Una iglesia renovada en el mundo del hospital
Iglesia, misterio de comunión
1. El Concilio Vaticano
II nos ha ofrecido una toma de conciencia sobre la identidad de la Iglesia: una
Iglesia que se reconoce Pueblo de Dios y que se acerca al mundo moderno, en
gran parte nacido fuera de ella, con una actitud atenta, comprensiva,
dialogante, solidaria y evangelizadora; una Iglesia que se comprende a sí misma
como misterio de comunión, "sacramento,
señal e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el
género humano" (LG 1).
con el hombre enfermo
En el mundo del hospital, ese
misterio de comunión se hace relación de fraternidad con el hombre enfermo. "La Iglesia, que nace del misterio de
la redención en la cruz de Cristo, está obligada a buscar el encuentro con el
hombre, de modo particular en el sufrimiento. En tal encuentro el hombre "se
convierte en el camino de la Iglesia" (SD 3).
a la escucha de la Palabra
2. Siguiendo otra
gran orientación conciliar, la Iglesia que se renueva escucha religiosamente la
Palabra de Dios, haciendo suyas las palabras de San Juan: "Lo que existía
desde el principio, lo que hemos oído,
lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras
manos acerca de la Palabra de la vida... os lo anunciamos, para que también
vosotros estéis en comunión con nosotros" (1 Jn. 1,1-3;DV 1). Como dice
el Concilio, "en los sagrados
libros el Padre que está en los cielos se dirige con amor a sus hijos y
conversa con ellos" (DV 21). Pero no se trata sólo de leer la Biblia,
sino de escuchar la Palabra en el fondo de los acontecimientos (GS 11).
desde el fondo de la enfermedad
Para el enfermo que la acoge, la
Palabra de Dios actúa como bálsamo, como aceite en las heridas; contribuye
eficazmente a que la comunicación con los demás no se falsee (Sal 41,7);
manifiesta la presencia del Señor que asume nuestras enfermedades (Mt. 8,17),
que pasa curando (Hch 10,48); ilumina los interrogantes profundos: ¿por qué la
enfermedad? ¿qué significa esta enfermedad?...
Que ora y celebra la presencia de
Cristo
3. En toda
oración y celebración verdaderas está presente Cristo: está presente en los
sacramentos, en su Palabra, allí donde dos o tres están reunidos en su nombre
(Mt. 18,20; SC 7), allí donde el hombre sufre: "estuve enfermo y me visitasteis" (Mt. 25,40).
para ayudar al enfermo a vivir su
situación desde la fe
La relación con el enfermo puede
adquirir niveles muy profundos en la oración y celebración de la fe.
Ciertamente, ante el "escándalo" del mal, se requiere, junto a la
normal atención médica, la oración común, la luz de la Palabra de Dios, la fuerza
del Espíritu, para que el enfermo asuma su situación, recupere su comunión o la
acreciente, mantenga la serenidad y la esperanza, comprenda que, en el peor de
los supuestos, no va hacia la nada, descubra la presencia nueva de Jesús que se
identifica con el hombre que sufre; en suma, evangelice desde su enfermedad.
Como dice Santiago: "¿Sufre alguno
entre vosotros? Que ore. ¿Está alguno alegre? Que cante salmos. ¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame
a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con el óleo en el
nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo" (Sant.
5,13-15).
En actitud de diálogo sincero,
4. La renovación
de la Iglesia se palpa también "cuando
los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de
nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y los que sufren, son a la vez gozos y
esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo" (GS 1).
La Iglesia se convierte así "en
señal de la fraternidad que permite y consolida el diálogo sincero" (GS
92). Como dijo Pablo VI en su encíclica Ecclesiam suam: "La Iglesia se hace palabra, la Iglesia se hace mensaje, la
Iglesia se hace coloquio" (ES 44).
ante el dolor, la enfermedad y la
muerte
Ante el dolor, la enfermedad y la
muerte, diálogo encuentra uno de los mayores desafíos y, al propio tiempo, un
momento excepcional de evangelización.
Una relación que se hace diálogo,
que acoge cada interrogante y cada situación, tiene un impacto en la misma
comunidad cristiana; implica una renovación profunda de la Iglesia.
En un mundo secularizado
5. La presencia
de la Iglesia en el mundo del hospital se realiza en el contexto actual de
nuestra sociedad, en la que se constata un progresivo avance de la
secularización. Por diversos motivos, en nuestra sociedad, de vieja tradición
cristiana, se está necesitando una "nueva evangelización". Hoy no hay
que dar por supuesta la fe de los bautizados.
ofrece el servicio del Evangelio
La Iglesia se sitúa como
comunidad en medio de la sociedad, ofreciendo el evangelio, respetando la
libertad. Al fin y al cabo, como Cristo, que "dio testimonio de la verdad, pero no quiso imponerla por la
fuerza" (DH 11). En la debilidad de la libertad, reconociendo la
autonomía de lo temporal (GS 36) y el legítimo pluralismo social (GS 75) y
religioso (DH 9), la Iglesia ofrece el servicio del Evangelio en medio de un
mundo que aspira a la salud y a la vida.
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