El
término necesidad es ambiguo, pero
lo refe-rimos normalmente a un objeto cuya ausencia o no satisfacción lleva
consigo un sufrimiento, e incluso, a la larga, una amenaza vital. Por ejem-plo,
carencia de comida o bebida. Si se satisface la necesidad cesa el sufrimiento.
Las
necesidades psicológicas y espirituales se satisfacen, más que con cosas, con
relaciones con los demás y con Dios.
No
es fácil determinar en qué consisten las necesidades espirituales. Ante todo,
es preciso aclarar que toda persona humana, creyente o no, posee, además de la
dimensión física, psíquica, mental y social, una dimensión espiritual. Para realizarse como persona ha de cultivarla,
atender a sus exigencias, vivirla.
En
segundo lugar, la dimensión religiosa (de la que hablaremos en el tema octavo)
es la misma dimensión espiritual, pero canalizada, expresada y vivida dentro de
una religión concreta (cris-tiana, budista, mahometana, etc.).
NECESIDADES ESPIRITUALES DEL
ANCIANO ENFERMO, CREYENTE O NO
1. Necesidad de ser
reconocido como persona
Cada
persona tiene su identidad; no es un nú-mero. Tiene un nombre, un apellido, una
historia personal, un rostro, un cuerpo, una nacionalidad, un oficio, un saber,
un hacer, una familia. Pertenece a un partido, a un movimiento, a una
religión...
La
necesidad de ser reconocido como persona se expresa en que debe ser llamado por
su nom-bre; en que ha de ser amado y respetado en sus diferencias, en sus
decisiones.
2. Necesidad de encontrar un
sentido a la vida.
Esta
necesidad es común a todo hombre y mu-jer. Pero se hace más apremiante en
ciertos momentos de la vida. Por ejemplo en la ancia-nidad y en la enfermedad.
La
enfermedad coloca al anciano frente a lo esencial
de la vida. Siente necesidad de volver a leer su pasado, de interpretarlo
de nuevo: Hablar de su vida pasada, reafirmar lo positivo, liberarse de la
nostalgia por las oportunidades perdidas, desechar falsos sentimientos de
culpabilidad.
Necesita
encontrarle un sentido a lo que le está aconteciendo, reconciliarse con sus
límites, en-contrar nuevas posibilidades, abrirse a la espe-ranza, abandonarse
en Dios. Tal vez necesite también rectificar las decisiones y orientaciones que
han guiado su vida, o fortalecerlas y ratifi-carlas.
3. Necesidad de respuesta a
los interrogantes fundamentales.
En
algún momento de la vida toda persona se ve confrontada con los interrogantes
más hondos de la existencia. Con el misterio, con los enigmas de la vida.
Ante
la perspectiva inmediata e ineludible de la muerte, el anciano puede
preguntarse si ha vali-do la pena vivir y, sobre todo, si seguirá viviendo
después de la muerte. El anciano necesita afir-mar su identidad, el valor de la
vida, encontrar respuestas, un rayo de luz.
4. Necesidad de confesar la
propia fe.
Es
la necesidad de afirmar, expresar y apoyarse en la propias convicciones, de
encontrar adhe-sión, y sobre todo de afirmar un cierto sentido de pertenencia.
Si
el anciano es creyente, siente necesidad de que se respeten su religiosidad,
sus hábitos reli-giosos, de que no se interrumpan bruscamente sus prácticas
religiosas y su participación en la comunidad.
5. Necesidad de
reconciliación.
El
anciano, como toda persona, necesita "despedirse" de este mundo
reconciliado consigo mismo, agradecido a la vida, en paz con sus seres
queridos, con Dios. El anciano necesita experimentar el perdón recibido y
ofrecido.
6. Necesidad de continuidad,
de un más allá.
En
toda persona habita una cierta sed de inmortalidad, de superar las fronteras
del tiempo. Unos encuentran la continuidad de su vida en los valores que ellos
han defendido y vivido; otros la sitúan en la "heredad" que dejan.
Otros creen en la reencarnación. El cristiano, en la resurrección de Cristo, en
el don de la vida eterna.
¿QUE HACER?
• Acompañar al
enfermo y cuidarlo, no sólo con cuidados materiales, sino también con una
cercanía hecha de gestos, a través de los cuales se siente respetado, querido,
valorado.
• Escucharle:
provocar espacios de tiempo para que el anciano enfermo formule sus angus-tias,
dudas, esperanzas, temores.
• Si es
creyente, facilitarle su participación en la vida de la comunidad, favorecer
sus prácticas religiosas. Orar con él.
• Facilitar las
gestiones de reconciliación con familiares. Ayudarles, a leer su vida desde lo
positivo.
• Procurar que
tengan vida social, alimentar su "enganche" a la vida, estimular su
participación en alguna iniciativa comunitaria o social.
• Ayudarle a
expresar su apertura al Otro, a lo trascendente: leerle algún poema, un pasaje
bíblico, audición de tal o cual música.
• El anciano
enfermo necesita un confidente y lo escoge él, no se lo impongamos.
TESTIMONIO
Guy Deblic, jesuita obrero,
muerto a los 32 años en 1970. Escribe: "Para el personal cuidador se es
ante todo un enfermo, para los otros enfermos eres un compañero de fatigas,
alguien que tiene su pasado, su trabajo, sus proyectos; en una palabra, una
persona a quien se le puede hablar y decir sus temores y esperanzas".
CUESTIONARIO
• ¿Qué es
necesidad? ¿Qué es necesidad espiritual?
• ¿Cuáles son
las principales necesidades espirituales de un anciano enfermo?
• ¿Qué hacer
para satisfacerlas?
COMPROMISO
BIBLIOGRAFIA
López Apzitarte E., "La dimensión religiosa en el
anciano", en "¿La edad
inútil? Para ayudar y prepararse a la vejez" Edic. Paulinas 1993.
Conde J., "Papel de las creencias religiosas en
la asistencia sanitaria al anciano", en AA.VV., Problemas éticos en relación con el anciano, Ed. Médicas, Madrid
1995.
Card. Tarancón, Espiritualidad de la vejez, en "Vida Religiosa", Vol. 74, 4, 1993.
ORACION COMUNITARIA
Estuve
enfermo y me llamaste por mi nombre.
Estuve
enfermo y venías cada mañana a decirme:
¡buenos días!
Estuve
enfermo y fui para ti alguien, y no algo.
Estuve
enfermo y me tratabas con competencia.
Estuve
enfermo y me diste lo que más necesitaba:
cariño, comprensión, escucha y amor.
Estuve
enfermo y me diste a Dios.
Pedro Núñez
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