lunes, 9 de noviembre de 2015

Tema 3.-Maria, modelo de una relación sana con Dios.

Tema 3.-Maria, modelo de una relación sana con Dios.
Queremos presentar a María, como modelo de una relación sana con Dios. Lo que digamos es válido para las personas sanas y enfermas, pero que sean creyentes. Si alguna persona no creyente nos lee, que sepa, como entendemos los creyentes cristianos que deben de ser las relaciones con Dios.
 

La relación interpersonal

La relación con otra persona no es fácil. ¿Qué hermoso sería que la relación entre un hombre y una mujer, entre los esposos, etc. fuera siempre constructiva. Cada persona es un mundo complejo de sentimientos, necesidades y deseos. Al ponerse en contacto con otro, el ajuste,  la fecundación mutua no es siempre fácil. La relación de los hijos con los padres, la de los amigos íntimos, la relación en el trabajo con los compañeros o los jefes, atraviesan las mismas dificultades. Nuestros intereses y necesidades son tan grandes que es difícil una relación vital aceptándole como es.
La relación con Dios desde el centro de la persona.
Aunque es de otro orden, la relación con Dios no es fácil. Pero no importa que en un primer momento sea inmadura. También nuestra relación con nuestros padres fue, al principio, infantil pero luego fue madurando hasta hacerse adulta.
“Es muy importante, al relacionarse con Dios, ver desde donde lo hacemos. No es lo mismo formular una pregunta religiosa desde la experiencia de la injusticia, de la opresión, de la enfermedad... todas ellas dolorosas, que hacerla desde la experiencia del amor, del triunfo, de la fama o del éxito. La  pregunta por Dios y la relación con El desde la experiencia del dolor suele ser más desgarradora: la hace el hombre al constatar su limitación y su impotencia. En cambio, la pregunta y la relación con Dios desde una experiencia de plenitud, suele ser más agradecida.
La relación con Dios, cuando es auténtica, brota del centro de la persona e incluye consiguientemente todas sus experiencias vitales. La experiencia concreta del dolor que con la enfermedad afecta intensamente al hombre, con ser importante, no es la única desde la que podemos dirigirnos a Dios.
A veces da la impresión de que nos dirigimos a Dios de una forma recortada. En el enfermo, por ejemplo, la enfermedad coexiste con otras experiencias: el amor, las relaciones, la creatividad, las ocupaciones... La auténtica relación con Dios brota del fondo de nuestro ser, incluyendo todas las dimensiones. Dios quiere bañar con su luz y su calor, no solo un aspecto de nuestra personalidad, sino toda nuestra persona. La fe en Dios va a darnos fuerzas en la enfermedad, es cierto, pero también va a darnos fuerza para relativizarla y situarla en su verdadera dimensión. Lo más importante no es sólo sobrellevar la enfermedad, sino hacer que afecte positivamente a las restantes dimensiones de nuestra personalidad, contribuyendo así a humanizarnos”. (“Vivir sanamente el sufrimiento” pág. 80-81).
Cómo vivir sanamente la relación con Dios.
-          Aceptando a Dios como es. Para ello hemos de tener una imagen verdadera de Dios. Quien nos da a conocer a Dios Padre es su Hijo Jesucristo. Él nos dice como es Dios y el Dios dado a conocer por Él es éste:
a)      Un Dios que busca al hombre para liberarlo, para salvarlo y potenciarlo. Sobre todo busca al pobre, al que sufre.
b)      Un Dios que es Padre misericordioso, que es Amor.
c)      Un Dios escondido. Nosotros tendemos a representar a Dios, a imaginarlo, como poder. Pero Jesucristo que  es la imagen real de Dios pues es el Dios encarnado, es un Dios humilde y discreto. No impone con su poder, ni se impone con su gloria.
d)     Un Dios futuro del hombre. En la resurrección de Jesucristo Dios se nos ha revelado como el horizonte último que da sentido a la historia humana. Ahora sabemos que el hombre no camina hacia el vacío. Es cierto que la muerte, las luchas, las enfermedades continuarán. Pero sabemos que a esta vida, llena muchas veces de dolor, le espera la resurrección y la felicidad plena.
 
Formas insanas de relacionarnos con Dios
-          Ver a Dios como algo, no como Alguien, y además muy distante.
-          Tener la impresión de que Dios no se interesa de verdad por el hombre. Que no se interesa por el hombre que sufre y que no le importan nuestros sufrimientos, problemas, ilusiones, proyectos o alegrías.
-          Creer que Dios, en su inmensa justicia, necesita el dolor, el sufrimiento del hombre para perdonar nuestros pecados. Ver a Dios como justiciero.
-          Ver a Dios como el único refugio en el que cobijarse. Es verdad que la auténtica fe consuela y acompaña, fortalece y serena. Pero esa acción divina no quiere prescindir de las ayudas y de los medios humanos. Nos debemos apoyar en Dios pero usando y apoyándonos en los medios ordinarios que Él ha puesto en el hombre, en la ciencia, en las realidades que existen para superar o mitigar cuantas dificultades se nos vayan presentando en la vida.
María modelo de una relación sana con Dios.
Los evangelios nos presentan a María, como una mujer dialogante, atenta, servicial y disponible. María es una mujer que no se aísla, ni rehúye el encuentro y la comunicación; al contrario la busca y la propicia. De esta capacidad relacional de María, se desprende que es una mujer síquica y espiritualmente sana: abierta, sencilla, alegre, fiel, detallista, responsable. Sus relaciones son personalizadas y personalizadoras, constructoras de su propia personalidad y también de la personalidad de los demás.
Una persona se relaciona sanamente consigo misma con sus semejante y con Dios, desde el momento que sabe: orientar su deseo, mantener su libertad, abrirse al amor, reconocerse en la mirada del Otro y mirar al Otro (Dios) y a los otros con respeto infinito y ternura; cuando realiza su vida desde la creatividad, desde el dominio de si y desde la interioridad.
Orienta su deseo. María se relaciona sanamente con Dios, deseando lo que El desea. María lo que desea es que Dios cumpla sus promesas: enviar al Mesías, el que llenaría de amor el corazón de los hombres; el que nos convertiría; el que curaría todas las enfermedades de los pequeños y los olvidados; el que daría luz a los ciegos y libertad a los cautivos y oprimidos. (Esto es relacionarse con el Dios verdadero: Un Dios que busca al hombre para salvarlo y liberarlo. Un Dios que es Amor, Padre misericordioso. Un Dios futuro del hombre).
Mantiene su libertad. María pide a Dios que se cumplan sus promesas. Dios la toma la palabra y la escoge para ser su Madre. Ella acepta libremente.
Se abre al amor. Se abre al amor de Dios y al amor de los demás. Inmediatamente se pone en camino para ayudar a su prima Isabel.
Se reconoce en la mirada del otro y mira a
Dios con infinito respeto y ternura. El Evangelio nos dice como se sintió Maria mirada por Dios: de una manera totalmente íntima y personalizada. “Ha puesto los ojos en la sencillez de su esclava” Lc. 1, 48. La mirada de Dios le hace mirar a Dios y a los demás con infinito respeto y ternura.
 
Lectura bíblica. S. Lucas 1, 26-56
Cuestionario. ¿Por qué es difícil relacionarse con los demás? ¿Qué cualidades o valores humanos piensas que son fundamentales para relacionarse con Dios y los demás? ¿En qué debemos imitar a María como modelo de relación sana con Dios? ¿Qué hacer para que los enfermos se relacionen sanamente con Dios?
Compromiso.
Oración comunitaria.
El ángel del dolor visitó mi cama. Era hermoso y radiante. Era hijo de Dios. Riéndose cortó una de mis alas de trabajo, pero dejó intactas las de la ilusión y el coraje. Me dijo: ahora empieza la segunda parte de tu vida, gemela a la otra, aunque algo tartamuda. Vive. No gastes las horas en hacerte preguntas. Reordena tu escala de valores. Pon en primera fila la amistad (tras de la fe, se entiende) y recuerda que Dios es bueno, que el hombre es bueno, que el mundo está bien hecho.
            José Luis Martín Descalzo.

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