sábado, 28 de septiembre de 2024

Diez peticiones del Papa para el Jubileo de 2025

 

Junto con su invitación a la esperanza en la bula de convocatoria del Jubileo Ordinario de 2025, el papa Francisco hace una serie de peticiones, que serían «signos de esperanza tangibles» para el mundo de hoy.

La paz

«Que el primer signo de esperanza se traduzca en paz para el mundo, el cual vuelve a encontrarse sumergido en la tragedia de la guerra. La humanidad, desmemoriada de los dramas del pasado, está sometida a una prueba nueva y difícil cuando ve a muchas poblaciones oprimidas por la brutalidad de la violencia. ¿Qué más les queda a estos pueblos que no hayan sufrido ya? ¿Cómo es posible que su grito desesperado de auxilio no impulse a los responsables de las Naciones a querer poner fin a los numerosos conflictos regionales, conscientes de las consecuencias que puedan derivarse a nivel mundial? ¿Es demasiado soñar que las armas callen y dejen de causar destrucción y muerte? Dejemos que el Jubileo nos recuerde que los que «trabajan por la paz» podrán ser «llamados hijos de Dios» (Mt 5,9). La exigencia de paz nos interpela a todos y urge que se lleven a cabo proyectos concretos. Que no falte el compromiso de la diplomacia por construir con valentía y creatividad espacios de negociación orientados a una paz duradera».

Aumento de la natalidad

«A causa de los ritmos frenéticos de la vida, de los temores ante el futuro, de la falta de garantías laborales y tutelas sociales adecuadas, de modelos sociales cuya agenda está dictada por la búsqueda de beneficios más que por el cuidado de las relaciones, se asiste en varios países a una preocupante disminución de la natalidad. Por el contrario, en otros contextos, «culpar al aumento de la población y no al consumismo extremo y selectivo de algunos es un modo de no enfrentar los problemas. Es urgente que, además del compromiso legislativo de los estados, haya un apoyo convencido por parte de las comunidades creyentes y de la comunidad civil tanto en su conjunto como en cada uno de sus miembros, porque el deseo de los jóvenes de engendrar nuevos hijos e hijas, como fruto de la fecundidad de su amor, da una perspectiva de futuro a toda sociedad y es un motivo de esperanza: porque depende de la esperanza y produce esperanza».   

Presos

«En el Año jubilar estamos llamados a ser signos tangibles de esperanza para tantos hermanos y hermanas que viven en condiciones de penuria. Pienso en los presos que, privados de la libertad, experimentan cada día —además de la dureza de la reclusión— el vacío afectivo, las restricciones impuestas y, en bastantes casos, la falta de respeto. Propongo a los gobiernos del mundo que en el Año del Jubileo se asuman iniciativas que devuelvan la esperanza; formas de amnistía o de condonación de la pena orientadas a ayudar a las personas para que recuperen la confianza en sí mismas y en la sociedad; itinerarios de reinserción en la comunidad a los que corresponda un compromiso concreto en la observancia de las leyes».  

Enfermos

«Que se ofrezcan signos de esperanza a los enfermos que están en sus casas o en los hospitales. Que sus sufrimientos puedan ser aliviados con la cercanía de las personas que los visitan y el afecto que reciben. Las obras de misericordia son igualmente obras de esperanza, que despiertan en los corazones sentimientos de gratitud. Que esa gratitud llegue también a todos los agentes sanitarios que, en condiciones no pocas veces difíciles, ejercitan su misión con cuidado solícito hacia las personas enfermas y más frágiles.

Que no falte una atención inclusiva hacia cuantos hallándose en condiciones de vida particularmente difíciles experimentan la propia debilidad, especialmente a los afectados por patologías o discapacidades que limitan notablemente la autonomía personal. Cuidar de ellos es un himno a la dignidad humana, un canto de esperanza que requiere acciones concertadas por toda la sociedad».

Jóvenes

«También necesitan signos de esperanza aquellos que en sí mismos la representan: los jóvenes. Ellos, lamentablemente, con frecuencia ven que sus sueños se derrumban. No podemos decepcionarlos; en su entusiasmo se fundamenta el porvenir. Es hermoso verlos liberar energías, por ejemplo cuando se entregan con tesón y se comprometen voluntariamente en las situaciones de catástrofe o de inestabilidad social. Sin embargo, resulta triste ver jóvenes sin esperanza. Por otra parte, cuando el futuro se vuelve incierto e impermeable a los sueños; cuando los estudios no ofrecen oportunidades y la falta de trabajo o de una ocupación suficientemente estable amenazan con destruir los deseos, entonceses inevitable que el presente se viva en la melancolía y el aburrimiento. La ilusión de las drogas, el riesgo de caer en la delincuencia y la búsqueda de lo efímero crean en ellos, más que en otros, confusión y oscurecen la belleza y el sentido de la vida, abatiéndolos en abismos oscuros e induciéndolos a cometer gestos autodestructivos. Por eso, que el Jubileo sea en la Iglesia una ocasión para estimularlos. Ocupémonos con ardor renovado de los jóvenes, los estudiantes, los novios, las nuevas generaciones. ¡Que haya cercanía a los jóvenes, que son la alegría y la esperanza de la Iglesia y del mundo!».

Migrantes

«No pueden faltar signos de esperanza hacia los migrantes, que abandonan su tierra en busca de una vida mejor para ellos y sus familias. Que sus esperanzas no se vean frustradas por prejuicios y cerrazones; que la acogida, que abre los brazos a cada uno en razón de su dignidad, vaya acompañada por la responsabilidad, para que a nadie se le niegue el derecho a construir un futuro mejor. Que a los numerosos exiliados, desplazados y refugiados, a quienes los conflictivos sucesos internacionales obligan a huir para evitar guerras, violencia y discriminaciones, se les garantice la seguridad, el acceso al trabajo y a la instrucción, instrumentos necesarios para su inserción en el nuevo contexto social

Que la comunidad cristiana esté siempre dispuesta a defender el derecho de los más débiles. Que generosamente abra de par en par sus acogedoras puertas, para que a nadie le falte nunca la esperanza de una vida mejor. Que resuene en nuestros corazones la Palabra del Señor que, en la parábola del juicio final, dijo: «estaba de paso, y me alojaron», porque «cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mt 25,35.40)».

Ancianos

«Signos de esperanza merecen los ancianos, que a menudo experimentan soledad y sentimientos de abandono. Valorar el tesoro que son, sus experiencias de vida, la sabiduría que tienen y el aporte que son capaces de ofrecer, es un compromiso para la comunidad cristiana y para la sociedad civil, llamadas a trabajar juntas por la alianza entre las generaciones.

Dirijo un recuerdo particular a los abuelos y a las abuelas, que representan la transmisión de la fe y la sabiduría de la vida a las generaciones más jóvenes. Que sean sostenidos por la gratitud de los hijos y el amor de los nietos, que encuentran en ellos arraigo, comprensión y aliento».

Pobres

«Imploro, de manera apremiante, esperanza para los millares de pobres, que carecen con frecuencia de lo necesario para vivir. Frente a la sucesión de oleadas de pobreza siempre nuevas, existe el riesgo de acostumbrarse y resignarse. Pero no podemos apartar la mirada de situaciones tan dramáticas, que hoy se constatan en todas partes y no sólo en determinadas zonas del mundo. Encontramos cada día personas pobres o empobrecidas que a veces pueden ser nuestros vecinos. A menudo no tienen una vivienda, ni la comida suficiente para cada jornada. Sufren la exclusión y la indiferencia de muchos. Es escandaloso que, en un mundo dotado de enormes recursos, destinados en gran parte a los armamentos, los pobres sean «la mayor parte […], miles de millones de personas. Hoy están presentes en los debates políticos y económicos internacionales, pero frecuentemente parece que sus problemas se plantean como un apéndice, como una cuestión que se añade casi por obligación o de manera periférica, si es que no se los considera un mero daño colateral. De hecho, a la hora de la actuación concreta, quedan frecuentemente en el último lugar». No lo olvidemos: los pobres, casi siempre, son víctimas, no culpables».

Fondo mundial contra el hambre

«Renuevo el llamamiento a fin de que con el dinero que se usa en armas y otros gastos militares, constituyamos un Fondo mundial, para acabar de una vez con el hambre y para el desarrollo de los países más pobres, de tal modo que sus habitantes no acudan a soluciones violentas o engañosas ni necesiten abandonar sus países para buscar una vida más digna»

Condonación de deuda

«Hay otra invitación apremiante que deseo dirigir en vista del Año jubilar; va dirigida a las naciones más ricas, para que reconozcan la gravedad de tantas decisiones tomadas y determinen condonar las deudas de los países que nunca podrán saldarlas».

EL EQUIPO DE PASTORAL DE LA SALUD EN LA PARROQUIA



Introducción

«Consideramos imprescindible en estos momentos la constitución de equipos de Pastoral de la salud en las parroquias, no para desresponsabilizar al resto de los cristianos, sino precisamente para sensibilizar sobre su responsabilidad a toda la comunidad parroquial, y para servir de cauce principal a su acción pastoral en el campo de la salud y de la enfermedad.

Por ello, el equipo de pastoral de la salud no actúa a título particular, sino en nombre de toda la comunidad parroquial. Su objetivo no es estimular la caridad individual de los cristianos hacia los enfermos, sino promover el servicio sanador como un hecho comunitario, es decir, como un compromiso real y efectivo de toda la parroquia. Su presencia activa en el Consejo Pastoral Parroquial y su actividad en el interior de la parroquia están orientadas a ayudar a toda la comunidad a vivir responsablemente el mandato sanador de Jesús y el servicio a los enfermos.» (Congreso Iglesia y Salud 1994)

1. Razón de ser del equipo de pastoral de la salud

La pastoral de la salud en la parroquia debe ser el cauce y la expresión de la caridad pastoral de la comunidad hacia los enfermos. El servicio evangelizador de los agentes de esta pastoral no es sino el instrumento concreto que impulsa, coordina y lleva a cabo la fraternidad y la solidaridad de toda la comunidad parroquial hacia los enfermos.

Los enfermos, miembros de la parroquia tienen múltiples necesidades y éstas piden que se les atienda desde diversos carismas o modalidades de servicio.

El equipo, como estructura pastoral, da estabilidad y continuidad a la pastoral parroquial y tiende a evitar las improvisaciones y la dispersión individualista. 

Lo que hacen los visitadores o agentes de pastoral de la salud, debe ser testimonio del amor fraterno no sólo de ellos, sino de toda la parroquia.

El equipo brinda también a sus miembros la oportunidad de una constante comunicación, enriquecimiento, sana crítica y puesta a punto.

Un equipo verdaderamente representativo es el medio más eficaz para facilitar la integración activa de los propios enfermos, según sus posibilidades, en la estructura parroquial. No se trata sólo de llevarles un servicio evangelizador, también recibimos ayuda y colaboración de ellos. "Los pobres y los enfermos nos evangelizan".

2. Creación del equipo

Hay que comenzar sensibilizando a la comunidad parroquial y presentar las cosas de manera seria y convincente, informar de lo que es la pastoral de la salud y pedir colaboraciones concretas y fáciles de realizar, sobre todo al comienzo.

Conectar con cristianos en los grupos de catequesis de adultos, entre los jóvenes de posconfirmación, entre mujeres que tengan tiempo disponible, entre jubilados que pueden realizar todavía un trabajo importante, entre religiosas que pueden encontrar un hueco para comprometerse en este campo.

Con un grupo dispuesto a formar el equipo, se pueden comenzar las primeras reuniones para establecer unos objetivos iniciales sencillos y concretos que, en la mayoría de los casos, serán de formación y acción.

Es útil conectar con la delegación diocesana de pastoral de la salud y pedir su colaboración para emprender la marcha.

3. Rasgos y características de los miembros del equipo

El equipo lo forman personas:

- Con buena predisposición -carisma- hacia los enfermos y con alguna experiencia en su trato.

- Con viva inquietud evangélica y con sentido de Iglesia. Con talante democrático y participativo.

- Con dotes de creatividad y deseos de formación. No basta la buena voluntad y la generosidad, es necesaria la formación cristiana: la misión de la Iglesia en nuestra sociedad, la visión cristiana de la enfermedad, la actitud de Jesús hacia los enfermos... y una formación específica en este campo de los enfermos, su mundo, su problemática, el trato y acompañamiento, el mundo sanitario y sus problemas e injusticias.

- Que alimentan su fe y su vida cristiana para no caer en el activismo como funcionarios sin vida interior. Deben ser personas que recen, que celebren en comunidad y compartan sus vivencias, que puedan contagiar. Todo lo que llamamos "animación cristiana".

Personas que se comprometen a:

- Compartir con otros la misión de asistir a los enfermos en el nombre de Jesús y de la comunidad parroquial, sensibilizándose y sensibilizando a los demás.

- Formarse

- Aceptar cada uno las responsabilidades que le correspondan y ayudar a los del grupo en las diversas tareas.

- Estudiar y promover cuantas actividades vengan exigidas por las necesidades de los enfermos.

- Hacer presente a la parroquia ante los enfermos y servir de vehículo de integración de los mismos en ella.

- Colaborar con los restantes equipos parroquiales en aquellas tareas que sean comunes (Cáritas, Liturgia, Catequesis….).

- Trabajar en grupo con su animador y en contacto con los equipos de pastoral de la salud de otras parroquias (arciprestazgo, vicaría, diócesis) y con las personas y organismos civiles que trabajan a favor de los enfermos y la sanidad.

4. Riesgos que hay que evitar

— Que el equipo se convierta en un gueto dentro de la parroquia.

— La improvisación, dispersión o ambiciones excesivas al planificar los primeros objetivos.

— Falta de realismo, análisis insuficiente de la realidad concreta, de la situación y de las necesidades de los enfermos a los que puede ayudar la parroquia.

— Descuidar los aspectos de convivencia, colaboración y ambiente de pequeña comunidad cristiana que deben formar los miembros del equipo.

— Convertirse en un equipo amorfo, pasivo, sin un animador - responsable que convoque y que estimule y fortalezca las relaciones de los miembros, creando un clima de convivencia e intercambio de inquietudes y sugerencias.

— No cuidar a sus miembros en sus limitaciones y cansancios, decepciones o fatigas.

5. Tareas del equipo

Y ¿qué ha de hacer el equipo de pastoral de la salud en la parroquia? ¿Cuál es su tarea? Esta es la pregunta de muchos equipos que desean trabajar, pero que no aciertan a superar cierta inercia o rutina en su labor. Señalamos alguna. Esto no quiere decir que haya que hacerlo todo y desde ahora. Pero conviene ver con amplitud nuestro quehacer, no para desanimarnos, sino pa­ra estimularnos.

1.ª Conocer a los enfermos

Antes que nada, hemos de conocer los enfermos que hay dentro de la demar­cación parroquial. Luego veremos si hemos de hacer algo o no. Pero lo primero es conocer la realidad.

En primer lugar, hemos de conocer aquellos enfermos que están en sus lugares de manera permanente: enfermos crónicos, minusválidos físicos, sensoriales, psíqui­cos; disminuidos por accidente, paralíticos cerebrales, etc. Y también ese sector cada vez mayor de ancianos enfermos, deteriorados, disminuidos que viven encerrados en sus casas.

Hemos de conocer también los enfermos aquejados por una enfermedad tran­sitoria y que son trasladados a un centro sanitario. Conocer el Centro en el que están internados o su domicilio cuando están convalecientes. No hemos de olvidar aquellos enfermos que están internados de manera permanente (psiquiátrico, residencia de ancianos, etc.).

No se trata de conocer sólo a los enfermos más cercanos a la parroquia, los practicantes, los conocidos, sino a todos los que sufren enfermedad o desvalimien­to, sean creyentes o increyentes.

Es importante conocer las necesidades o los problemas más urgentes de estos enfermos. Con frecuencia, a la enfermedad se unen otros problemas de carácter económico, familiar o personal. Naturalmente tenemos que conocer bien, sobre to­do, a los enfermos más olvidados, más necesitados, más abandonados o marginados, los que están más solos, los que no tienen prácticamente a nadie.

Es también conveniente conocer de cerca las residencias de ancianos, clínicas, dispensarios, etc., que puede haber dentro de la demarcación parroquial.

Así pues, la primera condición para actuar es conocer bien la realidad de los enfermos en la parroquia. Un equipo de pastoral de la salud bien informado y buen conocedor de la realidad es un equipo que puede luego dar pasos importantes.

Pero todo esto requiere un trabajo y una organización. Señalamos tres sugerencias: a) el ir creando dentro de la parroquia una red de colaboradores o enlaces que os pueden mantener informados (por bloques, barrios, portales, etc.); b) el ir elaborando poco a poco un sencillo fichero con los enfermos crónicos de la parroquia; c) el cuidar la relación con los centros sanitarios para conocer la situación de los internados.

2.ª Acercarse a los enfermos

El primer gesto de la comunidad parroquial ha de ser acercarse a estos enfer­mos y, de manera particular, a los más olvidados y necesitados. Los agentes de pastoral de la salud son los que aseguran esta cercanía al enfermo. Se trata de acercar la comunidad parroquial al enfermo y acercar el enfermo creyente a la comunidad parroquial.

Esta cercanía ha de ser una presencia amistosa, discreta, respetuosa. Que el enfermo sepa que no está olvidado. A veces puede suceder que lo más convenien­te sea, no que los agentes de pastoral de la salud le visiten directamente, sino que se preocupen de que las personas más cercanas o amigas lo visiten y no lo abandonen.

Acercarse a los enfermos significa visitarlos cuando están internados en un Centro, cuando están convalecientes en su casa; o cuando viven permanentemente en su domicilio su enfermedad crónica. Pero significa también hacerles llegar nuestra pre­sencia de comunidad parroquial enviándoles nuestro saludo, llamando por teléfo­no, enviando alguna carta. No olvidarlos, sobre todo, a los que sabemos que es­tán solos, desmoralizados, deprimidos, etc.

Por otra parte, hay que acercar a la comunidad parroquial hacia el enfermo creyente, recordarlos en la eucaristía de la comunidad, llevarles la comunión los domingos (puede ser una tarea de los visitadores de enfermos), ayudarles a estar presentes en la parroquia en días señalados (Pascua, Pentecostés, Día del Enfer­mo). No hemos de olvidar la posibilidad de celebrar periódicamente la Unción de los enfermos.

3.ª Servir a los enfermos

Aquí no hay reglas. La pastoral de la salud ha de estar muy atenta a cualquier necesidad de los enfermos sean crónicos, sean temporales, estén en un centro sani­tario o residan en su casa.

A veces, junto a los problemas que trae consigo la enfermedad, se añaden otros problemas: necesidades materiales y económicas; personas que necesitan orien­tación y asesoramiento porque no saben moverse en ese mundo de la medicina; enfermos que necesitan ayuda para sus desplazamientos o compañía para acudir a las consultas; gentes que no saben defender sus derechos y será necesario po­nerles en comunicación con la asistente social de Cáritas, etc.

Otras veces son problemas morales: estados depresivos; desaliento y desmo­ralización; abandono por parte de la familia; soledad (no tener a nadie que pueda pasar la noche con ellos); no tener a nadie para conversar o salir a pasear, etc.

Otras veces, puede haber una necesidad espiritual: la presencia de un sacerdote o de alguien que le ayude a afrontar su enfermedad, el diagnóstico pesimista o la proximidad de la muerte.

El equipo de pastoral de la salud parroquial debe estar atento, ser sensible a toda esta problemática, reunirse para ver qué se puede hacer, sobre todo, ante los enfermos más desvalidos y necesitados. Aprender, poco a poco, con la experiencia a estar cerca de estos enfermos en una actitud de servicio totalmente desin­teresado.

4.ª Ayudar a las familias

A veces es la familia del enfermo la que necesita una presencia y una ayuda, más que el enfermo mismo. Pensemos en esas familias agobiadas y agotadas por la tensión y el dolor al ver que se prolonga la enfermedad de alguno de sus seres queridos, sabiendo que no tiene remedio. Pensemos en esas familias con enfermos crónicos, con hijos minusválidos, con padres que se llevan años en cama.

Muchas veces el acercamiento de los visitadores de enfermos ha de ser a la familia. Ofrecer discretamente ayuda. Si hay necesidades económicas, relacionar­se con Cáritas. Ofrecer ayuda para que puedan descansar también ellos, para que se puedan desahogar.

Muchas veces, lo más indicado no es que nos acerquemos nosotros directamente a esa familia que, tal vez, ni nos conoce. Lo importante será que nosotros hagamos que otras personas más cercanas y allegadas (vecinos, conocidos, compañeros, amigos) se acerquen y puedan ayudarles.

5.ª Sensibilizar a la comunidad parroquial

Una de las tareas importantes de lo pastoral de la salud es sensibilizar a la co­munidad parroquial  de cara a los enfermos. Preocuparse de que la parroquia no olvide a estos hombres y mujeres que sufren la enfermedad.

El equipo de pastoral de la salud ha de preocuparse de llevar esta sensibilidad a la liturgia parroquial (que se ore por los enfermos, que se les lleve la Eucaristía, que se les recuerde en la predicación, que se celebre la Unción de Enfermos, etc.).

Ha de llevar también esta sensibilidad al campo de la catequesis y educación de la fe (que los niños oigan hablar de los enfermos, que los jóvenes de confirma­ción se sensibilicen ante estos problemas, que visiten alguna residencia).

El equipo de pastoral de la salud ha de cuidar de manera especial la celebración del Día del Enfermo, la celebración de la Unción, el Día de la Parroquia, etc. Pueden ser fechas importantes para sensibilizar a toda la parroquia.

Naturalmente todo esto requiere que el equipo de pastoral de la salud parroquial tome parte en la Junta o Consejo Pastoral parroquial para recordar el tema de los enfermos, y que estén en contacto con los sacerdotes, la comisión de litur­gia, la de catequesis, la de juventud, etc.

Esta tarea de sensibilización no ha de reducirse al interior de la comunidad pa­rroquial. La pastoral de la salud ha de colaborar también en sensibilizar a la sociedad (defensa de los derechos de los enfermos, campañas de promoción de donan­tes de sangre y donantes de órganos, campañas por mejorar los servicios y la es­tructura de la vida social a las condiciones de los minusválidos, etc.). Son muchos las iniciativas posibles (mesas redondas, gestiones ante el ayuntamiento, etc.).

6.ªCoordinar la Pastoral de la Salud

La Pastoral de la salud parroquial ha de servir de encuentro, comunicación y coordinación de las personas y grupos cristianos que, dentro del ámbito de la parroquia, se interesan por promover acciones de servicio y asistencia al enfermo.

A veces, dentro de la parroquia, solamente existe el grupo de Pastoral de la Salud. Pero, otras veces, puede haber otras realidades: alguna residencia o centro sanitario donde hay una comunidad religiosa sanitaria, la Hospitalidad de Lourdes, miembros de la Fraternidad Cristiana de enfermos...

La Pastoral de la salud debe ayudar a aunar fuerzas, sin trabajar de manera dispersa y aislada, cada uno por su cuenta y sin relacionarse con los demás. No se trata de ahogar actividades de otros o monopolizar la atención a los enfermos. Hay que respetar la autonomía y peculiaridad de cada servicio o institución. Lo importante es mantener buena relación y colaborar juntos para responder mejor a los necesidades de los enfermos.

Presentamos un amplio elenco de tareas. No quiere decir que haya que hacerlo todo y desde ahora. Conviene, sin embargo, ver con amplitud nuestro quehacer, no para desanimamos, sino para estimulamos.

1.º La formación

El equipo tiene un importante cometido: facilitar a sus miembros la formación que les ayude a madurar personalmente, a conocer mejor el mundo del enfermo, y a capacitarse y perfeccionarse para desempeñar eficazmente su misión.

La formación ha de ayudar al agente de pastoral de la salud a conocer en profundidad el mundo interior del enfermo, sus vivencias, comportamientos y necesidades de todo tipo, especialmente las espirituales. Ha de capacitarle para la relación pastoral de ayuda; para saber discernir con el enfermo la presencia del Señor que actúa en toda situación humana; y para poder iluminar, desde una relectura vital de las fuentes bíblicas y de los temas teológicos, los interrogantes que se plantea cada enfermo. Ha de cultivar actitudes tales como el respeto profundo al otro, la disponibilidad, la comprensión, la conciencia de sus dones y de sus limitaciones, la capacidad de establecer una relación de persona a persona, la flexibilidad, la discreción, la disposición para la colaboración y el trabajo en equipo.

La formación ha de ser activa, implicativa y participada. No puede consistir en una mera instrucción teórica. Ha de ser, por otra parte, gradual y personalizada. La formación ha de partir de la vida. El agente ha de ir modificando su mirada, su juicio y sus actitudes a la luz del Evangelio y desde el contacto con el enfermo.

El medio habitual para la formación será el estudio, la reflexión personal y las reuniones del equipo. Pero será muy enriquecedor asistir a jornadas y encuentros de pastoral de la salud. Y sería muy provechoso para el grupo, que alguno de sus miembros se prepare asistiendo a cursos de formación.

Conviene programar cada curso los temas de formación que se van a tratar en las reuniones, seleccionar los materiales para cada tema, fijar el calendario y el horario de las reuniones, elegir a los responsables de prepararlas, revisar su funcionamiento.

Pregunta: Teniendo en cuenta las necesidades formativas de los que forman el equipo y las posibilidades de formación con las que contamos, ¿qué paso deberíamos dar para mejorar este aspecto de nuestro equipo?

2.º La oración comunitaria, como encuentro en común con el Señor.

Esta oración en común se lleva a cabo de diversas formas y en diversos tiempos y lugares; en concreto, oración comunitaria:

• es la que se realiza en cada reunión del equipo;

• son las celebraciones litúrgicas del equipo (eucaristías, celebraciones penitenciales, rezo de las horas...) normalmente más espaciadas;

• es la oración en común más prolongada en los retiros o encuentros de oración que el equipo tiene a lo largo del año.

Pregunta: Siendo realistas y teniendo en cuenta la vida del equipo y su práctica oracional, ¿qué paso deberíamos dar para mejorar este aspecto de nuestro equipo?

3.º La asistencia habitual a las reuniones del equipo

Este será uno de los signos más palpables de que el equipo es algo que ha entrado en la vida de sus miembros. Cada uno acude a aportar lo mejor de su persona, a compartir su vida, su fe, su compromiso con los enfermos. Así, cada reunión supondrá una renovación, una ayuda y un empuje a desarrollar la misión con un talante nuevo.

Pregunta: ¿Hay problemas de asistencia a la reunión del equipo? ¿Hay algunos que van por «libre»? ¿Hay gente que no asiste a las reuniones? ¿Por qué?

4.º El apoyo fraterno

El apoyo fraterno es uno de los medios más característicos de la comunidad para su maduración cristiana. En efecto, la comunidad proporciona a sus miembros la firmeza y la garantía en la fidelidad al seguimiento de Jesús y en el desarrollo de los carismas de cada uno, en su misión.

El apoyo fraterno contribuye a un conocimiento y estima mutuos desde la fe, a saber compartir ideas y experiencias agradables y dolorosas, a aceptar a las personas con toda diversidad de opiniones y vivencias.

El apoyo fraterno favorece y afianza la estabilidad en la amistad cristiana, la maduración permanente en la fe y garantiza la duración prácticamente ilimitada del equipo.

El apoyo fraterno es, en fin, ese respaldo que la comunidad cristiana ofrece a cada uno de sus miembros para la maduración de su personalidad cristiana.

Pregunta: En un papel anónimo pongo el aspecto en el que yo quiero ser apoyado por el grupo en este curso. Sólo uno. Y puesta en común. Si el equipo tiene la confianza suficiente se puede hacer de viva voz y en público firmado el papel.

5.º La distribución de tareas

Para que un equipo de pastoral de la salud funcione y pueda desempeñar su misión en la parroquia hay que comprometer al mayor número posible de miembros, distribuir entre ellos las tareas en función de sus aptitudes y del tiempo de que dispone y apoyarles en su realización.

Pregunta: ¿Qué medios podíamos utilizar para desarrollar fraternal y cristianamente el ejercicio de la corrección sin sentirnos juzgados, ni excluidos, despreciados, de tal manera que no suponga trauma o ruptura?

6.º Las crisis

La mayoría de los equipos a lo largo de su caminar viven períodos de prosperidad y períodos de crisis, períodos de vitalidad y períodos de desaliento. Hay equipos que comenzaron muy bien, comienzan a dar signos de fatiga. Hay miembros que dejan de asistir a las reuniones. A veces el equipo no se acierta con el ritmo de las reuniones. Los personalismos de algunos miembros dificultan el clima, la convivencia y la marcha del equipo, etc.

Estas situaciones hacen necesaria la revisión de lo que ocurre, la búsqueda entre todos de una salida. Y también la corrección fraterna, interpersonal y aún comunitaria, cuando se juzgue necesario; corrección aceptada como un don del Señor Jesús, que mejora la calidad de vida y testimonio cristiano de la comunidad.

Preguntas: ¿Habéis vivido en el equipo algún momento difícil? ¿Cómo lo habéis superado? ¿Qué medios podíamos utilizar para desarrollar fraternal y cristianamente el ejercicio de la corrección sin sentirnos juzgados, ni excluidos, despreciados, de tal manera que no suponga trauma o ruptura?

7.º La conciencia de pertenencia a la comunidad parroquial y diocesana.

El equipo de pastoral de la salud está al servicio mediador de la comunidad parroquial y diocesana. Es el puente entre los miembros sanos y miembros enfermos de la comunidad parroquial. El equipo es un conjunto de cristianos en el seno de la parroquia, que la sienten, viven y asumen toda actividad como cosa suya. El equipo de pastoral de la salud se siente llamado a revitalizar el tejido comunitario parroquial, de modo que ésta llegue a ser «comunidad de comunidades»: Para ello, los miembros participan del Consejo de Pastoral de la parroquia, se preocupan de que nuevos miembros entren en el equipo, están abiertos a cualquier miembro de la parroquia que quiera compartir su existencia o quiera de sus servicios, colaboran y se sienten corresponsables con las actividades que otros grupos suscitan en la parroquia y en la diócesis.

Pregunta: ¿Qué actividades de parroquia y de la pastoral de la salud diocesana vamos a apoyar con especial énfasis como equipo de la salud?

Textos del Magisterio

«Jesús dedica una parte importante de su tiempo a ser educador y animador de agentes de pastoral. Elige un grupo de colaboradores (Mat. 10,1-4; Mc. 3,13-19). Da preferencia en su trabajo a la formación del mismo, siguiendo como educador su proceso paso a paso: en el grupo cada uno manifiesta su manera de ser (Mc. 8,32), su proceso de adaptación al mismo, sus intereses y egoísmos (Mc. 10,37), sus experiencias. Jesús los lleva con él y hablan de lo que han vivido (Mc. 1,17); confronta sus intereses con los del Reino de Dios (Lc. 22,2430); manifiesta su disconformidad con ciertas maneras de pensar de algunos del grupo (Mat. 20,26-28; Mc. 9,35); les envía a encontrarse con las personas y posteriormente revisan su actuación (Mc. 6,30; Lc. 9,9-10); les anima ante los fracasos (Mat. 5,11-12); les ayuda a vivir la realidad hecha de contradicción y de momentos difíciles, por fidelidad al Reino de Dios. Comisión Episcopal de Pastoral. La asistencia religiosa en el hospital. Nº 37.

 

Sugerencias para trabajar el tema

1. ¿Ves necesario el equipo de pastoral de la salud en la parroquia?

2. Si no hay equipo, y lo ves necesario, ¿qué pasos dar para ponerlo en marcha?

3. ¿Cuáles son las principales actividades del equipo en la parroquia?

4. ¿Programa y evalúa cada año unos objetivos y actividades?

5. ¿Cómo es relación del equipo con los demás sectores la parroquia? ¿Cómo mejorarla?

6. ¿Está en contacto con los equipos de pastoral de la salud del arciprestazgo y de la diócesis?

7. ¿Cómo se da a conocer al pueblo, barrio… su existencia y los servicios que ofrece? ¿Qué relación mantiene con el centro de salud, residencias de mayores, asociaciones de enfermos o de familiares de enfermos?

 

Oración por mi equipo

 

Señor, te pido por mi equipo.

Para que nos conozcamos siempre mejor

en nuestras aspiraciones

y nos comprendamos más en nuestras limitaciones.

Para que cada uno de nosotros

sienta y viva las necesidades del otro.

Para que nadie permanezca ajeno

a los momentos de cansancio y desánimo del otro.

Para que nuestras discusiones no nos dividan,

sino que nos unan en la búsqueda de la verdad y del bien.

Para que cada uno de nosotros,

al construir la propia vida, no impida al otro vivir la suya.

Para que nuestras diferencias

no excluyan a nadie de la fraternidad, más nos lleven a buscar

la riqueza de la unidad.

Para que miremos a cada uno, Señor, con tus ojos

y nos amemos con tu corazón.

Para que nuestro equipo no se cierre en sí mismo,

sino que esté disponible, abierto y sensible

a los deseos de los demás.

Para que, al final de todos los caminos,

más allá de todas las búsquedas,

al final de cada discusión

y después de cada encuentro,

nunca haya vencidos ni vencedores,

sino solamente hermanos.

Y habrá comenzado el camino

que termina en el Cielo. Amén.

 

ORACIÓN

Gracias, Señor, por habernos llamado a servir gratuitamente,

a dar mi tiempo, mis energías y mi amor a quienes sufren.

Aquí estamos, Señor, envíanos.

Dispón nuestra mente y nuestro corazón

a escuchar sin prejuicios,

a servir hasta las últimas consecuencias.

Envíanos, Señor,

a pesar de que también somos débiles;

así comprenderemos que eres tú nuestra fuerza,

y mis hermanos descubrirán tu rostro

en nuestra presencia discreta.

Envíanos, Señor,

y así comprenderemos

que la mayor felicidad está en servirte.

Amén.

BIBLIOGRAFÍA

Bureau de pastoral de enfermos de Bruselas, Los equipos de pastoral de enfermos, Obispado de Bilbao, 1985.

Labor Hospitalaria Nº 259 (2001), Pastoral de la Salud en la Parroquia.