martes, 29 de mayo de 2018

El Papa Francisco pide a médicos que participen en el debate sobre aborto, el fin de vida y genética


Francisco se ha dirigido este lunes a la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas, y ha instado a sus miembros a defender la objeción de conciencia y a participar en los debates bioéticos

El Papa ha instado a los médicos católicos a intervenir en los debates legislativos de sus países sobre temas éticos importantes como el aborto o la eutanasia, al tiempo que ha lamentado que en la sanidad ha entrado un «paradigma cultural tecnocrático» que adora el «poder humano sin límites».

«Que vuestro compromiso en los respectivos países y a nivel internacional sea cuidar este aspecto, interviniendo en ambientes especializados, pero también en las discusiones que se refieren a las legislaciones sobre temas éticos sensibles, como por ejemplo la interrupción del embarazo, el final de la vida y la medicina genética», ha subrayado el Pontífice.

Por ello, Francisco ha invitado a los profesionales sanitarios a reivindicar la objeción de conciencia. Deben rechazar, ha continuado, que su papel se reduzca al de «simple ejecutor de la voluntad del enfermo o de las exigencias del sistema sanitario».

Francisco ha hecho estas consideraciones durante una audiencia con los miembros de la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas (FIAMC), a quienes ha recibido en audiencia en la Sala de los Papas del Vaticano.

Frente al «relativismo práctico»
El Papa ha criticado la tendencia en la medicina a «un relativismo práctico, en el cual todo se hace irrelevante si no sirve a los propios intereses», y les ha instado a afirmar la centralidad del paciente y el derecho inalienable a la vida.

«Sus palabras, sus gestos, sus consejos, sus opciones tienen un eco que va más allá del campo profesional y se convierte, si es coherente, en un testimonio de fe vivida. Por ello, los animo a seguir con alegría y generosidad el camino asociativo, en colaboración con todas las personas y las instituciones que comparten el amor a la vida y se comprometen en servirla en su dignidad y sacralidad», ha dicho el Papa.

Para el Pontífice, el hecho de que sean médicos católicos les compromete a una «permanente formación espiritual, moral y bioética con el fin de poner en acto los principios evangélicos en la práctica médica, partiendo de la relación médico-paciente hasta llegar a la actividad misionera para mejorar las condiciones de salud de las poblaciones en las periferias del mundo».

Colaboración con todos
Sin embargo, ha advertido de que la identidad católica «no impide la colaboración con aquellos que tienen una perspectiva religiosa diferente o no tienen un credo específico, en el reconocimiento de la dignidad y la excelencia de la persona humana».

«La Iglesia está a favor de la vida –ha puntualizado el Pontífice– y su preocupación es que nada esté contra la vida en la realidad de una existencia concreta. Ser médico católico es sentirse operadores sanitario que desde la fe y la comunión con la Iglesia reciben el impulso para hacer siempre más madura la propia formación cristiana y profesional, incansable la propia dedicación, inagotable la necesidad de profundizar y conocer las leyes de la naturaleza para servir mejor la vida».
Europa Press

lunes, 21 de mayo de 2018

Nota de la Subcomisión Episcopal de Familia y Vida ante las iniciativas legislativas sobre la eutanasia y el suicidio asistido

sobre la eutanasia y el suicidio asistido
 
1. El mandamiento “no matarás” se encuentra en el fundamento de toda ética verdaderamente humana y, de modo particular, en la tradición cristiana. “Explícitamente, el precepto «no matarás» tiene un fuerte contenido negativo: indica el límite que nunca puede ser transgredido. Implícitamente, sin embargo, conduce a una actitud positiva de respeto absoluto por la vida, ayudando a promoverla y a progresar por el camino del amor que se da, acoge y sirve.” (Evangelium Vitae, 54).

2. La eutanasia y el suicidio asistido son presentados hoy por algunos como respuestas viables y aceptables al problema del dolor y del sufrimiento. Como afirma Benedicto XVI, “es cierto que debemos hacer todo lo posible para superar el sufrimiento, pero extirparlo del mundo por completo no está en nuestras manos, simplemente porque no podemos desprendernos de nuestra limitación, y porque ninguno de nosotros es capaz de eliminar el poder del mal, de la culpa, que –lo vemos– es una fuente continua de sufrimiento” (Spe Salvi, 3).

3. Ante las diversas iniciativas legislativas presentadas en el Congreso de los Diputados sobre la eutanasia y el suicido asistido, debemos recordar que la eutanasia en sentido verdadero y propiose debe entender como una acción u omisión que por su naturaleza y en la intención causa la muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor. La Iglesia siempre ha considerado la eutanasia como un mal moral y un atentado a la dignidad de la persona. San Juan Pablo II afirmaba que “de acuerdo con el Magisterio de mis predecesores y en comunión con los obispos de la Iglesia católica, confirmo que la eutanasia es una grave violación de la Ley de Diosen cuanto eliminación deliberada y moralmente inaceptable de una persona humana.” (Evangelium Vitae, 65).

4. La proposición de ley defiende una absolutización del principio de autonomía y de la pura subjetividad como criterios fundamentales de la decisión. A este respecto, es necesario señalar que nadie es dueño absoluto de la vida. No existe un derecho a disponer arbitrariamente de la propia vida. Las decisiones terapéuticas tienen su raíz en los conocimientos de la Medicina basada en la evidencia.

5. Por otro lado, no es posible entender la eutanasia y el suicidio asistido como algo que se refiera exclusivamente a la autonomía del individuo, ya que tales acciones implican la participación de otros, en este caso, del personal sanitario. Ya el juramento hipocrático afirma: “no daré ninguna droga letal a nadie, aunque me la pidan, ni sugeriré un tal uso”. La eutanasia es ajena al ejercicio de la Medicina y a las profesiones sanitarias, que siempre se rigen por el axioma de “curar, al menos aliviar y siempre acompañar y consolar”. El artículo 36.3 del Código de Ética y Deontología Médica de la Organización Médica Colegial española afirma que “el médico nunca provocará intencionadamente la muerte de ningún paciente, ni siquiera en caso de petición expresa por parte de éste”. A este respecto, el Papa Francisco afirma: “no siempre se puede garantizar la curación de la enfermedad, a la persona que vive debemos y podemos cuidarla siempre: sin acortar su vida nosotros mismos, pero también sin ensañarnos inútilmente contra su muerte. En esta línea se mueve la medicina paliativa que reviste también una gran importancia en ámbito cultural, esforzándose por combatir todo lo que hace la muerte más angustiosa y llena de sufrimiento, es decir, el dolor y la soledad.” (Mensaje del Papa Francisco al Presidente de la Academia Pontificia para la Vida con motivo del Encuentro Regional Europeo de la “World Medical Association”, Roma, noviembre 2017).

6. También es necesario reconocer que la eutanasia y el suicidio asistido conciernen al conjunto de la sociedad y sus instituciones. En el pensamiento que subyace a la proposición de ley, el ser humano aparece como aislado de los demás, y la sociedad no es considerada como un tejido de interacciones humanas, sino como mero ámbito en el que existe una libertad absoluta de los individuos encerrados en sí mismos sin ninguna referencia a los otros. Ante esta concepción, es necesario resaltar que el ser humano es un ser con los otros y para los otros. Este es el fundamento último de la sociedad. Y en este contexto, el Estado tiene la obligación de proteger la vida de todos los ciudadanos.

7. Lo que realmente demandan los enfermos y sus familias es la ayuda para asumir los problemas y las dificultades personales y familiares que se suelen presentar en los últimos momentos de la vida. El tratamiento del dolor y el abordaje del sufrimiento, el control de efectos secundarios y colaterales, la mejora de la calidad de vida y de la autonomía del paciente, la ayuda a las familias en estas situaciones, el morir en compañía de los seres queridos, con la asistencia espiritual y sacramental, y otros muchos aspectos importantes, son los elementos reiteradamente demandados. Y estos elementos son precisamente los que configuran lo que conocemos como cuidados paliativos. Es llamativo que se quiera proponer una ley de eutanasia cuando no se ha legislado a nivel estatal sobre la instauración de los cuidados paliativos, así como la necesaria formación reglada de esta disciplina de altísimo valor científico y ético en el ámbito universitario y sanitario. Son precisamente estos cuidados los que son demandados ampliamente por la sociedad y por los profesionales sanitarios en particular.

8.Todo ser humano es un don que refleja el rostro de Dios y que merece acogida, protección, respeto y amor. “Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt 25, 40). Es lo que el Papa Francisco ha denominado “el gran protocolo” (Gaudete et exultate, 95). En este mes de mayo nos acogemos al cuidado materno de la Virgen María, salud de los enfermos.

Madrid, 21 de mayo de 2018
+ Mario Iceta Gabicagogeascoa, obispo de Bilbao y presidente
+ Francisco Gil Hellín, arzobispo emérito de Burgos
+ Juan Antonio Reig Pla, obispo de Alcalá de Henares
+ José Mazuelos Pérez , obispo de Asidonia-Jerez
+ Juan Antonio Aznárez Cobo, obispo auxiliar de Pamplona y Tudela

domingo, 13 de mayo de 2018

La Organización Médica Colegial califica de «indecente» la legalización de la eutanasia

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«60.000 personas mueren cada año con un sufrimiento evitable con cuidados paliativos», resalta la principal organización médica en España.

La presentación de un libro de Pablo Requena, representante del Vaticano en la Asociación Médica Mundial, se convirtió este 8 de mayo en un alegato de la profesión médica en contra de la legalización de la eutanasia.

Serafín Romero, presidente de la Organización Médica Colegial, que acogió el acto, se pronunció en muy duros términos contra la legalización de la eutanasia, a la que calificó de una práctica que va «totalmente en contra» de la labor del médico. Y aseguró que, si una parte de la sociedad es partidaria de su legalización, esto se debe a que España, a día de hoy, carece de un servicio adecuado de servicios paliativos.

Marcos Gómez Sancho, coordinador del Observatorio de Atención al Final de la Vida de la OMC, abundó en esta línea calificando de «indecente» que se legisle sobre la eutanasia cuando «hay 60.000 personas que mueren cada año con un sufrimiento evitable con cuidados paliativos».

La aprobación de la eutanasia –añadió– nos aboca a «la crisis más grave de la historia de la medicina milenaria, una lacra horrorosa en la profesión», al convertir a los médicos en gestores de la muerte. Por ello animó a frenar la aprobación de esta ley «por todos los medios».

Posibles motivaciones económicas
«Esto es un chantaje moral a los más débiles de la sociedad. Es una irresponsabilidad querer ahora legislar la eutanasia cuando hay una insuficiente asistencia médica y académica en los cuidados al final de la vida», apostilló el director de la Cátedra de Profesionalismo y Ética Clínica de la Universidad de Zaragoza, Rogelio Altisent.

El presidente de la Comisión Central de Deontología de la OMC, Juan José Rodríguez Sendín, advirtió, por su parte, de que el debate sobre la eutanasia suele centrarse en casos «muy raros» que, si se generalizaran y tomaran como norma, perjudicarían a la inmensa mayoría de los pacientes. «Nadie quiere morir si tiene unas condiciones dignas para poder vivir», argumentó.

Rodríguez Sendín apuntó además a posibles motivaciones económicas tras este debate, ya que «el 75 % del gasto sanitario se lo llevan los últimos cinco años de vida de la gente».

Al mismo tiempo, sin embargo, «en las últimas décadas se ha alargado la vida, los progresos de la medicina han sido extraordinarios, pero también se ha alargado el tiempo de agonía porque un buen número de las medidas que se adoptan solo  consiguen alargar penosamente la vida de los pacientes y, a veces, incrementar sus padecimientos».

No al encarnizamiento terapéutico
Para Pablo Requena no basta con decir no a la eutanasia. Cada petición de muerte es «una llamada, un signo de alarma de que hay algo que no se está consiguiendo afrontar de un modo adecuado». Su libro, «Doctor, no haga todo lo posible», es un alegato contra el encarnizamiento terapéutico.

Ese encarnizamiento terapéutico, recordó el doctor Gómez Sancho, es una mala praxis médica a la que se opone el artículo 36.2 del Código Deontológico, que afirma que «el médico no deberá emprender o continuar acciones diagnósticas o terapéuticas sin esperanza de beneficios para el enfermo, inútiles u obstinadas». Además, el facultativo «ha de tener en cuenta la voluntad explícita del paciente a rechazar dicho tratamiento para prolongar su vida».

Uno de los mayores problemas al final de la vida es la ausencia de una comunicación adecuada con el paciente porque «el médico tiene miedo a hablar de la muerte y lo toma como un fracaso profesional», añadió Gómez Sancho. Caso extremo son los litigios judiciales. «Si el juez tiene que entrar a pronunciarse sobre una decisión clínica sobre la que el facultativo y el paciente no han logrado ponerse de acuerdo es que algo no se ha hecho bien».

(AlfayOmega)