lunes, 9 de noviembre de 2015

Tema 6.- Esperar como María. Valor saludable de la esperanza.

Tema 6.- Esperar como María. Valor saludable de la esperanza.

La esperanza es algo constitutivo del ser humano. No puede vivir sin esperanza, dejaría de ser hombre. “El hombre no solo tiene esperanza sino que vive en la medida en que está abierto a la esperanza y es movido por ello”. H. Mottu. La falta de esperanza hace que la persona se vea vacía, sin el estímulo para crecer y el desaliento se apodera del individuo. Sin esperanza difícilmente se puede luchar contra el sufrimiento y las situaciones adversas de la vida. Sin esperanza es difícil encontrar la actitud sana que de sentido a los conflictos y sufrimientos del vivir diario.

Nuestra sociedad esta necesitada de esperanza.

Nuestra sociedad había puesto demasiadas esperanzas en ciertas realidades o filosofías. Se pensaba que el progreso traería la justicia plena, la seguridad, la igualdad y la paz; pero el mundo sigue plagado de crueldades, injusticias e inseguridad. Muchos hombres y colectivos de hoy viven sumidos en la desesperanza. No ven futuro y meta mejor para este mundo.

 

Algunos rasgos del hombre desesperanzado.


-          Pesimista y pasivo. Como nada espera del futuro a vivir al día.

-          Hedonista. Cuando hay poco que esperar, lo que interesa es organizarse la vida de la forma más placentera posible: aprovecharse, disfrutar, sacarle juego.

-          Individualista e insolidario. Cuando no tiene esperanza en un futuro mejor para todos, cada uno busca resolver sus problemas. Se va extiendo secretamente una consigna: “Sálvese quien pueda”.

-          Un hombre descafeinado. Vaciado de verdadero contenido humano. Un hombre interesado por muchas cosas, pero solo de manera superficial. Un hombre trivial y ligero, cargado de tópicos, con poca consistencia interna, que camina por la vida  sin criterios básicos de conducta.

 
La esperanza del cristiano es Cristo.

Nuestra esperanza es Cristo. Se funda en un hecho: su resurrección. La resurrección de Cristo abre para la humanidad un futuro de vida plena. Si Cristo ha vencido a la muerte, la muerte no tiene la última palabra. El hambre, las guerras, los genocidios no constituyen lo último de la historia. El sida,  la metralleta no termina con el hombre. Quien triunfará definitivamente no es la injusticia, el hambre, el sida, el cáncer, la violencia, el egoismo. No: sino la justicia, el amor, etc.

De la resurrección de Cristo nace, antes de nada, una esperanza: esperanza de vida plena, esperanza de perdón. En su muerte Cristo nos reconcilia con Dios: Esperanza plena, justicia definitiva, paz y felicidad, salud y salvación.

Pero los cristianos debemos preguntarnos que exigencias concretas tiene hoy nuestro creer en Cristo resucitado. Si esperamos de El la justicia plena, la vida plena, la felicidad y sabemos que eso solo se dará en plenitud en el más allá, al final de la historia, mientras caminamos hacia la plenitud, debemos luchar por un mundo mejor en el que cada día resplandezca más la justicia, la igualdad, la libertad, la salud, la dignidad del hombre... Todo se puede mejorar y transformar, orientándolo hacia ese futuro prometido en la resurrección.

El Dios del Antiguo Testamento es “El Dios de la promesa”, que impulsa al pueblo de Israel hacia un futuro nuevo, una tierra nueva. María creía en este Dios y esperaba y luchó por ese cielo nuevo y tierra nueva. Hay está el Magnificat para confirmarlo.


Valor saludable de la esperanza.

La esperanza genera una manera nueva, sana y saludable de estar en la vida. Engendra hombres con actitudes solidarias y sanantes.

Engendra hombres utópicos, soñadores, con visión de futuro, solidarios, optimistas, emprendedores, responsables; trabajan por un mundo más humano, más justo, más feliz, más pacífico, más sano.

Esto vale y tenemos experiencia de ello, para todos los hombres que tienen esperanza, pero muchísimo más para los que hemos puesto la esperanza en Cristo resucitado. Eso si,  la esperanza cristiana es arriesgada, puesto que se apoya en la promesa, en lo que todavía no se puede comprobar. Es necesario que como San Pablo seamos capaces de decir convencidos: Yo sé bien de quien me he fiado. Yo se bien en quien  he puesto mi esperanza.

Maria modelo de esperanza y de espera.

-          Porque fundamenta su esperanza en Dios. Espera que las promesas hechas por Dios a los patriarcas se cumplan y porque espera, trabaja para que se hagan realidad. Las promesas se cumplen con su disponibilidad absoluta: Aceptando ser Madre de Dios.

-          María confió plenamente en su Hijo. Pensemos en las Bodas de Caná. Confía en Jesús aunque la respuesta del Hijo parecía negativa. “Todavía no ha llegado mi hora”. Está convencida de que la venida del Mesías transformará para bien el mundo.

-          María espera la resurrección de su hijo, mientras que otros, como sus discípulos, huían de Jerusalén sin esperanza.

-          María mantuvo la esperanza de  los apóstoles aguardando la venida del Espíritu Santo el día de Pentecostés, en una espera activa y orante.

-          María glorificada ya en el cielo en cuerpo y alma es signo de esperanza cierta para todos nosotros.

Esta esperanza de María basada en Dios y en su Hijo resucitado, hacen florecer en su vida como hemos visto en el tema 6, infinidad de actitudes solidarias y sanantes.

 
Si imitamos a María...

-          Esperaremos y trabajaremos por hacer una Sanidad nueva, un mundo nuevo con hombres llenos de salud.

-          Si nuestra esperanza es como la de María florecerán en nuestras vidas actitudes solidarias y sanantes.

-          Si confiamos en Cristo resucitado seremos utópicos y trabajaremos por el mundo nuevo que ella profetiza en el Magníficat.

-          Si imitamos a María sembraremos esperanza, seremos esperanza, mantendremos la esperanza en los enfermos, sanitarios, familiares y allí donde estemos.

-          Fundaremos nuestra esperanza en Cristo resucitado y esperaremos seguros que la muerte, el dolor etc. no tienen la última palabra. La tienen la salud plena y la vida feliz.

-          Estaremos seguros de que como ella gozaremos en plenitud, en cuerpo y alma, de una vida resucitada.

 
Lectura “María puede ser tenida como espejo de las esperanzas de los hombres de nuestro tiempo... La figura de María no defrauda  esperanza alguna profunda de los hombres de nuestro tiempo y les ofrece el modelo perfecto del discípulo del Señor: artífice de la ciudad terrena y temporal, pero peregrino hacia la celeste y eterna
; promotor de la justicia que libera al oprimido y de la caridad que socorre al necesitado, pero sobre todo testigo activo del amor que edifica a Cristo en los corazones” Mc. 37

 
Cuestionario. ¿Qué es para ti la esperanza? ¿En qué fundamentamos la esperanza los cristianos? ¿Por qué tiene valor sanante la esperanza? ¿En que es modelo de esperanza María? ¿Qué hacer para ser modelos y sembradores de esperanza en el mundo de la salud y de la enfermedad?

Compromiso


Oración comunitaria.

Santa María de la esperanza. (rezada o cantada)

 
Santa María de la esperanza,

Mantén el ritmo de nuestra espera,

Mantén el ritmo de nuestra espera.

1.      Nos diste el esperado de los tiempos,

Mil veces repetido en los profetas,

Y nosotros de nuevo deseamos

Que vuelva a repetirnos sus promesas.

2.      Viviste con la cruz de la esperanza,

Tensando en el amor la larga espera.

Y nosotros buscamos con los hombres

El nuevo amanecer de nuestra tierra.

 

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