Evangelizar
la cultura de la salud
“Vivir sanamente la
salud”
OBJETIVOS
• Ver
qué piensa, cómo vive y cuida hoy la gente la salud.
• Reflexionar
sobre lo que aportan a la cultura de la salud los valores saludables del
Evangelio.
• Trazar
unas líneas orientadoras para la acción de la Iglesia en relación con la salud.
1. LA SALUD, HOY
Todos, más o menos,
creemos tener un concepto claro de la salud y según el mismo decimos: «tal
persona está sana», «estoy sano». Sin embargo, la cosa se complica en cuanto
profundizamos un poco y nos preguntamos, por ejemplo, ¿qué queremos decir
cuando hablamos de que alguien está sano?, ¿en qué consiste o debe consistir la
salud?, ¿qué es la salud para el hombre de hoy?, ¿qué clase de salud quiere
tener?, ¿qué es lo prioritario en la salud?, etc.
Estar sano y sentirse sano
Estar sano puede tener
diversos significados:
• No padecer malformaciones o lesiones.
• Estar limpio de toda causa que provoca enfermedad.
• Funcionar dentro de los límites de unas constantes vitales que
se consideran normales.
• Ser útil para el cumplimiento de alguna actividad social.
• Estar integrado en la sociedad mediante un comportamiento
normal.
Además, una cosa es estar sano y
otra sentirse sano. El sentimiento de estar sano o, como suele decirse, gozar
de buena salud, puede significar:
• La conciencia de la propia validez. Así decimos: «yo puedo
comer, pasear, leer, conversar...», «yo me valgo».
• Un relativo bienestar o «silencio» del cuerpo, por ejemplo,
digerir o respirar sin sentirlo, no saber por experiencia que se tiene hígado,
etc.
• Cierta seguridad de no sentirse vitalmente amenazado, aún
reconociendo teóricamente que uno puede enfermar gravemente y morir.
• Una libertad respecto del propio cuerpo; nuestro cuerpo nos
responde, nos permite actuar como queremos.
• Cierta semejanza con los demás que llevan una vida sana y
normal.
• La posibilidad de quedarse solo o buscar compañía, sin
depender de los otros.
Ahora bien, el
sentimiento de estar sano no lo es todo: ¿cómo podría considerarse sano un
hombre que tuviera, sin saberlo, un cáncer incipiente? Y en ciertas formas
leves de neurosis, ¿dónde está el límite entre la neurosis y la normalidad? Y
en casos de simulación, ¿dónde está el límite entre la simulación y la
enfermedad?
Salud y no solo ausencia de enfermedad
Según la Organización
Mundial de las Naciones Unidas (OMS) en su carta fundacional (1946), la salud
es «un
estado de perfecto bienestar físico, mental y social y no sólo la ausencia de
enfermedad».
La definición de la
OMS distingue dos niveles de salud. La salud en el nivel 1, podemos llamarla
«salud biológica» y consiste en no padecer una alteración funcional o
morfológica de las que vienen en los tratados de medicina. La salud en el nivel
2, podemos llamarla «salud biográfica o moral» y consiste en la realización del
proyecto de perfección de cada persona.
La OMS identifica la
perfección con el perfecto estado de bienestar físico, mental y social. Ahora
bien, ¿existe un solo proyecto de perfección?, ¿la perfección consiste sólo y
primariamente en el bienestar o pueden darse otros ideales de perfección
distintos al del bienestar? ¿Quién define y propone los ideales de perfección?
Detrás de un modelo de salud y de bienestar, se esconde siempre una determinada
concepción del hombre.
Las religiones tienen
ya poco que ofrecer a la salud a nivel 1.
pero muchísimo que hacer a nivel 2.
No en vano las religiones han sido tradicionalmente los grandes proyectos de
perfección de las personas y de la sociedad.
En el ser humano hay,
pues, dos niveles de salud. Toda definición que quiera ser coherente tiene que
manejar los dos niveles, el biológico y el biográfico. Ninguno de los dos
funciona solo hay que articularlos buscando el modo de hacerlos coherentes y
complementarios.
Otras definiciones
Actualmente, se dan otras
definiciones de la salud: He aquí algunas:
«Aquella manera de vivir que es
autónoma, solidaria y gozosa» (X Congreso de Médicos y Biólogos de Lengua
Catalana 1976).
«La salud es principalmente
una medida de la capacidad de cada persona de hacer o convertirse en lo que
quiere ser. »
«La salud es un estado de
bienestar físico, mental y social, con capacidad de funcionamiento, y no sólo
la ausencia de afecciones o enfermedades.»
«El logro del más alto nivel de
bienestar físico, mental, social, y de capacidad de funcionamiento que permiten
los factores sociales en los que viven inmersos el individuo y la colectividad.»
«La
capacidad del hombre de apropiarse su cuerpo de forma racional y gozosa. No
está sano quien mayor bienestar siente, sino quien es capaz de apropiarse y
cultivar más plenamente su propio cuerpo». (Dr. Gracia Guillén).
«La
salud es algo que todo el mundo sabe lo que es hasta el momento en que la
pierde, o cuando intenta definirla»
(Piédrola Gil)
«Un estado de bienestar transitorio
que no presagia nada bueno» (Jules Romains).
La definición de la
salud es relativa y es la persona o, en su caso, la sociedad, quien tiene la
última palabra para decidir lo que es para ella la salud, cuál es su concepción
de la vida, qué clase de salud quiere tener, cómo quiere ser tratada por el
sistema sanitario, con qué prioridades y con qué gastos.
Actitudes y comportamientos
La forma de entender y
de valorar hoy la salud genera en las personas y en las instituciones unas
determinadas actitudes y comportamientos. Por ejemplo:
• Absolutizar la salud, convirtiéndola en el criterio supremo de
lo que es bueno y lo que es malo.
• Idealizar y exaltar la salud, viviendo de espaldas a la
enfermedad.
• Maltratar, descuidar o arriesgar la salud, llevando un estilo
de vida poco sano: estrés, tabaco, droga, alcohol, accidentes, contaminación,
destrucción de los bosques...
• Institucionalizar y medicalizar la salud, recurriendo para
todo a las medicinas y a los centros sanitarios.
• Buscar la salud en medicinas alternativas.
• Centrarse en la simple asistencia, olvidando la educación y la
promoción de la salud.
ELIXIR DE LARGA VIDA
Dr. José Letamendi
Vida honesta y arreglada.
Usar de pocos remedios,
y poner todos los medios
en no alterarse por nada.
La comida moderada,
ejercicio y distracción,
no tener nunca aprensión,
salir al camp algún rato,
poco encierro, mucho trato
y continua ocupación.
2. JESUS Y LA SALUD
Jesús no hace
discursos sobre la salud. La salud es el horizonte, la meta y la inspiración de
su actividad mesiánica. «Yo he venido para que tengan vida y la tengan en
abundancia» (Jn 10, l0). Su persona irradia y genera salud en los individuos y
en la convivencia social. Su presencia y sus intervenciones sanadoras, sus
gestos, toda su actuación y su vida tienen un carácter saludable, es decir,
despiertan y promueven la vida y la salud del ser humano. Pero, ¿qué tipo de
salud es la que genera y promueve Jesús? Veamos algunos de sus rasgos.
Salud integral y en la raíz
Jesús busca, no la
simple mejoría física, sino la sanación integral de la persona, la
reconstrucción entera del enfermo el nacimiento de un hombre nuevo, sano y
curado por entero (Jn 7, 23).
Jesús cura a la
persona desde sus raíces, desde el centro, desde la fuente. Pone al enfermo en
contacto con esa parte de su ser que está todavía sana y estimula lo mejor de
ese deseo de vida que se esconde en todo hombre: «¿Tú quieres curarte?» (Jn 5,
6). Urge a todos a la «conversión del corazón», lugar donde se decide la vida y
la muerte de la persona.
Jesús pone paz,
bendición, perdón, armonía y confianza ante el futuro en la vida de las
personas. Jesús sana a la hemorroisa y perdona a la pecadora con las mismas
palabras: «Tu fe te ha salvado. Vete en paz» (Lc 7, 50; 8, 48). La persona
recobra salud reconciliándose con Dios, consigo misma, con los demás y con la
creación entera.
Salud liberadora
Jesús entiende la
salud como liberación. Para él, sanar es liberar la vida encadenada por el mal,
desbloquear lo que impide el despliegue sano de la persona: «Mujer, quedas
libre de tu enfermedad» (Lc 13, 12). La sanación libera a la persona, la
conduce a una apropiación más plena de su cuerpo y de su propia existencia.
Jesús libera de todo lo que oprime y esclaviza el verdadero ser del hombre,
libera de la culpa, del miedo y de la ansiedad ante el futuro.
Salud responsable
Jesús no atribuye toda
enfermedad a la responsabilidad culpable de la persona, como si estuviera
siempre vinculada a un desorden moral: «Ni él pecó ni sus padres» (Jn 9, 3).
Pero tampoco elimina de manera absoluta la responsabilidad de cada uno ante su
propia salud: «Mira, has quedado sano. No peques más, no sea que te suceda algo
peor» (Jn 5, 14).
Salud no idolatrada
No hay nada en Jesús
que sugiera un culto al cuerpo joven, sano, vigoroso y bello. La salud que él
promueve no es un objetivo en sí mismo, un absoluto al que hayamos de
subordinarlo todo. «No es el hombre para la salud sino la salud para el
hombre». No vivimos para cuidar nuestra salud, sino que cuidamos la salud para
vivir humanamente. Ahora bien, no se trata de cuidar la salud a cualquier
precio, a costa de quien sea, actuando incluso de manera inhumana o arriesgando
nuestro último destino. El bienestar físico no tiene la última palabra: «Lo
primero es buscar el Reino de Dios y su justicia» (Mt 6, 31-33).
Salud crucificada
Hay una manera sana de
perder vida y salud ganándolas para siempre. Es disponer de ellas al servicio
del Evangelio: «Quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará» (Mc
8, 35). Los cristianos seguimos anunciando que la salvación del mundo acontece
en una «salud crucificada» por amor a Dios y a los hombres. La cruz sigue
siendo hoy «escándalo y necedad» en la mayoría de los modelos vigentes de
salud. Esta salud crucificada por amor es el juez más implacable y el
libertador más radical de cualquier salud deshumanizada por el egoísmo, el
orgullo, la insolidaridad o el miedo. En ella descubrimos los creyentes que «da
necedad divina es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad
divina, más fuerte que la fuerza de los hombres» (1 Co l, 15).
Salud individual y social
Jesús no se preocupa
sólo de la salud de los individuos, sino también de la salud colectiva. Jesús
promueve una salud social: él defiende una convivencia fundamentada en la
verdad; crea fraternidad entre los hombres; invita a una vida liberada de la
esclavitud del dinero y de la obsesión de las cosas; condena una vida religiosa
y moral, reducida al legalismo y culto vacío y olvidada de la justicia y del
amor. Incluso cuando sana y transforma la vida de una persona, esta sanación
tiene una repercusión comunitaria: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa»
(Lc 19, 9).
Salud ofrecida a los más débiles
Jesús, así lo subrayan
los evangelios, ofrece la salud a los más débiles e indefensos, se acerca
preferentemente a los más desvalidos y sin recursos, que no tienen alguien que
se ocupe de ellos (Jn 5, 7), enfermos que experimentan su mal como algo
insoluble en aquella sociedad.
Salud abierta a la salvación
La salud humana es
limitada y vulnerable, está expuesta al sufrimiento, amenazada por la
enfermedad, el desastre y el envejecimiento, y destinada a la muerte. Por eso,
nuestra salud necesita ser salvada. Jesús afirma nuestra vida, la restituye a
su verdadera dignidad y la despliega hacia su plenitud total en Dios. Jesús es
portador de la vida que no acaba: «Todo el que crea en él, aunque muera,
vivirá» (Jn 11, 25).
Esta vida definitiva
no es, sin embargo, algo que comienza después de la muerte. El creyente la
puede experimentar de alguna manera ya desde ahora: «El que escucha mi Palabra
y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna» (Jn 5, 24). Y también:
«Nosotros hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos» (1
Jn 3, 14).
3. LA IGLESIA Y LA SALUD
La salud ha de ser para
la Iglesia, como lo que fue para Jesús, horizonte, meta e inspiración de su
acción evangelizadora. Por ello, ha de preguntarse cuál es y cuál puede ser hoy
su servicio a la salud. Inspirándose en los valores saludables del Evangelio,
podrá contribuir a entender mejor lo que es la salud de todo el hombre y
colaborar en la consecución de una salud para todos; podrá ayudar a buscar y
disfrutar gozosamente la salud, a vivir «sanamente» la enfermedad y asumir
serenamente lo incurable; podrá irradiar salud en las personas y en la
sociedad.
La Iglesia, siendo
fiel a Jesús que es la salud y al hombre de hoy que la desea profundamente, ha
de trazar las grandes líneas de su acción como portadora de salud y servidora
de la vida. He aquí las más significativas:
Impulsar la Pastoral de la Salud
Impulsar una pastoral
renovada de la salud: una pastoral que se propone como objetivo primario la
salud y la vida; una pastoral que se dirige al sano para fortalecer en él todos
sus aspectos sanos y para estimularle a ser promotor de salud y de vida; una
pastoral que acompaña al enfermo en el proceso de su enfermedad, le conduce a
tomar las riendas del mismo y a echar mano de todos sus recursos curativos, le
libera de sufrimientos errados, reaviva en él sus ganas de vivir y le ayuda a
encontrar el «sentido» a cuanto le pasa, a convivir con su enfermedad y a
asumir serenamente lo incurable.
Promover la salud integral
Promover la salud
integral de la persona y de la comunidad es una tarea importante que la Iglesia
lleva a cabo a través de variadas acciones como las de: educar para vivir en
salud la vida en su totalidad, incluidas las limitaciones, contrariedades,
sufrimientos, enfermedades y muerte; acompañar al enfermo en el proceso de su
curación, ayudándole a recuperarse en todas sus dimensiones, a reconciliarse
consigo mismo, con la vida y con Dios, a curarse de sus heridas pasadas, a
recobrar unas relaciones nuevas y más sanas con los demás, a descubrir nuevas
posibilidades y un sentido a su vida, a abrirse, en definitiva, a su salvación
total.
Proponer una
cultura del cuerpo
Una cultura del cuerpo
que subraya no sólo el vigor, la belleza y el bienestar corporal, sino también
la salud afectiva, mental y espiritual. El cuerpo no es simplemente una máquina
cuyo buen funcionamiento hemos de asegurar. No es algo vacío, privado de
interioridad. Somos cuerpo, materia viva donde crece y se expansiona el
Espíritu de Dios, que anima todo nuestro ser. La criatura viviente es templo
donde se sirve y se glorifica a Dios, es el lugar permanente de homenaje a
Dios. Por ello, la Iglesia ha de ayudar a las personas a cultivar su vida
espiritual, a hacer silencio interior, a abrirse a la experiencia del Espíritu,
verdadero "dador de vida".
Proponer una vida
más sana
Promover una vida más
sana viviendo y fomentando el estilo de vida evangélico. Mostrar que es sano
creer, esperar, amar, vivir como criatura, vivir en comunión y en paz con uno
mismo, con Dios y con los demás. Descubrir al hombre de hoy que seguir a Cristo
es la manera más sana de vivir, es una de las tareas más saludables que la
Iglesia puede y debe llevar a cabo. Eliminar lo insano en su interior, pues
sólo una Iglesia sana puede irradiar y ser foco de salud.
Promover una vida más sana también
apoyando, comprometiéndose y colaborando en iniciativas y programas orientados
a ello. El campo es amplio: lucha por unas condiciones de vida más saludables
para todos (alimentación, higiene, vivienda, respeto y mejora del medio
ambiente, seguridad en el trabajo y en la carretera...); logro de estructuras
más humanas que faciliten el bienestar integral de las personas; cultivo de
unas relaciones más sanas y cordiales; fomento de costumbres sanas en el estilo
de vida, utilización del tiempo libre, descanso, cuidado del cuerpo y del
espíritu...
Buscar salud para
todos
Dentro de una sociedad
estructurada al servicio de los privilegiados, el cuidado de la salud no está
siempre al alcance de los más pobres. Amplios sectores de personas quedan
excluidos o marginados. Millones de seres humanos del Tercer Mundo no pueden
tener acceso a una vida sana. La solidaridad es expresión de buena salud y de
salvación. Los gestos de solidaridad acrecientan la salud de los que los
realizan. Una Iglesia sana es sólo una Iglesia de los pobres.
Crear comunidades vivas
Una comunidad viva, capaz de acoger de manera
cálida y atenta, es un hogar de salud en medio de la sociedad donde crece la
incomunicación, la soledad, el anonimato y la agresividad. La relación
fraterna, la celebración gozosa de la salvación, la oración comunitaria, la
escucha de la Palabra de Dios, Palabra de vida y de vida abundante, son
actividades que hacen de la experiencia comunitaria fuente de salud.
Educar para vivir
la salud
Para ello conviene
llevar a cabo las siguientes acciones:
Ayudar a entender lo que es la salud integral, a
buscarla y disfrutarla gozosamente, a conservarla y promocionarla, puesto que
se trata de un bien de gran valor, aunque no sea absoluto, de un don de Dios y
una responsabilidad del ser humano.
Educarse y educar para
vivir la salud como una responsabilidad cotidiana ante a uno mismo y ante los
demás.
Mostrar que seguir a
Jesucristo es precisamente el modo más sano y positivo de vivir, el camino que
mejor puede conducir a una autorrealización sana.
Educar en los valores
del respeto a los seres humanos, la solidaridad, la ayuda mutua, el socorro a
los necesitados, la compasión, el despego de las realidades terrenas, el
control del consumo desenfrenado, la búsqueda de objetivos distintos del mero
disfrute...
Tareas de las instituciones de la Iglesia en el campo de la
salud
Las comunidades cristianas, los
movimientos apostólicos, las instituciones sanitarias y educativas de la
Iglesia y todos los cristianos hemos de plantearnos cuál ha de ser nuestra
tarea y colaboración en este campo. Con tal fin, proponemos las pistas
siguientes:
• Educarse y educar para
vivir la salud como un don y como una responsabilidad cotidiana ante a uno
mismo y ante los demás.
• Mostrar que es sano creer,
esperar, amar, vivir como criatura, confiar en Dios, darle gracias y alabarle,
estar alegres y en paz consigo mismo, con los demás, con la naturaleza y con
Dios, fuente de vida y salud plena.
• Promover la salud integral abierta
a la salvación plena a la que el hombre está llamado desde lo más hondo de su
ser.
• Liberarnos y ayudar a liberarse a
las personas de hábitos perjudiciales para la salud, tales como el abuso del
tabaco, el alcohol y otras drogas, la violencia, la competitividad, la
conducción temeraria de vehículos, el consumismo, etc.
• Colaborar en iniciativas y
programas que fomenten una vida sana, tales como: la lucha por un medio
ambiente y unas condiciones de vida saludables para todos, el logro de
estructuras justas y humanas, el cuidado del cuerpo y del espíritu y el cultivo
de relaciones auténticas y cordiales y de costumbres convenientes en la
utilización del tiempo libre.
• Participar en el desarrollo de las
sociedades más deprimidas y comprometerse en el logro de un orden internacional
justo que haga posible una paz efectiva.
• Acompañar a los enfermos para
reavivar en ellos sus ganas de vivir, para ayudarles a encontrar el sentido a
su enfermedad, a luchar y a convivir con ella y, llegado el caso, a asumir
serena y cristianamente el mal incurable.
• Sanar las heridas físicas y
morales causadas por los enfrentamientos sociales de todo tipo: guerras,
terrorismo, agresiones...
Mensaje de la
Comisión Episcopal de Pastoral. Día del Enfermo 1991
Jesús
es la salud. Oración
Señor, Tú eres la Salud.
Tú viniste para darnos Vida,
para ofrecernos nuevas posibilidades
y abrirnos nuevos horizontes.
Señor, Tú ensanchas nuestro corazón
y das alas a nuestra libertad.
Tú curas nuestras heridas internas
y nos invitas a ser
dueños de nosotros mismos
y servidores de los demás.
Tú nos ayudas a vivir sanamente
las experiencias dolorosas de la vida
y a crecer desde la pequeñez.
Gracias, Señor,
porque has compartido nuestra vida,
y, amándonos hasta el final,
nos has revelado
que sólo el amor sana y salva.
Amén.
La vida es
La vida es una oportunidad aprovéchala.
La vida es bella, admírala.
La vida es un sueño, hazlo realidad.
La vida es un reto, afróntalo.
La vida es un deber, cúmplelo.
La vida es un juego, juégalo.
La vida es preciosa, cuídala.
La vida es riqueza, consérvala.
La vida es amor, gózala.
La vida es un misterio, desvélalo.
La vida es tristeza, supérala.
La vida es un himno, cántalo.
La vida es un combate, acéptalo.
La vida es una tragedia, domínala.
La vida es una aventura, arróstrala.
La vida es felicidad, merécela.
La vida es la vida, defiéndela.
MADRE TERESA DE CALCUTA
PARA LA REFLEXION PERSONAL Y EN GRUPO
1.
¿Cuáles son —en el medio en que vives— las actitudes y comportamientos más
frecuentes en relación con la salud? ¿Cómo cuida la gente su salud y cómo la
cuidamos nosotros?
2.
Rasgos más significativos de la salud que genera y promueve Jesús.
3.
¿Qué puede hacer hoy una comunidad cristiana para evangelizar la salud, para
promover la salud y para ayudar a vivirla sanamente?
BIBLIOGRAFIA
Departamento de Pastoral de la
Salud. Congreso Iglesia y Salud.
Edice, Madrid, 1995.
Departamento de Pastoral de la
Salud. Los 10 Días del Enfermo en la
Iglesia española. Edice, Madrid, 1995.
Alvarez F. El evangelio de la salud. San Pablo. Madrid, 1999.
Conde J. Introducción a la pastoral de la salud. San pablo, Madrid, 2004.
Häring B. La fe, fuente de salud. Ed. Paulinas, Madrid, 1986
Pagola JA. Es bueno creer. San Pablo, Madrid, 1996.
Pagola JA. Id y curad. PPC, Madrid, 2004.
VV.AA. La nueva salud. Kairós, Barcelona, 1990.
Labor Hospitalaria nº
219: Iglesia y salud.
ANEXO 1
CATEQUESIS DE JÓVENES
¡La salud es preciosa, cuídala!
INTRODUCCIÓN
El hombre actual exalta el valor de
la salud física y mental y dedica toda clase de
esfuerzos a prevenir y combatir las enfermedades. Pero, el mismo tiempo, está
construyendo una sociedad donde no es fácil vivir de manera sana. Nunca ha
estado la vida tan amenazada por el desequilibrio ecológico,
la contaminación, el stress, los accidentes de tráfico,
el consumo de drogas... Por otra parte, estamos fomentando un estilo de vida donde
la falta de sentido, la masificación, la soledad, la imposibilidad de
realizar un proyecto vital y tantas otras frustraciones impiden a las personas,
también a los jóvenes, crecer y desarrollarse de
manera sana.
La salud es una de las aspiraciones
más importantes en esta sociedad que valora tanto al
hombre sano, joven, fuerte, vigoroso. Gracias a la salud se puede disfrutar,
alcanzar un nivel de vida, divertirse, etc.
Los jóvenes
gozan de salud y la experimentan como algo normal y seguro en su vida. Quizás,
por ello, “juegan con ella” arriesgándola y poniéndola,
a veces, en serio peligro. La salud no suele ser un tema de conversación
y de reflexión entre los jóvenes
de hoy. Sin embargo, es un valor que tiene garra para implicar y orientar la
vida del joven. Por ello, lo proponemos como tema de esta catequesis.
OBJETIVOS
·
Tomar
conciencia del valor y sentido de la salud en nuestra vida.
·
Examinar
lo que favorece y lo que impide en los jóvenes llevar una vida sana.
·
Descubrir
los valores saludables que encierra el Evangelio.
·
Responsabilizarnos
del cuidado de nuestra propia salud y de la promoción
y defensa de la salud de los demás.
1. EL JOVEN Y SU SALUD
Vamos a acercarnos a la experiencia
humana de la salud en los jóvenes de hoy: qué
es para ellos la salud, cómo la valoran, de qué
forma la cuidan, qué comportamientos de la juventud
actual fomentan o favorecen la salud y cuáles la perjudican o deterioran;
hasta qué punto se sienten los jóvenes
protagonistas de su salud y de la salud de los otros.
ç Hay diversas formas
de hacerlo: formular las preguntas al grupo e invitarles al diálogo; observar y tomar nota de lo que se ve, oye o lee sobre el
tema en la calle, en la tele, la prensa... ; abrir un diálogo sobre la relación que existe entre
algunas realidades humanas y la salud. Aconsejamos la última. En función del grupo se eligen las más significativas. El catequista a la vez que modera el diálogo, ayuda a tomar conciencia de los diferentes niveles de la
salud (físico, mental, social, espiritual,
ambiental...), de cómo en la vida de la persona y del
grupo todo tiene una relación con la salud, etc. He aquí una lista de posibles realidades:
§ Vivienda y salud.
§ Look o imagen personal y salud.
§ Trabajo y salud.
§ Contaminación y salud.
§ Ruidos y salud.
§ Alimentación y salud.
§ Ocio y salud.
§ Moto y salud.
§ Tabaco y salud.
§ Relaciones sociales y salud.
§ Estrés y salud.
§ Sexo y salud.
§ Ejercicio físico y salud.
§ Aburrimiento y salud.
§ Comunicación y salud.
§ Descanso y salud.
§ Humor y salud.
§ Creencias religiosas y salud.
§ Amistad y salud.
§ Solidaridad y salud.
§ Alcohol y salud.
§ Estudios y salud.
§ Relaciones familiares y salud.
§ Pasarlo bien y salud.
§ Minusvalía y salud.
§ Enfermedad y salud.
§
Otras.
Tras el diálogo, el grupo hace un resumen de los comportamientos de la
juventud actual que, a su parecer, favorecen la salud y de aquellos que la
perjudican, deterioran o ponen en peligro. El resumen puede plasmarse en un
mural, una pancarta, un documento, etc.
Si se ve oportuno, el
grupo puede dedicar un tiempo a hablar sobre cómo valoran los jóvenes la salud y qué hacen para cuidar su propia salud y la de
los demás.
“La mayor parte de la juventud gasta su dinero en los bares. Son
lugares donde se citan e intentan combatir al aburrimiento... Para conseguir
valores, que en sí son positivos, como la alegría, amistad, valentía o seguridad, la adolescencia y la
juventud recurre al consumo del alcohol. En nuestras ciudades hay más bares que tejas. ¿Por qué extrañarnos si la juventud va de cogorza en cogorza, sábado tras sábado? (joven ex-alcohólico).
Una joven postrada en cama y reducida a la inmovilidad más absoluta por una parálisis incurable.
Sabiendo que no volverá a caminar con sus pies, cada vez
que el médico la visita le dice sin
cansancio: Por favor, doctor, dime lo que necesito para vivir... Dése cuenta ¡yo quiero vivir! ¡quiero
vivir!” (ESTHER, Enfermera).
2. JESUS Y LA SALUD
Hemos tomado conciencia del valor de
la salud, de cómo todo en la vida tiene relación
con la misma, hemos detectado los comportamientos que favorecen o perjudican
una vida sana, hemos hablado de cómo valoran y cuidan los jóvenes
su propia salud y la de los demás. Nos acercamos ahora a Jesús
de Nazaret, a sus comportamientos, sus palabras y su vida, para descubrir la
salud que El vive y propone y los valores
saludables que encierra el seguimiento de su persona y la vivencia de su
evangelio.
ç El catequista propone
al grupo diferentes caminos para acercarse a Jesús y le acompaña en el camino
elegido. He aquí algunos:
4 Presentar varios pasajes del
evangelio e invitar a leerlos e interpretarlos desde esta perspectiva de la
salud. Por ejemplo: la samaritana (Jn 4, 3-43); Llamada de Mateo (Mt 9, 9-13);
El sermón del monte (Mt 5, 1-11; 6, 19-34);
La curación del paralítico (Mc 2, 2-13); Parábola del hijo pródigo (Lc 15, 11-32); El paralítico
de la piscina de Betesda (Jn 5, 1-15); La conversión de Zaqueo (Lc 19, 1-9); Jesús, modelo de pastor
(Jn 10, 10-21).
4 Recoger aquellas frases de Jesús que tengan para ellos un contenido saludable y comentarlas con
el grupo. Por ejemplo: “No necesitan de médico los sanos sino los que se
encuentran mal” (Lc 5, 31); El agua que yo voy a darle se convertirá dentro en un manantial de agua que salta dando vida definitiva”
(Jn 4, 14); “Yo he venido para que tengan vida y vida abundante” (Jn 10, 10);
“Si uno quiere poner a salvo su vida la perderá; en cambio el que
pierda su vida a causa mía, se la pondrá a salvo” (Lc 9, 24); “Conmovido, extendió la mano y lo tocó diciendo: Quiero, queda limpio” (Mc 1, 41); “Haz eso y vivirás” (Lc 10, 28); “Hoy ha
llegado la salvación a esta casa” (Lc 19, 9); “No
andéis preocupados por la vida. No andéis preocupados por el mañana. Cada día tiene bastante con su inquietud” (Mt 6, 25.34); “Si os mantenéis fieles a mi Palabra seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Jn 8, 31)...
Jesús apuesta por la vida, por la salud. “He venido para que tengáis
vida y la tengáis en abundancia” (Jn 10, 10). Él
es la salud. Su persona, sus intervenciones sanadoras, sus gestos, toda su
actuación y su vida despiertan y promueven la vida y la salud
del ser humano. Muestra de ello son su cercanía a los enfermos y sus
curaciones, su lucha contra los comportamientos que oprimen a las personas y
las esclavizan, sus esfuerzos por crear una convivencia más
humana y más fraterna y su ternura hacia los
maltratados por la vida.
Jesús nos
invita a vivir sanamente, a sentirnos responsables de nuestra salud, a cuidarla
como un tesoro que nos permite vivir humanamente, a entregarla por amor al
servicio del amigo y del necesitado. Jesús nos invita a vivir y a potenciar la
vida, a sanar amando, liberando, ofreciendo desinteresadamente ayuda al que la
necesita. Jesús es la salud. Seguirle es una de las maneras más
sanas y gratificantes de vivir.
¡Ven, sígueme!
Deja el tedio de vivir
sin ilusión.
¡Ven, sígueme!
y el esfuerzo que
defrauda cada vez,
esa oculta soledad,
ese íntimo penar,
el vacío y el dolor,
el fracaso y el temor,
y ¡sígueme!
que tú buscas calor
y mi reino es un reino
de sol.
¡Ven, sígueme!
Lo que el hombre no se
atreve a imaginar.
¡Ven, sígueme!
Lo que mente nunca
pudo concebir,
la gozosa libertad,
la dichosa gratitud,
la alegría para amar
y el remanso de la
paz,
¡Ven, sígueme!
en mi reino ya aquí
con la vida que no
tiene fin.
¡Ven, sígueme!
Deja toda la miseria
del tener,
¡Ven, sígueme!
Rompe toda la mentira
del fingir,
Te daré cien veces más
los hermanos de
verdad,
que te quieren por ser
tú,
sin envidia o
mezquindad,
y al lado Yo,
con el Padre de amor
y el Espíritu que os
hace un corazón.
Jesús es la salud. Muchos jóvenes
lo experimentan en su propia vida y hacen presente la salud de Jesús en su
medio, junto a los que sufren por la enfermedad, el alcohol, la droga, el paro,
la cárcel y todo tipo de sufrimiento. Por ellos “entra hoy la salvación en sus casas”.
«Pertenezco al colectivo juvenil de la Asociación de Ex-alcohólicos que desde 1983 viene
trabajando contra el alcoholismo entre los adolescentes mediante campañas de
información, prevención y animación cultural. Una gran parte de
nuestra labor se centra en la atención que dedicamos a los
hijos de alcohólicos. Intentamos distraerles de los
problemas que sufren en sus hogares y explicarles que sus padres son enfermos
y, como tales, hay que tratarles.» (LUIS).
«Inma, Emilio, Carlos, Sara y otros amigos se reúnen con
frecuencia para compartir su fe y conocer más a Jesucristo. Un día se han dado cuenta de que no pueden quedarse tranquilos sin
hacer algo por los que sufren. La invitación de Jesús "haz
tú lo mismo" le ha interpelado. Han oído hablar de los
inmigrantes, marginados de nuestra sociedad, y "se han puesto en
camino". "Yo sé inglés y puedo ayudar a otros a aprender el
castellano" dice Inma; y nosotros podemos colaborar a preparar una fiesta
para ellos... y todos se ponen a mentalizar a otros sobre la situación en que viven. Hablan con el africano y con el marroquí y con
el sudamericano y se interesa por su vida y sus problemas... Y así, Inma,
Carlos y Emilio y los demás han hecho posible que “hoy la
salvación, la salud, entre en sus casas”, en
sus corazones y en sus vidas.»
«A
María "se le conmueven las entrañas" ante tantos ancianos enfermos y
solos y "siente lástima de ellos" María es alegre,
decidida, dinámica... y decide poner al servicio
de los demás sus dones. Los sábados y los domingos tiene tiempo para llevar su consuelo y su
alegría a los mayores... Y doña Concha, el
señor Manuel, la señora Pepa, el abuelo Paco y otros "reciben la salvación de Dios" a través de María porque el Señor "está" con María y ella cuenta con El.»
«Sólo tú y la llamada silenciosa de los
más pobres, enfermos y necesitados,
han sido lo que me ha movido y me mueve a entregar mi vida cada día. Tú sabes a
los enfermos que atiendo: enfermos mentales, ancianos, niños, personas al borde
de la muerte, presos... Todos ellos han sentido tu mano y tu mirada porque te
has dignado servirte de mí, de mis manos y de mi mirada. Gracias a ellos he
aprendido a valorar la vida y la salud, descubro mis fallos, mis egoísmos y mis
impaciencias. Gracias a ellos he aprendido la belleza de lo pequeño y de lo
inútil, la grandeza de la sonrisa de un subnormal, lo inmenso de un apretón de manos de un enfermo mental, las lágrimas de un preso, la desesperación de un moribundo, el "sin sentido" del que sufre...
Gracias a ellos soy feliz.» (J. ANTONIO)
«Desde muy pequeña mi minusvalía me ha supuesto no poder ir al
colegio con normalidad ni tener unos estudios, ilusión de mis padres y mía. Perdí a mis padres muy pronto. Llevo con
normalidad mis limitaciones y me esfuerzo por ser útil a los demás. Me confío al Señor. El sabe lo que hace; nunca me ha faltado
su protección; ha puesto a mi lado personas que
me han ayudado. Miro a mi alrededor y a mí misma para descubrir tantas cosas
como tengo, a pesar de mi minusvalía: ojos, brazos, inteligencia, cultura,
medios de toda clase. Doy gracias a Dios y las pongo al servicio de los demás. Es, desde mi experiencia y la de otros muchos, el camino más seguro para ser felices también aquí en esta vida y la única
forma de hacer un mundo más habitable, más humano.» (TRINI)
3. NUESTRA RESPUESTA
Seguramente, hemos descubierto que
es fenomenal tener salud y poderla disfrutar, que todo en nuestra vida está
en relación con la salud, que hay costumbres y comportamientos
que fomentan nuestra salud o que la perjudican y la ponen en peligro. Jesús,
su evangelio, y las personas que le siguen y lo viven, nos han ayudado a
profundizar en la verdadera salud y nos ha invitado a ser protagonistas de
nuestra propia salud y a responsabilizarnos de la salud de nuestro entorno.
Ahora nos planteamos como grupo y también personalmente lo que podemos y lo que
estamos dispuestos a hacer para cuidar nuestra salud, para promover la salud de
nuestros compañeros, de nuestro barrio/pueblo..., para defenderla y para ayudar
a recuperarla a quienes la han perdido.
ç El grupo lo habla, lo
discute y, al final y, asume unos compromisos muy concretos y ve la forma de
hacerlos realidad y de evaluarlos.
SUGERENCIAS
·
Estudiar
los problemas de salud que hay en el pueblo/barrio.
·
Participar
en acciones en favor de la defensa de la naturaleza; protección
del entorno natural y artificial; conservación de
los recursos naturales...
·
Luchar
por unas condiciones de vida más saludables para todos: vivienda,
medio ambiente, seguridad en el trabajo y en la carretera...
·
Evitar
comportamientos perjudiciales para la salud: uso y abuso del alcohol y otras
drogas; conducta temeraria en la carretera; relaciones sexuales anárquicas;
actos de violencia; competitividad destructora; consumismo; la incomunicación...
·
Fomentar
estilos de vida, costumbres y comportamientos sanos: alimentación
sana, ejercicio físico, manualidades, música, pasear y viajar, relación
con los amigos... silencio interior, cultivo de la vida del espíritu...
·
Cultivar
unas relaciones sanas y cordiales, impregnadas de amor, en la propia familia.
·
Cultivar
unas relaciones sanas con Dios.
·
Prepararse
para afrontar todas las etapas de la vida y para enfrentarse con las
enfermedades y lesiones crónicas.
·
Participar
como monitores en las colonias de verano.
·
Promover
en el colegio un taller para estudiar la salud.
·
Buscar
información sobre asociaciones y grupos dedicados a la promoción
y defensa de la salud, o a la recuperación de las personas que perdieron su
salud.
·
Ir
a un centro para acompañar y animar a los enfermos o minusválidos.
·
Sacar
a pasear a un enfermo o minusválido que no puede hacerlo él solo.
·
Ofrecernos
para llevar a enfermos/minusválidos de excursión,
de merienda, al cine, o a la parroquia para participar en la Misa.
·
Hacerse
donante de sangre.
·
Plantearnos
la donación de nuestros propios órganos
en caso de muerte.
Preparado por Rudesindo Delgado