Introducción
«Consideramos imprescindible en estos momentos la constitución de
equipos de Pastoral de la salud en las parroquias, no para desresponsabilizar
al resto de los cristianos, sino precisamente para sensibilizar sobre su
responsabilidad a toda la comunidad parroquial, y para servir de cauce
principal a su acción pastoral en el campo de la salud y de la enfermedad.
Por ello, el equipo de pastoral de la salud no actúa a título particular, sino en nombre de toda la comunidad parroquial. Su objetivo no es estimular la caridad individual de los cristianos hacia los enfermos, sino promover el servicio sanador como un hecho comunitario, es decir, como un compromiso real y efectivo de toda la parroquia. Su presencia activa en el Consejo Pastoral Parroquial y su actividad en el interior de la parroquia están orientadas a ayudar a toda la comunidad a vivir responsablemente el mandato sanador de Jesús y el servicio a los enfermos.» (Congreso Iglesia y Salud 1994)
1.
Razón de ser del equipo de pastoral de la salud
La pastoral de la salud en la parroquia debe ser
el cauce y la expresión de la caridad pastoral de la comunidad hacia los
enfermos. El servicio evangelizador de los agentes de esta pastoral no es sino
el instrumento concreto que impulsa, coordina y lleva a cabo la fraternidad y
la solidaridad de toda la comunidad parroquial hacia los enfermos.
Los enfermos, miembros de la parroquia tienen
múltiples necesidades y éstas piden que se les atienda desde diversos carismas
o modalidades de servicio.
El equipo, como estructura pastoral, da estabilidad y continuidad a la pastoral parroquial y tiende a evitar las improvisaciones y la dispersión individualista.
Lo que hacen los visitadores o agentes de
pastoral de la salud, debe ser testimonio del amor fraterno no sólo de ellos,
sino de toda la parroquia.
El equipo brinda también a sus miembros la
oportunidad de una constante comunicación, enriquecimiento, sana crítica y
puesta a punto.
Un equipo verdaderamente representativo es el medio más eficaz para facilitar la integración activa de los propios enfermos, según sus posibilidades, en la estructura parroquial. No se trata sólo de llevarles un servicio evangelizador, también recibimos ayuda y colaboración de ellos. "Los pobres y los enfermos nos evangelizan".
2.
Creación del equipo
Hay que comenzar sensibilizando a la comunidad
parroquial y presentar las cosas de manera seria y convincente, informar de lo
que es la pastoral de la salud y pedir colaboraciones concretas y fáciles de
realizar, sobre todo al comienzo.
Conectar con cristianos en los grupos de
catequesis de adultos, entre los jóvenes de posconfirmación, entre mujeres que
tengan tiempo disponible, entre jubilados que pueden realizar todavía un
trabajo importante, entre religiosas que pueden encontrar un hueco para
comprometerse en este campo.
Con un grupo dispuesto a formar el equipo, se
pueden comenzar las primeras reuniones para establecer unos objetivos iniciales
sencillos y concretos que, en la mayoría de los casos, serán de formación y
acción.
Es útil conectar con la delegación diocesana de pastoral de la salud y pedir su colaboración para emprender la marcha.
3.
Rasgos y características de los miembros del equipo
El equipo lo forman personas:
- Con buena predisposición -carisma- hacia los
enfermos y con alguna experiencia en su trato.
- Con viva inquietud evangélica y con sentido de
Iglesia. Con talante democrático y participativo.
- Con dotes de creatividad y deseos de formación.
No basta la buena voluntad y la generosidad, es necesaria la formación
cristiana: la misión de la Iglesia en nuestra sociedad, la visión cristiana de
la enfermedad, la actitud de Jesús hacia los enfermos... y una formación
específica en este campo de los enfermos, su mundo, su problemática, el trato y
acompañamiento, el mundo sanitario y sus problemas e injusticias.
- Que alimentan su fe y su vida cristiana para no caer en el activismo como funcionarios sin vida interior. Deben ser personas que recen, que celebren en comunidad y compartan sus vivencias, que puedan contagiar. Todo lo que llamamos "animación cristiana".
Personas que se
comprometen a:
- Compartir con otros la misión de asistir a los
enfermos en el nombre de Jesús y de la comunidad parroquial, sensibilizándose y
sensibilizando a los demás.
- Formarse
- Aceptar cada uno las responsabilidades que le
correspondan y ayudar a los del grupo en las diversas tareas.
- Estudiar y promover cuantas actividades vengan
exigidas por las necesidades de los enfermos.
- Hacer presente a la parroquia ante los enfermos
y servir de vehículo de integración de los mismos en ella.
- Colaborar con los restantes equipos
parroquiales en aquellas tareas que sean comunes (Cáritas, Liturgia,
Catequesis….).
- Trabajar en grupo con su animador y en contacto con los equipos de pastoral de la salud de otras parroquias (arciprestazgo, vicaría, diócesis) y con las personas y organismos civiles que trabajan a favor de los enfermos y la sanidad.
4.
Riesgos que hay que evitar
— Que el equipo se convierta en un gueto dentro
de la parroquia.
— La improvisación, dispersión o ambiciones
excesivas al planificar los primeros objetivos.
— Falta de realismo, análisis insuficiente de la
realidad concreta, de la situación y de las necesidades de los enfermos a los
que puede ayudar la parroquia.
— Descuidar los aspectos de convivencia,
colaboración y ambiente de pequeña comunidad cristiana que deben formar los
miembros del equipo.
— Convertirse en un equipo amorfo, pasivo, sin un
animador - responsable que convoque y que estimule y fortalezca las relaciones
de los miembros, creando un clima de convivencia e intercambio de inquietudes y
sugerencias.
— No cuidar a sus miembros en sus limitaciones y cansancios, decepciones o fatigas.
5.
Tareas del equipo
Y ¿qué ha de hacer el equipo de pastoral de la salud en la parroquia? ¿Cuál es su tarea? Esta es la pregunta de muchos equipos que desean trabajar, pero que no aciertan a superar cierta inercia o rutina en su labor. Señalamos alguna. Esto no quiere decir que haya que hacerlo todo y desde ahora. Pero conviene ver con amplitud nuestro quehacer, no para desanimarnos, sino para estimularnos.
1.ª Conocer a los enfermos
Antes que nada, hemos de conocer los enfermos
que hay dentro de la demarcación parroquial. Luego veremos si hemos de hacer algo
o no. Pero lo primero es conocer la realidad.
En primer lugar, hemos de conocer aquellos
enfermos que están en sus lugares de manera permanente: enfermos crónicos,
minusválidos físicos, sensoriales, psíquicos; disminuidos por accidente,
paralíticos cerebrales, etc. Y también ese sector cada vez mayor de ancianos
enfermos, deteriorados, disminuidos que viven encerrados en sus casas.
Hemos de conocer también los enfermos aquejados
por una enfermedad transitoria y que son trasladados a un centro sanitario.
Conocer el Centro en el que están internados o su domicilio cuando están
convalecientes. No hemos de olvidar aquellos enfermos que están internados de
manera permanente (psiquiátrico, residencia de ancianos, etc.).
No se trata de conocer sólo a los enfermos más
cercanos a la parroquia, los practicantes, los conocidos, sino a todos los que
sufren enfermedad o desvalimiento, sean creyentes o increyentes.
Es importante conocer las necesidades o los
problemas más urgentes de estos enfermos. Con frecuencia, a la enfermedad se
unen otros problemas de carácter económico, familiar o personal. Naturalmente
tenemos que conocer bien, sobre todo, a los enfermos más olvidados, más
necesitados, más abandonados o marginados, los que están más solos, los que no
tienen prácticamente a nadie.
Es también conveniente conocer de cerca las
residencias de ancianos, clínicas, dispensarios, etc., que puede haber dentro
de la demarcación parroquial.
Así pues, la primera condición para actuar es
conocer bien la realidad de los enfermos en la parroquia. Un equipo de pastoral
de la salud bien informado y buen conocedor de la realidad es un equipo que
puede luego dar pasos importantes.
Pero todo esto requiere un trabajo y una
organización. Señalamos tres sugerencias: a) el ir creando dentro de la
parroquia una red de colaboradores o
enlaces que os pueden mantener informados (por bloques, barrios, portales,
etc.); b) el ir elaborando poco a poco un sencillo fichero con los enfermos crónicos de la parroquia; c) el cuidar la
relación con los centros sanitarios para conocer la situación de los
internados.
2.ª Acercarse a los enfermos
El primer gesto de la comunidad parroquial ha de ser acercarse a estos enfermos y, de manera particular, a los más olvidados y necesitados. Los agentes de pastoral de la salud son los que aseguran esta cercanía al enfermo. Se trata de acercar la comunidad parroquial al enfermo y acercar el enfermo creyente a la comunidad parroquial.
Esta cercanía ha de ser una presencia amistosa,
discreta, respetuosa. Que el enfermo sepa que no está olvidado. A veces puede suceder que lo más conveniente sea, no
que los agentes de pastoral de la salud le visiten directamente, sino que se
preocupen de que las personas más cercanas o amigas lo visiten y no lo
abandonen.
Acercarse a los enfermos significa visitarlos
cuando están internados en un Centro, cuando están convalecientes en su casa; o
cuando viven permanentemente en su domicilio su enfermedad crónica. Pero
significa también hacerles llegar nuestra presencia de comunidad parroquial
enviándoles nuestro saludo, llamando por teléfono, enviando alguna carta. No
olvidarlos, sobre todo, a los que sabemos que están solos, desmoralizados,
deprimidos, etc.
Por otra parte, hay que acercar a la comunidad
parroquial hacia el enfermo creyente, recordarlos en la eucaristía de la
comunidad, llevarles la comunión los domingos (puede ser una tarea de los
visitadores de enfermos), ayudarles a estar presentes en la parroquia en días
señalados (Pascua, Pentecostés, Día del Enfermo). No hemos de olvidar la
posibilidad de celebrar periódicamente la Unción de los enfermos.
3.ª Servir a los enfermos
Aquí no hay reglas. La pastoral de la salud ha
de estar muy atenta a cualquier necesidad de los enfermos sean crónicos, sean
temporales, estén en un centro sanitario o residan en su casa.
A veces, junto a los problemas que trae consigo
la enfermedad, se añaden otros problemas: necesidades materiales y económicas;
personas que necesitan orientación y asesoramiento porque no saben moverse en
ese mundo de la medicina; enfermos que necesitan ayuda para sus desplazamientos
o compañía para acudir a las consultas; gentes que no saben defender sus
derechos y será necesario ponerles en comunicación con la asistente social de
Cáritas, etc.
Otras veces son problemas morales: estados
depresivos; desaliento y desmoralización; abandono por parte de la familia;
soledad (no tener a nadie que pueda pasar la noche con ellos); no tener a nadie
para conversar o salir a pasear, etc.
Otras veces, puede haber una necesidad
espiritual: la presencia de un sacerdote o de alguien que le ayude a afrontar
su enfermedad, el diagnóstico pesimista o la proximidad de la muerte.
El equipo de pastoral de la salud parroquial debe estar atento, ser sensible a toda esta problemática, reunirse para ver qué se puede hacer, sobre todo, ante los enfermos más desvalidos y necesitados. Aprender, poco a poco, con la experiencia a estar cerca de estos enfermos en una actitud de servicio totalmente desinteresado.
4.ª Ayudar a las familias
A veces es la familia del enfermo la que
necesita una presencia y una ayuda, más que el enfermo mismo. Pensemos en esas
familias agobiadas y agotadas por la tensión y el dolor al ver que se prolonga
la enfermedad de alguno de sus seres queridos, sabiendo que no tiene remedio.
Pensemos en esas familias con enfermos crónicos, con hijos minusválidos, con
padres que se llevan años en cama.
Muchas veces el acercamiento de los visitadores
de enfermos ha de ser a la familia. Ofrecer discretamente ayuda. Si hay
necesidades económicas, relacionarse con Cáritas. Ofrecer ayuda para que
puedan descansar también ellos, para que se puedan desahogar.
Muchas veces, lo más indicado no es que nos
acerquemos nosotros directamente a esa familia que, tal vez, ni nos conoce. Lo
importante será que nosotros hagamos que otras personas más cercanas y
allegadas (vecinos, conocidos, compañeros, amigos) se acerquen y puedan
ayudarles.
5.ª Sensibilizar a la comunidad parroquial
Una de las tareas importantes de lo pastoral de
la salud es sensibilizar a la comunidad parroquial de cara a los enfermos. Preocuparse de que la
parroquia no olvide a estos hombres y mujeres que sufren la enfermedad.
El equipo de pastoral de la salud ha de
preocuparse de llevar esta sensibilidad a la liturgia parroquial (que se ore
por los enfermos, que se les lleve la Eucaristía, que se les recuerde en la
predicación, que se celebre la Unción de Enfermos, etc.).
Ha de llevar también esta sensibilidad al campo
de la catequesis y educación de la fe (que los niños oigan hablar de los
enfermos, que los jóvenes de confirmación se sensibilicen ante estos
problemas, que visiten alguna residencia).
El equipo de pastoral de la salud ha de cuidar
de manera especial la celebración del Día del Enfermo, la celebración de la
Unción, el Día de la Parroquia, etc. Pueden ser fechas importantes para
sensibilizar a toda la parroquia.
Naturalmente todo esto requiere que el equipo de
pastoral de la salud parroquial tome parte en la Junta o Consejo Pastoral
parroquial para recordar el tema de los enfermos, y que estén en contacto con
los sacerdotes, la comisión de liturgia, la de catequesis, la de juventud,
etc.
Esta tarea de sensibilización no ha de reducirse al interior de la comunidad parroquial. La pastoral de la salud ha de colaborar también en sensibilizar a la sociedad (defensa de los derechos de los enfermos, campañas de promoción de donantes de sangre y donantes de órganos, campañas por mejorar los servicios y la estructura de la vida social a las condiciones de los minusválidos, etc.). Son muchos las iniciativas posibles (mesas redondas, gestiones ante el ayuntamiento, etc.).
6.ªCoordinar
la Pastoral de la Salud
La Pastoral de la salud parroquial ha de servir
de encuentro, comunicación y coordinación de las personas y grupos cristianos
que, dentro del ámbito de la parroquia, se interesan por promover acciones de
servicio y asistencia al enfermo.
A veces, dentro de la parroquia, solamente
existe el grupo de Pastoral de la Salud. Pero, otras veces, puede haber otras
realidades: alguna residencia o centro sanitario donde hay una comunidad
religiosa sanitaria, la Hospitalidad de Lourdes, miembros de la Fraternidad
Cristiana de enfermos...
La Pastoral de la salud debe ayudar a aunar
fuerzas, sin trabajar de manera dispersa y aislada, cada uno por su cuenta y
sin relacionarse con los demás. No se trata de ahogar actividades de otros o
monopolizar la atención a los enfermos. Hay que respetar la autonomía y
peculiaridad de cada servicio o institución. Lo importante es mantener buena
relación y colaborar juntos para responder mejor a los necesidades de los
enfermos.
Presentamos un amplio elenco de tareas. No quiere decir que haya que hacerlo todo y desde ahora. Conviene, sin embargo, ver con amplitud nuestro quehacer, no para desanimamos, sino para estimulamos.
1.º La formación
El equipo tiene un importante cometido: facilitar a sus miembros la
formación que les ayude a madurar personalmente, a conocer mejor el mundo del
enfermo, y a capacitarse y perfeccionarse para desempeñar eficazmente su
misión.
La formación ha de ayudar al agente de pastoral de la salud a conocer
en profundidad el mundo interior del enfermo, sus vivencias, comportamientos y
necesidades de todo tipo, especialmente las espirituales. Ha de capacitarle
para la relación pastoral de ayuda; para saber discernir con el enfermo la
presencia del Señor que actúa en toda situación humana; y para poder iluminar,
desde una relectura vital de las fuentes bíblicas y de los temas teológicos,
los interrogantes que se plantea cada enfermo. Ha de cultivar actitudes tales
como el respeto profundo al otro, la disponibilidad, la comprensión, la
conciencia de sus dones y de sus limitaciones, la capacidad de establecer una
relación de persona a persona, la flexibilidad, la discreción, la disposición
para la colaboración y el trabajo en equipo.
La formación ha de ser activa, implicativa y participada. No puede
consistir en una mera instrucción teórica. Ha de ser, por otra parte, gradual y
personalizada. La formación ha de partir de la vida. El agente ha de ir
modificando su mirada, su juicio y sus actitudes a la luz del Evangelio y desde
el contacto con el enfermo.
El medio habitual para la formación será el estudio, la reflexión personal y las reuniones del equipo. Pero será muy enriquecedor asistir a jornadas y encuentros de pastoral de la salud. Y sería muy provechoso para el grupo, que alguno de sus miembros se prepare asistiendo a cursos de formación.
Conviene programar cada curso los temas de formación que se van a tratar en las reuniones, seleccionar los materiales para cada tema, fijar el calendario y el horario de las reuniones, elegir a los responsables de prepararlas, revisar su funcionamiento.
Pregunta: Teniendo en cuenta
las necesidades formativas de los que forman el equipo y las posibilidades de
formación con las que contamos, ¿qué paso deberíamos dar para mejorar este
aspecto de nuestro equipo?
2.º La oración comunitaria, como encuentro en común con el Señor.
Esta oración en común se lleva a cabo de diversas formas y en diversos
tiempos y lugares; en concreto, oración comunitaria:
• es la
que se realiza en cada reunión del equipo;
• son las
celebraciones litúrgicas del equipo (eucaristías, celebraciones penitenciales,
rezo de las horas...) normalmente más espaciadas;
• es la
oración en común más prolongada en los retiros o encuentros de oración que el
equipo tiene a lo largo del año.
Pregunta: Siendo realistas y teniendo en cuenta la vida del equipo y su práctica oracional, ¿qué paso deberíamos dar para mejorar este aspecto de nuestro equipo?
3.º La asistencia habitual a las reuniones del equipo
Este será uno de los signos más palpables de que el equipo es algo que
ha entrado en la vida de sus miembros. Cada uno acude a aportar lo mejor de su
persona, a compartir su vida, su fe, su compromiso con los enfermos. Así, cada
reunión supondrá una renovación, una ayuda y un empuje a desarrollar la misión
con un talante nuevo.
Pregunta: ¿Hay problemas de asistencia a la reunión del equipo? ¿Hay
algunos que van por «libre»? ¿Hay gente que no asiste a las reuniones? ¿Por
qué?
4.º El apoyo fraterno
El apoyo fraterno es uno de los medios más característicos de la
comunidad para su maduración cristiana. En efecto, la comunidad proporciona a
sus miembros la firmeza y la garantía en la fidelidad al seguimiento de Jesús y
en el desarrollo de los carismas de cada uno, en su misión.
El apoyo fraterno contribuye a un conocimiento y estima mutuos desde
la fe, a saber compartir ideas y experiencias agradables y dolorosas, a aceptar
a las personas con toda diversidad de opiniones y vivencias.
El apoyo fraterno favorece y afianza la estabilidad en la amistad cristiana, la maduración permanente en la fe y garantiza la duración prácticamente ilimitada del equipo.
El apoyo fraterno es, en fin, ese respaldo que la comunidad cristiana
ofrece a cada uno de sus miembros para la maduración de su personalidad
cristiana.
Pregunta: En un papel anónimo pongo el aspecto en el que yo quiero ser apoyado por el grupo en este curso. Sólo uno. Y puesta en común. Si el equipo tiene la confianza suficiente se puede hacer de viva voz y en público firmado el papel.
5.º La distribución de tareas
Para que un equipo de pastoral de la salud
funcione y pueda desempeñar su misión en la parroquia hay que comprometer al
mayor número posible de miembros, distribuir entre ellos las tareas en función
de sus aptitudes y del tiempo de que dispone y apoyarles en su realización.
Pregunta: ¿Qué medios podíamos
utilizar para desarrollar fraternal y cristianamente el ejercicio de la
corrección sin sentirnos juzgados, ni excluidos, despreciados, de tal manera
que no suponga trauma o ruptura?
6.º Las crisis
La mayoría de los equipos a lo largo de su
caminar viven períodos de prosperidad y períodos de crisis, períodos de
vitalidad y períodos de desaliento. Hay equipos que comenzaron muy bien,
comienzan a dar signos de fatiga. Hay miembros que dejan de asistir a las reuniones. A veces el equipo no se acierta con el ritmo de las reuniones. Los personalismos
de algunos miembros dificultan el clima, la convivencia y la marcha del equipo,
etc.
Estas situaciones hacen necesaria la revisión de
lo que ocurre, la búsqueda entre todos de una salida. Y también la
corrección fraterna, interpersonal y aún comunitaria, cuando se juzgue
necesario; corrección aceptada como un don del Señor Jesús, que mejora la
calidad de vida y testimonio cristiano de la comunidad.
Preguntas: ¿Habéis vivido en el equipo algún momento difícil? ¿Cómo lo
habéis superado? ¿Qué medios podíamos utilizar para desarrollar
fraternal y cristianamente el ejercicio de la corrección sin sentirnos
juzgados, ni excluidos, despreciados, de tal manera que no suponga trauma o
ruptura?
7.º La conciencia de pertenencia a la comunidad parroquial y diocesana.
El equipo de pastoral de la salud está al servicio mediador de la comunidad parroquial y diocesana. Es el puente entre los miembros sanos y miembros enfermos de la comunidad parroquial. El equipo es un conjunto de cristianos en el seno de la parroquia, que la sienten, viven y asumen toda actividad como cosa suya. El equipo de pastoral de la salud se siente llamado a revitalizar el tejido comunitario parroquial, de modo que ésta llegue a ser «comunidad de comunidades»: Para ello, los miembros participan del Consejo de Pastoral de la parroquia, se preocupan de que nuevos miembros entren en el equipo, están abiertos a cualquier miembro de la parroquia que quiera compartir su existencia o quiera de sus servicios, colaboran y se sienten corresponsables con las actividades que otros grupos suscitan en la parroquia y en la diócesis.
Pregunta: ¿Qué actividades de parroquia y de la pastoral de la salud diocesana vamos a apoyar con especial énfasis como equipo de la salud?
Textos del Magisterio
«Jesús dedica una parte importante de su tiempo a ser educador y
animador de agentes de pastoral. Elige un grupo de colaboradores (Mat. 10,1-4;
Mc. 3,13-19). Da preferencia en su trabajo a la formación del mismo, siguiendo
como educador su proceso paso a paso: en el grupo cada uno manifiesta su manera
de ser (Mc. 8,32), su proceso de adaptación al mismo, sus intereses y egoísmos
(Mc. 10,37), sus experiencias. Jesús los lleva con él y hablan de lo que han
vivido (Mc. 1,17); confronta sus intereses con los del Reino de Dios (Lc.
22,2430); manifiesta su disconformidad con ciertas maneras de pensar de algunos
del grupo (Mat. 20,26-28; Mc. 9,35); les envía a encontrarse con las personas y
posteriormente revisan su actuación (Mc. 6,30; Lc. 9,9-10); les anima ante los fracasos
(Mat. 5,11-12); les ayuda a vivir la realidad hecha de contradicción y de
momentos difíciles, por fidelidad al Reino de Dios. Comisión Episcopal de Pastoral. La asistencia religiosa en el
hospital. Nº 37.
Sugerencias para trabajar el tema
1. ¿Ves necesario el equipo de
pastoral de la salud en la parroquia?
2. Si no hay equipo, y lo ves
necesario, ¿qué pasos dar para ponerlo en marcha?
3. ¿Cuáles son las principales
actividades del equipo en la parroquia?
4. ¿Programa y evalúa cada año unos objetivos
y actividades?
5. ¿Cómo es relación del equipo con
los demás sectores la parroquia? ¿Cómo mejorarla?
6. ¿Está en contacto con los equipos
de pastoral de la salud del arciprestazgo y de la diócesis?
7. ¿Cómo se da a conocer al pueblo,
barrio… su existencia y los servicios que ofrece? ¿Qué relación mantiene con el
centro de salud, residencias de mayores, asociaciones de enfermos o de
familiares de enfermos?
Oración
por mi equipo
Señor, te pido por mi equipo.
Para que nos conozcamos siempre mejor
en nuestras aspiraciones
y nos comprendamos más en nuestras limitaciones.
Para que cada uno de nosotros
sienta y viva las necesidades del otro.
Para que nadie permanezca ajeno
a los momentos de cansancio y desánimo del otro.
Para que nuestras discusiones no nos dividan,
sino que nos unan en la búsqueda de la verdad y del bien.
Para que cada uno de nosotros,
al construir la propia vida, no impida al otro
vivir la suya.
Para que nuestras diferencias
no excluyan a nadie de la fraternidad, más nos
lleven a buscar
la riqueza de la unidad.
Para que miremos a cada uno, Señor, con tus ojos
y nos amemos con tu corazón.
Para que nuestro equipo no se cierre en sí mismo,
sino que esté disponible, abierto y sensible
a los deseos de los demás.
Para que, al final de todos los caminos,
más allá de todas las búsquedas,
al final de cada discusión
y después de cada encuentro,
nunca haya vencidos ni vencedores,
sino solamente hermanos.
Y habrá comenzado el camino
que termina en el Cielo. Amén.
ORACIÓN
Gracias, Señor, por habernos llamado
a servir gratuitamente,
a dar mi tiempo, mis energías y mi amor a quienes sufren.
Aquí estamos, Señor, envíanos.
Dispón nuestra mente y nuestro
corazón
a escuchar sin prejuicios,
a servir hasta las últimas consecuencias.
Envíanos, Señor,
a pesar de que también somos débiles;
así comprenderemos que eres tú
nuestra fuerza,
y mis hermanos descubrirán tu rostro
en nuestra presencia discreta.
Envíanos, Señor,
y así comprenderemos
que la mayor felicidad está en
servirte.
Amén.
BIBLIOGRAFÍA
Bureau de pastoral de enfermos de Bruselas, Los equipos de pastoral de
enfermos, Obispado de Bilbao, 1985.
Labor Hospitalaria Nº 259 (2001), Pastoral de la
Salud en la Parroquia.
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