lunes, 30 de enero de 2023

LA PASTORAL DE LA SALUD EN EL CAMINO DE LAS PERSONAS MAYORES.

 


1.- Texto bíblico.

“Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura.

Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:

“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido.

Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista;

a poner en libertad los oprimidos;

a proclamar el año de gracia del Señor.

Y enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él.

Y el comenzó a decirles: “Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír”.

Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras que salían de su boca.

Y decían: “¿No es este el hijo de José?”

Pero Jesús les dijo: “Sin duda me diréis aquel refrán: “Médico, cúrate a ti mismo”, haz también aquí, en tu pueblo, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún.”.

(Lc 4, 16-23).   


2.-Reflexión pastoral.

En el camino del acompañamiento a la persona mayor, una de las cuestiones más acuciante que se nos plantea es cómo y de qué manera podemos hacer dicha misión, observando la realidad que nos envuelve. Una mirada al estilo de Jesús, una mirada de fe para un cuidado más adecuado de las personas mayores, tanto sanas como las enfermas, un acompañamiento en una fe más madura: “En este horizonte, las diócesis, las parroquias y todas las comunidades eclesiales están también invitadas a reflexionar más atentamente sobre el gran mundo de los ancianos. En los últimos decenios los pontífices han intervenido varias veces para solicitar el sentido de la responsabilidad y una atención pastoral de los ancianos.” (Pontifica Academia para la Vida. “La vejez: nuestro futuro. Las condiciones de los ancianos después de la pandemia.”; Roma 2021; pg. 22).

 

Es evidente que no podemos hablar de ancianos enfermos en forma generalizada; de hecho existen y se encuentran ancianos: a) en condiciones de enfermedad de lo más diversificada (crónicas, invalidantes física o mentalmente, temporales…); y b) en condiciones familiares, sociales, culturales y religiosas muy diferentes.

 

Por tanto el acompañamiento pastoral a las personas mayores en todas estas dimensiones deben ser pensadas y actuadas teniendo presente estas diferentes situaciones concretas: “La evangelización debe apuntar al crecimiento espiritual de cada edad, ya que la llamada a la santidad es para todos, incluyendo los abuelos: No todas las personas ancianas han encontrado ya a Cristo, y aunque se haya producido el encuentro, es indispensable ayudarles a redescubrir el sentido de su propio bautismo, en una etapa especial de su vida […]: para redescubrir el asombro ante el misterio del amor de Dios y la eternidad; […] para descubrir su relación con el Dios del amor misericordioso; para pedir a los ancianos que forman parte de nuestras comunidades que sean actores de la nueva evangelización para transmitir ellos mismos el Evangelio.” (Gambino Gabriella. “Conclusiones. Hacia una pastoral de las personas mayores.”, en “La riqueza de los años.”; Roma 2020; pg. 193).

 

Tampoco hay que olvidar que cada anciano tanto en sus limitaciones y pérdidas naturales como en su situación de enfermedad o dependencia vive su condición de modo muy personal y puede tener una experiencia de fe más o menos desarrollada e incluso inexistente, la cual implica que deben ser atendidos en sus necesidades espirituales, por todos aquellos que les acompañan: “Los ancianos con sus exigencias espirituales, tendrán que ser tenidos en cuenta también por los distintos sectores de la pastoral especializada: desde la pastoral familiar- que no puede descuidar su relación con la familia no sólo en el ámbito de los servicios sino en la vida religiosa- hasta la pastoral social sin olvidar la pastoral de los agentes sanitarios.”(Pontificium Consilum Pro Laicis. “La dignidad del anciano y su misión en la Iglesia y en el mundo.”; Ciudad del Vaticano 1998; pg.23).

 

Lo dicho hasta ahora nos lleva, cada vez más a la necesidad de tomar conciencia de cómo hay que saber acompañar pastoralmente a los ancianos. Esto supone conocer de modo concreto y específico su propia realidad y reflexionar sobre cómo debemos caminar junto a ellos. Si se desea ser Buena Noticia para los ancianos y servirles en la globalidad de su ser, con el fin de brindarles vida en calidad y salud-salvación es preciso detectar qué piden los ancianos para ser atendidos de manera integral, qué factores está influyendo en ellos y qué necesidades presentan; para desde tal conocimiento hacerles sujetos de su propio acompañamiento.

 

Las personas mayores aspiran a vivir sus años de vejez en su propia casa, con su familia, en sus parroquias, en residencias u otros entornos donde puedan morar en su última etapa. Se trata de la aspiración personal más elemental, la más sagrada y la más digna de respeto, la cual es que su vida cursada a lo largo de los años comprendiendo su entrega total y absoluta a los suyos cuando pudieron hacerlo, y el poder disfrutar de la entrega de los suyos y de la comunidad cuando apenas tienen nada que entregar: “Toda la sociedad debe apresurarse a atender a sus ancianos -¡son el tesoro!- cada vez más numerosos, y a menudo también más abandonados. Cuando oímos hablar de ancianos que son despojados de su autonomía, de su seguridad, incluso de su hogar, entendemos que la ambivalencia de la sociedad actual en relación con la edad anciana no es un problema de emergencias puntuales, sino un rasgo de esa cultura del descarte que envenena el mundo en el que vivimos.”(Francisco Papa, “No me abandones cuando decae mi vigor” (Sal 71,9).”, en “La edad anciana, una bendición para la sociedad. Catequesis del Papa acerca de la vejez.”; 2022, pg. 60), o también: “Es precisamente la comunidad cristiana que debe cuidar de los ancianos: parientes y amigos, pero la comunidad. La visita a los ancianos debe ser hecha por muchos, juntos y con frecuencia.” (Francisco Papa, “El servicio gozoso de la fe que se aprende en la gratitud (Mc 1, 29-31).”, en “La edad anciana, una bendición para la sociedad. Catequesis del Papa acerca de la vejez”; 2022, pg. 70).

 

Asimismo, hay que tener presentes la diversidad de los “lugares” en los que se encuentra el anciano enfermo: en casa con familiares o en casa solo, en una estructura de acogida, en un hospital o en un lugar de larga permanencia:

 

  • en su hogar: La persona mayor debe, idealmente, permanecer en su propio domicilio, donde ha vivido toda su vida. Espera de su familia aquello que necesita en cuanto a aspectos básicos pueda proporcionarle. Necesita sentirse amado, ser valorado en lo que es y en lo que fue. Necesita ser aceptado tal y como es. Espera de su familia que ponga todos los medios materiales e inmateriales posibles para que el mayor no viva percibiendo las sensaciones de soledad, abandono y aislamiento que para muchos de ellos tienen consecuencias fatales; y sobre todo esperan el amor, el cuidado, la compañía y la solidaridad de toda la familia: “Debemos hacer de todo, sostenerla y animarla, ofreciendo mejor apoyo social y cultural a aquellos que son sensibles a esta decisiva forma de “civilización del amor”. Y sobre todo esto, me permito aconsejar a los padres: por favor acercad a los hijos, a los niños, a los hijos jóvenes a los ancianos, acercarles siempre. Y cuando el anciano esté enfermo, un poco fuera de sí, acercarles siempre: que sepan que esta es nuestra carne, que esto es lo que ha hecho que nosotros estemos aquí ahora. Por favor, no alejar a los ancianos. Y si no hay otra posibilidad que enviarlos a una residencia, por favor, id a visitarlos, y llevad a los niños a verlos: son el honor de nuestra civilización, los ancianos que han abierto las puertas. Y muchas veces, los hijos se olvidan de esto.” (Francisco Papa, “Honra a tu padre y a tu madre”: el amor por la vida vivida.”, en “La edad anciana, una bendición para la sociedad. Catequesis del Papa acerca de la vejez.”; 2022, pg.33).
  • parroquia: La acción parroquial respecto a las personas mayores debe tener un doble mirada convergente en el mismo Jesús, que pasó curando y evangelizando a quienes le necesitaran (Mt 9,35). La primera es cuando la persona mayor vive en la situación de sus limitaciones y dependencias propias de la edad, acercándose como el propio Jesús a los más vulnerables. La segunda va dirigida a los que están ingresados en socio-sanitarios o residencias.

La parroquia continúa la obra de Jesús y, como él y sus primeros discípulos, se inclina ante la humanidad vulnerable y dolorida para levantarla y hacerla caminar en nombre de Jesús, el Señor: “Se debe mentalizar a las parroquias a acompañar al anciano conociendo bien la realidad de la ancianidad; ayudarles a vivir su ancianidad teniendo en cuenta sus necesidades; alentarles a la esperanza, profundizar en la fe y agradecer a Dios por la ancianidad alcanzada; promover un voluntariado específico para dar una respuesta a esas necesidades de estos ancianos de forma integral.” (de la Parra María Teresa. “El anciano en la comunidad parroquial. Respuestas y desafíos” Rev. Labor Hospitalaria 1997 (243) Vol. XXIX), o también: “Que las parroquias se hagan presentes en los centros socio-sanitarios subraya esa vinculación cercana, tan necesaria, que posibilita que la comunidad cristiana viva el cuidado y el acompañamiento de las personas mayores. También es importante suscitar la participación de un voluntariado pastoral que visite y acompañe a los residentes fuera de los momentos celebrativos, invirtiendo un precioso tiempo en escucharles y acompañarles en su vida y en soledad.” (Subcomisión Familia y Defensa de la vida de la CEE, “La ancianidad: riqueza de frutos y bendiciones.”; 2022; pg. 44.).

  • Residencia/socio-sanitario: Cuando el apoyo y los recursos familiares fallan o los servicios domiciliarios resultan insuficientes para el mantenimiento de unas condiciones dignas, la alternativa residencial se impone, donde podrán ser atendidos en sus necesidades básicas y convivir con personas de su edad, que se encuentren en condiciones parecidas: “El ideal sigue siendo la permanencia del anciano en la familia, con la garantía de eficaces ayudas sociales para las crecientes necesidades que conlleva la edad o la enfermedad. Sin embargo, hay situaciones en que las mismas circunstancias aconsejan o imponen el ingreso en “residencias de ancianos”, para que el anciano pueda gozar de la compañía de otras personas y recibir una asistencia específica. Dichas instituciones son, por tanto, loables y la experiencia dice que pueden dar un precioso servicio, en la medida en que se inspiran en criterios no sólo de eficacia organizativa, sino también de una atención afectuosa. Todo es más fácil, en este sentido, si se establece una relación con cada uno de los residentes por parte de los familiares, amigos y comunidades parroquiales, que los ayude a sentirse personas amadas y todavía útiles para la sociedad.”, (Juan Pablo II San. “Carta a los ancianos”; 1999; pg. 41-42), o también lo que nos recuerda el Papa Francisco en sus catequesis sobre la ancianidad: “También en las familias- y esto es grave, pero sucede también en las familias- suceden tales crueldades. Los ancianos descartados, abandonados en las residencias, sin que los hijos vayan a visitarles o si van, van pocas veces al año. El anciano puesto en el rincón de la existencia. Y esto sucede: sucede hoy, sucede en las familias, sucede siempre. Debemos reflexionar sobre esto”. (Francisco Papa, “No me abandones cuando decae mi vigor” (Sal 71,9)”, en “La edad anciana, una bendición para la sociedad. Catequesis del Papa acerca de la vejez.”; 2022, pg. 59-60)

Tratemos de que nunca falte a la persona mayor, la seguridad, la medicina y el acompañamiento eclesial y pastoral, porque desde la perspectiva cristiana, la vejez no es la decadencia de la vida, sino su cumplimiento. La síntesis de lo que se ha aprendido y vivido, de lo que se ha sufrido y soportado.



3.- Cuestiones para reflexionar.

 

a)      La Pastoral de la salud ¿Cómo puede ser instrumento de evangelización en el mundo de las personas mayores, tanto de los sanos como de los enfermos en sus casas, en la parroquia, o en los centros asistenciales?

 

b)      ¿Qué propuestas a nivel humano, social y religioso parecen más urgentes a realizar en dichos escenarios?


4.- Para orar.

Señor, gracias por mi comunidad.

Me siento unido a ella.

Gracias por sus servicios.

Gracias porque cuenta conmigo.

y hace que me sienta útil y querido.

Haz, Señor, que cada comunidad

conozca a sus enfermos y ancianos

como tú les conoces.

Haz que les ame como tú les amas.

Les escuche como tú les escuchas.

Que les ofrezca tu palabra y tu perdón.

Cura, Señor, a mi comunidad

y haz que sea fuente de salud para todos.

Amén. (Anónimo).


 

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