viernes, 25 de septiembre de 2015

LA VIDA CONSAGRADA AL SERVICIO DE LOS ENFERMOS


 

Mucho hay que agradecer  a la Vida Consagrada en este sector de servicio  a los enfermos, nos han abierto muchos surcos, nos han ofrecido muchos signos evangelizadores, mucho evangelio que inspira fuerza, coraje, audacia y esperanza, mucha profecía hecha realidad, evangelio, buena noticia.

Hoy el servicio a los enfermos ofrece nuevas oportunidades para abrir, estrenar e inaugurar nuevos signos de evangelio en una sociedad donde la técnica puede apoderase del hombre y reducirlo a cosa o aun caso clínico. La enfermedad es un “lugar privilegiado” para la evangelización. El hospital es el lugar más frecuentado por la sociedad, el lugar por donde pasan más personas – niños, jóvenes, mayores, creyentes y no creyentes, ricos y pobres, sabios e ignorantes…, pasan más que por nuestras parroquias, catedrales, mezquitas y sinagogas.

Toda la historia de la Iglesia está jalonada por numerosos Institutos, cercanos a las necesidades de nuestro mundo, siendo signo del amor de Dios. La constante  presencia de la Iglesia en este sector sanitario subraya algunos rasgos significativos que siempre ha tenido en cuenta. La persona enferma al centro, identidad con Cristo del Evangelio que pasó haciendo el bien. La Iglesia, y en ella muchos Fundadores, algunos santos, realizaron una evangelización mediante el gesto y hechos de curación, como signo de amor a los hombres, su evangelización era: ha llegado el Reino, éstas son las credenciales: se da alimento al hambriento, refrigerio al sediento, vestido al desnudo, se cura al enfermo (Cfr. Mt 25).

Nuestro mundo tiene necesidad del ejercicio de estos valores tan cercanos al evangelio, tiene necesidad de tocar con mano la parábola del Buen Samaritano (Lc 10), la practicaron ayer y la practican hoy un numeroso ejército de hermanos y hermanas a los que debemos homenaje y gratitud por la generosidad, por el espíritu, por la caridad y la alegría compartidas después de tanto cuidado, de tantos desvelos, momentos difíciles y de una recuperación que alimenta esperanzas. Este sector tiene, en anonimato, cientos y cientos de hombres y mujeres que no se contarán entre los grandes héroes, pero que el libro de la vida sabe de su eficacia entre el silencio, sabe de su sencillez y de su presencia constante. Son muchos los lugares al servicio de los enfermos que los medios de comunicación ignoran pero que hacen su labor, misión, de curación, de sanación, de salvación. 

QUE DIOS LOS COLME DE BENDICIONES

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