sábado, 13 de enero de 2018

JORNADAS DE PASTORAL DE LA SALUD 2018

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ACOMPAÑAR A LA FAMILIA EN LA ENFERMEDAD
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<<Ahí tienes a tu hijo… Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa>>  (Jn 19,27)
 
1 de Febrero:

 Presentación de la Campaña del Enfermo 2018

Imagen relacionada-         Por D. Rafael Gil Vicuña, Director del Secretariado Diocesano de Pastoral de la Salud
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INVITACIÓN
Charla informativa de la Asociación Riojana de familiares y amigos de niños con cáncer: FARO

Lugar: Salón de las  Oficinas Diocesanas   /  Hora: 17:30

8 de Febrero:

El impacto de la enfermedad en la familia.

El papel de la familia.

Por la Doctora Dª. Caridad  Garijo Ayestarán, neuropediatra.

Lugar: Salón de las  Oficinas Diocesanas  /   Hora: 17:30

Triduo en Honor a  Ntra Sra. de Lourdes  
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Hospitalidad de Ntra. Sra. de Lourdes de  La Rioja

(En la Parroquia de Santiago  El Real de Logroño)

    -     9 de Febrero, viernes: “Jesús y la familia ante la enfermedad (D. Rafael Gil Vicuña, Capellán del Hospital San Pedro de Logroño) Eucaristía a las 19:30

- 10 de Febrero, sábado: “La comunidad cristiana y la familia del enfermo” (D. José Ignacio Pérez, Párroco de Santiago El Real) Eucaristía a las 19:30

-         11 de Febrero, domingo: Jornada Mundial del Enfermo. Acompañar a la familia en la enfermedad” <<Ahí tienes a tu hijo… Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa>>  (Jn 19,27)

18:45 Procesión de las Antorchas con la Imagen de Ntra. Sra. de Lourdes y Santa Bernardita, desde la Plaza de la Iglesia de San Bartolomé hasta la Parroquia de Santiago el Real  de Logroño.

 19:30: Eucaristía presidida por D. Victor Manuel Jiménez López de     Murillas,  Vicario de Pastoral.
La imagen puede contener: 2 personas, personas de pie, multitud y exterior

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15 de Febrero:

Acompañar a la familia en la enfermedad

 Por Sor Mª del Carmen Borau Irigoyen, Mercedaria de la Caridad.                   

Lugar: Salón de las  Oficinas Diocesanas  /   Hora: 17:30

22 de Febrero:

Acompañar a la familia a vivir el morir

Por D. Matías Salazar Terreros, sacerdote y psicólogo.

Lugar: Salón de las  Oficinas Diocesanas  /   Hora: 17:30Resultado de imagen de jornada mundial del enfermo2018

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JORNADAS DE FEBRERO INTERNACIONALES EN LOURDES


XV ENCUENTRO NACIONAL DE PROFESIONALES SANITARIOS CRISTIANOS


jueves, 11 de enero de 2018

CAMPAÑA DEL ENFERMO 2018


Acompañar a la familia en la enfermedad
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«“Ahí tienes a tu hijo… Ahí tienes a tu madre”.

Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa»

(Jn.19,27)

En este año 2018 el nuevo Dicasterio para la Promoción Humana Integral de la Persona en su Comisión de Pastoral de la Salud ha querido iluminar la Jornada Mundial del Enfermo, 11 de febrero, desde la cita bíblica de Jn.19,21: «“Ahí tienes a tu hijo… Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa».

En España, la Campaña del Enfermo, 11 de febrero y VI domingo de Pascua (6 de mayo), acogiendo este lema y la invitación del reciente Sínodo de la Familia, la centraremos en el Acompañamiento a la familia en la enfermedad. Pues, cuando una persona enferma, enferma toda la familia.

El tema central de la Campaña de este año: “Acompañar a la familia en la enfermedad”, con el lema bíblico «“Ahí tienes a tu hijo… Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa» (Jn. 19,21), puede ser trabajado y difundido desde las siguientes razones y posible enfoque:
 

1.      Toda persona normalmente vive en una familia y, cuando cae enferma, es toda la familia la que se ve afectada profundamente, ve alterado el ritmo de su vida, con lo que unas optan por sacrificar parte de su vida social y profesional para acompañar al familiar enfermo; otras lo abandonan o soportan como una carga. En toda esta situación, también ella necesita, por tanto, atención y apoyo.

2.      Porque la familia tiene un papel insustituible en la atención integral al enfermo, que conviene conocer, valorar y fomentar. Porque la familia cristiana ha de ser, también en esta situación, la Iglesia doméstica que acoge, consuela y alivia al enfermo en el nombre del Señor.

3.      La Iglesia nos ha invitado, en los últimos años, a dirigir especialmente nuestra mirada a la familia:

·           Con el Sínodo sobre la Familia y su posterior Encíclica Amoris Laetitia.

·         También S. Juan Pablo II dedicó especial atención a la familia mediante sus catequesis sobre el amor humano, la Carta a las familias Gratissimam sane y sobre todo con la Exhortación apostólica Familiaris consortio.

·          Más recientemente la Nota de los obispos españoles para la Jornada de la Familia 2017, nos decía: “La familia, como Iglesia en miniatura, está llamada hoy más que nunca a ser posada en el que las personas heridas puedan recuperar la salud”.

4.      Se trata, de una Campaña de sensibilización, que nos invita a ampliar nuestra mirada más allá del enfermo, a su entorno familiar, con sus necesidades y como recurso fundamental para cada enfermo.

5.      La familia. ¡Qué gran papel el suyo! y ¡qué difícil a veces! Debemos reconocer y valorar siempre su entrega, su testimonio, pero también cuidarles pues muchas veces necesitan apoyo, cercanía, escucha y ayuda para vivir de manera más sana, humana y cristiana la enfermedad de su ser querido. Ellos son el rostro diario de la misericordia junto al enfermo.

6.   Así, el Papa, en su Mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo 2018, nos pide que no nos    olvidemos nunca del papel de la familia: “No podemos olvidar la ternura y la perseverancia con las que muchas familias acompañan a sus hijos, padres y familiares, enfermos crónicos o discapacitados graves. La atención brindada en la familia es un testimonio extraordinario de amor por la persona humana que hay que respaldar con un reconocimiento adecuado y con unas políticas apropiadas”.

7.     Los Agentes de pastoral de la salud (obispos, sacerdotes, laicos, profesionales sanitarios o voluntarios). Se nos dice también en el Mensaje de este año: “Por lo tanto, médicos y enfermeros, sacerdotes, consagrados y voluntarios, familiares y todos aquellos que se comprometen en el cuidado de los enfermos, participan en esta misión eclesial. Se trata de una responsabilidad compartida que enriquece el valor del servicio diario de cada uno”.

3.      La Iglesia. “La Iglesia debe servir siempre a los enfermos y a los que cuidan de ellos con renovado vigor. (…) Jesús entregó a la Iglesia su poder de curar. La tarea de la Iglesia, que sabe que debe mirar a los enfermos con la misma mirada llena de ternura y compasión que su Señor, responde a este don de Jesús.(Mensaje JME 2018).

8.      Las comunidades. Como también nos dice el Papa: “La pastoral de la salud sigue siendo, y siempre será, una misión necesaria y esencial que hay que vivir con renovado ímpetu tanto en las comunidades parroquiales como en los centros de atención más excelentes”.

9.     Valorar el papel de la mujer dentro de la familia. Enriquecer la teología y la pastoral desde las claves femeninas que nacen de toda la experiencia de cuidado de la salud. Querámoslo o no, la mujer –en el seno familiar- nos ha mostrado una línea pastoral y un compromiso vital del que tenemos que aprender los varones para responder mejor a la llamada de Jesús con los que sufren.

10.     El cartel de la Campaña trata de mostrar estas ideas. En el hemos querido resaltar: en el tema se resaltan las palabras Acompañar y Familia; está lleno de manos, pues el tacto, la caricia, el abrazo son los signos no-verbales más potentes que todos tenemos y que tanto aportan en el momento de la enfermedad; los colores expresan calidez, vida, diferencia, esperanza,… y son manos abiertas entregándose, dándose, buscando, abrazando,...

11.      La estampa es más clásica y remite al texto bíblico que el Papa nos propone para la JME. Es el episodio tan significativo de Jesús entregando a su Madre al cuidado de Juan y al discípulo colocándole en manos de María. “Y desde aquella hora” María y Juan se acompañaron como familia, en el dolor por la muerte del ser querido.

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA XXVI JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO 2018

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Mater Ecclesiae: «Ahí tienes a tu hijo... Ahí tienes a tu madre.
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa»  (
Jn 19,26-27)

Queridos hermanos y hermanas:
La Iglesia debe servir siempre a los enfermos y a los que cuidan de ellos con renovado vigor, en fidelidad al mandato del Señor (cf. Lc 9,2-6; Mt 10,1-8; Mc 6,7-13), siguiendo el ejemplo muy elocuente de su Fundador y Maestro.
Este año, el tema de la Jornada del Enfermo se inspira en las palabras que Jesús, desde la cruz, dirige a su madre María y a Juan: «Ahí tienes a tu hijo... Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa» (Jn 19,26-27).
1. Estas palabras del Señor iluminan profundamente el misterio de la Cruz. Esta no representa una tragedia sin esperanza, sino que es el lugar donde Jesús muestra su gloria y deja sus últimas voluntades de amor, que se convierten en las reglas constitutivas de la comunidad cristiana y de la vida de todo discípulo.
En primer lugar, las palabras de Jesús son el origen de la vocación materna de María hacia la humanidad entera. Ella será la madre de los discípulos de su Hijo y cuidará de ellos y de su camino. Y sabemos que el cuidado materno de un hijo o de una hija incluye todos los aspectos de su educación, tanto los materiales como los espirituales.
El dolor indescriptible de la cruz traspasa el alma de María (cf. Lc 2,35), pero no la paraliza. Al contrario, como Madre del Señor comienza para ella un nuevo camino de entrega. En la cruz, Jesús se preocupa por la Iglesia y por la humanidad entera, y María está llamada a compartir esa misma preocupación. Los Hechos de los Apóstoles, al describir la gran efusión del Espíritu Santo en Pentecostés, nos muestran que María comenzó su misión en la primera comunidad de la Iglesia. Una tarea que no se acaba nunca.
2. El discípulo Juan, el discípulo amado, representa a la Iglesia, pueblo mesiánico. Él debe reconocer a María como su propia madre. Y al reconocerla, está llamado a acogerla, a contemplar en ella el modelo del discipulado y también la vocación materna que Jesús le ha confiado, con las inquietudes y los planes que conlleva: la Madre que ama y genera a hijos capaces de amar según el mandato de Jesús. Por lo tanto, la vocación materna de María, la vocación de cuidar a sus hijos, se transmite a Juan y a toda la Iglesia. Toda la comunidad de los discípulos está involucrada en la vocación materna de María.
3. Juan, como discípulo que lo compartió todo con Jesús, sabe que el Maestro quiere conducir a todos los hombres al encuentro con el Padre. Nos enseña cómo Jesús encontró a muchas personas enfermas en el espíritu, porque estaban llenas de orgullo (cf. Jn 8,31-39) y enfermas en el cuerpo (cf. Jn 5,6). A todas les dio misericordia y perdón, y a los enfermos también curación física, un signo de la vida abundante del Reino, donde se enjuga cada lágrima. Al igual que María, los discípulos están llamados a cuidar unos de otros, pero no exclusivamente. Saben que el corazón de Jesús está abierto a todos, sin excepción. Hay que proclamar el Evangelio del Reino a todos, y la caridad de los cristianos se ha de dirigir a todos los necesitados, simplemente porque son personas, hijos de Dios.
4. Esta vocación materna de la Iglesia hacia los necesitados y los enfermos se ha concretado, en su historia bimilenaria, en una rica serie de iniciativas en favor de los enfermos. Esta historia de dedicación no se debe olvidar. Continúa hoy en todo el mundo. En los países donde existen sistemas sanitarios públicos y adecuados, el trabajo de las congregaciones católicas, de las diócesis y de sus hospitales, además de proporcionar una atención médica de calidad, trata de poner a la persona humana en el centro del proceso terapéutico y de realizar la investigación científica en el respeto de la vida y de los valores morales cristianos. En los países donde los sistemas sanitarios son inadecuados o inexistentes, la Iglesia trabaja para ofrecer a la gente la mejor atención sanitaria posible, para eliminar la mortalidad infantil y erradicar algunas enfermedades generalizadas. En todas partes trata de cuidar, incluso cuando no puede sanar. La imagen de la Iglesia como un «hospital de campaña», que acoge a todos los heridos por la vida, es una realidad muy concreta, porque en algunas partes del mundo, sólo los hospitales de los misioneros y las diócesis brindan la atención necesaria a la población.
5. La memoria de la larga historia de servicio a los enfermos es motivo de alegría para la comunidad cristiana y especialmente para aquellos que realizan ese servicio en la actualidad. Sin embargo, hace falta mirar al pasado sobre todo para dejarse enriquecer por el mismo. De él debemos aprender: la generosidad hasta el sacrificio total de muchos fundadores de institutos al servicio de los enfermos; la creatividad, impulsada por la caridad, de muchas iniciativas emprendidas a lo largo de los siglos; el compromiso en la investigación científica, para proporcionar a los enfermos una atención innovadora y fiable. Este legado del pasado ayuda a proyectar bien el futuro. Por ejemplo, ayuda a preservar los hospitales católicos del riesgo del «empresarialismo», que en todo el mundo intenta que la atención médica caiga en el ámbito del mercado y termine descartando a los pobres.
La inteligencia organizacional y la caridad requieren más bien que se respete a la persona enferma en su dignidad y se la ponga siempre en el centro del proceso de la curación. Estas deben ser las orientaciones también de los cristianos que trabajan en las estructuras públicas y que, por su servicio, están llamados a dar un buen testimonio del Evangelio.
6. Jesús entregó a la Iglesia su poder de curar: «A los que crean, les acompañarán estos signos: […] impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos» (Mc 16,17-18). En los Hechos de los Apóstoles, leemos la descripción de las curaciones realizadas por Pedro (cf. Hch 3,4-8)y Pablo (cf. Hch 14,8-11). La tarea de la Iglesia, que sabe que debe mirar a los enfermos con la misma mirada llena de ternura y compasión que su Señor, responde a este don de Jesús. La pastoral de la salud sigue siendo, y siempre será, una misión necesaria y esencial que hay que vivir con renovado ímpetu tanto en las comunidades parroquiales como en los centros de atención más excelentes. No podemos olvidar la ternura y la perseverancia con las que muchas familias acompañan a sus hijos, padres y familiares, enfermos crónicos o discapacitados graves. La atención brindada en la familia es un testimonio extraordinario de amor por la persona humana que hay que respaldar con un reconocimiento adecuado y con unas políticas apropiadas. Por lo tanto, médicos y enfermeros, sacerdotes, consagrados y voluntarios, familiares y todos aquellos que se comprometen en el cuidado de los enfermos, participan en esta misión eclesial. Se trata de una responsabilidad compartida que enriquece el valor del servicio diario de cada uno.
7. A María, Madre de la ternura, queremos confiarle todos los enfermos en el cuerpo y en el espíritu, para que los sostenga en la esperanza. Le pedimos también que nos ayude a acoger a nuestros hermanos enfermos. La Iglesia sabe que necesita una gracia especial para estar a la altura de su servicio evangélico de atención a los enfermos. Por lo tanto, la oración a la Madre del Señor nos ve unidos en una súplica insistente, para que cada miembro de la Iglesia viva con amor la vocación al servicio de la vida y de la salud. La Virgen María interceda por esta XXVI Jornada Mundial del Enfermo, ayude a las personas enfermas a vivir su sufrimiento en comunión con el Señor Jesús y apoye a quienes cuidan de ellas. A todos, enfermos, agentes sanitarios y voluntarios, imparto de corazón la Bendición Apostólica.
Vaticano, 26 de noviembre de 2017.
Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo.
Francisco