La pastoral del sacramento de la Unción una asignatura pendiente para muchas de nuestras parroquias y centros sanitarios. No es fácil. Lleva a múltiples conversiones. Requiere asumir unas orientaciones pastorales y ponerlas en práctica, con decisión y prudencia, con paciencia y delicadeza.
Apoyado en las Orientaciones de la Unción, señalo algunas pistas pastorales para la preparación y celebración del Sacramento.
1.ª Insertar la celebración de la Unción en la praxis renovada de la pastoral de enfermos.
● Situar la Unción en el corazón de la presencia sanitaria junto al enfermo. Presencia expresada en una sinfonía de gestos, que son expresión y revelación del Reino.
● Situar la Unción en el corazón de la presencia fraternal de la Iglesia “sacramento” junto al enfermo.
● Situar la Unción en el itinerario humano y de fe del enfermo. Por medio de la fe el enfermo se encuentra con Cristo y responde a su oferta: suponen, expresan y robustecen la fe
2.ª Recuperar la Unción como el sacramento específico de la enfermedad (RU 65), requiere poner en práctica, con decisión, prudencia y delicadeza, una serie de acciones:
● Promover un cambio de mentalidad en el Pueblo de Dios respecto a la Unción, mediante una catequesis que llegue a todos sus miembros: los pastores, los agentes de pastoral, los que asisten a los enfermos y todos los fieles cristianos (RU 13, 17, 47, 49)
● Celebrar la Unción en el tiempo oportuno de recibirla, "con plena fe y devoción de espíritu" sin retrasarla indebidamente. (RU 13) "La catequesis será poco eficaz o inútil, si la práctica sacramental viene a desmentirla dejando su celebración para última hora" (RU 66).
3.ª Preparar con esmero y celebrar con gozo el sacramento de la Unción
● Instruir mediante una catequesis adecuada al enfermo y a los fieles en general que los disponga a participar realmente en ella (RU 36)
● Contar con el enfermo, pues debe ser él, su nivel de fe, su estado de salud y de fuerzas, quien ha de marcar el ritmo de la celebración, las lecturas, oraciones, los cantos etc. (RU 73.75). Quienes preparan la celebración han de estar a la escucha del enfermo y de sus familiares de modo que puedan después reflejar en la celebración sus sentimientos y la situación que viven.
● Crear un clima gozoso, sereno, religioso y de oración en la celebración. El comienzo de la celebración es vital
● Dar relevancia a la Palabra de Dios, su proclamación y acercamiento a la realidad que viven los enfermos y a su nivel de fe
● Cuidar los gestos del sacramento
- Imposición de manos
El gesto más antiguo de la liturgia cristiana. Significa la bendición de Dios, su protección (“nadie arrebatará a mis ovejas de mis manos”; “a tus manos encomiendo mi vida”), su curación y el envío del Espíritu. Hemos de procurar que sea una verdadera imposición.
- Unción con el óleo del amor
Es símbolo de fortaleza (el olivo crece en tierra árida), de fortaleza y vigor (penetra profundamente en el cuerpo, proporciona fuerza y vigor) de curación (el amor de Dios impregna y alivia las heridas, puede curar la enfermedad y siempre acompañar), de alivio (bálsamo en las heridas)
Se unge la cabeza, símbolo de la persona (sus pensamientos, ideas, recuerdos, cavilaciones, miedos…)
Se ungen las manos, símbolo de nuestro obrar (trabajar, acariciar, sostener, levantar, proteger, bendecir, amparar… )
- Oración de la Iglesia
La oración de la fe de la Iglesia, elemento principal de la acción sacramental junto con la unción (Sant 5,15) pone de manifiesto que la Unción no es un medio que actúa de 13 manera mecánica y mágica, sino que se ordena a actualizar la relación personal del enfermo con Dios. La oración de la Iglesia por el enfermo no es una palabra mágica, sino la plegaria de intercesión al “Señor de la vida y de la muerte” por el hermano enfermo, para que le auxilie, le alivie y le salve. Hay que seleccionar las oraciones más apropiadas.
- Incorporar otros símbolos y gestos a la celebración
4.ª Cuidar la dimensión eclesial y comunitaria de la Unción
La dimensión comunitaria y eclesial de la Unción se manifiesta de formas diversas antes, en y después de su celebración. Cuidar esta dimensión, comporta: ● Sensibilizar a toda la comunidad cristiana sobre su misión de evangelizar curando. ● Dar protagonismo y procurar la participación activa del enfermo, la familia, los agentes de pastoral que los acompañan y toda la comunidad. ● Procurar la participación activa de todos los miembros de la comunidad en la celebración de la Unción. ● Promover y cuidar las celebraciones comunitarias de la Unción. Estas celebraciones despiertan la solidaridad de todos, facilitan la apertura de los enfermos, destacan el papel de la comunidad, ayudan a comprender y vivir sentido esperanzador y permiten celebrarlo en su debido tiempo. Pero se ha de evitar que se conviertan, sin más, en una "fiesta de la tercera edad", en una forma de trivializar la Unción o en una excusa para no atender de forma personalizada a los enfermos o para olvidarlos, al considerar que ya están preparados.
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