo y la realidad de la salud tengan un reflejo en sus tareas pastorales.

-       Proponer a la diócesis las acciones e ideas para que el anuncio del Evangelio en el mundo socio-sanitario sea más adecuado y eficaz. (Encuentro Inter-diocesano: Aragón / La Rioja).

-       Colaborar en la consecución de unas buenas relaciones institucionales entre la diócesis y los organismos públicos y privados responsables de los servicios sociales y sanitarios.

-       Impulsar la Pastoral de la Salud en las comunidades parroquiales y en las unidades pastorales.

Desde el Secretariado se procura:-

-       Trabajar la cercanía haciendo un seguimiento continuado de los grupos.

 

-       Canalizar las propuestas que de ellos surgen.

 

-       Animar a los grupos desde la formación de sus agentes.

 

-       Realizar conjuntamente el programa diocesano de Pastoral de la Salud

 

-       Evaluar, al final del curso, el programa diocesano de Pastoral de la Salud.

 

El Secretariado de Pastoral de la Salud de la Diócesis está integrado en la Delegación de Acción Caritativo Social.  Cuenta para la planificación y desarrollo de las actividades propias con el Equipo de Pastoral de la Salud, compuesto en la actualidad por personas correspondientes a los diversos ámbitos de actuación.


CAMPAÑA DEL ENFERMO 2025

“EN ESPERANZA FUIMOS SALVADOS” 

Rom 8,24

 

HACIA EL JUBILEO 2025

Como dice el Papa Francisco, debemos mantener encendida la llama de la esperanza que nos ha sido dada, y hacer todo lo posible para que cada uno recupere la fuerza y la certeza de mirar al futuro con mente abierta, corazón confiado y amplitud de miras. El próximo Jubileo puede ayudar mucho a restablecer un clima de esperanza y confianza, como signo de un nuevo renacimiento que todos percibimos como urgente. Por esa razón elegí el lema Peregrinos de la Esperanza. Todo esto será posible si somos capaces de recuperar el sentido de la fraternidad universal, si no cerramos los ojos ante la tragedia de la pobreza galopante que impide a millones de hombres, mujeres, jóvenes y niños vivir de manera humanamente digna. Pienso especialmente en los numerosos refugiados que se ven obligados a abandonar sus tierras. Ojalá que las voces de los pobres sean escuchadas en este tiempo de preparación al Jubileo que, según el mandato bíblico, devuelve a cada uno el acceso a los frutos de la tierra: «podrán comer todo lo que la tierra produzca durante su descanso, tú, tu esclavo, tu esclava y tu jornalero, así como el huésped que resida contigo; y también el ganado y los animales que estén en la tierra, podrán comer todos sus productos» (Lv 25,6-7). 

 

PLAN PROYECTO DE PASTORAL DEL JUBILEO 2025 “PEREGRINOS DE ESPERANZA”  EN EL ÁMBITO PARROQUIAL

 

OBJETIVOS:

 

1.    Celebrar el Jubileo 2025 “Testigos de la esperanza”:

·         Promover la celebración del Jubileo en sus tres dimensiones:

                                         i.    Espiritual: Jornada Mundial y Pascua del Enfermo.

                                        ii.    Celebrativa y de reconciliación: vigilia y oración frente al Santísimo en la Capilla del Hospital San Pedro de Logroño.

                                      iii.    Solidaria: realizaremos un gesto solidario destinado a la “Trata de personas”.

 

2.    Atender el bienestar espiritual, físico y mental en todas las etapas de la vida, desde la niñez y la adolescencia, hasta la adultez y la vejez.

 

3.       3. Potenciar estructuras diocesanas y medios pastorales de sinodalidad.

 

·         Hacer y publicar una memoria de los grupos de Pastoral de la Salud, miembros incluidos, de nuestra Diócesis.

·         Promocionar la Pastoral de la Salud en las parroquias de nuestra Diócesis.

 

4.    Potenciar la formación de Pastoral de la Salud en tema de salud mental.

·         Los temas de la Campaña 2025 serán facilitados por la Delegación Nacional de Pastoral de la Salud.

·         Formación 2024-25: Posgrados, jornadas,  presencial, a distancia y on-line, del Centro de Humanización de la Salud – Religiosos Camilos. (www.humanizar.es)

 

5.    Configurar un proceso renovado de catequesis de iniciación cristiana:

·         Los agentes de Pastoral de la Salud ayudan a darle un giro saludable al estado de ánimo de los enfermos y a las familias.

·         Ser verdaderos peregrinos de esperanza en aquellos lugares, y personas, que se sientan solas y abatidas.

 

6.    Celebrar y difundir todo lo que se está haciendo por las personas que sufren cualquier tipo de dolencia (física, psíquica o social), así como sus valores propios y el testimonio de sus vidas.

·         Creación del grupo “Resurrección”, de autoayuda en el proceso de duelo por la pérdida de un ser querido.

 

7.    Portal de transparencia:

·         Comunicar los aspectos jurídicos y pastorales de los Convenios de colaboración entre la Iglesia y las Administraciones Locales, en lo referente a la labor de los Capellanes en hospitales públicos.


CALENDARIO DE PASTORAL DE LA SALUD 2023/2024

  OCTUBRE 2024: 

7, 14, 21 y 28 de Octubre: Reuniones del Grupo “Resurrección”.

NOVIEMBRE 2024:

4, 11, 18 y 25 de Noviembre: Reuniones del Grupo “Resurrección”.

20 de Noviembre: Charla, a cargo del grupo de Pastoral de la Salud de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen, “La Soledad Sufrida”.

23 de Noviembre: IX Encuentro Inter-diocesano de Pastoral de la Salud Aragón – La Rioja.

DICIEMBRE 2024: 

2, 9 y 16 de Diciembre: Reuniones del Grupo “Resurrección”.

14 de Diciembre: Reunión del SIPS Aragón – La Rioja, en Zaragoza.

21 de Diciembre: Convivencia de Navidad de la Hospitalidad de Lourdes de La Rioja en Maristas.

ENERO 2025:

13, 20 y 27 de Enero: Reuniones del Grupo “Resurrección”.

Fecha a determinar: Encuentro para capellanes y/o sacerdotes en Zaragoza.

FEBRERO 2025: 

3, 10, 17 y 24 de Febrero: Reuniones del Grupo “Resurrección”.

Jornadas de Pastoral de la Salud:

-       6 de febrero: Presentación de la Campaña del Enfermo 2025.

-       11 de febrero: Jornada Mundial del Enfermo (Procesión Mariana de Antorchas y Eucaristía).

-       20 de febrero: La esperanza en el duelo”.

-       27 de febrero: Charla informativa sobre la “Fundación Pioneros”. 

MARZO 2025:

3, 10, 17, 24 y 31 de Marzo: Reuniones del Grupo “Resurrección”

8 y 9 de Marzo: Jubileo del Voluntariado, en Roma.

14 de Marzo: Reunión del SIPS Aragón – La Rioja, en Zaragoza.

22 de Marzo: Jornada por la Vida.

29 de Marzo: Vigilia-oración con exposición del Santísimo, para profesionales sanitarios y enfermos, en la Capilla del Hospital San Pedro.

ABRIL 2025:

5 y 6 de Abril: Jubileo de los Enfermos y del Mundo de la Sanidad, en Roma.

7, 14, 21 y 28: Reuniones del Grupo “Resurrección”.

MAYO 2025:

5, 12, 19 y 26 de Mayo: Reuniones del Grupo “Resurrección”.

25 de Mayo: Pascua del Enfermo.

Semana del 26 al 31 de mayo: Visita Pastoral del obispo. 

JUNIO 2025:

2, 16, 23 y 30 de Junio: Reuniones del Grupo “Resurrección”.

9 de Junio: Reunión del SIPS Aragón – La Rioja, en Zaragoza.

18 de Junio: Charla, a cargo del grupo de Pastoral de la Salud de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen, “Comer bien para vivir bien”.

Del 26 al 29 de junio: XXXI Peregrinación Diocesana con enfermos a Lourdes.