SECRETARIADO
DIOCESANO DE PASTORAL DE LA SALUD
2.
ESPIRITUALIDAD
“Jesús pasó haciendo el
bien, curando a los enfermos y anunciándoles la Buena Noticia” (Hech 10,38)
RASGOS DE LA ESPIRITUALIDAD
1. El agente de Pastoral de la Salud entiende y vive la vida como un don:
La vida para un creyente es un Don de
Dios, un regalo, un tesoro lleno de posibilidades que tenemos que desarrollar y
cuidar en todos los estadios y circunstancias de la vida. No sólo en la salud,
sino también en la fragilidad de la enfermedad debemos vivir y celebrar todas
sus potencialidades.
Como en la parábola de los talentos,
en todas las circunstancias existenciales podemos y debemos dar frutos. La
sociedad de consumo y materialista sólo aprecia lo sano, joven, guapo y relega
al olvido y al desprecio las otras realidades.
El agente de la Pastoral de la Salud
es consciente de la delgada línea roja que hay entre salud y enfermedad, por
eso vive, cuida y anima para que cada persona lleve una vida saludable y plena
en todas las circunstancias y condicionantes que se encuentre.
2. La espiritualidad del agente de pastoral de la salud se inspira en
Cristo:
A) El enfermo es el mismo Cristo: “A mí
me lo hiciste”. Podemos tener muchas razones para “acompañar” a los enfermos
pero en línea de fe y pastoral la prioridad será contemplar, descubrir, y
acoger a Cristo en el enfermo.
B) El agente de pastoral de la salud es
un “enviado”. Cristo encomienda la misión y es el modelo acabado de cómo
realizarla. Él es nuestra referencia. Lo vemos en la parábola del Buen
Samaritano: Lc 10,30-35. “Ve y haz tu lo mismo”.
“La
parábola del Buen Samaritano pertenece al Evangelio del sufrimiento. Indica, en
efecto, cual debe ser la relación de cada uno de nosotros con el prójimo que
sufre. No nos está permitido “pasar de largo”; con indiferencia; sino que
debemos “pararnos” junto a él. Buen Samaritano es todo hombre que se para junto
al sufrimiento de otro hombre, de cualquier género que ese sea. Esta parada no
significa curiosidad, sino más bien, disponibilidad”.
(San
Juan Pablo II, Doloris Salvifici 28)
Nos
detenemos en seis momentos a tener en cuenta y que hoy en día también conservan
toda su fuerza inspiradora:
B 1. Toma conciencia. “Al verlo…”
Cada
uno de los tres protagonistas lo ve con corazón y ojos diferentes. El
Samaritano no lo mira superficialmente, sino en profundidad. En aquel rostro y
en esas heridas ve su propia fragilidad.
El agente
de Pastoral de la Salud es capaz de leer los escenarios interiores y sabe
discernir quien necesita una sonrisa acogedora; quien un apretón de manos o una
oración; quien, una larga conversación; y quien, que se le deje en paz-
B 2. Compasión:”… se compadeció de él”
El ver
se conjuga después con la respuesta interior, con la vibración del corazón que
se deja conmover e interpelar por aquello que ve.
Un
requisito esencial para desempeñar con amor el propio servicio es la capacidad
para desempeñar con amor el propio servicio es la capacidad de sentir
compasión, que no es ni piedad ni superioridad, sino dejarse afectar por el
dolor del otro.
Si el
agente de Pastoral de la Salud no ama lo que hace, si no siente pasión por los
crucificados en su lecho de dolor, difícilmente será portador de esperanza ni
fuente de consuelo.
B 3. Proximidad: “Se acercó”.
Muchos
ven y sienten compasión pero siguen adelante ocupados, en sus “cosas”. Hoy, las
escenas cotidianas de pobreza, marginación, soledad, enfermedad y sufrimiento
llegan a nuestros oídos y las vemos y oímos en nuestros barrios; por eso es un
deber ineludible hacer un sabio discernimiento sobre el modo más apropiado de
ayudar. En las escenas anteriores del relato del samaritano quedaría bloqueadas
y estériles sin este paso concreto de implicación.
El
agente de Pastoral de la Salud tiene el privilegio de ofrecer su presencia y
acercarse desinteresadamente a los enfermos. La visita tiene que estar
preparada y orada.
B 4. Entrega: “Le vendó la herida, echando en
ellas aceite y vino”.
En la
escena el Buen samaritano no se acercó con las manos vacías, sino con recursos
de primeros auxilios.
El
agente de Pastoral de la Salud tampoco debe acercarse con las manos vacías o
confiando en la improvisación, sino que ofrece al enfermo lo que es y lo que
tiene, (a ejemplo de Pedro en su encuentro con el mendigo en la puerta del
templo Hch 3,6). Nunca debe ir con consejos terapéuticos, ni reducir la
conversación exclusivamente a la curación física o a la proyección de sus
penas; sino con una mirada de fe su presencia tiene que estar llena de pequeño
gestos cargados de Esperanza, de Amor y de Trascendencia. La calidad de la
comunicación tiene su base en la escucha atenta que orienta hacia respuestas
más apropiadas en lo humano y en lo trascendente.
La
enfermedad se convierte en una oportunidad para educar en la salud entendida
también en sentido interior desde la Palabra de Dios, la oración y los
Sacramentos.
B 5. Acompañamiento: “Lo montó en su cabalgadura, lo
llevó a una posada y cuidó de él”.
Tres
verbos, describen esta acción de acompañar: montar, llevar, cuidar.
Acompañamiento implica prestar ayuda continuada, disponibilidad de presencia.
Acompañar es recorrer un trecho de camino con quien se siente solo y sin
confianza o con quien busca un sentido de cuanto le está sucediendo.
Como
en todas las intervenciones del voluntariado, más que la cantidad, lo que
cuenta es la calidad del tiempo dedicado a las personas.
B 6. Colaboración: “Al día siguiente sacó dinero y se
lo dio al posadero, diciendo: cuida de él, y lo que gaste de más yo te lo
pagaré a mi vuelta”.
Después
de encontrar un lugar donde hospedarlo, involucra al posadero para que le
ayude.
Hoy en
día hemos reemplazado la posada por los hospitales, los ambulatorios, la
residencia de ancianos… El posadero ha sido sustituido por médicos, enfermeras,
asistentes sociales, psicólogos, capellanes… En estos ambientes se vuelve a
plantear el reto de la parábola. Nosotros debemos involucrarnos, hay muchas
formas de colaboración.
C) El agente de la pastoral de la salud
es un “enviado” por la iglesia.
A
través de él, es, en efecto, Jesucristo, por su iglesia, el que atiende,
escucha y ama al enfermo. Saber que nuestra visita a los enfermos compromete a
la Iglesia además de tener una actitud de seriedad, respeto y constancia debe
comprometernos en nuestro amor y colaboración.
3. La espiritualidad del agente de
pastoral de la salud se centra en el misterio pascual.
“La Pastoral de la Salud es la
respuesta a los grandes interrogantes de la vida, como son el sufrimiento y la
muerte a la luz de la muerte y resurrección del Señor”. Documento de Aparecida
(418).
“Como resultado de la obra salvífica,
el hombre existe en la tierra con la esperanza de la vida y de la santidad
eternas. Y aunque la victoria sobre el pecado y la muerte, conseguida por
Cristo con su muerte y resurrección no suprime los sufrimientos temporales de
la vida humana, no libera del sufrimiento toda la dimensión histórica de la
existencia humana, sin embargo toda esa dimensión y sobre cada sufrimiento esta
victoria proyecta una luz nueva, que es la luz de la salvación” ( San Juan
Pablo II, Doloris Salvifici 15).
LA CRUZ: ilumina el sufrimiento e
inspira y motiva nuestro comportamiento ante el mismo Cristo paciente. “Puede
afirmarse que, junto con la Pasión de Cristo todo sufrimiento humano se ha
encontrado en una nueva situación” (San Juan Pablo II, Doloris Salvifici 19).
LA RESURRECCIÓN: ilumina, motiva e
inspira la lucha por la salud y por las vidas. “Quienes participan de los
sufrimientos de Cristo tienen ante sus ojos el misterio pascual de la cruz y de
la resurrección, en la que Cristo desciende, en una primera fase, hasta el
extremo de la debilidad y de la impotencia humana”. (San Juan Pablo II, Doloris
Salvifici 23).
“Los testigos de la cruz y de la
resurrección de Cristo han trasmitido a la Iglesia y a la humanidad un
específico Evangelio del sufrimiento”. (San Juan Pablo II, Doloris Salvifici
19).
4. La espiritualidad del agente de pastoral de la salud se autentifica desde
los valores del Reino.
Son los valores del reino, no la
eficacia y el éxito, sino la opción por los más necesitados, la opción por la
sencillez evangélica, la gratuidad, el realismo evangélico (siervos inútiles
somos, hicimos lo que teníamos que hacer”), dejar a Dios su lugar y no ocuparlo
nosotros.
5. La espiritualidad se vive y se enriquece en el servicio concreto al
enfermo en sus necesidades:
Ambos son sujetos, dan y reciben. El
agente de Pastoral de la Salud se deja por el enfermo, trata de poner en marcha
sus recursos, se deja evangelizar por él.
PORQUE:
-
Nos
ayudan a ser realistas.
-
Nos
enseñan a relativizar los valores.
-
Nos
llaman a vivir y recuperar los valores fundamentales del Evangelio (la
gratuidad, la fuerza del amor, la entrega en la hora de la prueba).
-
Nos
invita a la solidaridad humana, el amor servicial, a ser sensibles ante la
necesidad del otro, el amor desinteresado.
-
Nos
muestran el rostro de Jesús, Dios sufriente que comparte por amor hasta el
dolor y así nos salva.
-
Porque
nos testimonian la esperanza, la paz serena y hasta la alegría en las distintas
etapas de la enfermedad.
6. La espiritualidad del agente de Pastoral de la Salud se forja desde la
propia experiencia del sufrimiento, desde las propias heridas.
Es llamo a integrar los propios
sufrimientos en su vida, a dejarse educar por las propias heridas, a
capacitarse así para acercarse y auxiliar a los que sufren, guiados por el
ejemplo y la fuerza de Cristo bajo la acción del Espíritu.
7. La espiritualidad del agente de Pastoral de la Salud cultiva de
comunidad.
Su misión específica consiste en:
visitar a las personas enfermas en nombre de la comunidad cristiana” a la que
pertenece y que delega en él su servicio. Se siente enviado por la comunidad y
lo hace en su nombre.
No lo hace aislado, sino unido y
coordinado con los demás voluntarios miembros del grupo, y apoyado
espiritualmente por los demás grupos y el resto de la comunidad.
8. La espiritualidad del agente del pastoral sanitario necesita nutrirse y
alimentarse.
El agente de Pastoral de la Salud se
nutre de la reflexión y de la preparación personal y en grupo. De la oración antes y después de su
trabajo con los enfermos y sus familias, y con el grupo de voluntarios.
De los sacramentos que nos
proporcionan la VIDA espiritual: ellos son la fuente de gracia, de alegría y de
gozo. Es la Eucaristía se llena DE Jesús para llevarle y entregarle a los
enfermos.
UNA ORACIÓN
Bendíceme,
Dios de la bondad,
y bendice todo cuanto hoy
tome en mis manos.
Bendice mi trabajo,
para que, correctamente hecho,
se convierta también
en bendición para otras.
Bendice mis pensamientos,
para que piense bien de los demás.
Bendice mis palabras,
para que despierten vida en ellos.
Bendice mi vida,
para que con ella haga realidad
continuamente
la imagen única que tú has hecho de
mí.
Continuamente
Bendíceme para que yo,
con todo cuanto soy,
pueda convertirme
en fuente de bendición
para las personas
con las que me encuentro.
Concédeme creer que todas ellas
son bendecidas por ti.
Entonces las veré con otros ojos
y reconoceré la bendición
que sale a mi encuentro en cada
persona.
Bendice a todas las personas
que llevo en mi corazón,
Dios bueno y misericordioso,
Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amen
ANSELM GRÜN
BIBLIOGRAFÍA: Arnaldo Pangrazzi. La pastoral de la
salud. Sanación global. Sal Terrae. Salvifici doloris (1985) San Juan Pablo II.
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