jueves, 9 de junio de 2016

Jesús, modelo de nuestra actuación pastoral

Jesús, modelo de nuestra actuación pastoral

 

 

Como Jesús y en su nombre

1. La atenta contemplación de Jesús, de su vida, sus palabras, sus gestos, su forma de afrontar el sufrimiento y la muerte, su trato y relación con las personas, especialmente con las enfermas, ayudarán al agente de pastoral a configurar su estilo de presencia junto al enfermo y a desempeñar fielmente su misión en el nombre del Señor.

Actitud ante el sufrimiento

2. Jesús se nos muestra como un hombre que vive la vida intensamente, con una profunda alegría interior enraizada en la experiencia gozosa del Padre y de su Reino. Esta experiencia no le aleja del sufrimiento de las gentes. Jesús se conmueve profundamente ante el dolor de los otros (Mt. 9,36; 14,14; 15,32).

Jesús no ama el sufrimiento ni lo busca, pero sabe aceptarlo, cuando lo encuentra en su propia vida, y lo asume activamente como la ocasión más realista para mostrar su amor y confianza total en el Padre (Jn. 14,31; Lc. 23, 46) y su amor y solidaridad incondicional a los hombres (Lc. 23,34). El sufrimiento no desaparece pero es transformado y vencido por el amor (cf. SD 14-18).

La experiencia del sufrimiento no le endurece ni le encierra en sí mismo, antes bien le hace sensible al dolor ajeno y capaz de "auxiliar a los que se ven probados" (Heb. 2,18) y de identificarse con todos los que sufren (Mt. 25, 35-40)-

 

Actitud ante la muerte

3. Jesús se sitúa ante su propia muerte de manera consciente. La acepta libremente "Nadie me quita la vida, soy Yo quien la da" (Jn. 10,18). Es la consecuencia de su fidelidad a sí mismo, a Dios y a los hombres de quienes se siente solidario. Esa fidelidad no le exime de sentir miedo, tristeza, angustia y soledad, pero al propio tiempo cuenta con la fuerza que le viene del Padre para asumirlos ( Lc. 22, 40-46). Jesús muere como ha vivido, abandonándose en las manos de Dios (Lc. 23,46).

 

Los enfermos, campo privilegiado de la actuación de Jesús

4. El mundo de los enfermos aparece en los evangelios como el campo privilegiado de la actuación de Jesús. Esta es el signo y modelo de su acción liberadora y salvadora (Mt. 11, 5; 12,28), pues la enfermedad es vivida, en tiempos de Jesús, como una experiencia de abandono y desamparo, de máxima pobreza, de la maldición divina y de marginación social.

 

Jesús se acerca a ellos por amor

5. Jesús está cerca de los enfermos. A veces son ellos los que salen a su encuentro (Mt. 9, 27), a veces son llevados por los familiares o amigos (Mc. 2,4). En ocasiones es él quien se acerca a ellos o les llama (Lc. 13,12; 18,40).

Jesús se acerca a ellos movido únicamente por su amor. No le mueve el interés o un afán proselitista (Mc. 5,19), ni un deber profesional, ya que no es médico. Tan sólo su amor total a los necesitados. De El se dirá "Pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo" (Hch.10,38).

 

les atiende en sus necesidades

6. Jesús busca el encuentro personal con los enfermos. Les acoge, escucha, comprende, interpreta sus deseos, les infunde fe, aliento y esperanza.

Jesús libera a los enfermos de su soledad. Les ayuda a descubrir que no están solos y abandonados de Dios. Les ayuda a creer de nuevo en la vida, la salud, el perdón y la reconciliación con Dios.

Jesús pone un especial interés en romper la marginación en que se abandona a algunos enfermos. Busca el contacto humano con ellos por encima de las normas que lo prohiben (Mc. 1,41) y los reintegra en la vida social dándoles posibilidades de oir, ver, hablar, caminar y valerse por sí mismos (Mc. 7,34-35; 8,25;Jn. 5,8).

 

cuenta con ellos

7. Jesús estimula el protagonismo de los enfermos, no anula su iniciativa. "¿Quieres curarte?" "Levántate, carga con tu camilla y echa a andar" (Jn. 5,6,8). "¿Qué queréis que haga por vosotros?" dice a los ciegos de Jericó (Mt. 20,32).

Jesús pone siempre de relieve la fe del enfermo: "Tu fe te ha curado" (Lc. 18,42). Acoge el deseo y la fe de los que le piden la curación: "Que se cumpla según lo que deseas" (Mt. 15,28).

 

Jesús cura-sana-salva a toda la persona

8. Jesús no cura sólo la enfermedad exterior, ofrece en la curación corporal la sanación interior de la persona; le libera de la culpa y le reconcilia con Dios (Mc. 2,5); le abre al mensaje de la Buena Nueva (Mc. 7,34); le ayuda a reconocer las causas del mal (Jn. 5,14); le devuelve la paz y la salvación total de parte de Dios (Jn. 5,14).

 

Jesús dialoga con los alejados

9. El encuentro de Jesús con la samaritana (Jn. 4,5-30) refleja su actitud y comportamiento con la persona alejada y muestra los recursos que utiliza para llegar con ella a un diálogo pastoral. El encuentro nace de unas necesidades: la sed y el cansancio de Jesús y el ir a por agua de la samaritana. La conversación inicial está llena de ambivalencias, de recelos y prejuicios. Jesús, partiendo de esta ambivalencia, le ayuda a situarse ante el problema, valora su sinceridad, le descubre el sentido nuevo de la vida y le revela quién es. La samaritana experimenta, gracias a ello, un proceso de cambio interior que le lleva a aceptar su propia historia y a ser ella misma portadora de la Buena Nueva a sus vecinos.

 

acompaña a las personas en crisis

10. El encuentro de Jesús con dos discípulos camino de Emaús (Lc. 24,13-35) es una muestra de su comportamiento con personas que están atravesando una crisis. Jesús se acerca a ellos y se hace compañero de camino; se interesa por lo que les pasa; les escucha y sintoniza con su estado de ánimo; les enseña a leer, desde la fe y las Sagradas Escrituras, el sentido de lo que está ocurriendo. Ellos reviven sus experiencias. El gesto de acogida y la fracción del pan les lleva a recuperar de nuevo su fe personal y comunitaria y el gozo interior. Jesús desaparece y los discípulos vuelven a la comunidad donde comparten sus vivencias.

 

enseña la relación con el prójimo que sufre

11. En la parábola del "buen samaritano" (Lc. 10,29-37) indica Jesús cuál debe ser la relación con el prójimo que sufre: no pasar de largo sino pararse junto a él; conmoverse y compadecerse de él y de su desgracia; ofrecerle ayuda, dentro de lo posible, eficaz, poniendo en ella todo el corazón y dándose a sí mismo. (SD 28).

 

Jesús elige su grupo, lo forma y comparte con el su misión

12. Jesús dedica una parte importante de su tiempo a ser educador y animador de agentes de pastoral. Elige un grupo de colaboradores (Mat. 10,1-4; Mc. 3,13-19). Da preferencia en su trabajo a la formación del mismo, siguiendo como educador su proceso paso a paso: en el grupo cada uno manifiesta su manera de ser (Mc. 8,32), su proceso de adaptación al mismo, sus intereses y egoísmos (Mc. 10,37), sus experiencias. Jesús los lleva con él y hablan de lo que han vivido (Mc. 1,17); confronta sus intereses con los del Reino de Dios (Lc. 22,2430); manifiesta su disconformidad con ciertas maneras de pensar de algunos del grupo (Mat. 20,26-28; Mc. 9,35); les envía a encontrarse con las personas y posteriormente revisan su actuación (Mc. 6,30; Lc. 9,9-10); les anima ante los fracasos (Mat. 5,11-12); les ayuda a vivir la realidad hecha de contradicción y de momentos difíciles, por fidelidad al Reino de Dios.

 

Jesús sigue hoy junto al enfermo

13. Jesús, el Señor, por su Espíritu sigue estando presente junto a cada enfermo como un compañero de viaje que comparte su situación, da sentido y contenido a su existir, infunde aliento, coraje y paciencia para luchar, es consuelo en la inseguridad y angustia, ofrece la vida de Dios que cura el mayor mal que es el pecado y posibilita vivir toda la existencia de una forma nueva.

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