Mucho hay que agradecer a la Vida Consagrada en este sector de
servicio a los enfermos, nos han abierto
muchos surcos, nos han ofrecido muchos signos evangelizadores, mucho evangelio
que inspira fuerza, coraje, audacia y esperanza, mucha profecía hecha realidad,
evangelio, buena noticia.
Hoy el servicio a los enfermos ofrece nuevas
oportunidades para abrir, estrenar e inaugurar nuevos signos de evangelio en
una sociedad donde la técnica puede apoderase del hombre y reducirlo a cosa o
aun caso clínico. La enfermedad es un “lugar
privilegiado” para la evangelización. El hospital es el lugar más
frecuentado por la sociedad, el lugar por donde pasan más personas – niños, jóvenes,
mayores, creyentes y no creyentes, ricos y pobres, sabios e ignorantes…, pasan
más que por nuestras parroquias, catedrales, mezquitas y sinagogas.
Toda la historia de la Iglesia está jalonada por numerosos
Institutos, cercanos a las necesidades de nuestro mundo, siendo signo del amor
de Dios. La constante presencia de la
Iglesia en este sector sanitario subraya algunos rasgos significativos que
siempre ha tenido en cuenta. La persona enferma al centro, identidad con Cristo
del Evangelio que pasó haciendo el bien. La Iglesia, y en ella muchos
Fundadores, algunos santos, realizaron una evangelización mediante el gesto y
hechos de curación, como signo de amor a los hombres, su evangelización era: ha
llegado el Reino, éstas son las credenciales: se da alimento al hambriento,
refrigerio al sediento, vestido al desnudo, se cura al enfermo (Cfr. Mt 25).
Nuestro mundo tiene necesidad del ejercicio de estos valores
tan cercanos al evangelio, tiene necesidad de tocar con mano la parábola del
Buen Samaritano (Lc 10), la practicaron ayer y la practican hoy un numeroso
ejército de hermanos y hermanas a los que debemos homenaje y gratitud por la
generosidad, por el espíritu, por la caridad y la alegría compartidas después
de tanto cuidado, de tantos desvelos, momentos difíciles y de una recuperación
que alimenta esperanzas. Este sector tiene, en anonimato, cientos y cientos de
hombres y mujeres que no se contarán entre los grandes héroes, pero que el
libro de la vida sabe de su eficacia entre el silencio, sabe de su sencillez y
de su presencia constante. Son muchos los lugares al servicio de los enfermos
que los medios de comunicación ignoran pero que hacen su labor, misión, de curación,
de sanación, de salvación.
QUE DIOS LOS COLME DE
BENDICIONES
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