“Soy ciego, autista y feliz”
La historia de Juanma y Sergio Aznárez tiene mucho de película, pero muy poco de ficción. Y es que la suya es la historia de La sonrisa verdadera. Estos dos hermanos, a pesar de que no lo han tenido fácil, han sabido buscar el lado más bonito de la vida.
Por Marta Peñalver
Cuando Juanma Aznárez tenía apenas un año, la vida le hizo el mejor regalo: su hermano Sergio. Desde el primer momento la vida no le puso las cosas fáciles a Sergio: nació sin ojos y, tras vivir un auténtico calvario de operaciones y tratamientos muy dolorosos, descubrieron que, además, era un niño autista.
A pesar de haber sido un palo fuerte para toda la familia, siempre lo han vivido con mucho optimismo y naturalidad. “Mis padres lo asumieron de una manera ejemplar y así me lo han inculcado”, dice Juanma. De hecho, lo primero que dijo Mari Ros, su madre, cuando le comunicaron que su hijo había nacido sin ojos fue: “Pues parece que la vida se pone interesante”, y esa vitalidad se contagió a toda la familia.
Juanma cuenta que su padre “siempre dice que Sergio es un milagro y que vino con un mensaje de otra dimensión”. Todo un ejemplo de positividad que Juanma transmite en cada frase que sale de su boca: “Me siento muy afortunado por tener a Sergio en mi vida. De él hemos aprendido cosas que de otra manera jamás hubiéramos aprendido”.
Juanma y Sergio han estado siempre muy unidos y Juanma reconoce que es, en gran parte, gracias a Sergio: “Nuestra relación sería impensable si mi hermano no fuera como es”. Crecieron juntos y vivieron una infancia muy feliz, aunque también hubo momentos duros para ambos: “Lo peor era ver sufrir a mi hermano, que antes tenía muchas crisis y no podría controlarse…”. Pero, al mismo tiempo, “sentía como un privilegio tener a Sergio en mi vida, porque me hacía sentir importante el hecho de tener que cuidar de él”.
El efecto de la música
En una conferencia que Sergio y Juanma dieron ante cientos de personas, Sergio se plantó en el escenario y dijo con voz alta y clara: “Buenos días, me llamo Sergio. Soy ciego y tengo autismo. Soy una persona feliz”. Su familia corrobora sin duda este punto: “Sergio es feliz, y eso es lo importante”.
Quienes lo rodean se deshacen en halagos hacia él, porque hace la vida, sin duda, más intensa y auténtica. Pero eso no siempre fue así… Muchos terapeutas y especialistas estudiaron el caso de Sergio, sin dar con la clave para que Sergio se comunicara. La clave la encontró Mati, una amiga de la familia, que les sugirió llevar a Sergio a clases de música. Una decisión que cambió su vida para siempre. “Sergio se transformaba con la música”, dice Juanma. De hecho, es un auténtico virtuoso y toca el piano con una sensibilidad infinita. “Tiene lo que se llama oído absoluto”, confirma Juanma, con orgullo.
Con el tiempo Juanma se marchó a vivir a Inglaterra y viajó por distintos lugares, sin dejar de echar de menos ni un día al mejor compañero que la vida le había regalado. “Allí me acordaba mucho de Sergio y un buen día vino a visitarme”, cuenta. Ese viaje fue un punto de inflexión en la vida de Sergio: salió de su casa de Cuenca, de su rutina… y fue entonces cuando Juanma descubrió que a su hermano le encantaba viajar, y que, al contrario de lo que podía esperar, se adaptaba perfectamente a las circunstancias. Aquel descubrimiento le llevó a plantearse viajar con su hermano para afianzar más su relación, y se lanzaron a unir dos de sus pasiones: viajar y montar en bici.
Con su primera experiencia en tándem viajaron de Cuenca a Marruecos para visitar a Mati, y decidieron plasmar su vivencia en el documental La sonrisa verdadera, que muestra el apasionante mundo de Sergio y acerca al espectador a una realidad tan dura como maravillosa: la de una vida marcada por la discapacidad que se convierte en una bendición para quienes están a su alrededor.
Disfrutar la vida juntos
Juanma y Sergio han llegado con su documental y su testimonio de superación a miles de personas en todo el mundo; y recientemente se ha editado un libro que narra en primera persona la vida de este joven, que no duda en dar un paso más siempre que su familia, y en especial su hermano Juanma, le tiendan la mano para acompañarle en la siguiente aventura.
Juanma asegura que no hay truco, y que la única clave es “aprender a buscar el lado bueno de la vida con él” . Y concluye, sin disimular su orgullo: “Sin duda, lo más bonito de nuestra relación es comprender con qué cosas disfruta Sergio en la vida… y disfrutarlas con él”.
A pesar de haber sido un palo fuerte para toda la familia, siempre lo han vivido con mucho optimismo y naturalidad. “Mis padres lo asumieron de una manera ejemplar y así me lo han inculcado”, dice Juanma. De hecho, lo primero que dijo Mari Ros, su madre, cuando le comunicaron que su hijo había nacido sin ojos fue: “Pues parece que la vida se pone interesante”, y esa vitalidad se contagió a toda la familia.
Juanma cuenta que su padre “siempre dice que Sergio es un milagro y que vino con un mensaje de otra dimensión”. Todo un ejemplo de positividad que Juanma transmite en cada frase que sale de su boca: “Me siento muy afortunado por tener a Sergio en mi vida. De él hemos aprendido cosas que de otra manera jamás hubiéramos aprendido”.
Juanma y Sergio han estado siempre muy unidos y Juanma reconoce que es, en gran parte, gracias a Sergio: “Nuestra relación sería impensable si mi hermano no fuera como es”. Crecieron juntos y vivieron una infancia muy feliz, aunque también hubo momentos duros para ambos: “Lo peor era ver sufrir a mi hermano, que antes tenía muchas crisis y no podría controlarse…”. Pero, al mismo tiempo, “sentía como un privilegio tener a Sergio en mi vida, porque me hacía sentir importante el hecho de tener que cuidar de él”.
El efecto de la música
En una conferencia que Sergio y Juanma dieron ante cientos de personas, Sergio se plantó en el escenario y dijo con voz alta y clara: “Buenos días, me llamo Sergio. Soy ciego y tengo autismo. Soy una persona feliz”. Su familia corrobora sin duda este punto: “Sergio es feliz, y eso es lo importante”.
Quienes lo rodean se deshacen en halagos hacia él, porque hace la vida, sin duda, más intensa y auténtica. Pero eso no siempre fue así… Muchos terapeutas y especialistas estudiaron el caso de Sergio, sin dar con la clave para que Sergio se comunicara. La clave la encontró Mati, una amiga de la familia, que les sugirió llevar a Sergio a clases de música. Una decisión que cambió su vida para siempre. “Sergio se transformaba con la música”, dice Juanma. De hecho, es un auténtico virtuoso y toca el piano con una sensibilidad infinita. “Tiene lo que se llama oído absoluto”, confirma Juanma, con orgullo.
Con el tiempo Juanma se marchó a vivir a Inglaterra y viajó por distintos lugares, sin dejar de echar de menos ni un día al mejor compañero que la vida le había regalado. “Allí me acordaba mucho de Sergio y un buen día vino a visitarme”, cuenta. Ese viaje fue un punto de inflexión en la vida de Sergio: salió de su casa de Cuenca, de su rutina… y fue entonces cuando Juanma descubrió que a su hermano le encantaba viajar, y que, al contrario de lo que podía esperar, se adaptaba perfectamente a las circunstancias. Aquel descubrimiento le llevó a plantearse viajar con su hermano para afianzar más su relación, y se lanzaron a unir dos de sus pasiones: viajar y montar en bici.
Con su primera experiencia en tándem viajaron de Cuenca a Marruecos para visitar a Mati, y decidieron plasmar su vivencia en el documental La sonrisa verdadera, que muestra el apasionante mundo de Sergio y acerca al espectador a una realidad tan dura como maravillosa: la de una vida marcada por la discapacidad que se convierte en una bendición para quienes están a su alrededor.
Disfrutar la vida juntos
Juanma y Sergio han llegado con su documental y su testimonio de superación a miles de personas en todo el mundo; y recientemente se ha editado un libro que narra en primera persona la vida de este joven, que no duda en dar un paso más siempre que su familia, y en especial su hermano Juanma, le tiendan la mano para acompañarle en la siguiente aventura.
Juanma asegura que no hay truco, y que la única clave es “aprender a buscar el lado bueno de la vida con él” . Y concluye, sin disimular su orgullo: “Sin duda, lo más bonito de nuestra relación es comprender con qué cosas disfruta Sergio en la vida… y disfrutarlas con él”.
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