Tema 2. ¿Por qué invocan los enfermos a María?
Es
muy necesario que los agentes de
Pastoral de la Salud, tengamos ideas claras, acerca del culto a la Virgen María.
Transcribimos
parte del número 66 de la Constitución sobre la Iglesia. “María que por gracia
de Dios, después de su Hijo, fue
exaltada sobre todos los ángeles y los hombres, en cuanto que es la Santísima
Madre de Dios, que intervino en los misterios de Cristo, con razón es honrada
con especial culto por la Iglesia. Y, en efecto, desde los tiempos más antiguos
la Bienaventurada Virgen es honrada con el título de Madre de Dios, a cuyo
amparo los fieles en todos los tiempos y necesidades acuden con sus súplicas”.
Razones
por las cuales la Iglesia tributa un culto especial a María.
Sencillamente,
como acabamos de leer, porque su maternidad divina y su asociación al Redentor
la sitúan en una dignidad singular, que solo le compete a ella. Estos títulos
excepcionales confieren a María una dignidad única, que por si misma exigen de
nuestra parte un culto del todo singular.
Se
da culto en la Iglesia a la Virgen desde tiempos remotísimos.
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La plegaria “Bajo
tu amparo y protección...” es del siglo III; es una plegaria dirigida a la
Virgen, como Madre de Dios. Se invoca a
María con palabras impregnadas de confianza y ternura.
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En las homilías
de bastantes Santos Padres, a partir de la mitad del siglo IV, proliferan las
alabanzas a María.
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S. Atanasio, S.
Ambrosio, S. Jerónimo, exhortan a la imitación de sus virtudes.
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La fiesta mariana
más antigua en la liturgia, es la que se celebraba en Jerusalén, inmediatamente
después del Concilio de Éfeso (431).
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A partir del
siglo VI se multiplican las fiestas en honor de la Virgen.
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En la línea
litúrgica debemos recordar que se hace mención diaria de María en el canon de
la Misa, desde el siglo V.
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A partir de esos
siglos son muchas las oraciones y plegarias que se van haciendo comunes en el
pueblo cristiano.
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Bajo la
protección de María surgen órdenes y congregaciones religiosas incontables,
cofradías, etc. En ellas la veneración de la Virgen se une íntimamente con su
alabanza, con la confianza en ella, con la imitación de sus virtudes soberanas.
Cuatro modalidades del culto a la Virgen María.
Cuatro modalidades del culto a María Santísima,
menciona especialmente el texto conciliar. “Especialmente desde el Sínodo de
Éfeso , el culto del Pueblo de Dios hacia María creció admirablemente en la
veneración y el amor, en la invocación e imitación”. L.G.66
La veneración es el elemento esencial del culto mariano,
como reconocimiento libre de su excelsa dignidad de Madre de Dios y asociada a
la obra del Redentor. Esta veneración se manifiesta en la liturgia con la
mención mariana del canon, con las fiestas, con los templos y santuarios
dedicados a la Virgen.
El amor a
María brota de su contemplación. El amor a María es, sobre todo, un amor filial por nuestra parte:
Ella es nuestra Madre. El amor a María ha suscitado en la Iglesia movimientos
ascéticos múltiples y variados; congregaciones religiosas, cofradías, etc. que
han llevado a muchos a la santidad y han producido abundantes frutos
espirituales, individuales y sociales.
La invocación a María. Ya dijimos que la plegaria más antigua es una súplica
de invocación a la Madre de Dios, implorando su patrocinio maternal. La
invocación a María es expresión de la gran confianza que tiene depositada el
pueblo de Dios en su Madre celeste. Se invoca a María porque se está seguro de
que María intercede ante su Hijo por nosotros.
Imitación.
El amor a María lleva a imitar sus virtudes. El verdadero culto a María, nace
del reconocimiento de la dignidad de la Madre de Dios. Lleva a amar a María,
admirarla, a invocarla y a imitarla.
Por qué invocan los enfermos a María.
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Desde el siglo
III existe la convicción en el Pueblo de Dios de que María es salud y puede
conseguir de su Hijo, la salud para los enfermos, es decir: La salvación y la
sanación.
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Hay una opinión
muy extendida desde los primeros siglos de la Iglesia, de que a María se le dio
el don de curar y que después de la muerte de su Hijo hizo muchos milagros.
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Se considera a
María no solo como quien intercede por nosotros, sino también como la que
participa del poder divino de curar.
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La tradición de
la Iglesia oriental, la invoca como salud de los enfermos, como tesoro
inagotable de curación.
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En la Iglesia
occidental son innumerables los testimonios de curaciones obtenidas por intercesión
de María. Pensemos, por ejemplo en Lourdes.
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El magisterio de
la Iglesia habla con mucha frecuencia, de la mediación y acción de María a
favor de la salud de los hombres.
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Muchas de la
ermitas y santuarios levantados en honor a la Virgen llevan invocaciones de salud: Fuente de salud, los
Remedios, Desamparados, Milagros...
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María es Madre
que atiende y ayuda. Madre que siempre da lo que necesitamos: Salud, fortaleza
para sobrellevar la enfermedad, paz...
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En María ven el
rostro materno de Dios, muy cercana a la vida, a las penas y fatigas de cada
cristiano.
Algunas sugerencias pastorales.
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Hemos de trabajar
para que las oraciones y plegarias que dirigimos a María pidiéndole ayuda y
auxilio y que nacen de nuestros labios o de los labios o del corazón de los
enfermos, broten del reconocimiento
gozoso de que María es Madre de Dios y Corredentora y nos lleve a amar a la
Virgen verdaderamente, es decir: A amar lo que Ella ama. Hacer lo que Dios
quiere y lo que quiere su Hijo. A amar a la Iglesia y a buscar caminos de
santificación y a imitar sus virtudes.
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El amor autentico
a la Madre nos debe llevar al deseo de vivir la fe, la esperanza y la caridad.
Quien invoca a María, sin que se abra a los demás, a la solidaridad, a cultivar
y vivir su fe y su esperanza, no ama a la Virgen, ni le está dando un culto
auténtico.
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La invocación a
María debe llevar a adorar a Dios, a celebra litúrgicamente los misterios
salvíficos de Cristo, a la oración comunitaria.
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No se compagina
invocar a María y no crecer en caridad.
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La invocación a
María debe ser un camino para que el enfermo se llene del amor de Cristo, de
forma que viva su enfermedad como camino de gracia y entrega de si mismo a los
demás.
Lectura “Pues
las diversas formas de piedad hacia la Madre de Dios, que la Iglesia ha
aprobado dentro de la doctrina sana y ortodoxa, hacen que mientras se honra a
la Madre, el Hijo, por razón del cual son todas las cosas y en quien tuvo a
bien el Padre que morase toda plenitud, sea mejor conocido, sea amado, sea
glorificado y sean cumplidos sus
mandamientos”. L.G. 66
Cuestionario.
¿En qué consiste el culto a María? ¿Por qué debemos tributar un culto especial
a la Virgen? ¿Por qué crees que invocan los enfermos a María? ¿A qué nos debe
llevar la invocación a María? ¿Qué hacer para que el culto a María sea como la
Iglesia quiere?
Compromiso.
Oración.
Rezamos juntos la Salve.
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