DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS PARTICIPANTES EN LA XXVIII CONFERENCIA INTERNACIONAL
ORGANIZADA POR EL CONSEJO PONTIFICIO PARA LOS AGENTES SANITARIOS
(PARA LA PASTORAL DE LA SALUD)
A LOS PARTICIPANTES EN LA XXVIII CONFERENCIA INTERNACIONAL
ORGANIZADA POR EL CONSEJO PONTIFICIO PARA LOS AGENTES SANITARIOS
(PARA LA PASTORAL DE LA SALUD)
Aula Pablo VI
Sábado 23 de noviembre de 2013
Queridos hermanos y hermanas:Sábado 23 de noviembre de 2013
¡Gracias por vuestra acogida! Os saludo cordialmente a todos.
Desearía repetir hoy que las personas ancianas han sido siempre protagonistas en la Iglesia, y lo son todavía. Hoy más que nunca la Iglesia debe dar ejemplo a toda la sociedad del hecho que ellas, a pesar de los inevitables «achaques», a veces incluso serios, son siempre importantes, es más, indispensables. Ellas llevan consigo la memoria y la sabiduría de la vida, para transmitirlas a los demás, y participan a pleno título en la misión de la Iglesia. Recordemos que la vida humana conserva siempre su valor a los ojos de Dios, más allá de toda visión discriminante.
La prolongación de las expectativas de vida, introducida a lo largo del siglo XX, comporta que un número creciente de personas sufre patologías neurodegenerativas, a menudo acompañadas por un deterioro de las capacidades cognitivas. Estas patologías asedian el mundo socio-sanitario tanto en el aspecto de la investigación como en el de la asistencia y la atención en los centros socio-asistenciales, así como también en la familia, que sigue siendo el lugar privilegiado de acogida y de cercanía.
Es importante el apoyo de ayudas y de servicios adecuados, orientados al respeto de la dignidad, de la identidad, de las necesidades de la persona asistida, pero también de quienes les asisten, familiares y agentes profesionales. Esto es posible sólo en un contexto de confianza y en el ámbito de una relación mutuamente respetuosa. Así vivida, la experiencia de los cuidados se convierte en una experiencia muy rica tanto profesional como humanamente; en caso contrario, llega a ser mucho más semejante a la sencilla y fría «tutela física».
Se hace necesario, por lo tanto, comprometerse en favor de una asistencia que, junto al tradicional modelo biomédico, se enriquezca con espacios de dignidad y de libertad, lejos de la cerrazón y de los silencios, la tortura de los silencios. El silencio, muchas veces se transforma en una tortura. Estas cerrazones y silencios que con demasiada frecuencia rodean a las personas en ámbito asistencial. En esta perspectiva quisiera subrayar la importancia del aspecto religioso y espiritual. Es más, ésta es una dimensión que sigue siendo vital incluso cuando las capacidades cognitivas se reducen o se pierden. Se trata de poner en práctica un especial acercamiento pastoral para acompañar la vida religiosa de las personas ancianas con graves patologías degenerativas, con formas y contenidos diversificados, porque, en cualquier caso, su mente y su corazón no interrumpen el diálogo y la relación con Dios.
Desearía terminar con un saludo a los ancianos. Queridos amigos, vosotros no sois sólo destinatarios del anuncio del mensaje evangélico, sino que sois siempre, a pleno título, también anunciadores en virtud de vuestro Bautismo. Vosotros podéis vivir cada día como testigos del Señor, en vuestras familias, en la parroquia y en los demás ambientes que frecuentáis, haciendo conocer a Cristo y su Evangelio, especialmente a los más jóvenes. Recordad que fueron dos ancianos quienes reconocieron a Jesús en el Templo y lo anunciaron con alegría y con esperanza. Os encomiendo a todos a la protección de la Virgen, y os doy las gracias de corazón por vuestras oraciones. Ahora, todos juntos, recemos a la Virgen por todos los agentes sanitarios, los enfermos, los ancianos, y luego recibimos la bendición (Avemaría...).
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