La salud y el medio que nos rodea están íntimamente
relacionados. El aire que respiramos, el agua que bebemos, el entorno de
trabajo o el interior de los edificios tienen una gran implicación en nuestro
bienestar y nuestra salud.
En los últimos años, asistimos a un aumento de la inquietud
de los ciudadanos ante las posibles implicaciones sanitarias derivadas de
problemas o catástrofes medioambientales. Recordemos por ejemplo, el accidente
de las minas de Aznalcóllar, el incendio de Seseña, o el naufragio del
petrolero "Prestige" frente a las costas de Galicia en noviembre de
2003, y a otros niveles, la preocupación por los materiales potencialmente
tóxicos en contacto con el agua o los alimentos, la emisión de antenas y
dispositivos de telefonía móvil, la polución en nuestras ciudades, etc.
Recientemente el Papa Francisco ha alertado sobre las
consecuencias que tienen sobre la salud de las personas las agresiones al medio
ambiente y la falta de una ética ecológica integral, provocando enfermedades y
sufrimiento, especialmente entre los más débiles y pobres (Laudato Si,
20-21.29).
Esto pone el acento sobre una dimensión de la pastoral de la
salud que no hemos abordado mucho: la PREVENCIÓN. En estos 44 años del
Departamento de P.S. nos hemos centrado con fuerza en la Asistencia y atención
a los enfermos; es por ello que, en la próxima Campaña 2017, giraremos nuestra
óptica para evitar tener que llegar a ese segundo paso. En palabras de la
sabiduría popular: “más vale prevenir que curar”.
Se trata, pues, de una campaña de sensibilización, pero que
no impide que sigamos trabajando en las líneas que ya tenemos; y sí que
iniciemos alguna otra en la clave de la prevención, o colaboración con aquellas
personas u organismos que están aportando cosas en esta línea.
Pesticidas, productos químicos en alimentos o ropa,
contaminación ambiental, alimentación y producción animal, calidad de las
aguas, hábitos de vida no saludables, zonas habitacionales deprimidas o no
higiénicas,… son factores que inciden en mayor o menor medida en las
enfermedades; y nuestra responsabilidad socio-ambiental como sociedad
favorecerá la salud de todos.
Como Iglesia y como pastoral de la salud debemos, por tanto,
no sólo cuidar a los enfermos, sino dar vida “y vida en abundancia” (Jn.10,10)
a todos.
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