SECRETARIADO
DIOCESANO DE PASTORAL DE LA SALUD
4. LA VISITA A LOS ENFERMOS
“… estaba enfermo y me visitasteis” (Mt 25,36)
“Me produce una rabia y sensación de
malestar la contemplación de escenas desagradables para el enfermo cuando un
visitante, en lugar de aliviar con su presencia, molesta, reprocha, habla por
los codos, hace caso omiso de la situación concreta en que el enfermo se
encuentra… y, lleno de buena voluntad, su presencia se convierte en un virus
que eleva la temperatura interior de la lucha contra el mal”
J.C. BERMEJO, La visita al enfermo.
PPC.
Cuando nos enfrentamos a las situaciones más difíciles, y en
muchas ocasiones cuando nos acercamos ante un enfermo, el impulso natural nos
lleva de manera automática a intentar “hacer algo”. Movernos, hablar, consolar,
ayudar… y no nos damos cuenta que más que unas determinadas acciones, a veces
la simple presencia o acompañamiento silencioso es lo que transmite de manera
íntima el mayor sosiego y tranquilidad. En muchas visitas a personas enfermas
las palabras que utilizamos para consolar (lo que hacemos9 importan menos que
la habilidad para conectar plenamente con él en el momento presente (lo que
somos).
Por todo ello, es necesaria una preparación y adquirir unas
habilidades para que nuestra visita sea de consuelo y esperanza más que una
carga para el propio enfermo y para su familia.
Es evidente que no es lo mismo ir por primera vez a visitar a
un enfermo que hacerlo habitualmente, por eso es necesario distinguir bien los
distintos momentos y las distintas circunstancias personales y familiares. Es
conveniente preparar antes la visita en y con el grupo de Pastoral de la Salud
y no ir de francotiradores.
I.
ANTES DE VISITAR A UN ENFERMO
-
ORACIÓN. Siempre pedir ayuda a Dios para realizar la visita en su nombre. Es sumamente
importante hablar a Dios del enfermo. Comentar con el Señor lo que vamos a
hacer y las dificultades que nos encontramos.
-
PREPARACIÓN. Conectar y contra con la familia, con algún conocido o
con quien le cuida, en definitiva ellos son los responsables y quizás también
necesiten nuestro consuelo. Preparar antes las visitas en el equipo de Pastoral de la Salud o de
voluntarios. Debemos ser conscientes de que nuestras visitas bien preparadas
pueden ayudarle notablemente, que es lo que busca todo visitador.
-
INFORMACIÓN. Hay que pensar y estudiar cómo llegar mejor al enfermo. ¿Qué se
acerca de él? ¿Cuál es su enfermedad? ¡Cómo le condiciona su vida actual? ¿Cómo
se encuentra su familia? ¡Es creyente, y si lo es, cómo vive su fe?
-
CONCIENCIACIÓN. Concienciarse para evitar en todo
momento mostrase superior o excesivamente paternalista, cualquier tipo de
curiosidad, etc. Nuestra visita no debe causarle molestias, cansancio,
tensiones. El enfermo tiene una sensibilidad especial para captar quien se
acerca a él por compasión social, “por cumplir”; quién se acerca como
haciéndole un favor, “por compasión”; quién lo hace con sentimiento de
superioridad, “él está sano”, y quien le visita con entera disponibilidad y con
afán de compartir.
II.
EN LAS VISITAS
A.
EN
LA PRIMERA VISITA
-
PRESENTARNOS, es decir quién somos y que
vamos en nombre de la Parroquia…
-
EXPLICAR en pocas palabras, el porqué de la
visita, el cómo nos hemos enterado de que está enfermo.
-
PREGUNTAR cómo se encuentra sin más, con
delicadeza y cariño. No es necesario y, a veces ni conveniente, preguntar qué
le pasa. Ya te irás enterando por otro camino. No es ese el motivo de la
visita.
-
DISPONIBILIDAD. Ofrecerte a ayudarle en lo que
necesite, acompañarle algún rato y anunciarle que volverás a visitarlo. También
el enfermo se le debe dar ocasión para que hable de su enfermedad, de sus
dolores, de sus preocupaciones y temores. Hay que mostrar interés, sincera y
delicadamente, por su situación y sus problemas. Hay que saber aceptar lo que
él dice sin discutírselo, pero también sin reforzarle en lo que nos parece que
exagera por más o por menos. La visita no es para que nosotros vayamos a hablar
y obligar al enfermo a escuchar. La visita es fundamentalmente para que el enfermo
tenga ocasión de hablar y encuentre oyentes acogedores.
-
ATENCIÓN A LA COMUNICACIÓN NO VERBAL.
Tratar de aceptar ya
preciar la situación del enfermo tanto personal, como familiar. (Querido, bien
o mal atendido, etc.)
-
EQUILIBRIO. Procurar que la visita no sea larga
o pesada. No le debe cansar ni molestar. Más bien que sea corta, que sepa a
poco, que le agrade.
B.
EN LAS VISITAS POSTERIORES
-
LA RELACIÓN DE AYUDA. Ser el amigo fiel que le da
conversación si la necesita. Que guarda silencio cuando hay que guardarlo si
esto ayuda al enfermo. Que escucha pacientemente si el enfermo se desahoga. Sin
cortarle aunque repita muchas veces lo mismo. Tiene que verse sin esfuerzo
nuestros deseos de ayudarle, de acompañarle. Saber infundirle ánimos y ganas de
vivir. No aumentar su dependencia. Si el enfermo puede moverse, intervenir lo
menos posible, dejarle hacer lo que pueda; hacerle sentirse útil, únicamente
ayudarle si fuera casi imprescindible.
-
RESPETO. No tratar como niños a personas que
no lo son. Evitar las palabras vacías, frases hechas, consejos fáciles.
Desterrar la falsa compasión y la superprotección. No andar con engaños
respecto al diagnóstico de su enfermedad pero tampoco decir más de lo que él
sabe. 8En esta materia deben ser los profesionales y, o, la familia quienes
digan y comuniquen). No hay que decirle mentiras acerca de su estado y
situación. No se trata de decirle “toda” la verdad, pero nunca engañar. No juzgar
o moralizar sobre la vida del enfermo o sobre aquello que él les comunicó en
visitas anteriores o nos hemos enterado por otros medios. Respetar sus
creencias, huir de todo proselitismo y de toda forma de coacción.
-
PRUDENTE. Acortar o alargar la visita según se
vea conveniente. No ser esclavo del reloj y tener muy en cuenta todas las
circunstancias que rodean al enfermo y a su familia.
-
DISCRETO. Discreción absoluta de lo que se ve
y de lo que te cuentan. Solamente tratar las cosa en el equipo de Pastoral de
la Salud. Si no fuera así, no servirá de nada nuestra labor y estaríamos
cayendo en la más grande de las vilezas.
-
HUMANIZADOR. Crear un clima humano, cercano, de
amistad e interés; no sólo de cumplimiento. Ser conscientes de nuestra
misión no consiste en resolver los
problemas de los enfermos, sino en transformarse en compañero de viaje de
quienes sufren.
-
III.
ASPECTOS A TENER EN CUENTA
-
LA FAMILIA. Es la que más cerca vive los
problemas del enfermo y más directamente afecta la enfermedad en lo emocional,
económico, laboral, relacional, etc. El papel de la familia es insustituible y
en muchas ocasiones difícil de suplir. La enfermedad puede desestabilizar a la
familia o ayudarla a madurar, puede destrozarla o unirla más, alejarla de Dios
o hacerla más religiosa. El agente de Pastoral de la Salud debe ser consciente
de esa realidad y ser comprensivo, él está der paso y la familia sigue las
restantes horas. No debe juzgar ligeramente, al contrario, debe alentar,
ilusionar, valorar y ayudarla en lo que pueda. Debe ser sensible con el dolor,
compartirlo y ofrecer ayuda y consuelo.
-
LA FE. (LA CREENCIOA O INCREENCIA). Siempre
hay que tener un respeto profundo a las creencias religiosas del enfermo y de
sus familiares. Para situarnos mejor en nuestra visita como agentes de Pastoral
de la Salud hay que tener en cuenta que la actitud del enfermo ante lo
religioso puede ser:
·
Creyente
– practicante. Si su vivencia cristiana es y ha sido profunda, será para el
agende te pastoral muy enriquecedor.
·
Creyente
– indiferente. La vivencia de la fe en Jesús y en el Evangelio ha sido pobre y
superficial. En este caso hay que ser delicados y respetuosos y no tener prisa.
Hacernos compañeros de camino del que sufre y dar testimonio de nuestra fe manifestado
en la entrega y oración.
·
No
creyente. Su fe ha sido y sigue siendo nula. El Agente de Pastoral de la Salud
deberá quedarse en el plano humano, de amistad, de servicio, de solidaridad, de
ayuda fraterna y testimonio. Poner al enfermo en manos de Dios y dejar que él
haga el resto. El motivo de la visita no puede ser sólo “por amor de Dios2. Hay
que visitarle por amor al prójimo “con el amor de Dios”.
-
LA PSICOLOGÍA. Hay un arte de relacionarse con las
personas (enfermas).
.
Saber. (Formación) CABEZA
.
Saber hacer. ( habilidades, destrezas). PIES Y MANOS
.
Saber ser. (actitudes, disposiciones interiores) CORAZÓN.
Hay
que crear un clima humano de confianza y, a partir de ahí, será mucho más fácil
todo. Tener en cuenta que el 75% de lo que trasmitimos es por lenguaje no
verbal. Lo hacemos a través de gestos, tonos de voz, actitudes, modos, etc.
Por
ello:
-
Nuestro
tono de voz ha de ser audible y suave.
-
Nuestra
postura será relajada, pero atenta.
-
Expresiones
faciales congruentes con lo que estamos escuchando o diciendo (asintiendo con
la cabeza, el uso frecuente de la sonrisa, etc). Gestos suaves que subrayen el
contenido de nuestro mensaje.
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