1.- Texto bíblico.
“A ti, Señor, me
acojo: no quede yo derrotado para siempre.
Tú que eres justo,
líbrame y ponme a salvo, inclina a mí tu oído y sálvame.
Sé tú mi roca de
refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa, del
puño criminal y violento.
Porque tú, Señor, fuiste mi esperanza y mi
confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno
ya me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías, siempre he confiado en ti.
Muchos me miraban como a un milagro, porque tú
eres mi fuerte refugio.
Llena estaba mi boca
de tu alabanza y de tu gloria todo el día.
No me rechaces ahora
en la vejez; me van faltando las fuerzas, no me abandones.
Porque mis enemigos
hablan de mí, los que acechan mi vida celebran consejo; dicen: «Dios lo ha
abandonado; perseguidlo, agarradlo, que nadie lo defiende».
Dios mío, no te quedes
a distancia; Dios mío, ven aprisa a socorrerme.
Que fracasen y se
pierdan los que atentan contra mi vida, queden cubiertos de oprobio y vergüenza
los que buscan mi daño.
Yo, en cambio, seguiré esperando, redoblaré
tus alabanzas; mi boca contará tu justicia, y todo el día tu salvación, aunque
no sepa contarla.
Contaré tus proezas, Señor mío; narraré tu
justicia, tuya entera.
Dios mío, me
instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas;
ahora, en la vejez y las canas, no me
abandones, Dios mío, hasta que describa tu poder, tus hazañas a la nueva
generación.
Tu justicia, oh Dios,
es excelsa, porque tú hiciste maravillas: Dios mío, ¿quién como tú?
Me hiciste pasar por
peligros, muchos y graves: de nuevo me darás la vida, me harás subir de lo
hondo de la tierra; acrecerás mi dignidad, de nuevo me consolarás.
Y yo te daré gracias,
Dios mío, con el arpa, por tu lealtad; tocaré para ti la cítara, Santo de
Israel;
te aclamarán mis
labios, Señor; mi alma, que tú redimiste; y mi lengua todo el día recitará tu
justicia, porque quedaron derrotados y afrentados los que buscaban mi daño.”
(Salm 71,1-24).
2.-Reflexión pastoral.
La pastoral de la salud quiere ser la respuesta del
Evangelio entendido como la “Buena Nueva” de la Salud que presenta a Jesús como
Salud/Salvación de Dios para los hombres (Lc 4,18), de especial manera a los
más frágiles y vulnerables. Pero no puede limitarse a esa sola línea de acción.
Si bien la evangelización y la celebración de los sacramentos siguen siendo los
ejes fundamentales de esta pastoral debe introducirse nuevas maneras de
acompañar a los que quieren acercarse a Jesús Salud: cuidar la dignidad de la
persona, su promoción humana y social.
Una de las expresiones más llamativas del Papa Francisco es
la “cultura del descarte”. Frecuentemente se refiere a ella en sus discursos,
catequesis y alocuciones. De este vasto magisterio podemos definirla como una
forma de discriminación, como una práctica de la exclusión.
Dicha cultura de descarte es aplicable a la dignidad de
muchos colectivos vulnerables y frágiles, incide también de manera muy grave al
grupo de los ancianos, que son sistemáticamente relegados del ámbito social y
cultural. El anciano, en el pensamiento del Papa Francisco, juega un rol muy
valioso en la sociedad, pues es el testimonio de la memoria colectiva, la
presencia viva de las raíces de una cultura, de una tradición.
La Pastoral de la Salud es el ámbito evangélico que tiene
presente y actualiza la obra de Jesús, viendo su rostro en aquellos que sufren:
“La pastoral de la salud es el servicio
de atención espiritual y religiosa que la comunidad cristiana católica realiza
en el mundo de la salud y de la enfermedad.” (Subcomisión Familia y Defensa de
la vida de la CEE, “La ancianidad: riqueza de frutos y bendiciones.”; 2022; pg.
49). Realizando su misión en el encuentro con el enfermo, el mayor, su
familia, los profesionales y agentes de pastoral, para potenciar una cultura
más sensible al dolor, el sufrimiento, la soledad, la dependencia y el final de
vida, a través del acompañamiento pastoral: “Atiende
principalmente a personas mayores y a enfermos en cualquiera de las etapas, en
centros socio-sanitarios, residencias, hospitales de la red pública y
concertada y en domicilios, a través de las parroquias. Esta atención pastoral
y religiosa la realiza fundamentalmente a través del acompañamiento pastoral.”
(Ibídem; pg. 49).
Para poder realizar dicho acompañamiento pastoral es
necesario tener presente el concepto de salud integral, que hace referencia no
solo a la salud biológica, sino también a la salud biográfica que abarca los
aspectos psicológicos, sociológicos y espirituales o trascendentes de la
persona; conformando ambas su biografía única e irrepetible. Por ello, cuando
el ser humano experimenta la fragilidad o la vulnerabilidad, todas sus
dimensiones se ven afectadas y todas requieren una respuesta adecuada. La
atención a las necesidades espirituales y religiosas de los vulnerables, sus
familias, profesionales y agentes de pastoral, forman parte del acompañamiento
pastoral integral como continúa recordándonos el citado documento: “Es muy importante cuidar la dimensión
emocional en estos momentos de fragilidad, de forma que tanto el enfermo como el
mayor puedan sentirse valiosos, cuidados y amados. Igual de importante es
cuidar la dimensión espiritual porque es parte fundamental de la persona y la
que en estos momentos nos da la oportunidad de “sentido.” (Ibídem; pg. 50).
La actividad pastoral de acompañamiento a las personas
mayores es hoy urgente, si se tienen en cuenta el crecimiento de la población
anciana al invertirse la pirámide de edades. Se trata este de un aspecto hoy
central de la Pastoral de la Salud que, debido al aumento de la edad media
afecta a una población más numerosa, que tiene muchas necesidades, pero, al
mismo tiempo, cuenta con indudables recursos humanos y espirituales: “La persona, por lo tanto, debe estar en el
centro de este nuevo paradigma de asistencia y cuidado de los ancianos más
frágiles. Cada anciano es diferente del otro, no se puede pasar por alto la
singularidad de cada historia: su biografía, su entorno de vida, sus relaciones
presentes y pasadas. Para identificar nuevas perspectivas de vivienda y cuidado
es necesario partir de una cuidadosa consideración de la persona, de su
historia y de sus necesidades. La aplicación de este principio implica una
intervención organizada a diferentes niveles, que realiza un `continuum´
asistencial entre el propio hogar y algunos servicios externos, sin censuras
traumáticas, no aptas a la fragilidad del envejecimiento. […] Todo esto
requiere un proceso de conversión social, civil, cultural y moral. Porque solo
así se puede responder adecuadamente a la demanda de proximidad de las personas
mayores, especialmente las más débiles y expuestas.” (Pontificia Academia de la Vida, “La vejez: nuestro futuro.”, Ciudad
Vaticano, 2021; pg. 13-14).
La preocupación pastoral por los ancianos también debe tener
en cuenta el sentido espiritual y religioso en su ancianidad. La persona mayor
está en una etapa importante del crecimiento espiritual; necesita dar una razón
al momento en que se encuentra, a su enfermedad, a su sufrimiento y a la
muerte; para sí poder vivir con paz interior dicho proceso vital.
Precisamente este podría ser el punto de encuentro entre ambas pastorales. Una visión pastoral integral de los ancianos, una pastoral capaz de dialogar al mismo tiempo con las ciencias médicas, con las ciencias humanas y con las exigencias espirituales-religiosas de la ancianidad. Porque la Pastoral de la Salud no es sólo visitar enfermos, sino además defender la salud, difundir una concepción más sana de la vida, promover costumbres más saludables, educar para la salud, tomar iniciativas contra la soledad, promover una vejez más sana, etc. Este será el vínculo que una a la pastoral de la salud y la pastoral de mayores.
3.- Cuestiones para reflexionar.
a)
¿Parece oportuno realizar una reflexión y
planteamiento desde la Pastoral de la Salud de la persona mayor, tal como se ha
hecho desde el plano social, cultural y asistencial?
b)
Reflexionar y aportar ideas a la siguiente
reflexión del Papa Francisco: “La vejez,
¡no es una enfermedad, es un privilegio! La soledad puede ser una enfermedad,
pero con la caridad, la cercanía y el consuelo espiritual podemos curarla. En
cualquier caso, llegar a anciano es un don de Dios y un enorme recurso, un
logro que hay que salvaguardar con cuidado, incluso cuando la enfermedad llega
a discapacitar y surge la necesidad de una atención integrada y de alta
calidad”.
4.- Para orar.
Señor, escucha nuestra oración.
El anciano que vive con nosotros ha caído enfermo.
Ayúdale Señor, para que no se desaliente y se desespere.
Que sienta su presencia amorosa cada instante.
Queremos cuidarle de tal manera que se sienta acompañado,
amado, acogido y valorado.
Deseamos atenderle como Tú lo harías.
Ayúdanos para que así sea.
Que su vulnerabilidad y fragilidad, manifestada en sus
limitaciones, enfermedad o dependencia sea ocasión para que nuestra familia
crezca humana y espiritualmente.
Que nos enseñe a amar desinteresadamente y a agradecer la
salud y la vida que Tú nos regalas.
Amén. (Anónima).
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