El proyecto que Dios tiene para cada uno.
La santidad consiste en seguir «el proyecto único e irrepetible que Dios tiene para cada uno», asistidos por la gracia.
La vocación universal a la santidad es una insistencia de todos los Papas desde el Concilio, pero probablemente nunca hasta ahora se había concretado con tanta claridad en un documento del magisterio. Se aleja definitivamente la imagen de los santos como figuras idealizadas e inalcanzables, cuando no santurrones moralistas y aburridos. La exhortación Gaudete et exsultate habla, por el contrario, de un camino hacia la realización y la felicidad plena según «el proyecto único e irrepetible que Dios tiene para cada uno». Es un camino nunca exento de caídas y tropiezos. Pero como subraya el Papa Francisco, no somos superhombres. De hecho, el «reconocimiento sincero, dolorido y orante de nuestros límites» es condición necesaria para que actúe en nosotros la gracia, permitiéndonos así reflejar con nuestra vida «algo de Jesucristo», única fuente, en definitiva, de toda santidad.Todo eso, sin embargo, hay que leerlo desde la dimensión social y comunitaria propia de la fe católica y de la propia naturaleza del ser humano. Francisco pone en guardia frente a la tentación a reducir el camino de la santidad a un «fervor espiritual» sin «acción evangelizadora» ni servicio a los demás. Seremos juzgados, recuerda, según las bienaventuranzas y «el gran protocolo» de Mateo 25: «Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber… ». Así de simple.
Al recordar que la ley suprema de la Iglesia es la caridad, el Papa corrige también la actitud de quienes pretenden «dar lecciones permanentemente» al resto, desde una actitud de superioridad moral, que bajo el pretexto de celo por la ortodoxia y las formas litúrgicas, oculta una incapacidad de amar. Resuenan en estas advertencias las disputas de Jesús con los fariseos, escribas y doctores de la ley, hoy teñidas en ocasiones también de componentes políticos e ideológicos. Como cuando, desde el ámbito católico, se confunde la misión con la lucha por la hegemonía social, poniendo gran énfasis en temas (muy importantes, desde luego) como la defensa de la vida del no nacido, pero olvidando que «igualmente sagrada es la vida de los pobres que ya han nacido», de los inmigrantes o de los «enfermos y ancianos privados de atención».
Alfa y Omega
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