jueves, 17 de octubre de 2024

ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL



Presentación 

El Acompañamiento Espiritual es un camino de vida, es una acción sagrada y un servicio de esperanza. Es una hermosa posibilidad de crecimiento, de búsqueda del sentido y fin de la propia vida.

 Es el encuentro con alguien que siente, que busca, que también necesita ser escuchado y acogido, y que en ocasiones puede sufrir dolores en su cuerpo y en su espíritu. 

De la misma forma, quien acompaña, hace un camino de búsqueda y encuentro desde su propio corazón: “En el hombre interior habita la verdad”, nos recuerda San Agustín.

Introducción

A través de esta Guía de Acompañamiento Espiritual, queremos compartir algunas herramientas que podrían transformarse en un pilar significativo para quien asiste a un enfermo o para quien padece algún sufrimiento. 

En ocasiones, el acompañar se tiende a considerar como estar “junto a ti”, es decir, estar físicamente al lado de una persona y compartir tiempo con ella.

 Desde la perspectiva del Acompañamiento Espiritual, la palabra “acompañar” significa mucho más que estar y compartir tiempo con una persona. Su sentido se va haciendo más profundo y cálido cada vez que nos abrimos a recibirlo como un don o como una vocación y, por otro lado, se hace más sencillo y cercano cuando lo manifestamos con gestos de ternura y cariño. Es decir, somos acompañantes espirituales cuando gratuitamente entregamos nuestro tiempo y disponemos nuestro interior para “escuchar desde el corazón” a quien nos habla.

Esta Guía aspira a ser útil para cualquier persona que la vida lo haya puesto al lado de un enfermo o de quien necesita compañía. El texto está dirigido a todas las personas que deseen iniciar una búsqueda en temas de acompañamiento, independiente de su Credo o visión de la vida.

 Esta Guía está disponible para quien puede transformarse en un puente que atraviesa el camino sagrado de la historia del acompañado: podemos ser alimento de paz para sus inquietudes y testimonio de presencia en los momentos de soledad que se viven. 

Te encontrarás con los tres momentos que te invitamos a leer con detención, y que esperamos sean de riqueza para tu propio discernimiento y desarrollo:

I. Antes del encuentro (preparándonos).

II.Durante el encuentro (escuchando desde el corazón).

III.Después del encuentro (la despedida o cierre)

Tiempos del Acompañamiento

I.Antes del encuentro (preparándonos) 

a) Mirarse a sí mismo

Ante una visita de acompañamiento es muy importante reconocer la propia disposición interior. Es decir, cómo me encuentro: estoy tranquilo, triste por alguna noticia, alterado, alegre, etc. 

Hacerse consciente del propio estado emocional y sicológico puede favorecer una escucha centrada en la persona que acompaño más que en mis propios requerimientos de atención. Por eso, la idea es que esta revisión personal se realice ANTES del encuentro con la persona que se va a acompañar. 

Por lo tanto, es recomendable llegar con tiempo, sin apuro, detenernos y darnos un espacio para disponernos a estar con otro, en este encuentro sagrado donde recibiremos su vida y su historia. 


b) Tener algunas ideas claras

Aunque cada conversación es un mundo nuevo, el tener algunas ideas claras en cuanto al apoyo que se está realizando permite acompañar con palabras prudentes la realidad del acompañado: disponerse a escuchar, dejar fuera prejuicios personales, ser conscientes de que no existirán respuesta a todas las dudas o preguntas que surjan, saber que en este encuentro ambos son iguales, es decir, un acompañante nunca está por sobre el acompañado, etc. 

Siempre ayuda un tono de voz mesurado, cálido y ceñido a la circunstancia, sin juicios y respetando el ritmo del otro. 

Quede claro que no se trata de fingir la voz ni usar una multiplicidad de palabras. Sólo es adaptar lo que se quiere decir, sin dejar de ser uno mismo.


c) Apoyarse en la propia vida espiritual

 Una consideración esencial ante un acompañamiento espiritual es no llevar prejuicios ni opciones personales al encuentro con la persona que se acompaña, según ya se dijo. En cierto sentido nos vaciamos de nosotros mismos para recibir la sagrada historia del acompañado.

 Lo anterior, exige que fortalezcamos nuestra propia espiritualidad, que reconozcamos los frutos de ese don que recibimos, enriquecer la relación con Dios, con nuestra propia creencia de lo trascendente. 

Quien tiene una reflexión espiritual permanente, también fortalece su madurez humana y enriquece las propias características sico´-espirituales necesarias para el acompañamiento. Sus actos se encaminan a valores superiores que, luego, se reflejan en el apoyo y soporte espiritual que el acompañante puede ser para el acompañado. Nos abrimos a vivir un Kairós con el acompañado, un tiempo de Dios.

II.Durante el encuentro (escuchar desde el corazón

a) El saludo en la visita

 un saludo cariñoso, amable, cercano. Llamarlo por su nombre. 

Cuando no se conoce al acompañado, recordar la importancia de presentarse: quién soy, el porqué de la visita, etc. De ser necesario, hazle saber que quieres escucharlo, que estás ahí para apoyarle.

 Se recomienda informarse con el propio entorno o ambiente del acompañado: si tiene fotos de familiares, algún objeto religioso, una Biblia, etc.

b) Ser un oyente efectivo y afectivo

 Ser prudente al preguntar, dejar que hable a su propia velocidad y no apurar el compartir. Las palabras de afecto, dichas en el momento oportuno, se transforman en un bálsamo que fortalece el encuentro. Recordemos que la comunicación con el acompañado se hace presente en el momento en que él se siente ESCUCHADO. Por ello, en ocasiones, es mejor hablar menos y escuchar más. Tampoco debemos tener miedo a los espacios de silencio. 

Ser empático de forma permanente durante el acompañamiento, apoyándose a través de sencillas preguntas: ¿lo que me quieres decir es que…? Entonces, ¿lo que sientes es ...? Que la empatía en la comunicación sea una condición natural durante el encuentro.

c) Atender las necesidades del acompañado 

Acoger con cariño y solicitud sus temores, angustias y anhelos, su Credo o visión de la vida.

 Que el respeto por su realidad y vivencias sea siempre una puerta abierta durante el diálogo. Hay que recordar involucrarse con las necesidades del propio acompañado. 

 Cuando surjan, hay que atender con diligencia las conversaciones relacionadas con la fe, en la importancia y el sentido que tiene para su vida. De igual modo siéntete libre de presentar tu propia creencia espiritual cuando el acompañado te lo pregunte. Compartir la presencia de Dios en la propia experiencia humana, fortalece inmensamente la comunicación y el encuentro. 

d) Usar un lenguaje sencillo 

Generalmente es mejor usar palabras sencillas. Los mensajes se comprenden más rápidamente.

 También, considerar el uso de dibujos u otros materiales para los casos en que las personas estén impedidas de hablar. La creatividad en estos casos puede ayudar muchísimo a quien se acompaña. 

Igualmente, recuerda que nosotros hablamos con nuestro cuerpo, con los gestos que hacemos.


e) Información que se recibe

 Durante la conversación va apareciendo la vida del acompañado y, junto con ella, surgen datos que podrían ser de una riqueza espiritual inmensa: temas religiosos, espirituales, familiares, de su particular estado de salud, de los valores superiores en los que cree, entre muchísimos otros. Debes tener presente el respeto a la privacidad de la conversación con el acompañado.

 Esa información no sólo sirve para entender de forma intelectual la situación de quien se acompaña, sino que ella se torna en la savia que va enriqueciendo el camino al corazón de la persona acompañada. Es en esos momentos cuando nos vamos llenando de esa historia sagrada de la que hemos hablado. 

Consideremos en cada encuentro que las orientaciones religiosas no están excluidas del acompañamiento. De hecho, es recomendable apoyar instancias que fortalezcan o renueven su propia experiencia de fe católica, judía, evangélica, etc. El acompañamiento espiritual es fortalecido por la fe de las mismas personas acompañadas

f) Despedida en el encuentro

 Generalmente, las conversaciones bajan su ritmo después de algunos minutos. Cuando sientas que ya la conversación está llegando a su fin, espera una pausa en el diálogo para comenzar tu despedida. Te puedes ayudar con alguna pregunta. Por ejemplo: ¿Hay algo más que quisieras compartirme?

 Es posible que surja algún tipo de oración o rito espiritual que facilite cerrar la conversación desde su dimensión espiritual. Esa oración o momento litúrgico le ayudará a dar el cierre que él mismo necesita. De ser posible, que el acompañado sea quien lleve activamente la oración.

 Al final de esta guía existe material de oración complementario para diferentes circunstancias. 



III.Después del encuentro (cierre personal) 

a) Mirarse a sí mismo

 al igual que en la preparación para una conversación, es importante revisar el estado emocional y sicológico con el que concluyo el encuentro, hacerme consciente de cómo me siento después de la conversación con un acompañado. Si puedo, revisar mis pensamientos y reflexiones. Es decir, darme tiempo. 

b) Hacer un breve cambio de actividad No es tan infrecuente que algunas de las conversaciones pudiesen afectar los estados de ánimo de los acompañantes. Lo ideal es buscar un equilibrio y hacer algún cambio de actividad para centrar las inquietudes y recuperar la calma interior.

 Un sencillo ejemplo es hacer lo que a uno de le gusta. Por ejemplo: hacer un momento de oración por el enfermo, hacer una caminata, comerse un chocolate, etc. La idea es dar un espacio para centrarse y retomar la cotidianeidad.


c) Fortalecer la propia vida de fe y el equilibrio psico-emocional Sabemos que acompañar implica en muchos modos, salir de sí mismo e ir al encuentro con otro quien a veces ni siquiera sabe que necesita acompañamiento. Todo nuestro ser debe estar inclinado con disposición plena a la escucha de esa persona que lo necesita.

 Sin embargo, debemos alimentar nuestra propia espiritualidad, nuestra fe, nuestra sicología, conocer nuestras emociones y buscar espacios para dar sentido y trascendencia a lo vivido: una oración, una pausa reflexiva, la lectura del Evangelio, la Eucaristía, el diálogo con uno mismo, etc. Lo podemos resumir en autocuidado espiritual - emocional y fortalecimiento de la propia fe.

d) Compartir la experiencia

 Por otro lado, resguardando la confidencialidad de la información que pudiese existir en las conversaciones con el acompañado, es recomendable que el acompañante tenga la posibilidad de revisar aprendizajes, recibir consejos y compartir experiencias con otro acompañante. 





miércoles, 16 de octubre de 2024

LOS ENFERMOS EN LA PARROQUIA. UNA PRIORIDAD

 PASTORAL DE LA SALUD


MISION DE LA PARROQUIA EN EL MUNDO DE LOS ENFERMOS 

INTRODUCCIÓN En general, los enfermos no ocupan hoy en la parroquia el lugar que les corresponde, el que tuvieron en la vida de Jesús, en las primeras comunidades y en otras etapas de la vida de la Iglesia. En muchos casos, la atención a los enfermos se reduce a la administración de sacramentos, olvidando la misión de curar que tiene la comunidad. Con frecuencia, los enfermos son sólo destinatarios de cuidados diversos, pero no se les integra como miembros activos de la propia comunidad. Además, el hombre de hoy, también el creyente, no suele estar preparado para afrontar la enfermedad, el dolor y la muerte en su vida y en la de los suyos. Las comunidades cristianas han de asumir su compromiso evangelizador en el mundo de la salud, han de ser comunidades que curan. ¿Qué podemos hacer nosotros?



 1. LA PARROQUIA Y LOS ENFERMOS. 
Con el fin de conocer la situación de la pastoral de la salud en las parroquias se realizó una encuesta, cuyos resultados en buena parte siguen teniendo vigencia. El análisis de las respuestas llegaba a las siguientes conclusiones: 
• Aproximadamente el 15% de las parroquias tiene una pastoral de enfermos viva, dinámica y evangelizadora. 
• Hay otro tipo de parroquias en las que se dan ciertos signos de vitalidad: están caminando y luchan por organizarse (34 %). 
• Encontramos otras que se limitan a asegurar las acciones tradicionales, sin comprometerse con la problemática del enfermo (39%).
 • Finalmente, en un 10% no se da ninguna pastoral de enfermos. Los enfermos no cuentan para nada. 

2. MISION DE LA PARROQUIA: CURAR A LOS ENFERMOS.
 La acción de la parroquia con los enfermos ha de inspirarse en el primer evangelizador, en Cristo, que pasó curando y evangelizó curando: «Recorría ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias» (Mt 9, 35)
Al compartir de manera eficaz los sentimientos de los enfermos y de los pecadores, mientras proclama la salvación y sana enfermos, Jesús revela el verdadero rostro del Padre, amigo del hombre y amigo de la vida. Además, Jesús comparte con sus discípulos la propia misión de evangelizar y de curar: «En la ciudad en que entréis y os reciban... curad los enfermos que haya en ella, y decidles: El Reino de Dios está cerca de vosotros» (Lc 10, 8-9). Ésta es nuestra tarea: entrar en la ciudad, en la sociedad de nuestros días, curar a los enfermos que haya en ella y desde esa acción curadora proclamar al hombre de hoy la cercanía de Dios y el cumplimiento actual de las señales que liberan: «Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, decid a los cobardes de corazón: Sed fuertes, no temáis; mirad a vuestro Dios que trae el desquite, viene en persona, os resarcirá y os salvará. Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo hablará» (Is 35, 3-6).
La parroquia continúa la obra de Jesús y, como él y sus primeros discípulos, se inclina ante la humanidad dolorida para levantarla y hacerla caminar en nombre de Jesús, el Señor (cf. Hc 3, 5-6).

3. ACCIONES DE LA PARROQUIA
 La parroquia continúa la misión de curar propia de Jesús. Su fidelidad a Él y su fidelidad al hombre de hoy le llevan a concretar aquellas acciones que hacen real su misión de curar a los enfermos. Señalamos las más significativas.

EDUCAR PARA AFRONTAR LA ENFERMEDAD 
Educar a los miembros de la parroquia para afrontar de forma madura la enfermedad, el sufrimiento, el deterioro físico o psíquico y la misma muerte, ayudándoles a tomar conciencia de que todo ello forma parte de su condición humana, a descubrir su sentido profundo, a vivir los valores que la enfermedad pone en crisis y los que facilitan la vivencia de la misma, a hacer de la enfermedad una ocasión de aprendizaje y enriquecimiento. Utilizar, para esta labor educativa, los medios a su alcance: predicación, catequesis, cursillos prematrimoniales, reuniones de matrimonios, celebraciones comunitarias con enfermos, publicaciones de la parroquia...

ACOMPAÑAR A LOS ENFERMOS 
Cuidar la presencia evangelizadora de la parroquia junto a los enfermos para ayudarles a afrontar la enfermedad con realismo y a asumirla con paz. 
La parroquia ha de ofrecerles “atención, cercanía, presencia, escucha, participación y ayuda concreta para con el hombre en los momentos en que la enfermedad y el sufrimiento ponen a dura prueba, no sólo su confianza en la vida, sino también su misma fe en Dios y en su amor de Padre» (ChL, 54).
 La parroquia ha de acercarse también a los enfermos alejados y a los no creyentes.

CELEBRAR DE LOS SACRAMENTOS DE LOS ENFERMOS
 Los sacramentos son los gestos en los que la parroquia ofrece al enfermo, de manera culminante, la gracia salvadora y sanadora de Cristo. De ahí la necesidad de renovar la celebración digna de los "sacramentos de los enfermos" buscando el momento adecuado, suscitando la participación activa del enfermo, la familia y la parroquia, cuidando la riqueza expresiva de cada sacramento, fomentando en lo posible la celebración comunitaria.
• Un momento crítico en la vida humana, como es la enfermedad, puede ser ocasión propicia para oír la llamada de Dios a la conversión y al perdón y celebrarla en el sacramento de la reconciliación.
 • Una manera de hacer palpable la fraterna solidaridad de la parroquia con los enfermos es llevarles la comunión de modo que puedan participar de la Eucaristía. 
• La unción de los enfermos es el sacramento específico de la enfermedad y no de la muerte. Es la celebración del encuentro con Cristo, que también hoy - y de muchas maneras - pasa curando.

ATENDER A LOS ENFERMOS MAS NECESITADOS 
Una parroquia fiel al espíritu de Jesús ha de hacer un esfuerzo por llegar hasta estos enfermos a los que nadie llega y atender a los que nadie atiende. El acercamiento preferente a los «últimos», el estilo de atenderlos y defenderlos es lo que da su sentido más transparente y evangélico a todo lo que la parroquia está haciendo en este campo. 

AYUDAR A LA FAMILIA DE LOS ENFERMOS
La enfermedad afecta también a la familia, a veces profundamente. Cambia sus planes y trastorna su ritmo de vida. Es fuente de inquietud y de dolor, de conflictos y desequilibrios emocionales y pone a prueba los valores sobre los que se asienta. La enfermedad constituye también para la familia una experiencia dolorosa y dura. Por otra parte, el papel de la familia del enfermo es fundamental e insustituible. El enfermo necesita su cariño y sus cuidados para sentirse seguro, su comprensión y paciencia para no verse como una carga y un estorbo, y necesita su compañía y apoyo para poder afrontar con realismo y asumir con paz la enfermedad y la muerte.

INTEGRAR A LOS ENFERMOS EN LA VIDA DE LA PARROQUIA 
Recuperar el verdadero lugar del enfermo en la parroquia «no simplemente como término del amor y del servicio de la Iglesia, sino más bien como sujeto activo y responsable de la evangelización» (ChL, 54). Una parroquia en la que no se cuenta con los enfermos es una parroquia enferma. La parroquia ha de conocer a los enfermos, reconocerles su sitio y su función dentro de la misma y hacerles partícipes de su vida y servicios.

IMPLICAR A TODA LA PARROQUIA 
Jesús ha confiado a su Iglesia la misión de asistir y cuidar a los enfermos. Todos los miembros de la Iglesia participan de su misión, si bien cada uno ha de realizarla en función del carisma recibido y del ministerio que la Iglesia le ha encomendado, pero siempre corresponsablemente con los demás para así hacer transparente el verdadero ser de la Iglesia. «Para dar una mayor eficacia a la pastoral entre los enfermos es necesario que toda la comunidad se sienta llamada a colaborar en la tarea» (JUAN PABLO II A LOS ENFERMOS, ZARAGOZA, 1982). Toda la parroquia está llamada a participar en el amor a los enfermos que cura y ayuda. 
 Es preciso sensibilizar a toda la parroquia acerca de su responsabilidad. Habrá que atender, formar, cuidar y coordinar a los miembros de la parroquia que se dedican de modo especial a los enfermos. Será muy conveniente contar con valiosa colaboración de los profesionales sanitarios que hay en la parroquia.

TRABAJAR PARA QUE LA PARROQUIA SEA FUENTE DE SALUD 
Trabajar para que la parroquia sea una comunidad sana y fuente de salud para los enfermos, ofreciéndoles la Palabra de Dios que sana, haciéndoles experimentar que son aceptados y queridos por Dios como tales y liberándoles de las consecuencias más dolorosas de la enfermedad, como son el verse solos y aislados, inútiles y un estorbo para los demás.

TEXTOS DEL MAGISTERIO 
«La tarea fundamental de la comunidad cristiana es evangelizar. Para realizarla ha de inspirarse en Jesús, el primer evangelizador. Jesús evangeliza curando. Los enfermos son el campo privilegiado de su actuación y su primera prioridad. Está cerca de ellos, los acoge, escucha y comprende. Les infunde aliento y esperanza. Les ayuda a descubrir que no están solos y abandonados de Dios. Jesús les ofrece en la curación corporal la sanación de toda su persona, liberándoles de la culpa, reconciliándolos con Dios y devolviéndoles la paz y la salvación total. Jesús los reintegra en la comunidad y les encomienda una misión. A partir y  en el interior de esa acción curadora Jesús anuncia el Reino y revela el verdadero rostro del Padre, amigo del hombre y amigo de la vida. Jesús confía a la comunidad cristiana llevar a cabo esa misma misión de evangelizar y curar. El gesto de curar a los enfermos es uno de los signos privilegiados que Jesús ha encomendado a su Iglesia para manifestar la llegada del Reino. La tarea de curar de la comunidad cristiana no se sitúa al nivel de los esfuerzos de carácter científico, técnico u organizativo que la sociedad realiza, ni está ligada a intereses ideológicos, políticos o económicos. Es una participación misteriosa pero real en el acontecimiento salvador de Cristo, muerto y resucitado, fuente de vida y de salud total para el hombre, porque le ayuda a descubrir un sentido nuevo a su vida, a reconciliarse consigo, con la vida y con Dios y a vivir «sanamente» la salud, la enfermedad, la curación y la misma muerte.» MENSAJE DE LA COMISIÓN EPISCOPAL DE PASTORAL. DÍA DEL ENFERMO 1990.

SUGERENCIAS PARA TRABAJAR EL TEMA 
Chequeo a la pastoral de enfermos en nuestra parroquia.
 • ¿Se visita a los enfermos? ¿Quiénes lo hacen?
 • ¿Se lleva la comunión a los enfermos? ¿Quién la lleva?
 • ¿Se celebra la unción comunitaria de enfermos? ¿Con qué preparación?
 • ¿Se educa a la parroquia sobre el dolor y la enfermedad?
 • ¿Se preocupa la parroquia por defender los derechos del enfermo?
 • ¿Cómo está organizada la pastoral de enfermos?
 • ¿Qué participación y responsabilidad tienen los seglares? 
• ¿Están integrados los enfermos en la vida de la comunidad? ¿Cómo? 

ORACIÓN
 Señor Dios, Padre de misericordia y fuente de vida. Te damos gracias por tu Hijo Jesucristo, que pasó por este mundo haciendo el bien y sanando a todos. En Él manifestaste tu amor entrañable a los hombres, curando a los enfermos, liberando a todos los oprimidos por el mal y renovando a la humanidad entera. En Él nos ofreciste la salvación hecha salud y libertad, esperanza y aceptación de nuestros límites. Danos, también hoy, tu Espíritu para difundir el Evangelio de la vida y ser testimonio vivo de la solidaridad que sana y salva; ayúdanos a ser promotores de salud y de esperanza, comunidad que acoge a los pobres y signo de salvación para sanos y enfermos. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén. (Oración del Congreso “Iglesia y Salud”). 

BIBLIOGRAFIA 
Azcona F, Análisis de los datos del cuestionario sobre pastoral sanitaria en las parroquias, en Labor Hospitalaria, n.° 210. Bureau de pastoral de enfermos de Bruselas, La comunidad cristiana y los enfermos, Marova 1980. Congreso «Parroquia evangelizadora», Edice, 1989. Congreso Iglesia y Salud, Edice 1995 Labor Hospitalaria Nº 215 (1990), La comunidad cristiana y los enfermos

jueves, 10 de octubre de 2024

HOSPITALIDAD DE NTRA. SRA. DE LOURDES DE LA RIOJA . PROGRAMACIÓN 2024/2025



PROGRAMACIÓN 2024/2025

JUBILEO 2025 “PEREGRINOS DE LA ESPERANZA”

* 21 de Diciembre de 2024: Eucaristía de Navidad de la Hospitalidad de Lourdes de La Rioja en los Maristas de Lardero.

JUBILEO 2025 “PEREGRINOS DE LA ESPERANZA”

(5 de cada mes: Adoración al Santísimo. 19:00 h.)

* 11 de Enero de 2024: Eucaristía (Parroquia San Pío X a las 19:00) por la Hospitalidad de Lourdes.

* 8, 9 y 10 de Febrero: Triduo en Honor de Ntra.  Sra. de Lourdes en la Parroquia de Santiago el  Real de Logroño.

* 11 de Febrero: Jornada Mundial del Enfermo 2025.

* 15 de Febrero: Procesión de Antorchas a las 18:15, desde la Plaza de la Iglesia de San Bartolomé  (Rosario)  Eucaristía a las 19:00, (Parroquia de Santiago  de Logroño) Cena de la Hospitalidad en N.H.

* 6, 20 y 27 de Febrero: Jornadas de Pastoral de la Salud “EN ESPERANZA FUIMOS SALVADOS”. Lugar: salón de las oficinas diocesanas de 17:30 a 19:00.

* 7, 8 Y 9 de Marzo: Jubileo de los voluntarios en Roma.

* 11 de Marzo: Eucaristía (Parroquia San Pío X a las 19:00) por la Hospitalidad de Lourdes.                                                                    

* 22 de Marzo: Jornada por la Vida.                                                    

* 11 de Abril: Eucaristía (Parroquia San Pío X a las 19:00) por la Hospitalidad de Lourdes.

* 11 de Mayo: Eucaristía (Parroquia San Pío X a las 19:00) por la Hospitalidad de Lourdes.

* 25 de Mayo: Pascua del Enfermo.

* 31 de Mayo: Rosario de la Aurora en Logroño. 

* 11 de Junio: Eucaristía (Parroquia San Pío X a las 19:00) por la Hospitalidad de Lourdes.

* 26, 27, 28 y 29 de Junio: XXXI Peregrinación Diocesana con enfermos a  LourdesTema Pastoral 2025: “CON MARÍA PEREGRINOS DE LA ESPERANZA”

* Septiembre: Peregrinación a Valvanera.

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