Salud y sabiduría del corazón
“Otra mirada es posible con
un corazón nuevo”
· La Pascua
del Enfermo (VI Domingo de Pascua) es el final de un itinerario que se inicia
el 11 de febrero, Jornada Mundial del Enfermo.
· La
Campaña se centra en la recuperación de una mirada contemplativa hacia la
persona doliente bajo el lema “otra
mirada es posible con un corazón nuevo”, invitación que nos hace el Papa a
través del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud.
· La
Iglesia española se acerca tradicionalmente en este domingo, en el seno de sus
comunidades parroquiales, al mundo de los enfermos, sus familias y los
profesionales sanitarios, así como mostrando el rostro de Cristo curando y
acompañándoles.
· La importancia de los símbolos en las
celebraciones: el tema propuesto nos llama a resaltar
varios posibles signos (también presentes en la Palabra): el Cirio pascual como
luz de Cristo para nuestros ojos y nuestro corazón; la mirada de Dios y de
Cristo, como lugar donde arranca el encuentro con él y la acción evangelizadora;
el corazón de Jesús, como espiritualidad de la compasión de Dios hacia el que
sufre; o la imagen de algún consagrado/a vocacionalmente servidor de los
enfermos; haciéndolos presentes en los momentos litúrgicos o celebraciones
principales.
· También se puede y debe usar:
· Cartel
de la Campaña.
· Subsidios
litúrgicos,
· Signos
propuestos.
Monición
de entrada
En este VI domingo de Pascua la Iglesia española celebra
la Pascua del enfermo.
El tema de este año es “Salud y sabiduría del corazón”,
que remite a la recuperación de la mirada hacia la persona que sufre y la
necesidad del compromiso de la fe viviendo las actitudes compasivas del corazón
del Padre y del mismo Cristo con los enfermos.
El salmista nos ayudará a descubrir las maravillas que
sigue actuando el Señor cada día en tantas personas. En especial cuando
contemplamos al Dios Amor y cómo –amándonos- transforma nuestro corazón con una
sabiduría compasiva que nos hace capaces de ver quién está sufriendo a nuestro
lado y comprometernos con su mismo amor y su mismo corazón.
(Acogemos también en esta celebración a los hermanos que
van a recibir el Sacramento de la Unción).
Con alegría y gozo, iniciamos esta celebración.
Oración de los Fieles: (puede escogerse alguna de las preces
propuestas o todas)
Invocamos
a Dios nuestro Padre, que resucitó a Jesucristo después de dar la vida por sus
amigos, y le presentamos nuestras intenciones y las de todo el mundo.
R. Danos,
Señor, la sabiduría del corazón.
—
Por la Iglesia: para que todas las
personas puedan experimentar en ella la fuerza del corazón misericordioso y
acogedor del Padre. Oremos.
—
Por nuestro mundo, marcado por el
sufrimiento en sus distintas formas, para que Tú, Padre, lo transformes y
pongas en su corazón la sabiduría y el Amor de tu Hijo Jesús. Oremos.
—
Por nuestros hermanos enfermos: para que, experimentando el misterio de la
cruz, sientan también la presencia cercana y fortalecedora del Resucitado.
Oremos.
—
Por las familias, los profesionales
sanitarios, los voluntarios y todos aquellos que atienden y cuidan al enferm,
tantas veces preciosos iconos de la sabiduría de Dios al lado del que sufre,
para que su ejemplo sea luz para todos. Oremos.
—
Por todos los religiosos y religiosas
consagrados al servicio de los enfermos y pobres: para que sean imagen de la
solicitud de Cristo por los hermanos que nos necesiten. Oremos.
—
Por nuestra comunidad cristiana: para que tenga siempre unos ojos atentos y
un corazón sensible a las necesidades de quien sufre, y se convierta en
encarnación de tu Corazón misericordioso. Oremos.
Escucha, Padre, nuestra oración y danos un
corazón compasivo para que nos mostremos siempre más atentos a las necesidades
de nuestros hermanos que sufren. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Sugerencias para la
Homilía
1. Las lecturas del día
Hch. 10,25-26.34-35.44-48: El don del Espíritu Santo se ha derramado también sobre los gentiles.
El interrogante que se le plantea a los
apóstoles: ¿a través de quién actúa el Espíritu? sigue siendo
una cuestión actual. Pedro nos dice “Dios
no hace distinciones”, y el Papa en el Mensaje del 11 de febrero nos
advertía la tentación de juzgar al enfermo.
En
el ámbito sanitario y en tantas familias con algún miembro enfermo se hace vida
lo manifestado por Pedro: el Espíritu del Señor Resucitado, su misericordia y
su estilo de cercanía, cariño y entrega a los que sufren no es patrimonio único
de los creyentes. Tantas personas (familias, profesionales, voluntarios,
amigos), sin ser creyentes, “practican la justicia” y el amor con sus hermanos
enfermos continuando la obra de Cristo.
Ya
nos advertía el Concilio Vaticano II: en ellos están “semillas de Evangelio” (AG,11). Demos gracias a Dios también por
todo ello.
Sal. 97,1.2-3ab.3cd-4: El
Señor revela a las naciones su salvación. El salmista nos invita a descubrir las
maravillas que el Señor ha hecho y a saltar de alegría.
En
la experiencia de la enfermedad es común la oración de petición, pero mucho
menos lo es la de Acción de gracias. Hagamos descubrir a los creyentes también
esta dimensión, a poner en nuestros ojos una mirada agradecida y expresémoslo
en el marco apropiado de la Eucaristía.
1 Jn. 4,7-10: Dios es
Amor. En este
conocidísimo y precioso texto se nos llama a una mirada contemplativa para descubrir
el Amor de Dios sobre nosotros.
Es cierto que la experiencia de la
enfermedad a veces nos hace poner en duda nuestra concepción de ese amor, pero
Cuál es el lugar de un padre, ¿curar en lugar del médico o acompañar amorosa y
apasionadamente en el proceso?
Jn
15,9-17: Nadie tiene amor más grande que
el que da la vida por sus amigos. Tenemos presentes aquí las palabras de los obispos españoles
para esta Jornada 2015: “este
mandato se sigue realizando plenamente hoy en muchos familiares que aman y dan
su vida y salud por servir a su ser querido que está enfermo. Deseamos valorar
y agradecer ese enorme testimonio de amor que no sólo le alcanza a él sino que
es semilla de Evangelio para todos los que lo contemplan. En esta perspectiva de
testimonio de entrega también queremos resaltar el servicio que ofrecen tantas
órdenes religiosas que se dedican al cuidado de los enfermos y la promoción de
la salud
. Concretamente este pasado año 2014 hemos asistido
a la muerte de varios religiosos y religiosas que han dado la vida por cuidar y
curar a los enfermos de Ébola. En el año dedicado
a la Vida consagrada vaya desde aquí nuestra gratitud y reconocimiento” (Mensaje de los obispos, Pascua del Enfermo 2015, n.
5-6).
Sin
olvidar las palabras que el Señor nos dirige a nosotros: “yo os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y
vuestro fruto dure”.
2.
Del Mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo,
11 febrero 2015:
·
La sabiduría es una
actitud infundida por el Espíritu Santo
en la mente y en el corazón de quien sabe abrirse al sufrimiento de los
hermanos y reconoce en ellos la imagen de Dios.
·
Sabiduría del corazón es servir
al hermano. Cuántos
cristianos dan testimonio también hoy, no con las palabras, sino con su vida
radicada en una fe genuina, y son «ojos del ciego» y «del cojo los pies».
Personas que están junto a los enfermos
que tienen necesidad de una asistencia continuada, de una ayuda para
lavarse, para vestirse, para alimentarse. Este servicio, especialmente cuando
se prolonga en el tiempo, se puede volver fatigoso y pesado. Es relativamente
fácil servir por algunos días, pero es difícil cuidar de una persona durante
meses o incluso durante años, incluso cuando ella ya no es capaz de agradecer.
Y, sin embargo, ¡qué gran camino de santificación es éste! En esos momentos se
puede contar de modo particular con la cercanía del Señor, y se es también un
apoyo especial para la misión de la Iglesia.
·
Sabiduría del corazón es estar
con el hermano. El tiempo
que se pasa junto al enfermo es un tiempo santo. Es alabanza a Dios, que nos
conforma a la imagen de su Hijo, el cual «no ha venido para ser servido, sino
para servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mt 20,28).
·
Sabiduría del corazón es salir
de sí hacia el hermano. A veces nuestro mundo olvida el valor especial del tiempo empleado
junto a la cama del enfermo, porque estamos apremiados por la prisa, por el
frenesí del hacer, del producir, y nos olvidamos de la dimensión de la
gratuidad, del ocuparse, del hacerse cargo del otro.
·
Sabiduría
del corazón es ser solidarios con el hermano sin juzgarlo.
La caridad tiene necesidad de tiempo. Tiempo para curar a los enfermos y tiempo
para visitarles. Tiempo para estar junto a ellos, como hicieron los amigos de
Job: «Luego se sentaron en el suelo junto a él, durante siete días y siete
noches. Y ninguno le dijo una palabra, porque veían que el dolor era muy
grande» (Jb 2,13). Pero los amigos de
Job escondían dentro de sí un juicio negativo sobre él: pensaban que su
desventura era el castigo de Dios por una culpa suya. La caridad verdadera, en
cambio, es participación que no juzga, que no pretende convertir al otro; es
libre de aquella falsa humildad que en el fondo busca la aprobación y se
complace del bien hecho.
Oración
Señor, en mi vida me pregunto
muchas veces cómo actuarías Tú.
Te veo junto a los enfermos, cómo les ayudas,
y cómo afrontas Tú el sufrimiento.
¡Cuánto me falta para parecerme a Ti!
Dame tu Espíritu, Señor.
Dame un corazón misericordioso como el tuyo.
Llénalo de esperanza cuando estoy enfermo
o cuando acompaño a quien lo está.
Ilumina mi mirada
para acercarme a los enfermos y sus familias
descubriendo sus necesidades,
pero también sus riquezas y recursos.
Y tú, María, que guardabas
todos los misterios de la vida en el corazón,
haz que yo guarde en el mío las preciosas
–y a veces dolorosas-
experiencias compartidas en medio del dolor,
y las transforme e
No hay comentarios:
Publicar un comentario