lunes, 21 de octubre de 2013

LOS VISITADORES DE ENFERMOS

LOS VISITADORES DE ENFERMOS
Secretariado Diocesano de Pastoral de la Salud

1.- EL VISITADOR DE LOS ENFERMOS

Según el Diccionario de la Real Academia, "Visitador" es el que visita habitualmente a alguien. En este caso, "Visitador de Enfermos" es el que visita de manera habitual a los enfermos o por costumbre, por vocación o compromiso.
   Así pues. ¿Quienes somos?
   Visitador de los Enfermos, Miembro de un equipo de Pastoral de la Salud, es aquel que en nombre de toda la Comunidad Parroquial, PROMUEVE el servicio sanador como un hecho comunitario y compromiso real y efectivo de toda la Parroquia.
   Entre sus principales tareas: tiene que sensibilizar y mentalizar a toda la Parroquia; promover cauces para que la Parroquia conozca a sus Enfermos, se acerque a ellos y les acompañe en su enfermedad; asegurar y desarrollar la presencia activa de los enfermos en la vida de la comunidad; coordinar las diversas actividades; promover la formación de los agentes de Pastoral, que les ayude a madurar su fe; conocer el mundo de los enfermos y desempeñar de manera adecuada, su servicio sanador; distribuir la comunión a los enfermos y en todo momento asegurar una atención y ayuda a los mismos.
   El "Visitador de Enfermos" es un "ENVIADO POR lA IGLESIA". No visita a título personal.
   A través de él, es, en efecto, Jesucristo, por su Iglesia, el que atiende, escucha y ama al enfermo.
   El saber que nuestra visita compromete a la Iglesia, debe dar a nuestros contactos con los enfermos, una mayor seriedad, apertura y respeto, así como fidelidad y constancia.
   Aquí cabría el preguntarnos: ¿Me he lanzado solo a esta aventura? ¿Soy consciente de que lo hago en nombre de la Iglesia?

    Pensemos que estamos encargados de un servicio Eclesial, cuyo cometido es bien preciso, nos diferencia de otros visitadores  de enfermos.
   Nuestra misión específica consiste en: "visitar a las personas  enfermas en nombre de la comunidad cristiana" a la que pertenecemos y que delega en nosotros este servicio.
   El contacto de Jesús con el dolor y la enfermedad y su relación con  los enfermos, es algo que se repite insistentemente en los Evangelios, algo habitual en su vida pública. Por eso es también uno de COMPROMISOS DE FE, que practican muchos cristianos.

   El Secretario Diocesano de Pastoral de la Salud trata de suscitar esa inquietud y de orientar, agrupar y formar a las personas tan esa vocación, con el fin de que lleven a cabo con la mayor eficacia posible, el acompañamiento y la atención a los enfermos de sus comunidades parroquiales. Su meta es lograr que en todas las Parroquias haya grupos preocupados por la Pastoral de la Salud, para que todos los enfermos se encuentren  suficientemente atendidos y acompañados en estos momentos difíciles de la vida.
   En estos breves apuntes se ofrecen algunas orientaciones, para hacer que estas visitas sean provechosas, tanto para los que las realizan, como para los que las reciben.
   Nos fijaremos puntualmente en la figura del VISITADOR, del ENFERMO y en su entorno FAMILIAR, después de considerar brevemente la actitud de JESÚS en una situación de crisis, de preocupación y de angustia de sus discípulos.

1.1.- Texto orientativo. (Lc. 24, 13-35)
  Son muy numerosas las ocasiones en las que Jesús se hace presente e interviene en situaciones de angustia y preocupación, de dolor, enfermedad y muerte. en su manera de actuar tenemos que buscar luz para nuestra actuación con los enfermos.
                Según aparece en el texto elegido para la reflexión:
                    -  Los discípulos han recibido un duro golpe, un serio contratiempo, tenían puesta toda su confianza en
                                  Jesús, de pronto se quedan sin El.
                    
                     * Jesús les sale al paso, les pregunta: "¿Qué os pasa?". 
                                   Les deja que le cuenten sus miedos, sus temores... 
                                   Les escucha y les ayuda a que se abran. 
                   
                     - El enfermo se encontraba optimista y con fuerzas. 
                                  La enfermedad es para él un contratiempo serio. 
                                  Se siente necesitado de ayuda y preocupado. 
                                  Se encuentra desconcertado y lleno de dudas.
                   
                      - El Visitador debe salir, ir a su encuentro, visitarle. 
                                  Debe interesarse por su estado con delicadeza. 
                                  Debe ayudarle a orar, traerle serenidad y optimismo.
                    
                      - Los discípulos se sienten fracasados, angustiados. 
                                  Piensan que lo que han vivido antes se terminó. 
                                  Se van de Jerusalén y de la comunidad para olvidar.
                                  Buscan la seguridad, la paz.

                     
                      * Jesús les deja que hablen, que se desahoguen, que se quejen. 
                                 Les escucha pacientemente, todo el tiempo que hace falta. 
                                 Sintoniza con ellos y asume la experiencia que viven. Ilumina     
                                 su situación desde la fe, a la luz de la  Palabra de Dios. 
                                 Les conforta y aviva su fe. 
                                 Comparte la mesa y se les manifiesta. 
                                 Les fortalece y salen a comunicar esta experiencia de Jesús a  
                                 los Apóstoles.

    El visitador de los enfermos ha de meditar en profundidad este texto. En él, Jesús nos da lo principal de su mensaje:

              -LA PALABRA.- Deja a los discípulos que hablen. ..y luego El, comienza por la escritura.

              -LA EUCARISTÍA.- Jesús no solamente da, sino que se da El mismo. Ante esto, el visitador ha de fijarse también y preguntarse:  ¿Qué son para mi la Palabra y la Eucaristía? ¿Como me ayudan en mi misión de miembro de un equipo? Antes de la visita, en ese día, ¿me he parado más en meditar la Palabra y fortalecido con el Cuerpo del Señor?.


                   * El enfermo también lo está pasando mal,
                  siente molestias, dolores, preocupaciones. . .
                  ha tenido que dejar muchas cosas: trabajo,
                  compañías, diversiones. . .
                  está dependiendo de otros, le tienen que ayudar,
                  piensa que es una carga para su familia,
                  le falta seguridad, paz, confianza. . .
                  de momento necesita desahogarse y,
                  si observa prisa se cerrará.

  
                  * El Visitador debe imitar a Jesús,
                 debe escuchar con paciencia, sin prisas,
                 debe sintonizar con el enfermo,
                 debe llevar serenidad, seguridad, confianza. . .
                 debe iluminar con la fe esta situación,
                 debe darle confianza para poder quejarse.

         Estos pasos deben darse a lo largo de los distintos encuentros, no necesariamente en el primer contacto.
         No debe agobiarse, porque no aparezcan expresiones de fe, ni tener prisa por introducir la palabra de Dios.
         El tiempo de Dios no es el tiempo de los hombres, ni su lógica es la nuestra.
         La paciencia de Dios es infinita. Hemos de aprender de El.
         Hay que dejar obrar a Dios.

1.2.- Cualidades del Visitador.

   Recordemos algunas de las cualidades más importantes:
- Mucha prudencia y no menos paciencia y serenidad.
- Comprensión y respeto tanto hacia el enfermo, como hacia la familia. -Acercarse a él con actitud humilde, con sencillez, con naturalidad, inspirando confianza.
- Saber escuchar, saber callar, saber hablar, ser el amigo bueno que le da conversación, si la necesita, que está en silencio, si cree que esto le ayuda.
- Estar dispuesto a dar, a ayudar, a entregarse, pero también a recibir. No olvidemos que los enfermos nos evangelizan.
- Vinculación con la parroquia, asociación, grupo. ..y actuar según las líneas programadas.
- Tener muy presentes las líneas evangelizadoras del Secretariado de Pastoral de la Salud.
- Hacer presente en el mundo de los enfermos la fuerza humanizadora  y  salvadora de Jesús y no contentarse sólo con una línea sacramentalista o caritativo-social.

  
1.3.- Su presencia y actitud ante el enfermo.
La presencia y actitud ante el enfermo debe ser:
   - Acogedora, cercana y cálida. No fría, distante y protocolaria.
   - Solidaria con su persona y sus sentimientos. No superficial y ligera.
   - Atenta en el sentido de saber escuchar y delicada en el sentido, de evitar las molestias.
   - Respetuosa con la persona del enfermo, con sus creencias, con su nivel de Fe.
   - Humilde, pobre y abierta a sus enseñanzas. No sentirse maestro sino convencido de que va a aprender mucho.
   - Silenciosa cuando sea necesario, evitando palabras vacías que nada dicen.
   - Auténtica, sin fingimientos, sin dobleces, sin máscaras.
-          Dispuesto a testimoniar y compartir la Fe y la Esperanza con el enfermo.
   - Apoyada siempre en la oración y en la fuerza del Espíritu, presente en el visitador y en el enfermo.
   - Siempre muy prudente. Con una imprudencia podemos estropear todo el trabajo y perjudicar seriamente al enfermo e indisponernos con su familia.
1.4.- En las Visitas.
Es evidente que no es lo mismo ir por primera vez a visitar a un enfermo, que ir habitualmente a visitarlo, por eso es necesario distinguir bien los distintos momentos.
1.- Antes de la visitas.
   - Siempre pedir ayuda a Dios para realizar la visita en su nombre.
   Sería muy útil leer un pasaje del Evangelio , o ayudarnos de alguna oración .
- Hay que estudiar la manera mejor de llegar al enfermo: Conectar con la familia, con algún conocido, con el personal sanitario que le atiende. . .


   - Pensar que la enfermedad es "un alto en el camino de la vida", a veces duro, áspero, incierto. ..que el enfermo tiene unas preocupaciones especiales por su enfermedad, por su futuro. ..que en muchos casos, se siente inútil por sus limitaciones, depende y necesita de los demás, se siente una carga... que la enfermedad ha cambiado totalmente su vida.
   - Evitar en todo momento mostrarse superior y excesivamente paternalista... cualquier tipo de curiosidad ... que nuestra visita le cause molestias, cansancio, tensiones. . .

2.- En la primer visita.
   - Presentarnos, decir quién somos y que vamos en nombre de la Parroquia.
   - Explicar en, pocas palabras, cómo nos hemos enterado de que está enfermo.
   - Preguntar cómo se encuentra sin más, con delicadeza y cariño.
   - No es necesario y, a veces ni conveniente, preguntar que le pasa. Ya te irás enterando por otro camino.  No es ese el motivo de tu visita.
- Ofrecerte a ayudarle en lo que necesite, a acompañarle algún rato y anunciarle que, volverás a visitarlo.
   - Procurar que la visita no sea larga o pesada. No le debe cansar ni molestar.  Más bien, que sea corta, que sepa a poco, que le agrade.
   - Tratar de apreciar la situación del enfermo en la familia, (querido, bien atendido o al contrario).

3.- En visitas posteriores.
   Se debe procurar por todos los medios:
     - Ser el amigo fiel que le da conversación, si la necesita; que guarda silencio, si cree que esto ayuda al enfermo; que escucha pacientemente, si el enfermo se desahoga, sin cortarle, aunque repita muchas veces lo mismo.
     - No tratar como a niños a personas que no lo son.
-          No aumentar su dependencia; si el enfermo puede moverse, intervenir lo menos posible, dejarle hacer lo que pueda y únicamente, si fuera casi imprescindible.

     - Acortar o alargar la visita según se vea, no ser esclavo del reloj y tener muy en cuenta las circunstancias.
     - Crear un clima humano, cercano, de amistad e interés, no de sólo cumplimiento.
1.5.- Modo de estar.
Hay que tener muy en cuenta las circunstancias que rodean al enfermo, pero se pueden dar unas normas generales.
    ¿Sentados o de pié? Dependerá de cada caso. Unas veces será mejor permanecer de pié, otras será necesario sentarse, si se nos insiste.
    En todo caso evitar sentarse en la cama, a no ser que haya mucha confianza con el enfermo y no se le moleste o que no haya donde sentarse. La cama es del enfermo y para el enfermo.
    En alguna ocasión, el hecho de sentarse en la cama y coger la mano del enfermo, es un gesto de plena confianza.
1.5.1.- Cuándo y cómo hablar.
Como norma hay que hablar poco en la primera visita, lo justo; más bien hay que escuchar, observar.
   - Hay que crear un clima humano de confianza y, a partir de ahí, podemos hablar y ponernos a disposición del enfermo.
   - Tiene que verse sin esfuerzo nuestra amistad, nuestros deseos de ayudarle, de acompañarle y de recibir lecciones de él.
   - Habrá momentos en los que haya que alentar al enfermo y ayudarle; y en otros será mejor callar y rezar por él.
   - Si el enfermo no es creyente:
      - Hay que ser muy delicados y respetuosos.
      - Hay que huir de todo proselitismo y de toda forma de coacción.
      - Hay que quedarse en un plano humano, en la amistad y en el servicio, en la ayuda fraternal y cordial.
-          Se puede manifestar la satisfacción que se siente en ayudar a quien lo necesita.

      - Se puede decir que la fe es la que nos mueve a visitarle y ayudarle, porque para nosotros Cristo está presente en él.
   - Si el enfermo es creyente, podemos utilizar con facilidad  textos del Evangelio, oraciones. . . y comentarios  o rezarlas con él. Dejarnos evangelizar por el enfermo. ¡Cuánto nos puede dar!.
1.5.2.- De que hablar.
- Depende de cada caso y de las aficiones del enfermo.
   - Lo primero es escuchar sus preguntas y responderlas, en lo que se pueda.
   - Lo primero es distraerle e informarle de algo interesante: de la vida de la Parroquia.
- Si el enfermo suscita el tema de la enfermedad, observará nuestra reacción; ser muy  cautos en las respuestas y en principio optimistas.
   - En todo caso hacerle ver que también desde la enfermedad se puede ser útil y que todo pasará.
   - No es prudente hablar de inicio de Dios, de los Sacramentos, del sacerdote ... , salvo en casos muy señalados, si el enfermo es creyente y hay confianza entre  él y nosotros.
   - Contar nuestras propias penas no es la mejor manera de consolar al que a sufre no quiere escuchar otras miserias, bastante tiene con las suyas. Solamente sería útil si podemos ofrecer un testimonio efectivo de superación o de aceptación.
1.5.3.- Cómo ayudar al enfermo.
  - Siendo, como Jesús, un buen compañero de camino, a veces, duro, áspero e incierto del enfermo.
   - Debemos ser conscientes de que nuestras visitas bien preparadas pueden ayudarle notablemente, que es lo que debe buscar todo visitador. Esto lo lograremos:
         * si nos acercamos a él con sinceridad, con interés,
         * si le escuchamos y tratamos de comprenderle,
         * si evitamos palabras vacías, frases hechas, consejos fáciles,
         * si desterramos la falsa compasión y la superprotección,
         * si le consideramos protagonista de su salud, de su vida,
         * si le hacemos sentirse útil,
         * si acertamos a infundirle ánimos y ganas de vivir,
        * si logramos que descubra nuestra amistad y nuestro deseo de acompañarle   
          y ayudarle,

         * si procuramos iluminar su situación con la Fe.
   - No olvidemos que la mejor manera de ayudar, es no molestar, no moverse demasiado, cuidar mucho el tono de la voz. . .
   - Prestándole la ayuda elemental y primaria que toda persona necesita y que muchos enfermos no tienen. Si él no lo puede hacer:
         * levantarlo, lavarlo, darle de comer,
         * Llevarle al médico o avisarle para que lo visite,
         * conectar con los familiares o con instituciones que le puedan acoger,
         * estimular la solidaridad de los vecinos,
         * asegurarle acompañamiento. . .
         y orar con él cuando creamos necesitar también de esa ayuda.

1.6.- Su testimonio de Fe.
  El visitador de los enfermos, por pertenecer a un grupo del Secretariado Diocesano de Pastoral de la Salud, no puede prescindir del la Fe. Al presentarse como miembro de un grupo de la Parroquia, ya lo declara implícitamente.
   No es necesario que desde el primer momento manifieste explícitamente su Fe y, a veces, puede ser prudente y conveniente que no la manifieste y que se contente con realizar una labor humanitaria, de amistad y de caridad, acompañada de la oración confiada por el enfermo. (Hablar a Dios de las dificultades que encuentra en esa manifestación de su fe, en lo que desearía que progresará el enfermo en esa misma Fe. . .)
   Llegará el momento en que pueda manifestarlo de una manera más clara, para iluminar con la palabra de Dios situaciones que vive el enfermo  y para hacerle  ver el valor que tiene su sufrimiento.
   En otras ocasiones tendrá que lanzarse, si ve que el tiempo apremia  y que puede aportar luz y esperanza al enfermo.
  Si el visitador ha pasado por la enfermedad y el dolor, será muy útil que manifieste que en la Fe encontró la paz, la serenidad y el consuelo.





3 comentarios:

  1. Excelente programa de pastoral de salud a los enfermos.

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  2. BUENAS TARDES, LA VERDAD ESTA EXCELENTE PARA NOSOTROS QUE VAMOS INICIANDO. FELICIDADES POR EXCELENTE TRABAJO.

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  3. ESTIMADOS,
    ESTAMOS INICIANDO UN GRUPO DE VISITAS A HOSPITALES CON NUESTROS LAICOS, SU REFLEXIÓN ES MUY VALIOSA. GRACIAS...

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