Por: Marcel Lí Carreras
Gratis has recibido, da gratis. Expresión de gran contenido evangélico que da pistas para definir el estilo, el alcance y el contenido del voluntariado comprometido con la pastoral de la salud, y que nos debería ayudar a la reflexión, revisión y renovación de este servicio. Es decir, a redescubrir la inspiración cristiana del voluntariado y su misión en el conjunto de la tarea evangelizadora de la Iglesia, a promover su dimensión eclesial, a elaborar proyectos que armonicen la acción, tan a menudo dispersa, y favorezcan la colaboración, y la promoción de una formación adecuada para los trabajos específicos que se deban llevar a cabo.
Es fundamental esta doble vertiente: su trabajo humanizador y su testimonio. Pero queremos resaltar al mismo tiempo que este voluntariado es llamado a formar parte activa (cada uno según sus cualidades) de la alianza evangelizadora del mundo de la salud y de la enfermedad, que incumbe a pastores, personas de vida consagrada, seglares, profesionales cristianos, enfermos y voluntarios, en un objetivo común y en el marco de una misma comunidad. Aunque encontramos presente al voluntariado en diversas realidades del mundo de la salud, queremos resaltar aquí el voluntariado planteado y ejercido desde /a parroquia, como un ámbito especifico de la acción pastoral.
El servicio a la salud, un ministerio eclesial y parroquial Jesucristo, además del mandamiento de anunciar el Reino, encomienda a su Iglesia el servicio a la salud y a los enfermos (Lc 10,9). Se trata de un ministerio confiado a la comunidad entera. Algunos de sus miembros son los que, de acuerdo con sus capacidades y sensibilidades, asumen este servicio y ministerio. Su trabajo en pastoral de la salud es una misión recibida de la comunidad. Son enviados para anunciar la buena noticia de Jesús a los enfermos y a las familias de estos.
En la conclusión sobre la parroquia del Congreso "Iglesia y Salud" se nos recuerda que "una parroquia sana y cercana al enfermo puede hoy día ser un lugar privilegiado para impulsar la nueva evangelización presentándose como referencia de vida más saludable en medio de la sociedad actual y como anuncio de la salvación". Se insiste, asimismo, en que "no podemos construir una comunidad parroquial fiel a Jesucristo ignorando precisamente a estos hombres y mujeres enfermos a los que él dedicó una atención preferente".
El voluntario en la pastoral de la salud
Podríamos describir a los voluntarios enrolados en la pastoral de la salud resaltando estas características personales: laicos comprometidos en la vida de la Iglesia, maduros desde el punto de vista humano y moral, con aptitudes para el diálogo y la relación de ayuda, y capaces de cooperar eficazmente en los objetivos de la comunidad eclesial. Y también, que sean personas predispuestas a seguir un programa de formación para poder llegar a ser instrumentos más eficaces en manos de Dios, y que dispongan de tiempo suficiente para realizar su servicio.
El voluntario tiene como horizonte de referencia para su acción el ejemplo de Cristo, el espíritu del Evangelio y la comunión con la Iglesia. Tres referencias fundamentales que dan calidad y sentido a la acción humana y pastoral cerca de los enfermos y de sus familias. El voluntario procura tener presentes estos cuatro aspectos que enriquecen el contacto humano que se establece, el acompañamiento que asume y la acción pastoral que realiza: ¿qué puedo ser para el enfermo?, ¿qué puedo comunicar al enfermo?, ¿qué puedo aprender del enfermo? y ¿qué puedo hacer por el enfermo?
El compromiso del voluntario pastoral
Al asumir de la comunidad la misión, el voluntario se compromete a dar parte de su tiempo, atender a las necesidades de los enfermos y de sus familiares, participar en las actividades del grupo de pastoral de la salud y de la comunidad, estar en contacto con grupos e instituciones del mundo de la salud, y seguir una formación continuada. Como persona humana que vive de cerca situaciones difíciles y que generan muchas demandas, el voluntario necesita también ser ayudado. Apuntamos algunas ayudas: tener como referencia a un grupo, saberse acompañado, dejarse cuidar, reconocer el trabajo hecho, encontrar apoyo, recibir un trato personalizado, ayudar a crecer a partir de las experiencias vividas, profundizar su propia vivencia espiritual...
A la hora del trabajo concreto, la disponibilidad y el conocimiento de las necesidades del enfermo y de la familia dan pistas para encontrar caminos de acción. Pero más allá de la creatividad que requiere cada situación, bueno será recordar algunas acciones útiles a llevar a cabo: la educación para la salud, visita a domicilio y centros sanitarios, celebración de los sacramentos dentro del proceso de acompañamiento, facilitar la oración, la Palabra de Dios y la comunión a los enfermos, atención a los enfermos más solitarios y necesitados, atención a las familias, tener en cuenta el testimonio y el compromiso evangelizador de los enfermos en la vida de la comunidad...
¡Ánimos a los que ya lo hacen! ¡Sepamos enrolar a nuevas personas! ¡Queda trabajo siempre por hacer!
Es fundamental esta doble vertiente: su trabajo humanizador y su testimonio. Pero queremos resaltar al mismo tiempo que este voluntariado es llamado a formar parte activa (cada uno según sus cualidades) de la alianza evangelizadora del mundo de la salud y de la enfermedad, que incumbe a pastores, personas de vida consagrada, seglares, profesionales cristianos, enfermos y voluntarios, en un objetivo común y en el marco de una misma comunidad. Aunque encontramos presente al voluntariado en diversas realidades del mundo de la salud, queremos resaltar aquí el voluntariado planteado y ejercido desde /a parroquia, como un ámbito especifico de la acción pastoral.
El servicio a la salud, un ministerio eclesial y parroquial Jesucristo, además del mandamiento de anunciar el Reino, encomienda a su Iglesia el servicio a la salud y a los enfermos (Lc 10,9). Se trata de un ministerio confiado a la comunidad entera. Algunos de sus miembros son los que, de acuerdo con sus capacidades y sensibilidades, asumen este servicio y ministerio. Su trabajo en pastoral de la salud es una misión recibida de la comunidad. Son enviados para anunciar la buena noticia de Jesús a los enfermos y a las familias de estos.
En la conclusión sobre la parroquia del Congreso "Iglesia y Salud" se nos recuerda que "una parroquia sana y cercana al enfermo puede hoy día ser un lugar privilegiado para impulsar la nueva evangelización presentándose como referencia de vida más saludable en medio de la sociedad actual y como anuncio de la salvación". Se insiste, asimismo, en que "no podemos construir una comunidad parroquial fiel a Jesucristo ignorando precisamente a estos hombres y mujeres enfermos a los que él dedicó una atención preferente".
El voluntario en la pastoral de la salud
Podríamos describir a los voluntarios enrolados en la pastoral de la salud resaltando estas características personales: laicos comprometidos en la vida de la Iglesia, maduros desde el punto de vista humano y moral, con aptitudes para el diálogo y la relación de ayuda, y capaces de cooperar eficazmente en los objetivos de la comunidad eclesial. Y también, que sean personas predispuestas a seguir un programa de formación para poder llegar a ser instrumentos más eficaces en manos de Dios, y que dispongan de tiempo suficiente para realizar su servicio.
El voluntario tiene como horizonte de referencia para su acción el ejemplo de Cristo, el espíritu del Evangelio y la comunión con la Iglesia. Tres referencias fundamentales que dan calidad y sentido a la acción humana y pastoral cerca de los enfermos y de sus familias. El voluntario procura tener presentes estos cuatro aspectos que enriquecen el contacto humano que se establece, el acompañamiento que asume y la acción pastoral que realiza: ¿qué puedo ser para el enfermo?, ¿qué puedo comunicar al enfermo?, ¿qué puedo aprender del enfermo? y ¿qué puedo hacer por el enfermo?
El compromiso del voluntario pastoral
Al asumir de la comunidad la misión, el voluntario se compromete a dar parte de su tiempo, atender a las necesidades de los enfermos y de sus familiares, participar en las actividades del grupo de pastoral de la salud y de la comunidad, estar en contacto con grupos e instituciones del mundo de la salud, y seguir una formación continuada. Como persona humana que vive de cerca situaciones difíciles y que generan muchas demandas, el voluntario necesita también ser ayudado. Apuntamos algunas ayudas: tener como referencia a un grupo, saberse acompañado, dejarse cuidar, reconocer el trabajo hecho, encontrar apoyo, recibir un trato personalizado, ayudar a crecer a partir de las experiencias vividas, profundizar su propia vivencia espiritual...
A la hora del trabajo concreto, la disponibilidad y el conocimiento de las necesidades del enfermo y de la familia dan pistas para encontrar caminos de acción. Pero más allá de la creatividad que requiere cada situación, bueno será recordar algunas acciones útiles a llevar a cabo: la educación para la salud, visita a domicilio y centros sanitarios, celebración de los sacramentos dentro del proceso de acompañamiento, facilitar la oración, la Palabra de Dios y la comunión a los enfermos, atención a los enfermos más solitarios y necesitados, atención a las familias, tener en cuenta el testimonio y el compromiso evangelizador de los enfermos en la vida de la comunidad...
¡Ánimos a los que ya lo hacen! ¡Sepamos enrolar a nuevas personas! ¡Queda trabajo siempre por hacer!
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