PASTORAL DE LA SALUD
MISION DE LA PARROQUIA EN EL MUNDO DE LOS ENFERMOS
INTRODUCCIÓN
En general, los enfermos no ocupan hoy en la parroquia el lugar que les corresponde, el que
tuvieron en la vida de Jesús, en las primeras comunidades y en otras etapas de la vida de la
Iglesia. En muchos casos, la atención a los enfermos se reduce a la administración de
sacramentos, olvidando la misión de curar que tiene la comunidad. Con frecuencia, los
enfermos son sólo destinatarios de cuidados diversos, pero no se les integra como miembros
activos de la propia comunidad. Además, el hombre de hoy, también el creyente, no suele
estar preparado para afrontar la enfermedad, el dolor y la muerte en su vida y en la de los
suyos. Las comunidades cristianas han de asumir su compromiso evangelizador en el mundo
de la salud, han de ser comunidades que curan. ¿Qué podemos hacer nosotros?
1. LA PARROQUIA Y LOS ENFERMOS.
Con el fin de conocer la situación de la pastoral de la salud en las parroquias se realizó una
encuesta, cuyos resultados en buena parte siguen teniendo vigencia. El análisis de las
respuestas llegaba a las siguientes conclusiones:
• Aproximadamente el 15% de las parroquias tiene una pastoral de enfermos viva, dinámica y
evangelizadora.
• Hay otro tipo de parroquias en las que se dan ciertos signos de vitalidad: están caminando y
luchan por organizarse (34 %).
• Encontramos otras que se limitan a asegurar las acciones tradicionales, sin comprometerse
con la problemática del enfermo (39%).
• Finalmente, en un 10% no se da ninguna pastoral de enfermos. Los enfermos no cuentan
para nada.
2. MISION DE LA PARROQUIA: CURAR A LOS ENFERMOS.
La acción de la parroquia con los enfermos ha de inspirarse en el primer evangelizador, en
Cristo, que pasó curando y evangelizó curando: «Recorría ciudades y aldeas, enseñando en
sus sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando todas las enfermedades y
dolencias» (Mt 9, 35)
Al compartir de manera eficaz los sentimientos de los enfermos y de los pecadores, mientras
proclama la salvación y sana enfermos, Jesús revela el verdadero rostro del Padre, amigo del
hombre y amigo de la vida. Además, Jesús comparte con sus discípulos la propia misión de
evangelizar y de curar: «En la ciudad en que entréis y os reciban... curad los enfermos que
haya en ella, y decidles: El Reino de Dios está cerca de vosotros» (Lc 10, 8-9).
Ésta es nuestra tarea: entrar en la ciudad, en la sociedad de nuestros días, curar a los enfermos
que haya en ella y desde esa acción curadora proclamar al hombre de hoy la cercanía de Dios
y el cumplimiento actual de las señales que liberan: «Fortaleced las manos débiles,
robusteced las rodillas vacilantes, decid a los cobardes de corazón: Sed fuertes, no temáis;
mirad a vuestro Dios que trae el desquite, viene en persona, os resarcirá y os salvará. Se
despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la
lengua del mudo hablará» (Is 35, 3-6).
La parroquia continúa la obra de Jesús y, como él y sus primeros discípulos, se inclina ante la
humanidad dolorida para levantarla y hacerla caminar en nombre de Jesús, el Señor (cf. Hc 3,
5-6).
3. ACCIONES DE LA PARROQUIA
La parroquia continúa la misión de curar propia de Jesús. Su fidelidad a Él y su fidelidad al
hombre de hoy le llevan a concretar aquellas acciones que hacen real su misión de curar a los
enfermos. Señalamos las más significativas.
EDUCAR PARA AFRONTAR LA ENFERMEDAD
Educar a los miembros de la parroquia para afrontar de forma madura la enfermedad, el
sufrimiento, el deterioro físico o psíquico y la misma muerte, ayudándoles a tomar conciencia
de que todo ello forma parte de su condición humana, a descubrir su sentido profundo, a vivir
los valores que la enfermedad pone en crisis y los que facilitan la vivencia de la misma, a
hacer de la enfermedad una ocasión de aprendizaje y enriquecimiento. Utilizar, para esta
labor educativa, los medios a su alcance: predicación, catequesis, cursillos prematrimoniales,
reuniones de matrimonios, celebraciones comunitarias con enfermos, publicaciones de la
parroquia...
ACOMPAÑAR A LOS ENFERMOS
Cuidar la presencia evangelizadora de la parroquia junto a los enfermos para ayudarles a
afrontar la enfermedad con realismo y a asumirla con paz.
La parroquia ha de ofrecerles “atención, cercanía, presencia, escucha, participación y ayuda
concreta para con el hombre en los momentos en que la enfermedad y el sufrimiento ponen a
dura prueba, no sólo su confianza en la vida, sino también su misma fe en Dios y en su amor
de Padre» (ChL, 54).
La parroquia ha de acercarse también a los enfermos alejados y a los no creyentes.
CELEBRAR DE LOS SACRAMENTOS DE LOS ENFERMOS
Los sacramentos son los gestos en los que la parroquia ofrece al enfermo, de manera
culminante, la gracia salvadora y sanadora de Cristo. De ahí la necesidad de renovar la
celebración digna de los "sacramentos de los enfermos" buscando el momento adecuado,
suscitando la participación activa del enfermo, la familia y la parroquia, cuidando la riqueza
expresiva de cada sacramento, fomentando en lo posible la celebración comunitaria.
• Un momento crítico en la vida humana, como es la enfermedad, puede ser ocasión propicia
para oír la llamada de Dios a la conversión y al perdón y celebrarla en el sacramento de la
reconciliación.
• Una manera de hacer palpable la fraterna solidaridad de la parroquia con los enfermos es
llevarles la comunión de modo que puedan participar de la Eucaristía.
• La unción de los enfermos es el sacramento específico de la enfermedad y no de la muerte.
Es la celebración del encuentro con Cristo, que también hoy - y de muchas maneras - pasa
curando.
ATENDER A LOS ENFERMOS MAS NECESITADOS
Una parroquia fiel al espíritu de Jesús ha de hacer un esfuerzo por llegar hasta estos enfermos
a los que nadie llega y atender a los que nadie atiende. El acercamiento preferente a los
«últimos», el estilo de atenderlos y defenderlos es lo que da su sentido más transparente y
evangélico a todo lo que la parroquia está haciendo en este campo.
AYUDAR A LA FAMILIA DE LOS ENFERMOS
La enfermedad afecta también a la familia, a veces profundamente. Cambia sus planes y
trastorna su ritmo de vida. Es fuente de inquietud y de dolor, de conflictos y desequilibrios
emocionales y pone a prueba los valores sobre los que se asienta. La enfermedad constituye
también para la familia una experiencia dolorosa y dura. Por otra parte, el papel de la familia
del enfermo es fundamental e insustituible. El enfermo necesita su cariño y sus cuidados para
sentirse seguro, su comprensión y paciencia para no verse como una carga y un estorbo, y
necesita su compañía y apoyo para poder afrontar con realismo y asumir con paz la
enfermedad y la muerte.
INTEGRAR A LOS ENFERMOS EN LA VIDA DE LA PARROQUIA
Recuperar el verdadero lugar del enfermo en la parroquia «no simplemente como término del
amor y del servicio de la Iglesia, sino más bien como sujeto activo y responsable de la
evangelización» (ChL, 54). Una parroquia en la que no se cuenta con los enfermos es una
parroquia enferma. La parroquia ha de conocer a los enfermos, reconocerles su sitio y su
función dentro de la misma y hacerles partícipes de su vida y servicios.
IMPLICAR A TODA LA PARROQUIA
Jesús ha confiado a su Iglesia la misión de asistir y cuidar a los enfermos. Todos los
miembros de la Iglesia participan de su misión, si bien cada uno ha de realizarla en función
del carisma recibido y del ministerio que la Iglesia le ha encomendado, pero siempre
corresponsablemente con los demás para así hacer transparente el verdadero ser de la Iglesia.
«Para dar una mayor eficacia a la pastoral entre los enfermos es necesario que toda la
comunidad se sienta llamada a colaborar en la tarea» (JUAN PABLO II A LOS ENFERMOS,
ZARAGOZA, 1982). Toda la parroquia está llamada a participar en el amor a los enfermos que
cura y ayuda.
Es preciso sensibilizar a toda la parroquia acerca de su responsabilidad. Habrá que atender,
formar, cuidar y coordinar a los miembros de la parroquia que se dedican de modo especial a
los enfermos. Será muy conveniente contar con valiosa colaboración de los profesionales
sanitarios que hay en la parroquia.
TRABAJAR PARA QUE LA PARROQUIA SEA FUENTE DE SALUD
Trabajar para que la parroquia sea una comunidad sana y fuente de salud para los enfermos,
ofreciéndoles la Palabra de Dios que sana, haciéndoles experimentar que son aceptados y
queridos por Dios como tales y liberándoles de las consecuencias más dolorosas de la
enfermedad, como son el verse solos y aislados, inútiles y un estorbo para los demás.
TEXTOS DEL MAGISTERIO
«La tarea fundamental de la comunidad cristiana es evangelizar. Para realizarla ha de
inspirarse en Jesús, el primer evangelizador. Jesús evangeliza curando. Los enfermos son el
campo privilegiado de su actuación y su primera prioridad. Está cerca de ellos, los acoge,
escucha y comprende. Les infunde aliento y esperanza. Les ayuda a descubrir que no están
solos y abandonados de Dios. Jesús les ofrece en la curación corporal la sanación de toda su
persona, liberándoles de la culpa, reconciliándolos con Dios y devolviéndoles la paz y la
salvación total. Jesús los reintegra en la comunidad y les encomienda una misión. A partir y en el interior de esa acción curadora Jesús anuncia el Reino y revela el verdadero rostro del
Padre, amigo del hombre y amigo de la vida.
Jesús confía a la comunidad cristiana llevar a cabo esa misma misión de evangelizar y curar.
El gesto de curar a los enfermos es uno de los signos privilegiados que Jesús ha encomendado
a su Iglesia para manifestar la llegada del Reino. La tarea de curar de la comunidad cristiana
no se sitúa al nivel de los esfuerzos de carácter científico, técnico u organizativo que la
sociedad realiza, ni está ligada a intereses ideológicos, políticos o económicos. Es una
participación misteriosa pero real en el acontecimiento salvador de Cristo, muerto y
resucitado, fuente de vida y de salud total para el hombre, porque le ayuda a descubrir un
sentido nuevo a su vida, a reconciliarse consigo, con la vida y con Dios y a vivir «sanamente»
la salud, la enfermedad, la curación y la misma muerte.» MENSAJE DE LA COMISIÓN
EPISCOPAL DE PASTORAL. DÍA DEL ENFERMO 1990.
SUGERENCIAS PARA TRABAJAR EL TEMA
Chequeo a la pastoral de enfermos en nuestra parroquia.
• ¿Se visita a los enfermos? ¿Quiénes lo hacen?
• ¿Se lleva la comunión a los enfermos? ¿Quién la lleva?
• ¿Se celebra la unción comunitaria de enfermos? ¿Con qué preparación?
• ¿Se educa a la parroquia sobre el dolor y la enfermedad?
• ¿Se preocupa la parroquia por defender los derechos del enfermo?
• ¿Cómo está organizada la pastoral de enfermos?
• ¿Qué participación y responsabilidad tienen los seglares?
• ¿Están integrados los enfermos en la vida de la comunidad? ¿Cómo?
ORACIÓN
Señor Dios, Padre de misericordia y fuente de vida.
Te damos gracias por tu Hijo Jesucristo,
que pasó por este mundo haciendo el bien y sanando a todos.
En Él manifestaste tu amor entrañable a los hombres, curando a los enfermos,
liberando a todos los oprimidos por el mal y renovando a la humanidad entera.
En Él nos ofreciste la salvación hecha salud y libertad,
esperanza y aceptación de nuestros límites.
Danos, también hoy, tu Espíritu para difundir el Evangelio de la vida
y ser testimonio vivo de la solidaridad que sana y salva;
ayúdanos a ser promotores de salud y de esperanza,
comunidad que acoge a los pobres y signo de salvación para sanos y enfermos.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
(Oración del Congreso “Iglesia y Salud”).
BIBLIOGRAFIA
Azcona F, Análisis de los datos del cuestionario sobre pastoral sanitaria en las parroquias, en
Labor Hospitalaria, n.° 210.
Bureau de pastoral de enfermos de Bruselas, La comunidad cristiana y los enfermos, Marova
1980.
Congreso «Parroquia evangelizadora», Edice, 1989.
Congreso Iglesia y Salud, Edice 1995
Labor Hospitalaria Nº 215 (1990), La comunidad cristiana y los enfermos
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