martes, 2 de octubre de 2018

6. VOLUNTARIADO Y PASTORAL DE LA SALUD


Tema 6. Ser voluntario en la comunidad cristiana
 

Imagen relacionadaMISIÓN DIOCESANA






 La Iglesia es la comunidad de los que creen en Cristo y lo aceptan como Salvador. La Iglesia es fundamentalmente comunión, comunidad, fraternidad. Su misión, su vocación propia es evangelizar. Esto lo decimos de la Iglesia universal, pero lo afirmamos también de la Diócesis, de la Iglesia diocesana y de la parroquia. Como dice la LG. 9: “Cristo instituyó a la Iglesia para ser comunión de verdad, de vida y de caridad”.
 
La Iglesia Universal, la Iglesia Diocesana, la parroquia son una comunidad de fe, de vida, de amor. En esta comunidad, todos los que la forman tienen una misma fe, una vida: la vida de Cristo recibida en el bautismo, y un único mandato: el de amar y amarnos como Cristo nos amó a nosotros.
 
La comunidad cristiana es una comunidad de servidores a ejemplo de Cristo que vino no para ser servido sino para servir (Mt. 20,28). Somos comunidad de servidores: amando al prójimo, sirviendo a los demás, defendiendo sus derechos, especialmente de los más pobres y necesitados, siendo solidarios con todos los pueblos, con todas las personas.
 
En la comunidad cristiana todos sus componentes deben ser, pues, servidores, todos deben ser voluntarios. Como dice D. Ramón Echarren, Obispo de Canarias, “todo cristiano, por el hecho de ser discípulo de Jesús”, ha de ser un voluntario en el campo de lo social”.
 
Este voluntariado, exigencia de nuestra condición de creyentes en Jesús, lo podemos vivir dentro de la comunidad cristiana, en tareas sociales desarrolladas en la propia comunidad, pero no sólo en servicio de los miembros de la comunidad, sino de todo necesitado, o en cualquier ámbito de la sociedad desde la propia Iglesia como comunidad de referencia.
 
 EL SERVICIO A LA SALUD, UN MINISTERIO ECLESIAL
 
Junto con el mandato de anunciar el Reino Cristo encomendó a su Iglesia el servicio a la salud y a los enfermos (Lc 10,9). Es, pues, un ministerio confiado a toda la comunidad, en el que cada bautizado participa según el don recibido y de acuerdo con su capacidad de respuesta a las exigencias de su bautismo.
 
Muchos voluntarios cristianos se sienten llamados y motivados para participar en ese ministerio. Unos realizan una labor de carácter social; otros, más marcadamente pastoral. Habitualmente pertenecen a grupos constituidos, están insertos en la comunidad cristiana o en los equipos de pastoral de la salud.
 
En todo caso, el voluntario que, en virtud de su fe, trabaja en el mundo de la salud y de la enfermedad es también un enviado. Actúa en nombre de la comunidad cristiana, hace suya su misión, y, por tanto, ha de poseer un sincero espíritu eclesial.
 
“La eclesialidad debe conjugar la pluralidad de las acciones caritativas-sociales con la comunión de todos los sujetos, individuales y colectivos, que las realizan. La dimensión evangelizadora de la Pastoral de la Caridad ha de tener necesariamente una referencia a la Iglesia, ya que es ella el sujeto al que el Señor confió la misión de evangelizar. No basta con afirmar que es la Iglesia donde se realiza. Hay que descubrir que es la misma Iglesia la que la realiza, en la pluralidad de sus sujetos individuales, colectivos e institucionales”.(La caridad en la vida de la Iglesia, CEE).
 
CAUCES PARA LA COMUNIÓN
 
El sentido eclesial del voluntariado cristiano y la condición misma de la Iglesia (que es siempre comunión) se expresan en variadas formas cuyo denominador común es siempre la referencia a una comunidad.
 
De ahí que el voluntariado cristiano que actúa en el mundo de la salud y de la enfermedad tenga también sus cauces comunitarios. Señalamos algunos:
 
·      En primer lugar, la parroquia, como medio habitual en el que se vive, se celebra y se traduce en testimonio la fe de los creyentes. El voluntario se inserta dentro de ella, dentro del equipo de pastoral de la salud, o bien dentro del equipo de visitadores o de asociaciones/movimientos vinculados a ella.
·      Las instituciones sanitarias, sociosanitarias y geriátricas, en las que actúan enviados por sus comunidades, o bien desde la comunidad de la institución (capellanía, comunidad religiosa).
·      Asociaciones, grupos de voluntariado cristiano.
 
Para favorecer la comunión eclesial y, al mismo tiempo, para evitar la pérdida de eficacia caritativa y apostólica, es preciso que el voluntariado cristiano que actúa en el mundo de la salud y de la enfermedad posea una adecuada coordinación y un claro sentido de colaboración. Esto no es posible si no existe una conveniente jerarquización de referencias. El cristiano no debe actuar por libre.
 
ESPACIOS PARA EL SERVICIO
 
Tanto el voluntariado “social” como el “pastoral” dentro del mundo de la salud y de la enfermedad tiene amplios espacios de servicio dentro de la comunidad. Indicamos algunos de los ministerios y ámbitos en los que puede colaborar:
 
*      Catequesis de los sanos (niños, jóvenes y adultos).
*      Atención (asistencial, pastoral) a los enfermos de la comunidad.
*      Campañas de promoción de la salud, de educación sanitaria, de donación de órganos etc.
*      Instituciones o iniciativas comunitarias de atención a sectores marginados.
*      Instituciones sanitarias, sociosanitarias y geriátricas dentro del territorio de la parroquia.
*      Equipos de pastoral de la salud (cape-llanías) de las instituciones.
 
TEXTO BÍBLICO
 
Hechos 2, 42-47.
 
CUESTIONARIO
 
¿Qué es la Iglesia? ¿Por qué la comunión es una de las dimensiones de la Iglesia? ¿Por qué el servicio a la salud y a los enfermos es siempre eclesial? ¿Como voluntario/a has encontrado cauces adecuados de comunión eclesial? ¿El voluntariado cristiano tiene suficientes espacios de actuación dentro del mundo de la salud y de la enfermedad? ¿Crees que el voluntariado cristiano está suficiente insertado dentro de la comunidad cristiana y adecuadamente coordinado? ¿Qué te sugiere el texto bíblico?
 
COMPROMISO
 
ORACIÓN COMUNITARIA
 
Perdona, Señor, a tu Iglesia, a cada uno de nosotros:
por nuestra soberbia e incomprensión con los pobres;
por nuestros pecados personales y colectivos contra la caridad;
por nuestros pecados de acción y omisión contra la justicia;
por nuestra falta de esfuerzo para atacar las raíces de la injusticia;
por buscar casi siempre nuestro interés personal y de grupo;
por ser incoherentes con nuestra fe.
Perdónanos, Señor, porque no somos testigos de tu Amor
y porque no manifestamos claramente que es la Iglesia
quien realiza la Caridad por nuestro medio”.
 
BIBLIOGRAFÍA
 
La pastoral de la salud en la parroquia,  Depto. de PS de la CEE.

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